destino de los hombres. Por eso, ¿a qué atribuye tal persona el poder que está detrás de la astrología? Debe pensar en su corazón que hay alguna fuerza sobrenatural conectada con ella tal como otras personas creen que una fuerza de esa clase obra por medio de un adivino. Realmente está confiando en el espiritismo, sea que quiera reconocerlo o no.

Hemos visto que la astrología no es profeta confiable de acontecimientos futuros, que es una forma de adivinación, que se ideó alrededor de la creencia errónea de que los planetas y las estrellas son dioses, y que está arraigada profundamente en el paganismo babilónico. Tomando en cuenta esto, ¿cree usted que es algo en lo cual deba interesarse el cristiano?

¿Es para cristianos la astrología?

PUESTO que la astrología está aumentando en popularidad entre la gente que afirma ser cristiana, ¿qué actitud debería adoptar un cristiano para con ella? Al necesitar guía, ¿estaría bien que se dirigiera a la astrología? O, quizás solo por curiosidad, ¿podría hacer que un astrólogo le trazara su horóscopo?

Puesto que la astrología esencialmente es prole de la religión politeísta, ¿cómo podría un cristiano verdadero, que cree en un solo Dios, dirigirse a ella para obtener consejo? ¿Consideraría favorablemente el Creador a la persona que procediera así?

Uno pudiera decir que la astrología ya no está asociada con la religión politeísta y ya no se considera a las estrellas como dioses. Es posible que suceda así entre la gente más educada, pero la práctica se originó de tal religión, y su concepto básico brotó de la creencia religiosa falsa de que las estrellas y los planetas eran dioses. ¿No es una rama que crece de un árbol todavía parte del árbol?

Mucho se registra en la Biblia acerca de la nación antigua de Israel y de que llegó a envolverse en las prácticas de las religiones falsas. Considere lo que le sucedió a su relación con Jehová Dios cuando se entregó a prácticas que él condenaba. La experiencia que tuvo puede ayudarle a usted a ver cómo los cristianos deben considerar la astrología.

Debido a que los israelitas permitieron que se les envolviera en las prácticas religiosas falsas, Dios permitió que sus dos reinos fueran destruidos y la gente fuese llevada al destierro. Entre sus pecados estuvo la adoración de los astros como dioses. Se menciona, por ejemplo, al rey Manasés del reino de Judá como el que condujo a la nación en la adoración de tales dioses. “Se puso a inclinarse ante todo el ejército de los cielos y a servirles.”—2 Rey. 21:3.

Más tarde el buen rey Josías trató de extirpar la influencia mala de las religiones falsas de entre la nación. Dice el registro: “Dejó sin negocio a los sacerdotes de dioses extranjeros, que los reyes de Judá habían colocado para que hiciesen humo de sacrificio en los lugares altos de las ciudades de Judá y en las cercanías de Jerusalén, y también a los que hacían humo de sacrificio a Baal, al sol y a la luna y a las constelaciones del zodíaco y a todo el ejército de los cielos.”—2 Rey. 23:5.

A Josías se le menciona favorablemente en la Palabra de Dios por sus acciones. Note que dejó sin negocio a los que estaban haciendo humo de sacrificio al Sol, la Luna y las “constelaciones del zodíaco.” Puesto que Dios aprobó lo que hizo Josías, ¿es razonable esperar que hoy Dios considere favorablemente a las personas que practican la astrología, lo cual envuelve el acudir con reverencia a las “constelaciones del zodíaco”?

Por medio del profeta Sofonías Jehová Dios denunció a los israelitas por sus prácticas religiosas falsas como “los que están inclinándose en los techos ante el ejército de los cielos, y a los que están . . . haciendo juramentos por Malcam [Moloc].” (Sof. 1:5) La astrología y la adoración de Malcam o Moloc estaban estrechamente relacionadas en tiempos antiguos.

El primer mártir cristiano, Esteban, se refirió a estas prácticas malas de los israelitas cuando dijo: “De modo que Dios se volvió y los entregó a que rindiesen servicio sagrado al ejército del cielo, así como está escrito en el libro de los profetas: ‘No fue a mí que ustedes ofrecieron víctimas y sacrificios por cuarenta años en el desierto, ¿verdad, oh casa de Israel? Antes fue la tienda de Moloc y la estrella del dios Refán que ustedes tomaron, las figuras que ustedes hicieron para adorarlos. Por consiguiente, los deportaré más allá de Babilonia.’”—Hech. 7:42, 43.

Astrología proscrita

Puesto que la astrología es hija de la religión babilónica falsa, ¿no es fácil comprender por qué Jehová Dios la proscribió para su nación de Israel? Al hacerlo reveló el punto de vista que tiene de ella, y hoy los cristianos se guían por esto. En su ley a aquella nación él dijo: “No debería hallarse en ti nadie que haga pasar por el fuego a su hijo o su hija, nadie que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero.”—Deu. 18:10.

