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NabonidoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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NABONIDO
(del babilonio, que significa: “Nebo [deidad babilonia] Es Ensalzado”).
Último monarca supremo del Imperio babilonio; padre de Belsasar. Según los textos cuneiformes, se cree que gobernó unos diecisiete años (556-539 a. E.C.). Nabonido se interesó en la literatura, el arte y la religión.
Crónica de Nabonido, que narra la caída de Babilonia
En sus propias inscripciones Nabonido alega ser de noble descendencia. Una tablilla que se encontró cerca de la antigua Harán indica que la madre o la abuela de Nabonido era devota del dios-luna Sin. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, págs. 311, 312.) Siendo ya rey, Nabonido manifestó gran devoción al dios-luna, tanto en Harán como en Ur, donde este era uno de los dioses principales. (GRABADO, vol. 2, pág. 324.)
Unas tablillas cuneiformes pertenecientes al año octavo de Nabucodonosor (Nisán 617 a Nisán 616 a. E.C.) mencionan a cierto Nabu-naʼid, de quien dicen que “estaba sobre la ciudad”. Según algunos historiadores, este es el mismo Nabonido que posteriormente llegó a ser rey. Sin embargo, esto significaría que cuando a Nabonido se le dio este cargo era muy joven aún, y que sería de edad muy avanzada cuando unos setenta y siete años más tarde cayó Babilonia (539 a. E.C.).
Cuando el historiador griego Heródoto (Historia, I, 74) habla de los acontecimientos ocurridos en el año vigésimo de Nabucodonosor (Nisán 605 a Nisán 604 a. E.C.), menciona un tratado entre los lidios y los medos mediado por un tal “Labineto de Babilonia”. Se cree que así era como Heródoto escribía el nombre Nabonido. Posteriormente, Heródoto (I, 188) hace referencia a la lucha de Ciro el persa contra el hijo de Labineto y Nitocris.
En un libro titulado Nabonidus and Belshazzar (“Yale Oriental Series”, 1929, pág. 63; véanse también las págs. 17 y 30), el profesor R. P. Dougherty propone la hipótesis de que Nitocris era hija de Nabucodonosor, de modo que Nabonido (Labineto) era el yerno de este. Por otra parte, se cree que el “hijo” de Nitocris y Nabonido (Labineto) mencionado por Heródoto es Belsasar, contra quien Ciro efectivamente peleó. Aunque este argumento se basa en razonamiento deductivo e inductivo, ayuda a explicar por qué Nabonido ascendió al trono de Babilonia. También concordaría con el hecho de que la Biblia dice que Nabucodonosor era “padre” de Belsasar, quien en realidad era hijo de Nabonido. (Da 5:11, 18, 22.) El término “padre” a veces tiene el significado de abuelo o antepasado. De modo que Belsasar sería el nieto de Nabucodonosor. (Véase también BELSASAR.)
La ascensión de Nabonido al trono ocurrió después del asesinato de Labashi-Marduk. No obstante, el que en una de sus inscripciones Nabonido se refiera a sí mismo como el “poderoso delegado” de Nabucodonosor y Neriglisar, indicaría que afirmaba haber conseguido el trono legítimamente y que no era un usurpador.
En sus oraciones al dios-luna, registradas en varios prismas, Nabonido asocia consigo a su hijo primogénito Belsasar. (Documents From Old Testament Times, edición de D. W. Thomas, 1962, pág. 73.) Una inscripción registra que Nabonido nombró a Belsasar rey de Babilonia en su tercer año, antes de salir a la campaña que resultó en la conquista de la ciudad de Temá (Arabia). La misma inscripción indica que Nabonido ofendió a los habitantes del imperio por dar mayor importancia al culto al dios-luna y por no haberse hallado en Babilonia con motivo de la celebración del Año Nuevo. La Crónica de Nabonido indica que este permaneció en Temá los años séptimo, noveno, décimo y undécimo de su reinado, y para cada uno de estos casos la inscripción dice: “El rey no vino a Babilonia para las (ceremonias del) mes de Nisanu, Nebo no vino a Babilonia, Bel no salió (de Esagila en procesión), se omitió el festival del Año Nuevo”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, pág. 240.) Debido a que el texto está deteriorado, la información sobre los otros años está incompleta.
