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EjércitoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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En tiempos de David, el mayor comandante militar de Israel, el ejército se componía tan solo de soldados de infantería que llevaban armas de mano: espada, lanza, arco u honda. David debió recordar que Jehová les había aconsejado que no confiasen en los caballos para obtener la victoria (Dt 17:16; 20:1), que había ‘arrojado en el mar’ los caballos y los carros de Faraón (Éx 15:1, 4) y que había abierto las compuertas del cielo sobre los “novecientos carros de guerra con hoces de hierro” de Sísara, de modo que ‘el torrente de Cisón los había arrollado’. (Jue 4:3; 5:21.)
Tal como Josué había desjarretado los caballos capturados y quemado los carros enemigos, así hizo David con los caballos que tomó de Hadadézer, rey de Zobá. A excepción de cien caballos, desjarretó a todos los demás. (Jos 11:6-9; 2Sa 8:4.) David explicó en una canción que sus enemigos se interesaban en carros y en caballos, “pero en cuanto a nosotros, tocante al nombre de Jehová nuestro Dios haremos mención”. “El caballo es un engaño para la salvación.” (Sl 20:7; 33:17.) Como dice el proverbio: “El caballo es algo preparado para el día de la batalla, pero la salvación pertenece a Jehová”. (Pr 21:31.)
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EjércitoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Abías, el sucesor de Rehoboam, solo tenía 400.000 hombres en su ejército cuando Jeroboán fue contra él con 800.000. A pesar de ser tan solo la mitad, el reino meridional resultó vencedor, “porque se apoyaron en Jehová”. Israel perdió 500.000 hombres. (2Cr 13:3-18.)
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EjércitoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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En otra ocasión Etiopía avanzó contra Judá con un ejército de 1.000.000 de hombres y 300 carros. Las fuerzas del rey Asá, por su parte, ascendían tan solo a 580.000 hombres, pero cuando él “empezó a clamar a Jehová su Dios”, “Jehová derrotó a los etíopes” y ni siquiera uno de ellos quedó con vida. (2Cr 14:8-13.)
De igual manera, cuando Moab, Ammón y los ammonim se levantaron contra Jehosafat, este rey, a pesar de disponer de una fuerza de 1.160.000 hombres, “dirigió su rostro a buscar a Jehová”, quien le aseguró: “La batalla no es de ustedes, sino de Dios”. (2Cr 17:12-19; 20:1-3, 15.) Aquella fue una ocasión histórica desde el punto de vista militar, pues un coro de voces entrenadas salieron “al frente de los hombres armados”, cantando: “Den alabanza a Jehová”. Las fuerzas enemigas, confundidas, se aniquilaron unas a otras. (2Cr 20:21-23.)
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