-
BautismoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
-
-
El bautismo cristiano requería entender la Palabra de Dios y tomar una decisión consciente de presentarse para hacer Su voluntad revelada, como se demostró en el Pentecostés de 33 E.C., cuando los judíos y prosélitos que se habían reunido en Jerusalén, y que ya tenían conocimiento de las Escrituras Hebreas, oyeron hablar a Pedro acerca de Jesús, el Mesías, con el resultado de que tres mil “abrazaron su palabra de buena gana” y “fueron bautizados”. (Hch 2:41; 3:19–4:4; 10:34-38.)
-
-
BautismoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
-
-
En el Pentecostés, los judíos, responsables como pueblo de la muerte de Jesús y conocedores del bautismo de Juan, se sintieron “heridos en el corazón” debido a la predicación de Pedro. Preguntaron: “Hermanos, ¿qué haremos?”, a lo que Pedro contestó: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán la dádiva gratuita del espíritu santo”. (Hch 2:37, 38.) Es preciso señalar que Pedro dirigió la atención de ellos a algo nuevo: no al arrepentimiento y al bautismo de Juan, sino a la necesidad de arrepentirse y bautizarse en el nombre de Jesucristo para conseguir el perdón de pecados. No afirmó que el bautismo en sí mismo limpiase los pecados, pues sabía que es “la sangre de Jesús su Hijo [lo que] nos limpia de todo pecado”. (1Jn 1:7.) Más tarde, refiriéndose a Jesús como el “Agente Principal de la vida”, les dijo a los judíos en el templo: “Arrepiéntanse, por lo tanto, y vuélvanse para que sean borrados sus pecados, para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová”. (Hch 3:15, 19.) Así les mostró que lo que supondría perdón de pecados era el arrepentirse de su mal proceder en contra de Cristo y ‘volverse’, aceptándolo. En esta ocasión Pedro no habló del bautismo.
-