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OídoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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De manera similar, la palabra griega para ‘escuchar’ puede tener el sentido de ‘prestar atención, entender y actuar en consecuencia’, como cuando Jesucristo dijo: “Mis ovejas escuchan mi voz” y “a un extraño de ningún modo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. (Jn 10:27, 5.)
Por otra parte, se dice que los oídos de los rebeldes se hacen “indispuestos a responder” o “duros” (BJ). (Isa 6:10; Hch 28:27.) Se compara a estas personas inicuas a la cobra que tapa su oído para no escuchar la voz del encantador. (Sl 58:4.)
Jehová dijo por medio de sus siervos que los tercos y desobedientes israelitas tenían ‘oídos incircuncisos’ (Jer 6:10; Hch 7:51), es decir, cerrados con algo que les impedía oír. No los había abierto Jehová, quien da oídos de entendimiento y obediencia a los que le buscan, pero permite que el oído espiritual de los desobedientes se embote. (Dt 29:4; Ro 11:8.)
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OídoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Se hacía algo similar cuando un hombre deseaba continuar en esclavitud a su amo hasta tiempo indefinido. En ese caso, se debía llevar al esclavo al poste de la puerta, donde su amo le agujereaba la oreja con un punzón. Esta marca visible en el órgano auditivo debía representar el deseo del esclavo de seguir prestando atención obediente a su amo. (Éx 21:5, 6.)
Con respecto a la gran necesidad que tiene el hombre, no de ver a Dios, sino de oírle, en el sentido de prestar cuidadosa atención y obedecer sus palabras según indica la Biblia, R. C. Dentan observa: “En la Biblia, la palabra clave de la relación del hombre con Dios es ‘oír’ más bien que ‘ver’ [...]. En las religiones mistéricas la experiencia religiosa más elevada era ‘ver’ al dios; pero la Biblia, que preconiza como actitud religiosa fundamental la obediencia a la palabra divina, coloca el énfasis en ‘oír’ su voz. La fórmula más importante de la religión de Israel se caracteriza por la expresión: ‘Oye, oh Israel’. ‘El que es de Dios’ no es el místico que ha tenido una visión, sino el que ‘oye las palabras de Dios’ (Juan 8:47)”. (The Interpreter’s Dictionary of the Bible, edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 2, pág. 1; véase SORDERA.)
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