Ponderando las noticias
La vida no es ‘accidente químico’
● Una carta de un lector canadiense que se publicó en el número de octubre de la revista “Science Digest” consideró la llamada “evolución de la vida.” A la luz de nuevos hallazgos en la biología molecular, dijo el escritor, la “probabilidad de que la vida comenzó como accidente se está haciendo más remota, si es que no imposible.”
Para ilustrar, indica que —aun suponiendo que la Tierra “primitiva” hubiera estado idealmente establecida con una abundancia de vitales aminoácidos y que toda molécula de nitrógeno y de carbono en la Tierra fuera parte de una molécula más compleja, y aun con estas moléculas formando nuevos cuerpos compuestos con la mayor velocidad conocida por la química— aun con todo esto, la ciencia de probabilidades matemáticas demuestra que “por casualidad, no podía formarse una sola molécula reconocida de ácido desoxirribonucleico (DNA [el bloque de construcción de las criaturas vivas]), aun a través de los miles de millones de años que normalmente se asignan a la tarea. Ni siquiera nubes de gas o polvo en el espacio ultraterrestre 20 veces el volumen del Sol serían suficientes. Considere, también, que no una, sino cuatrillones de moléculas de una clase de DNA se necesitan en un organismo vivo. Es obvio que estas moléculas tienen que estar en el mismo lugar al mismo tiempo.” ¿A qué conclusión llegó él? “La evolución química de la vida y la vida extraterrestre no son ciencias verdaderas.”
Iglesias en apuro financiero
● Ingresos en descenso perturban a muchas iglesias. A una asamblea general de la Iglesia Presbiteriana Unida (secta protestante de EE. UU. que ocupa el séptimo lugar) se le dijo que la iglesia está cerca de la bancarrota. En Inglaterra, el entrante arzobispo de Cantorbery advirtió que “la iglesia en los años venideros será despojada de gran parte de sus posesiones” por medio de la inflación. Varias iglesias anglicanas han tenido que vender platos de oro y plata atesorados para sufragar gastos.
El templo Beth Am, una sinagoga judía en Amherst, Nueva York, ha escogido un método diferente: El bingo. Marshall Glickman, ex-presidente de la congregación Reforma, dice: “Estamos recurriendo al bingo porque debemos casi 400.000 dólares. . . . Si empujamos muy duro por cuotas superiores, obligamos a la gente a retirarse.” Dice que un templo judío en la contigua Niagara Falls “comenzó un juego de bingo y en tres años obtuvo una ganancia líquida de 75.000 dólares.” Compare esto con el dar espontáneo de parte de los siervos de Dios que se describe en Éxodo 36:3-7 y 1 Crónicas 29:9.
Cambio en normas morales
● ¿Deben cambiar las normas morales cristianas con los tiempos, ser moldeadas por actitudes políticas prevalecientes o prosperidad material? En el “National Catholic Reporter” (16 de agosto de 1974), el monseñor católico Paul Furfey contrasta agudamente a los cristianos del primer siglo con los de siglos posteriores.
Los cristianos primitivos aguantaron la enemistad y persecución del mundo. Pero, “todo esto cambió con la Paz de Constantino [emperador romano del cuarto siglo],” dice el monseñor. “El cristianismo súbitamente vino a ser respetable. Los obispos salieron a rastras de la clandestinidad y se edificaron palacios. Los cristianos empezaron a llegar a ser funcionarios públicos, importantes oficiales militares, mercaderes acaudalados.”
Avanzando a tiempos modernos, el autor primero se refiere a las palabras de Jesús en cuanto a lo difícil que le sería al hombre rico entrar en el reino de Dios, y luego dice: “Sin embargo . . . millonarios católicos no están muy preocupados. Saben que sus obispos viven en residencias no impropiamente llamadas palacios.”—Mat. 19:23, 24.
¿Por qué este cambio dramático de las normas del cristianismo primitivo? El escritor señala la causa al decir: “Si realmente se trata de que los teólogos morales tiendan a seguir las costumbres de la clase media en vez de las doctrinas no terrenales del Nuevo Testamento, entonces ese hecho es atrozmente trágico.”
El cambio es simplemente una repetición del pasado. Jesús dijo a los líderes religiosos de su día, tanto amadores del dinero como amadores de poder, que ellos habían ‘sustituido la Palabra de Dios con enseñanzas y tradiciones de hombres.’—Mat. 15:1-9.