Acerca de la ciudad oasis de Temá, se dice en varios lugares: “Embelleció la ciudad, construyó (allí) [su palacio] como el de Su·an·na (Babilonia)”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, pág. 313.) Parece que Nabonido fijó su residencia real en Temá, y otros textos muestran que las caravanas de camellos llevaban allí provisiones procedentes de Babilonia. Aunque no renunció a su posición de rey del imperio, confió la administración del gobierno de Babilonia a Belsasar. Como por la ciudad de Temá pasaban las antiguas rutas de caravanas, por las que se transportaban oro y especias a través de Arabia, el interés de Nabonido en esa ciudad pudo deberse a razones económicas o bien a intereses militares. También se ha apuntado la posibilidad de que considerase aconsejable administrar los intereses del imperio por medio de su hijo. Otras razones que se han señalado para explicar la aparente preferencia de Nabonido por Temá son: el clima saludable de aquella ciudad y la importancia que tenía el culto lunar en Arabia.
No hay disponible ninguna información sobre las actividades de Nabonido entre el duodécimo año de su reinado y el último. Como preveía la agresión de los medos y los persas bajo Ciro el Grande, había hecho un pacto con el Imperio lidio y con Egipto. La Crónica de Nabonido registra que este volvió a Babilonia en el año de la invasión medopersa, cuando se celebraba la fiesta del Año Nuevo y se introducían en la ciudad los diversos dioses de Babilonia. Con respecto al avance de Ciro, la crónica dice que después de la victoria conseguida en Opis, capturó Sippar (a unos 60 Km. al N. de Babilonia), y “Nabonid huyó”. Luego sigue el relato de la conquista medopersa de Babilonia, y se dice que Nabonido fue hecho prisionero cuando volvió a esa ciudad. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, pág. 241.) Los escritos de Beroso, sacerdote babilonio del siglo III a. E.C., relatan que Nabonido salió a guerrear contra las fuerzas de Ciro, pero una vez fue derrotado, se refugió en Borsipa (al SSO. de Babilonia), y después de la caída de Babilonia, se rindió ante Ciro. Posteriormente se le deportó a Carmania (en la parte S. de Persia). Este registro coincide con el relato bíblico del capítulo 5 de Daniel, que indica que Belsasar era el rey en funciones de Babilonia cuando fue conquistada.
En el capítulo 5 del libro de Daniel no se menciona directamente a Nabonido, pero debe tenerse en cuenta que el relato de Daniel hace referencia a muy pocos acontecimientos anteriores a la caída de Babilonia, y que el desplome final del imperio se narra con muy pocas palabras. Sin embargo, Daniel 5:7, 16, 29 parece aludir a la gobernación de Nabonido, pues dice que Belsasar le ofrece a Daniel ser el tercer gobernante del reino, lo que implica que Nabonido era el primero y Belsasar el segundo. El profesor Dougherty comenta al respecto: “Puede considerarse que el quinto capítulo de Daniel concuerda con los hechos al no hablar de Nabonido en la narración, puesto que parece que no tuvo ninguna participación en los acontecimientos que ocurrieron cuando Gobrias [a la cabeza del ejército de Ciro] entró en la ciudad”. (Nabonidus and Belshazzar, págs. 195, 196; véanse también las págs. 73, 170, 181; véase Da 5:1, nota.)
¿Qué información recoge la Crónica de Nabonido?
La Crónica de Nabonido, llamada también “Crónica de Ciro-Nabonido” y “La tablilla de los anales de Ciro”, es un fragmento de una tablilla de arcilla que actualmente se conserva en el Museo Británico. Narra principalmente los acontecimientos más importantes del reinado de Nabonido, el último monarca supremo de Babilonia, y contiene un relato conciso de la caída de Babilonia ante las tropas de Ciro. Aunque no hay duda de que proviene de Babilonia y está escrita en caracteres cuneiformes babilonios, los eruditos que han examinado su estilo dicen que puede datar del período seléucida (312 a 65 a. E.C.), es decir, unos dos siglos o más después del tiempo de Nabonido. Es casi seguro que se trata de una copia de un documento anterior. Toda la crónica glorifica de manera tan notable a Ciro y desprecia tanto a Nabonido, que se cree obra de un escriba persa, e incluso se ha dicho que es “propaganda persa”. Sin embargo, aunque pueda ser así, hay historiadores que opinan que la información circunstancial que contiene es confiable.
