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ParaísoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Probablemente el paraíso con el que estaba familiarizado el malhechor con el que habló Jesús era el paraíso terrestre descrito en el primer libro de las Escrituras Hebreas, el Paraíso de Edén. Por lo tanto, es razonable suponer que la promesa de Jesús a aquel malhechor apuntaba hacia una restauración de dicho paraíso terrestre, y le daba la esperanza de resucitar y tener una oportunidad de vivir en ese Paraíso restaurado. (Compárese con Hch 24:15; Rev 20:12, 13; 21:1-5; Mt 6:10.)
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ParaísoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Es evidente, sin embargo, que las profecías de restauración que registraron los profetas hebreos también tendrán un cumplimiento literal cuando se restaure el paraíso en la Tierra. Por ejemplo, algunas facetas de Isaías 35:1-7, como la curación de las personas ciegas y cojas, no se cumplieron de manera literal cuando el Israel de la antigüedad volvió de Babilonia, ni se cumplen literalmente en el paraíso espiritual cristiano. No sería consecuente que Dios inspirase profecías como las que se hallan en Isaías 11:6-9, Ezequiel 34:25 y Oseas 2:18, con la intención de que solo tuviesen un significado figurado o espiritual, y que sus siervos no llegasen a experimentarlas de manera literal. El paraíso que Pablo mencionó en 2 Corintios 12:4 podría ser también el Paraíso futuro de estas profecías hebreas, tanto físico como espiritual, y “el paraíso de Dios”, esto es, las maravillosas condiciones que hay en el cielo. (Rev 2:7.)
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