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  • Gobernación divina... ¿Estamos por ella, o contra ella?
    La Atalaya 1973 | 1 de mayo
    • que hemos hecho en cuanto a gobernación. ¿Estamos por la gobernación divina sobre toda la Tierra así como en el cielo, o estamos en contra de ella? El Gobernante Divino escoge para vida en su nuevo orden mesiánico a los que responden a estas palabras inspiradas del rey David, quien se sentó en “el trono de Jehová” en Jerusalén:

      17 “Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los mismísimos cielos; y sobre toda cosa su propia gobernación real ha tenido la dominación. Bendigan a Jehová, oh ángeles suyos, poderosos en potencia, que llevan a cabo su palabra, escuchando la voz de su palabra. Bendigan a Jehová, todos los ejércitos suyos, ministros suyos, que hacen su voluntad. Bendigan a Jehová, todas las obras suyas, en todos los lugares de su dominación. Bendice a Jehová, oh alma mía.”—Sal. 103:19-22.

      18. A la luz de esas palabras del salmista, ¿cómo contestamos la pregunta que se nos hace sobre la cuestión de gobernación?

      18 Gobernación divina por Jehová Dios por medio de Jesucristo... ¿Estamos por ella, o contra ella? Con todos los ángeles de Jehová, poderosos en potencia, con todos sus ejércitos celestiales, con todos sus ministros, que hacen su voluntad, respondemos con firmeza: ¡Estamos por la Gobernación Divina tanto ahora como para siempre!

  • ¿Perecerán los codiciosos?
    La Atalaya 1973 | 1 de mayo
    • ¿Perecerán los codiciosos?

      TODOS nosotros de alguna manera hemos sufrido de los efectos perjudiciales de la codicia del hombre. La codicia ha sido responsable de la despiadada tala de muchas colinas y montañas, la devastación de inmensas zonas terrestres por medio de operaciones de minería a cielo abierto, la contaminación de corrientes de agua con aguas de albañal y desperdicios, y la transformación de ciudades y poblaciones en lugares llenos de humo, arenilla y ruido. Los humanos también han explotado a compañeros humanos y se han enriquecido a costa de ellos. ¿Terminará alguna vez esta codicia? ¿Perecerán los codiciosos?

      Sí, porque los actos codiciosos no han pasado inadvertidos para Aquel que odia la codicia y que es lo suficientemente poderoso para acabar con ella. Ese es el supremo Soberano del universo, Jehová Dios. El ejemplo histórico de sus tratos con el Israel de la antigüedad demuestra que las personas codiciosas no serán toleradas indefinidamente y que las personas de disposición a la justicia serán bendecidas.

      UN EJEMPLO DE LA HISTORIA ANTIGUA

      En el séptimo siglo a. de la E.C. muchos habitantes de Jerusalén y la tierra de Judá eran codiciosos. No se interesaban en los israelitas que habían sido privados de su posesión hereditaria debido a la deportación asiria en 740 a. de la E.C. y la deportación babilónica en 617 a. de la E.C. La actitud de los codiciosos para con aquellos desterrados era: “Aléjense de Jehová. . . . la tierra nos ha sido dada como cosa de posesión.” (Eze. 11:15) Como hermanos de los israelitas que vivían en destierro en el Imperio Babilónico, los habitantes de Jerusalén y la tierra de Judá deberían haber desplegado el espíritu de un recomprador que compraría una posesión hereditaria para que su hermano sin tierra pudiera ser reinstalado en la propiedad dada por Dios. (Lev. 25:13-38) Pero a estos codiciosos les agradaba el que sus hermanos fuesen obligados a estar tan ‘alejados de Jehová’ como fuese posible, es decir, de la tierra de Israel donde se entendía que estaba Jehová. Querían la tierra para ellos mismos.

      Sin embargo, Jehová Dios opinaba de manera muy diferente en cuanto al asunto. Estaba dispuesto a favorecer a los arrepentidos entre los desterrados, llegando a ser un “santuario” para ellos “por un poco de tiempo,” o, “de manera pequeña.” (Eze. 11:16) Durante el “poco de tiempo” de su destierro Jehová sería un santuario. Sería un lugar santo en el cual podrían hallar seguridad y ser conservados para Sus buenos propósitos del futuro. Además, Jehová sería un santuario “de manera pequeña,” es decir, de manera o a grado limitado. Esto era porque no podía proteger a los desterrados de todas las consecuencias merecidas de su mala conducta ni podía acortar la largura del destierro predicho, fijado para durar setenta años después de la caída de Jerusalén.

      Sin embargo, con el tiempo Jehová se propuso restaurarlos del destierro. Él prometió: “También ciertamente los recogeré a ustedes de los pueblos y los reuniré de las tierras entre las cuales han sido esparcidos, y ciertamente les daré el suelo de Israel.” (Eze. 11:17) Esta promesa comenzó a cumplirse cuando, en 537 a. de la E.C., un resto judío arrepentido regresó a su patria.

      Por otra parte, Jehová no toleró indefinidamente a los habitantes codiciosos de Jerusalén y la tierra de Judá. Él había advertido: “En cuanto a aquellos cuyo corazón va andando en sus cosas repugnantes y en sus cosas detestables, sobre su cabeza ciertamente traeré su propio camino.” (Eze. 11:21) Por lo tanto, por medio de los babilonios, Jehová trajo sobre aquellos judíos codiciosos el fruto de su camino repugnante, detestable. En el año 607 a. de la E.C. ocurrió la destrucción de Jerusalén, en la cual los codiciosos o perecieron o fueron arrancados a la fuerza de la tierra y llevados al destierro.

      UNA ADVERTENCIA PARA HOY DÍA

      Lo que sucedió allá en Jerusalén y la tierra de Judá hace casi veintiséis siglos no es simple historia muerta. Demuestra que Jehová Dios se encargará de que los que practican la codicia obtengan su justo merecido. Esto incluye a las personas codiciosas asociadas con los sistemas religiosos de la cristiandad. Ha de recordarse que los habitantes de Jerusalén y la tierra de Judá alegaban ser siervos de Dios. Sin embargo, esa alegación no los protegió del juicio adverso de Dios.

      En la estimación de Jehová Dios, los sistemas religiosos hipócritas, falsos, todos son parte de una gran organización ramera a la cual se refiere en las Santas Escrituras como “Babilonia la Grande.” Esa organización ramera incluye a los sistemas eclesiásticos hipócritas de la cristiandad, que, como el resto de “Babilonia la Grande,” han vivido “en lujo desvergonzado.” (Rev. 18:7) ¿No es verdad que las iglesias de la cristiandad a menudo han tratado de conseguir el favor de las clases ricas e influyentes? ¿No ha resultado esto en la opresión de los pobres mientras que a los líderes religiosos se les suministra una vida cómoda, sí, hasta lujosa? ¿No están muchos edificios religiosos y las galas de los dignatarios eclesiásticos adornados con joyas preciosas, oro y plata? ¿No ha sido vertida gran parte de esta riqueza a los cofres de los sistemas eclesiásticos a costa de los pobres?

      A causa de esta codicia egoísta, “Babilonia la Grande” será destruida. La profecía bíblica indica que Revelación 18:21 se cumplirá dentro de esta generación: “Un ángel fuerte alzó una piedra semejante a una gran piedra de molino y la arrojó al mar, diciendo: ‘Así con lanzamiento veloz será arrojada hacia abajo

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