A pesar de la brevedad de la Crónica de Nabonido —la tablilla mide aproximadamente 14 cm. en la parte más ancha y otros tantos de longitud—, sigue siendo el registro cuneiforme existente más completo de la caída de Babilonia. Algunas secciones de la tercera de sus cuatro columnas, empezando en la línea cinco, leen: “[Decimoséptimo año]: [...] En el mes de Tašritu, cuando Ciro atacó el ejército de Akkad en Opis, junto al Tigris, los habitantes de Akkad se rebelaron, pero él (Nabonid) pasó a cuchillo a los aturdidos habitantes. El día 14 Sippar fue tomada sin combate. Nabonid huyó. El día 16, Gobrias (ugbaru), gobernador de Gutium, y el ejército de Ciro entraron en Babilonia sin combate. Después Nabonid fue apresado en Babilonia, a la que volvió. [...] En el mes de Arahšamnu, el día 3, Ciro entró en Babilonia, ramas verdes se extendieron delante de él: el estado de ‘Paz’ (šulmu) se impuso en la ciudad”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, págs. 240, 241.)
Debe decirse que la expresión “Decimoséptimo año” no aparece en la tablilla, puesto que esta parte del texto está deteriorada. La han insertado los traductores, pues en su opinión el decimoséptimo año de Nabonido fue el último de su reinado. De modo que deducen que la caída de Babilonia se produjo en ese año de su reinado y que estas palabras aparecerían en la tablilla si no estuviera deteriorada. Aun en el caso de que el reinado de Nabonido hubiera durado más de lo que generalmente se ha supuesto, no afectaría la fecha aceptada de 539 a. E.C. como el año de la caída de Babilonia, puesto que hay otras fuentes que indican que fue ese año. Sin embargo, este factor resta algo de valor a la Crónica de Nabonido.
Aunque falta el año, la tablilla da el mes y el día de la caída de la ciudad. Con estos datos, los cronólogos seglares calculan que el día 16 de Tašritu (Tisri) corresponde al 11 de octubre del año 539 a. E.C. según el calendario juliano (5 de octubre según el gregoriano). Como esta es una fecha aceptada y no hay ninguna prueba que la contradiga, se usa como una “fecha absoluta” para coordinar la historia seglar con la bíblica. (Véase CRONOLOGÍA.)
Es interesante lo que la crónica dice sobre la noche en que cayó Babilonia: “El ejército de Ciro entró en Babilonia sin combate”. Estas palabras probablemente signifiquen que no hubo un conflicto general, y concuerdan con la profecía de Jeremías de que ‘los hombres poderosos de Babilonia cesarían de pelear’. (Jer 51:30.)
También es de interés señalar que en la crónica se hacen claras referencias a Belsasar. Aunque no se le menciona específicamente, a la luz de porciones posteriores del texto (col. 2, líneas 5, 10, 19, 23), Sidney Smith reconstruyó la columna 1, línea 8, de manera que en su obra Babylonian Historical Texts: Relating to the Capture and Downfall of Babylon (Londres, 1924, pág. 100), lee que Nabonido delegó en Belsasar el reinado y le hizo corregente. La crónica repite con frecuencia que el ‘príncipe heredero estaba en Akkad [Babilonia]’, mientras que Nabonido estaba en Temá (Arabia). Sin embargo, el que no se mencione por nombre a Belsasar ni se haga referencia a su muerte, en modo alguno cuestiona la exactitud del libro inspirado de Daniel, en el que el nombre de Belsasar aparece ocho veces y su muerte cierra la gráfica narración de la caída de Babilonia que se halla en el capítulo 5. Todo lo contrario, pues los expertos reconocen que la Crónica de Nabonido es extremadamente corta, y, como ya se ha indicado, opinan que se escribió para difamar a Nabonido, no para hacer un relato detallado de los hechos históricos. Como dice R. P. Dougherty en su libro Nabonidus and Belshazzar (pág. 200), “puede considerarse que el relato bíblico es superior debido a que emplea el nombre de Belsasar” (cursivas nuestras).
Aunque la cuarta columna de la crónica está rota, la parte que puede leerse ha llevado a los doctos a la conclusión de que habla de un asedio posterior de Babilonia, que había sido tomada por algún usurpador. Se cree que el primer asedio que sufrió la ciudad después de la victoria de Ciro se produjo durante el levantamiento de Nabucodonosor III (Nidintu-Bel), quien afirmaba ser hijo de Nabonido. Se le derrotó en el primer año de Darío I, lo que correspondería a las postrimerías de 522 a. E.C.
