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IsaacPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Pero Isaac fue sumiso y permitió que se le ofreciese como sacrificio en armonía con la voluntad de Dios. Debido a esta demostración de fe de Abrahán, Jehová repitió y amplió el pacto que había hecho con él, pacto que después de su muerte revalidó con su hijo Isaac. (Gé 22:15-18; 26:1-5; Ro 9:7; Snt 2:21.)
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IsaacPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Debido a que hubo un hambre, Isaac trasladó a su familia a Guerar, en territorio filisteo, ya que Dios le había dicho que no bajase a Egipto. En esta ocasión Jehová confirmó su propósito de cumplir la promesa abrahámica por medio de Isaac, al decirle también: “Ciertamente multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y verdaderamente daré a tu descendencia todas estas tierras; y por medio de tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra”. (Gé 26:1-6; Sl 105:8, 9.)
En este territorio filisteo, no demasiado amigable, Isaac, al igual que su padre Abrahán, se valió de la estrategia al decir que su esposa era su hermana. Después de un tiempo, la bendición de Jehová sobre Isaac llegó a ser fuente de envidia para los filisteos, por lo que se le hizo necesario trasladarse primero al valle torrencial de Guerar, y luego a Beer-seba, en el límite de la árida región del Négueb. Mientras estaba allí, los filisteos, anteriormente hostiles, fueron buscando “un juramento de obligación” o un tratado de paz con Isaac, puesto que, como reconocieron, “tú ahora eres el bendito de Jehová”. Los hombres de Isaac hallaron agua en ese lugar, e Isaac lo llamó Sibá. “Por eso el nombre de la ciudad es Beer-seba [que significa “Pozo del Juramento”, o: “Pozo de Siete”], hasta el día de hoy.” (Gé 26:7-33; véase BEER-SEBA.)
Isaac siempre le había tenido cariño a su hijo Esaú debido a que le gustaba vivir al aire libre, era un hombre de campo y amante de la caza, y eso para Isaac “significaba caza en su boca”. (Gé 25:28.) Por lo tanto, cuando ya le fallaba la vista y se daba cuenta de que no le quedaba mucho tiempo de vida, se preparó para dar a Esaú la bendición reservada al primogénito. (Gé 27:1-4.) No se sabe si ignoraba que Esaú había vendido su primogenitura a su hermano Jacob y si no recordaba el decreto que Dios había dado al nacer los dos muchachos: “El mayor servirá al menor”. (Gé 25:23, 29-34.) En cualquier caso, Jehová sí lo recordaba, y Rebeca también, por lo que ella rápidamente dispuso las cosas para que Jacob recibiese la bendición. Cuando Isaac se enteró de la treta que se había llevado a cabo, rehusó cambiar lo que sin duda era la voluntad de Jehová en este asunto. También profetizó que Esaú y sus descendientes residirían lejos de los campos fértiles, vivirían por la espada y finalmente romperían de sobre sus cuellos el yugo de servidumbre a Jacob. (Gé 27:5-40; Ro 9:10-13; véase ESAÚ.)
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