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PascuaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Conmemoraba la liberación de los israelitas de Egipto y el hecho de que Jehová ‘pasase por alto’ a sus primogénitos cuando aniquiló a los primogénitos egipcios. Coincidía con el principio de la cosecha de la cebada. (Éx 12:14, 24-47; Le 23:10.)
Era una celebración conmemorativa, y por eso el mandato bíblico decía: “Y tiene que suceder que cuando sus hijos les digan: ‘¿Qué significa este servicio para ustedes?’, entonces tienen que decir: ‘Es el sacrificio de la pascua a Jehová, que pasó por alto las casas de los hijos de Israel en Egipto cuando plagó a los egipcios, pero libró nuestras casas’”. (Éx 12:26, 27.)
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PascuaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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En la Pascua que se celebró en Egipto, el encargado de degollar el cordero (o la cabra) en cada hogar era el cabeza de familia, y todos tenían que permanecer dentro de la casa para evitar que el ángel los ejecutase. Debían comer la Pascua de pie, con sus caderas ceñidas, báculo en mano y las sandalias puestas, a fin de estar preparados para un largo viaje sobre terreno escabroso (a menudo hacían su trabajo cotidiano descalzos). A medianoche todos los primogénitos egipcios fueron muertos, pero el ángel pasó por alto las casas sobre las que se había salpicado la sangre. (Éx 12:11, 23.) Toda casa egipcia donde había un primogénito varón se vio afectada, desde la del propio Faraón hasta la del prisionero. No murieron los que eran cabezas de una casa, aunque fueran ellos mismos primogénitos, sino todo primogénito varón que estaba bajo un cabeza de familia, además del primogénito macho de los animales. (Éx 12:29, 30; véase PRIMOGÉNITO.)
Aunque las diez plagas de Egipto fueron un juicio contra los dioses de Egipto, la décima, la muerte de los primogénitos, lo fue en especial. (Éx 12:12.) Como el carnero era el animal sagrado del dios Amón-Ra, el salpicar la sangre del cordero pascual en las jambas de las puertas habría sido una blasfemia a los ojos de los egipcios. El toro también era sagrado, de ahí que la muerte de sus primogénitos asestaría un golpe al dios Osiris. Y a Faraón mismo se le veneraba como el hijo de Ra, por lo que la muerte de su primogénito pondría de manifiesto la impotencia tanto de Ra como de Faraón.
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