¿Qué tiene que ver este texto con la astrología? Note la referencia a “adivinación.” Como ya hemos visto, la astrología es una forma de adivinación. La astrología también envuelve el buscar agüeros en los movimientos de los planetas y las estrellas, y el ‘buscar agüeros’ también estaba incluido en esta prohibición divina.

La ley de Dios pasó a decir: “Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová, y a causa de estas cosas detestables Jehová tu Dios está expulsándolas de delante de ti.” (Deu. 18:12) Puesto que Dios no cambia, ¿no podemos esperar que él tenga la misma actitud ahora para con toda forma de adivinación? ¿No encontraría a la astrología tan detestable hoy como en tiempos antiguos cuando formaba parte de la religión babilónica?

Espiritismo

Siendo una forma de adivinación, la astrología puede hacer que uno se envuelva en el espiritismo. Puede hacer que uno se ponga en contacto con “las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales.” (Efe. 6:12) ¿Quisiera usted que eso sucediera? Dios enfáticamente condenó el buscar dirección de tales fuerzas. Le dijo a la nación de Israel: “En cuanto al alma que se vuelva a los mediums espiritistas y a los pronosticadores profesionales de acontecimientos para tener ayuntamiento inmoral con ellos, ciertamente fijaré mi rostro contra aquella alma y la cortaré de entre su pueblo.”—Lev. 20:6.

Las fuerzas espirituales inicuas pueden maniobrar los acontecimientos para que a veces le parezca a uno que la astrología es un profeta confiable de acontecimientos. Al seguirla, uno caería en las garras de estas fuerzas. Pero, ¿quiere usted acudir a fuerzas espirituales inicuas para conseguir dirección? ¿Lo van a guiar a usted en un camino que sea para su bien? ¿No debería buscar el cristiano más bien la dirección de Dios?—Isa. 8:19, 20.

La Biblia predijo que la gente en el tiempo en el cual vivimos ahora estaría “prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios.” (1 Tim. 4:1) Por eso se comprende el aumento que hay en el interés popular en el espiritismo o las artes ocultas. Pero el espiritismo, que es contacto con las fuerzas espirituales inicuas, realmente es una de las obras inmundas de la carne caída.—Gál. 5:19, 20.

Punto de vista cristiano sobre la astrología

¿Qué ha de hacer, entonces, el cristiano cuando ve que la astrología aumenta en popularidad? Puede sacar provecho del ejemplo de los cristianos primitivos que vivieron en el Imperio Romano.

La astrología era popular en el Imperio Romano. Como dice el libro Encyclopædia of Religion and Ethics por James Hastings, en el tomo IV: “Los más influyentes de estos expositores de la adivinación exótica eran los caldeos, o, como se les llamó subsecuentemente, matemáticos, v. g. los profesores de la astrología babilónica, que presagiaban el destino de los individuos por medio del horóscopo . . . y daban información en cuanto al futuro según los movimientos de los cuerpos celestes. Estos astrólogos fueron desterrados de Roma e Italia por primera vez en 139 a. de la E.C. . . . Sin embargo, estas medidas no lograron ninguna disminución considerable en su actividad, ya que en su clientela se incluía gente del rango más alto, y hasta emperadores mismos utilizaban su arte.”

A pesar de su popularidad entre los romanos, los cristianos primitivos no tuvieron nada que ver con ella. Muchos habían estado envueltos en adivinación y otras formas de espiritismo antes de llegar a ser cristianos. Cuando llegaron a ser cristianos se separaron del espiritismo y todo accesorio de religión falsa. Se nos dice que “buen número de los que habían practicado artes mágicas juntaron sus libros y los quemaron delante de todos.” (Hech. 19:19) Es muy probable que hubiera libros sobre astrología entre los que fueron quemados, puesto que era una forma popular de adivinación en aquel tiempo.

Ellos hicieron lo correcto. ¿Cómo podría un cristiano ‘comer a la mesa de los demonios’ participando en adivinación y también ‘comer a la mesa de Dios’ alegando estar identificado como cristiano y ser participante del alimento espiritual que Jehová suministra en su Palabra escrita?

Si un cristiano fuese a confiar en la astrología, ¿no se estaría colocando en la misma posición que los israelitas desobedientes? ¿No estaría cifrando su confianza en los dioses estelares babilónicos falsos que fueron la base de la astrología? ¿No se haría seguidor de un derivado de una religión idólatra y falsa hacia la cual su Creador expresó odio?—Rev. 22:15.

Tomando en cuenta las raíces que la astrología tiene en la religión idólatra de Babilonia y su enlace con el espiritismo, ¿cómo podría algún cristiano verdadero considerarla con aprobación? Uno de los primeros cristianos, el apóstol Pablo, señaló el derrotero apropiado que se debe emprender cuando dijo: “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos. Porque ¿qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? ‘“Por lo tanto sálganse de entre ellos, y sepárense,” dice Jehová, “y dejen de tocar la cosa inmunda.”’”—2 Cor. 6:14, 17.

La gente que quiere ser cristiana tiene que evitar la astrología. Sin embargo, esto no significa que no puede conocer el futuro. Realmente tiene una manera mucho más confiable de aprender acerca de estos asuntos importantes.