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    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • Después de pasar el pan, Jesús tomó una copa, “ofreció gracias y se la dio a ellos, y todos bebieron de ella. Y les dijo: ‘Esto significa mi “sangre del pacto”, que ha de ser derramada a favor de muchos’”. (Mr 14:23, 24.) Usó vino fermentado, no zumo de uvas sin fermentar. Cuando en la Biblia aparece el término vino, es con referencia al vino literal, no al zumo de uvas sin fermentar. (Véase VINO Y BEBIDAS ALCOHÓLICAS.) El vino fermentado, y no el zumo de uvas, reventaría los “odres viejos”, tal como dijo Jesús. Sus enemigos le acusaron de ser “dado a beber vino”, acusación que no tendría significado alguno si el “vino” hubiese sido simplemente zumo de uvas. (Mt 9:17; 11:19.) En aquella ocasión todavía había vino de la celebración pascual que acababa de concluir y Cristo muy apropiadamente lo usó al instituir la conmemoración de su muerte. El vino debió ser tinto, pues solo así sería un símbolo apropiado de la sangre. (1Pe 1:19.)

  • Cena del Señor
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • No se produjo ninguna transubstanciación o consubstanciación. Jesús todavía tenía su cuerpo carnal cuando ofreció el pan. Este cuerpo, completo e intacto, tenía que ofrecerse la tarde siguiente (según el calendario judío seguiría siendo el mismo día 14 de Nisán) como un sacrificio perfecto e inmaculado por los pecados. Asimismo, conservaba toda su sangre para aquel sacrificio perfecto: “Derramó su alma [que está en la sangre] hasta la mismísima muerte”. (Isa 53:12; Le 17:11.) Por consiguiente, Jesús no realizó durante la cena ningún milagro de transubstanciación, cambiando el pan y el vino por su carne y sangre literales. Por las mismas razones, tampoco se puede decir, como alegan los que se adhieren a la doctrina de la consubstanciación, que hizo que su carne y su sangre estuvieran presentes o combinadas milagrosamente con el pan y el vino.

      Las palabras de Jesús registradas en Juan 6:51-57 no contradicen lo que se acaba de exponer. Jesús no estaba hablando de la Cena del Señor, pues esta cena no se instituyó sino hasta un año después. El ‘comer’ y ‘beber’ mencionados en el relato son figurativos y se realizan ejerciendo fe en Jesucristo, como indican los versículos 35 y 40.

      Por otra parte, el comer carne y sangre humanas sería canibalismo. Por esa razón se escandalizaron los judíos que no tenían fe en Jesús y que no entendieron su afirmación sobre comer su carne y beber su sangre. Esta reacción indica el punto de vista judío respecto a comer carne y sangre humanas, según enseñaba la Ley. (Jn 6:60.)

      Asimismo, el beber sangre era una violación de la ley que Dios dio a Noé antes del pacto de la Ley (Gé 9:4; Le 17:10), y el Señor Jesucristo nunca mandaría a otros que violasen la ley divina. (Compárese con Mt 5:19.) Además, Jesús mandó: “Sigan haciendo esto en memoria de mí”, no ‘en sacrificio de mí’. (1Co 11:23-25.)

      Por lo tanto, el pan y el vino son emblemas que representan la carne y la sangre de Cristo de una manera simbólica, como simbólicas son sus palabras en cuanto a comer su carne y beber su sangre. Jesús había dicho a los que se ofendieron por sus palabras: “De hecho, el pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo” (Jn 6:51), lo que se cumplió cuando murió en sacrificio en el madero de tormento. Luego, su cuerpo fue enterrado y su Padre se deshizo de él antes de que viera la corrupción. (Hch 2:31.) Nadie comió jamás de su carne o de su sangre de manera literal.

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