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Nabucodonosor, NabucodorosorPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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NABUCODONOSOR, NABUCODOROSOR
(del acadio, significa: “¡Oh Nebo, Protege al Heredero!”).
Segundo gobernante del Imperio neobabilonio. Fue hijo de Nabopolasar y padre de Awel-Marduk (Evil-merodac), quien le sucedió en el trono. Nabucodonosor reinó durante cuarenta y tres años (624-582 a. E.C.), período en el que quedan incluidos los “siete tiempos” durante los que comió vegetación como los toros. (Da 4:31-33.) Para distinguir a este monarca de otro gobernante babilonio llamado igual, pero de un período muy anterior (la dinastía Isín), los historiadores lo llaman Nabucodonosor II.
Las inscripciones cuneiformes existentes sobre Nabucodonosor completan algo el registro bíblico. En estas inscripciones se indica que en el año decimonoveno de su reinado, Nabopolasar reunió a su ejército, y lo mismo hizo su hijo Nabucodonosor, entonces príncipe heredero. Parece ser que ambos ejércitos actuaron independientemente, y después de que Nabopolasar regresó a Babilonia en menos de un mes, Nabucodonosor guerreó con éxito en territorio montañoso, y volvió más tarde a Babilonia con mucho despojo. Durante el vigésimo primer año del reinado de Nabopolasar, Nabucodonosor marchó con el ejército de Babilonia a Carquemis para luchar contra los egipcios. Condujo sus fuerzas a la victoria. Este hecho tuvo lugar en el cuarto año del rey de Judá, Jehoiaquim, en 625 a. E.C. (Jer 46:2.)
Las inscripciones muestran además que las noticias acerca de la muerte de su padre hicieron regresar a Nabucodonosor a Babilonia, y el primero de Elul (agosto-septiembre) ascendió al trono. En el año de su ascenso volvió a la tierra de Hattu, y “en el mes de Sebat [enero-febrero, 624 a. E.C.] llevó a Babilonia el inmenso botín de Hattu”. (Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. K. Grayson, 1975, pág. 100.) En 624 a. E.C., en el primer año oficial de su reinado, Nabucodonosor dirigió de nuevo a sus fuerzas a través de Hattu y logró capturar y saquear la ciudad filistea de Asquelón. (Véase ASQUELÓN.) Durante los años segundo, tercero y cuarto de su reinado, dirigió más campañas en Hattu, y puede que haya sido en el cuarto año cuando convirtió en su vasallo a Jehoiaquim, el rey de Judá. (2Re 24:1.) También en el cuarto año, condujo sus fuerzas a Egipto, donde ambos bandos sufrieron grandes pérdidas en el conflicto consiguiente.
Conquista de Jerusalén. Más tarde, la rebelión de Jehoiaquim, el rey de Judá, contra Nabucodonosor resultó en que los babilonios sitiasen Jerusalén. Parece ser que Jehoiaquim murió durante el asedio, y ascendió al trono de Judá su hijo Joaquín, cuyo reinado concluiría tan solo tres meses y diez días más tarde, cuando se rindió a Nabucodonosor (en el mes de Adar [febrero-marzo], durante el séptimo año reinante de Nabucodonosor [que terminó en Nisán de 617 a. E.C.], según las Crónicas de Babilonia). Una inscripción cuneiforme (Museo Británico 21946) dice: “Séptimo año: En el mes de Kislimu, el rey de Akkad congregó su ejército, marchó contra Siria (lit. tierra de Hattu), acampó contra la ciudad de Judá (URU ia-a-hu-du) y se apoderó de la ciudad en el segundo día del mes de Adar. Capturó al rey [Joaquín]. Designó allí un rey de su elección [Sedequías]. Tomó mucho botín de ella y (lo) envió a Babilonia”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, pág. 240; véase GRABADO, vol. 2, pág. 326.) Nabucodonosor se llevó con Joaquín al destierro en Babilonia a otros miembros de la casa real, a oficiales de la corte, así como a artesanos y guerreros. Hizo rey de Judá a Matanías, tío de Joaquín, y le cambió el nombre a Sedequías. (2Re 24:11-17; 2Cr 36:5-10; véanse CRONOLOGÍA; JEHOIAQUIM; JOAQUÍN.)
