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CieloPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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“Los cielos de los cielos.” La expresión “los cielos de los cielos” parece referirse a los cielos más elevados. En vista de que los cielos se extienden desde la Tierra en todas direcciones, “los cielos de los cielos” deben abarcar todos los cielos físicos, sin importar cuán vastos sean. (Dt 10:14; Ne 9:6.)
Salomón, el constructor del templo de Jerusalén, manifestó que los “cielos, sí, el cielo de los cielos” no pueden contener a Dios. (1Re 8:27.) Como Creador de los cielos, la posición de Jehová es muy superior a la de estos, y “solo su nombre es inalcanzablemente alto. Su dignidad está por encima de tierra y cielo”. (Sl 148:13.) Jehová mide los cielos físicos con la misma facilidad con la que un hombre toma la medida de un objeto abriendo la mano y colocándolo entre los dedos pulgar y meñique extendidos. (Isa 40:12.)
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CieloPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Cielos espirituales. Las mismas palabras del lenguaje original que se utilizan para referirse a los cielos físicos se aplican también a los cielos espirituales. Como se ha visto, Jehová Dios no reside en los cielos físicos, pues es un Espíritu, pero como es “Alto y Excelso” y reside en “la altura” (Isa 57:15), es apropiado el uso de esta palabra hebrea, cuyo sentido básico es “elevado” o “encumbrado”, para designar la “excelsa morada de santidad y hermosura” de Dios. (Isa 63:15; Sl 33:13, 14; 115:3.) Como el Hacedor de los cielos físicos (Gé 14:19; Sl 33:6), Jehová es también su Dueño (Sl 115:15, 16), y puede hacer cualquier cosa en ellos, incluso actos milagrosos. (Sl 135:6.)
Por todo esto, en muchos textos la palabra “cielos” representa a Dios mismo y su posición soberana. Su trono está en los cielos, es decir, en la región de los espíritus bajo su dominio. (Sl 103:19-21; 2Cr 20:6; Mt 23:22; Hch 7:49.) Desde su posición suprema o última, Jehová ‘mira desde’ encima de los cielos y la Tierra físicos (Sl 14:2; 102:19; 113:6), y desde esa posición encumbrada también habla, satisface peticiones y pronuncia juicio. (1Re 8:49; Sl 2:4-6; 76:8; Mt 3:17.) Por consiguiente, leemos que Ezequías e Isaías “siguieron orando [...] y clamando a los cielos por socorro” ante una grave amenaza. (2Cr 32:20; compárese con 2Cr 30:27.) Jesús también usó los cielos como representación de Dios cuando preguntó a los líderes religiosos si el bautismo de Juan era “del cielo, o de los hombres” (Mt 21:25; compárese con Jn 3:27); y el hijo pródigo confesó haber pecado “contra el cielo” y contra su propio padre. (Lu 15:18, 21.) Por lo tanto, la expresión “el reino de los cielos” no significa solo que tiene su sede en los cielos espirituales y que domina desde allí, sino también que es “el reino de Dios”. (Da 2:44; Mt 4:17; 21:43; 2Ti 4:18.)
Además, fue también debido a su posición celestial por lo que tanto hombres como ángeles levantaron las manos o el rostro hacia los cielos al invocar a Dios para que actuase (Éx 9:22, 23; 10:21, 22), al prestar juramento (Da 12:7) y al orar (1Re 8:22, 23; Lam 3:41; Mt 14:19; Jn 17:1). En Deuteronomio 32:40 Jehová dice que ‘alza al cielo su mano en juramento’. El texto de Hebreos 6:13 permite deducir que esas palabras significan que Jehová jura por sí mismo. (Compárese con Isa 45:23.)
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