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BautismoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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“Por lo tanto, fuimos sepultados con él mediante nuestro bautismo en su muerte, para que, así como Cristo fue levantado de entre los muertos mediante la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte, ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección”. (Ro 6:4, 5; 1Co 15:31-49.)
Cuando escribió a la congregación de Filipos, Pablo aclaró la cuestión aún más, al describir su propio proceder como “una participación en sus sufrimientos, sometiéndome a una muerte como la de él, para ver si de algún modo puedo alcanzar la resurrección más temprana de entre los muertos”. (Flp 3:10, 11.) Solo el Padre celestial Dios Todopoderoso, que es el Bautizante de aquellos a los que se bautiza en unión con Jesucristo y en su muerte, puede consumar este bautismo. Lo hace por medio de Cristo al levantarlos de la muerte para unirlos con Jesucristo en la semejanza de su resurrección a una vida celestial inmortal. (1Co 15:53, 54.)
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En este caso el contexto (1Co 15:3, 4) muestra que el tema principal tratado es la creencia en la muerte y la resurrección de Jesucristo. Los siguientes versículos presentan prueba de la seguridad de esta creencia (vss. 5-11); consideran las graves implicaciones de negar la creencia en la resurrección (vss. 12-19), el hecho de que la resurrección de Cristo asegura que otros serán levantados de entre los muertos (vss. 20-23) y que todo ello tiene como fin la unificación de toda la creación inteligente con Dios (vss. 24-28). El versículo 29 es, obviamente, parte integral de esta consideración. Pero, ¿de la resurrección de quiénes se trata en el versículo 29? ¿De la de aquellos de cuyo bautismo se habla en el versículo? ¿O es la de alguien que hubiera muerto antes de que tuviera lugar ese bautismo? ¿Qué indican los versículos siguientes? Los versículos 30 a 34 muestran claramente que en el 29 se está hablando de las perspectivas de vida futura de cristianos vivos, y los versículos 35 a 58 aclaran que eran cristianos fieles que tenían la esperanza de vida celestial.
Esto está de acuerdo con Romanos 6:3, que dice: “¿O ignoran que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte?”. Como este texto pone de manifiesto, ese no es un bautismo al que el cristiano se somete en favor de alguien ya muerto; por el contrario, es algo que afecta el propio futuro de la persona.
¿En qué sentido, entonces, fueron bautizados aquellos cristianos “con el propósito de ser personas muertas”, o “bautizados en su muerte”? Fueron sumergidos en un proceder de vida íntegro hasta la muerte, como en el caso de Cristo, y con la esperanza de una resurrección como la suya a vida espiritual inmortal. (Ro 6:4, 5; Flp 3:10, 11.) Este no era un bautismo que se realizaba rápidamente, como en el caso del bautismo en agua. Más de tres años después de su bautismo en agua, Jesús habló de un bautismo que en su caso aún no se había consumado y que todavía estaba en el futuro para sus discípulos. (Mr 10:35-40.) Como este bautismo culmina en la resurrección a la vida celestial, debe empezar con la influencia del espíritu de Dios en la persona de tal modo que engendre esta esperanza, y debe terminar, no con la muerte, sino con la realización de la perspectiva de vida espiritual inmortal por medio de la resurrección. (2Co 1:21, 22; 1Co 6:14.)
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Del mismo modo, los que se someten al bautismo cristiano llegan a ser propiedad de Dios, sus esclavos, a quienes Él emplea como considera conveniente. (1Co 6:20.) Un ejemplo de lo antedicho lo hallamos en Revelación, donde se hace referencia a un número definido de personas a las que se ‘sella’, a saber, 144.000. (Rev 7:4-8.) Aun antes de la aprobación final, el espíritu santo de Dios sirve como un sello que da a los que son sellados una garantía anticipada de su herencia celestial. (Ef 1:13, 14; 2Co 5:1-5.) También se dijo a los que tienen tal esperanza: “Dios ha colocado a los miembros en el cuerpo [de Cristo], cada uno de ellos, así como le agradó”. (1Co 12:18, 27.)
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