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Tiempos señalados de las nacionesPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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TIEMPOS SEÑALADOS DE LAS NACIONES
Después de hablar de la destrucción que le sobrevendría a la ciudad de Jerusalén, Jesús dijo: “Y Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones [“los tiempos de los gentiles”, BAS, EMN, Val]”. (Lu 21:24.)
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Tiempos señalados de las nacionesPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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“Las naciones” y “Jerusalén”. El significado de las palabras de Jesús está ligado necesariamente a la ‘holladura de Jerusalén’, que, según dijo, continuaría hasta que se cumplieran los “tiempos señalados de las naciones”. El término “naciones”, o “gentiles”, es la traducción de la palabra griega é·thnē, que significa “naciones” y que los escritores de la Biblia utilizaron para referirse específicamente a las naciones no judías. Por esa razón, hay quien ha entendido que la profecía aplica al período durante el cual Jerusalén se hallaría bajo dominación gentil.
Si bien la ciudad literal de Jerusalén estaba implicada en la profecía de Jesús sobre la destrucción que debía venir y vino sobre aquella ciudad cuando los romanos la arrasaron en 70 E.C., sus palabras acerca de “los tiempos señalados de las naciones” proyectaban la profecía mucho más allá en el tiempo, y así lo han entendido varios comentaristas. Por ejemplo, la afamada obra Commentary, de F. C. Cook, dice que Lucas 21:24 “sirve para separar la parte estrictamente escatológica de la gran profecía [es decir, la que tiene que ver con los últimos días] de la parte que se refiere a la destrucción de Jerusalén propiamente dicha”. Por lo tanto, es esencial determinar el significado que se atribuye a “Jerusalén” en las Escrituras inspiradas a fin de averiguar si “los tiempos señalados de las naciones” tienen que ver únicamente con la ciudad literal de Jerusalén o están relacionados con algo diferente y de mayor trascendencia.
Jerusalén era la capital de la nación de Israel; se decía que sus reyes —pertenecientes a la línea de David— ‘se sentaban sobre el trono de Jehová’. (1Cr 29:23.) Como tal, Jerusalén representaba el asiento del gobierno constituido divinamente o el reino típico de Dios ejercido por medio de la casa de David. Con su monte Sión, era “el pueblo del gran Rey”. (Sl 48:1, 2.) En consecuencia, Jerusalén pasó a representar el reino de la dinastía del rey David, del mismo modo que Washington, Londres, París o Moscú representan los gobiernos de naciones actuales, y por esos nombres se hace referencia a ellos en los comunicados oficiales. Después de que los babilonios ‘hollaron’ Jerusalén, llevándose a su rey al destierro y dejando la tierra desolada, ningún miembro de la dinastía davídica volvió a reinar en la Jerusalén terrestre. Pero las Escrituras muestran que Jesús, el Mesías, nacido en la línea de David, gobernaría desde el monte Sión, o Jerusalén, celestial. (Sl 2:6, 7; Heb 5:5; Rev 14:1, 3.)
Comienzo de la ‘holladura’. La ‘holladura’ del reino de la dinastía de gobernantes davídicos no comenzó cuando los romanos devastaron la ciudad de Jerusalén en 70 E.C., sino siglos antes, con el derrocamiento de esa dinastía por Babilonia en 607 a. E.C., cuando Nabucodonosor destruyó Jerusalén, tomó cautivo al destronado rey Sedequías y la tierra quedó desolada. (2Re 25:1-26; véase CRONOLOGÍA.) Todo esto sucedió de acuerdo con las palabras proféticas dirigidas a Sedequías en Ezequiel 21:25-27, a saber: “Remueve el turbante, y quita la corona. Esta no será la misma [...]. Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar esto a él”. En las Escrituras Griegas Cristianas se demuestra que el que tiene “el derecho legal” a la corona davídica que Sedequías perdió es Cristo Jesús, de quien el ángel dijo, al anunciar su nacimiento futuro: “Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin”. (Lu 1:32, 33.)
Con la caída de Jerusalén en 607 a. E.C., los gobiernos gentiles dominaron sobre toda la Tierra. La dinastía y el gobierno davídicos quedaron interrumpidos, y Jerusalén, o lo que representaba, habría de continuar siendo ‘hollada’ mientras se mantuviera al reino de Dios —ejercido por la casa de David— en un estado inoperante bajo las potencias gentiles. La obra Bible Dictionary (de Unger, 1965, pág. 398) comenta sobre esta relación con la gobernación: “Por consiguiente, los Gentiles, es decir, ‘las naciones’, avanzan hacia el fin de su administración o gobernación de la Tierra. El fin de dicho período supondrá el fin de ‘los tiempos de los gentiles’ (Lu 21:24; Da 2:36-44)”. (Compárese con Eze 17:12-21; también con la representación de la caída de Medo-Persia en Da 8:7, 20.)
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