Algún tiempo después, Sedequías se rebeló contra Nabucodonosor y se alió con Egipto para conseguir protección militar. (Eze 17:15; compárese con Jer 27:11-14.) Como consecuencia, los babilonios volvieron a Jerusalén, y el 10 de Tebet (diciembre-enero) del año noveno del reinado de Sedequías, Nabucodonosor sitió la ciudad. (2Re 24:20; 25:1; 2Cr 36:13.) Sin embargo, las noticias de que una fuerza militar a las órdenes de Faraón había salido de Egipto hicieron que los babilonios levantasen temporalmente el sitio. (Jer 37:5.) Más tarde se obligó a las tropas de Faraón a regresar a Egipto, y los babilonios reemprendieron el sitio de Jerusalén. (Jer 37:7-10.) Finalmente, el 9 de Tamuz (junio-julio) del año 607 a. E.C., en el año undécimo del reinado de Sedequías (el decimonoveno de Nabucodonosor, si se cuenta a partir del año de su ascenso al trono, o su decimoctavo año reinante), se abrió una brecha en el muro de Jerusalén. Sedequías y sus hombres huyeron, pero fueron capturados en las llanuras desérticas de Jericó. Puesto que Nabucodonosor se había retirado a Riblá, “en la tierra de Hamat”, se llevó a Sedequías allí, ante su presencia. Nabucodonosor hizo degollar a todos los hijos de Sedequías y luego lo cegó y ató a fin de llevárselo prisionero a Babilonia. Todo lo que sucedió después de la conquista —el incendio del templo y las casas de Jerusalén, el saqueo de los utensilios del templo y el traslado de los cautivos— lo llevó a cabo Nebuzaradán, el jefe de la guardia de corps. Entre los que no fueron llevados cautivos estuvo Guedalías, a quien Nabucodonosor nombró gobernador. (2Re 25:1-22; 2Cr 36:17-20; Jer 52:1-27, 29.)
Su sueño de una imagen inmensa. El libro de Daniel dice que en el “segundo año” del reinado de Nabucodonosor (probablemente contando desde la destrucción de Jerusalén en el año 607 a. E.C., por lo tanto, haciendo referencia en realidad a su vigésimo año reinante) Nabucodonosor tuvo el sueño de la imagen con la cabeza de oro. (Da 2:1.) Aunque los sacerdotes magos, sortílegos y caldeos no fueron capaces de interpretar el sueño, el profeta judío Daniel sí lo hizo. Este hecho impulsó a Nabucodonosor a reconocer al Dios de Daniel como “un Dios de dioses y un Señor de reyes y un Revelador de secretos”. Por lo tanto, nombró a Daniel “gobernante sobre todo el distrito jurisdiccional de Babilonia y el prefecto principal sobre todos los sabios de Babilonia”. Nabucodonosor también colocó a los tres compañeros de Daniel —Sadrac, Mesac y Abednego— en cargos administrativos. (Da 2.)
Exilios posteriores de los judíos. Aproximadamente tres años después, en el año vigésimo tercero del reinado de Nabucodonosor, más judíos fueron llevados al exilio. (Jer 52:30.) Probablemente este fue un destierro de judíos que habían huido a países que los babilonios conquistaron posteriormente. En apoyo de esta conclusión está el comentario del historiador Josefo: “En el quinto año de la devastación de Jerusalén, que es el vigésimotercero del reinado de Nabucodonosor, éste marchó con su ejército contra la Celesiria; después de ocuparla, hizo la guerra a los amonitas y los moabitas. Una vez que los hubo dominado, invadió a Egipto para dominarlo. Mató al rey reinante y puso a otro en su lugar; hizo de nuevo prisioneros a los judíos que se encontraban allí y se los llevó a Babilonia”. (Antigüedades Judías, libro X, cap. IX, sec. 7.)
Conquista Tiro. Fue también algún tiempo después de la caída de Jerusalén, en el año 607 a. E.C., cuando Nabucodonosor emprendió el sitio de Tiro. Durante este asedio, la cabeza de sus soldados “quedó calva” debido al roce de los cascos, y su hombro quedó “pelado por frotación” al transportar los materiales que se usaron en la construcción del sitio. Puesto que Nabucodonosor no recibió “salario” por haber sido el instrumento de Jehová al ejecutar juicio sobre Tiro, Jehová le prometió que le daría la riqueza de Egipto. (Eze 26:7-11; 29:17-20; véase TIRO.) Un texto fragmentario babilonio fechado del trigésimo séptimo año de Nabucodonosor (588 a. E.C.) menciona una campaña contra Egipto, pero no puede determinarse si esta campaña está relacionada con la conquista original o con una acción militar posterior. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, págs. 242, 243.)
