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NisánPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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NISÁN
(Nisán).
Nombre que se dio tras el exilio al primer mes lunar judío del calendario sagrado, y que corresponde a parte de marzo y parte de abril. (Ne 2:1; Est 3:7.) En un principio se le llamaba “Abib” y se le consideraba el séptimo mes; debe ser el mes al que alude Génesis 8:4. En el tiempo del éxodo de Egipto, Jehová decretó que este mes fuera “el primero de los meses del año”. (Éx 12:2; 13:4; Nú 33:3.) Desde entonces hubo una diferencia entre el calendario sagrado, instituido por Jehová, y el calendario seglar anterior. (Véanse ABIB; CALENDARIO.)
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NisánPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Ajuste del calendario lunar. El mandato de Dios requería que los israelitas ofrecieran una gavilla de las primicias de la cosecha el día 16 de Nisán (Abib), y una segunda ofrenda de grano, pasados cincuenta días. Tales ofrendas correspondían de manera natural con las cosechas de la cebada y del trigo, respectivamente. No obstante, tal precepto hacía necesario un ajuste en el calendario de meses lunares utilizado por los israelitas: había que compensar la diferencia de 11 1/4 días que había entre el año solar y el año lunar, más corto. De lo contrario, al cabo de tres años, el mes de Nisán comenzaría treinta y tres días antes en la estación y mucho antes de la cosecha de la cebada. El registro bíblico no especifica qué método utilizaban originalmente los israelitas para lograr tal regulación, pero parece ser que cada dos o tres años se añadía un decimotercer mes para reajustar las estaciones a su debido lugar en el año civil. Parece probable que esto se determinara por observación directa, haciendo corresponder la luna nueva con el equinoccio de primavera o punto vernal, que tiene lugar cada año sobre el 21 de marzo. Cuando la luna nueva, que normalmente marcaría el comienzo del mes de Nisán (Abib), estaba demasiado distante del equinoccio de primavera, el mes se contaba como mes decimotercero o mes intercalar, y Nisán comenzaba con la siguiente luna nueva. Los judíos no adoptaron de modo definitivo un calendario normalizado hasta el siglo IV E.C.
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