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Gran pacienciaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Aunque la gran paciencia es un atributo de Jehová, siempre se expresa en armonía con sus atributos principales: amor, justicia, sabiduría y poder. (1Jn 4:8; Dt 32:4; Pr 2:6; Sl 62:11; Isa 40:26, 29.) La justicia se debe, en primer lugar, al propio nombre de Dios, que ha de ser ensalzado sobre todos los demás del universo, algo esencial para el bienestar de todas sus criaturas. El engrandecimiento de su nombre es una de las razones principales por las que muestra gran paciencia, como explica el apóstol Pablo: “Pues, si Dios, aunque tiene la voluntad de demostrar su ira y de dar a conocer su poder, toleró con mucha y gran paciencia vasos de ira hechos a propósito para la destrucción, a fin de dar a conocer las riquezas de su gloria sobre vasos de misericordia, que él preparó de antemano para gloria, a saber, nosotros, a quienes llamó no solo de entre los judíos, sino también de entre las naciones, ¿qué hay de ello?”. (Ro 9:22-24.) Ejerciendo su gran paciencia, Dios toma de entre las naciones un pueblo para su nombre, y valiéndose de él, se engrandece a sí mismo por toda la Tierra. (Hch 15:14; 1Co 3:9, 16, 17; 2Co 6:16.)
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Gran pacienciaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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La paciencia de Jehová tiene un límite. Por otro lado, la gran paciencia de Dios solo durará mientras esté en armonía con la rectitud, la justicia y la sabiduría. El hecho de que la gran paciencia se ejerce cuando concurren circunstancias difíciles o desagradables muestra que su propósito es dar a los implicados la oportunidad de cambiar y enderezar su camino. Cuando los asuntos llegan a un punto donde se ve que no hay esperanza de que se produzca tal cambio, el seguir ejerciendo gran paciencia iría contra la rectitud y la justicia. Llegado ese momento, Dios interviene a fin de eliminar la mala situación; su paciencia se acaba.
La relación de Dios con la generación antediluviana es un ejemplo de que la longanimidad de Dios tiene un límite. Debido a la deplorable condición que existía, Dios dijo: “Ciertamente no obrará mi espíritu para con el hombre por tiempo indefinido, ya que él también es carne. Por consiguiente, sus días tendrán que llegar a ser ciento veinte años”. (Gé 6:3.) Más tarde, cuando Israel abusó de la gran paciencia de Jehová, Isaías dijo: “Pero ellos mismos se rebelaron e hicieron que su espíritu santo se sintiera herido. Ahora él fue cambiado en enemigo de ellos; él mismo guerreó contra ellos”. (Isa 63:10; compárese con Hch 7:51.)
Por estas razones se insta a los cristianos a que “no acepten la bondad inmerecida de Dios y dejen de cumplir su propósito”. (2Co 6:1.) Se les aconseja: “No estén contristando [entristeciendo] el espíritu santo de Dios”. (Ef 4:30, nota.) También: “No apaguen el fuego del espíritu”. (1Te 5:19.) De otra manera, puede que lleguen hasta el punto de pecar y blasfemar contra el espíritu de Dios, en cuyo caso no hay arrepentimiento ni perdón, solo les espera destrucción. (Mt 12:31, 32; Heb 6:4-6; 10:26-31.)
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