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Día de ExpiaciónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Luego, el sumo sacerdote echaba suertes sobre dos cabritos —ambos igualmente sanos y sin tacha— que había provisto la asamblea de los hijos de Israel. (Le 16:5, 7.) Se echaban suertes sobre ellos para determinar cuál de los dos sería sacrificado a Jehová como ofrenda por el pecado y cuál se enviaría al desierto llevando los pecados de ellos como ‘macho cabrío para Azazel’. (Le 16:8, 9; compárese con Le 14:1-7; véase AZAZEL.)
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Día de ExpiaciónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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El macho cabrío sobre el cual caía la suerte “para Jehová” se sacrificaba como ofrenda por el pecado del pueblo. (Le 16:8-10.) Posteriormente, el sumo sacerdote introducía la sangre del macho cabrío para Jehová dentro del Santísimo, usándola para hacer expiación por las doce tribus no sacerdotales de Israel. De manera similar a como se hacía con la sangre del toro, la sangre del macho cabrío se rociaba “hacia la cubierta y delante de la cubierta” del Arca. (Le 16:15.)
De este mismo modo Aarón también tenía que hacer expiación por el lugar santo y la tienda de reunión. Para ello ‘tomaba parte de la sangre del toro y del macho cabrío para Jehová’ y hacía expiación por el altar de la ofrenda quemada, poniendo parte de la sangre sobre los cuernos del altar. Además, tenía que “salpicar parte de la sangre sobre él siete veces con su dedo y limpiarlo y santificarlo de las inmundicias de los hijos de Israel”. (Le 16:16-20.)
Luego, el sumo sacerdote dirigía su atención al otro macho cabrío, el que era para Azazel. Colocaba sus manos sobre la cabeza del animal y confesaba sobre él “todos los errores de los hijos de Israel y todas sus sublevaciones en todos sus pecados”, poniéndolos, por decirlo así, sobre su cabeza, y a continuación lo enviaba ‘al desierto por mano de un hombre que estaba listo’. De esta manera, el macho cabrío llevaba los errores de los israelitas al desierto, donde desaparecía. (Le 16:20-22.) Después, el hombre que conducía al macho cabrío fuera del campamento tenía que lavar sus prendas de vestir y bañar su carne en agua antes de volver a entrar en el campamento. (Le 16:26.)
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Lo que quedaba del toro y del macho cabrío de la ofrenda por el pecado se sacaba del patio del tabernáculo y se llevaba a un lugar fuera del campamento, donde se quemaba. Aquel que quemaba los restos de estos animales tenía que lavar su ropa y bañarse en agua antes de entrar en el campamento. (Le 16:27, 28.)
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