Obras de construcción. Además de obtener numerosas victorias militares y extender el Imperio babilonio en cumplimiento de la profecía (compárese con Jer 47–49), Nabucodonosor se destacó por sus obras de construcción. Para satisfacer los anhelos nostálgicos de su reina meda, se dice que Nabucodonosor construyó los Jardines Colgantes, catalogados como una de las siete maravillas del mundo antiguo. Muchas de las inscripciones cuneiformes existentes de Nabucodonosor hablan de sus proyectos de construcción, entre otros, la edificación de templos, palacios y muros. Una de esas inscripciones dice:
“Yo soy Nabucodorosor, rey de Babilonia, el reconstructor de Esagila y Ezida, hijo de Nabopolasar. Para proteger Esagila, de modo que ningún enemigo poderoso y destructor pueda tomar Babilonia y que el frente de batalla no se pueda acercar a Imgur-Bel, el muro de Babilonia, [hice] lo que ningún otro rey anterior había hecho; en el recinto de Babilonia construí otro recinto de fuertes murallas en el lado este. Excavé un foso, llegué al nivel del agua. Entonces vi que el muro que mi padre había hecho construir era demasiado pequeño. Construí con ladrillos y betún una poderosa muralla que, cual montaña, no podía ser movida de su lugar, luego la adosé a la muralla de mi padre; coloqué sus cimientos en el seno de las profundidades; su cima se alzaba como una montaña. A lo largo de esta muralla y con el fin de reforzarla, construí una tercera con cimientos de ladrillo colocados desde el seno de las profundidades y puse su fundamento. Las fortificaciones de Esagila y Babilonia reforcé y establecí el nombre de mi reino para siempre.” (Archaeology and the Bible, de G. Barton, 1949, págs. 478, 479.)
Este registro concuerda con el jactancioso comentario que hizo Nabucodonosor antes de perder su cordura: “¿No es esta Babilonia la Grande, la cual yo mismo he construido para la casa real con la fortaleza de mi poder y para la dignidad de mi majestad?”. (Da 4:30.) No obstante, cuando Nabucodonosor recobró la cordura, como cumplimiento del sueño sobre el árbol cortado que Dios había inspirado, reconoció que Jehová puede humillar a los que andan orgullosamente. (Da 4:37; véase LOCURA.)
Muy religioso. Todo indica que Nabucodonosor era muy religioso, pues construyó y embelleció los templos de numerosas deidades babilonias. Era particularmente devoto a Marduk, el dios principal de Babilonia, y le atribuía el mérito de sus victorias militares. Parece ser que en el templo de Marduk (Merodac) se depositaban los trofeos de guerra, entre los que se encontraban los vasos sagrados del templo de Jehová. (Esd 1:7; 5:14.) En una inscripción de Nabucodonosor se registra: “Para tu gloria, oh ensalzado MERODAC, te he hecho una casa [...], ¡que reciba dentro de ella el tributo abundante de los reyes de las naciones y de todos los pueblos!”. (Records of the Past: Assyrian and Egyptian Monuments, Londres, 1875, vol. 5, pág. 135.)
La imagen de oro que erigió Nabucodonosor en la llanura de Dura quizás estaba dedicada a Marduk y concebida para fomentar la unidad religiosa en el imperio. Enojado debido a que Sadrac, Mesac y Abednego se negaron a adorarla, incluso después de habérseles dado una segunda oportunidad, Nabucodonosor ordenó que se les arrojara en un horno ardiente sobrecalentado siete veces más de lo normal. Sin embargo, cuando el ángel de Jehová libró a estos tres hebreos, Nabucodonosor se vio obligado a decir que “no existe otro dios que pueda librar como este”. (Da 3.)
Parece ser que Nabucodonosor también confiaba mucho en la adivinación al planear sus incursiones militares. Por ejemplo, la profecía de Ezequiel dice que el rey de Babilonia empleó adivinación para decidir si iba contra Rabá de Ammón o contra Jerusalén. (Eze 21:18-23.)
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