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  • Termina el permiso a la iniquidad
    El Paraíso restaurado a la humanidad... ¡por la Teocracia!
    • “¿Qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿O qué porción tiene una persona creyente con un incrédulo? ¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos?” (2 Corintios 6:14-16) ¡Ninguna de esas cosas en absoluto! En cuanto a cualquiera que practica lo que es incorrecto dentro de la congregación del pueblo dedicado y bautizado de Jehová, Pablo dice: “Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes mismos.”—1 Corintios 5:13.

      37. En este “tiempo del fin,” ¿qué debe hacerse con la “iniquidad” en lo que respecta a la heredad espiritual que Jehová ha dado a sus adoradores?

      37 Durante este “tiempo del fin,” durante esta “conclusión del sistema de cosas,” que la iniquidad de toda clase se remueva de la heredad espiritual de los adoradores de Jehová, la heredad que Dios les ha dado. Que sea mantenida fuera y encerrada en la región de Babilonia la Grande y sus patrocinadores políticos, militares y comerciales. Que se quede allí fija, como residiendo en una casa firmemente establecida. Nosotros no queremos consorcio y asociación con esta mujer simbólica, la Iniquidad. Que se le deje a su destrucción junto con Babilonia la Grande y todos los que se rebelan contra la soberanía universal de Jehová “en la tierra de Sinar.”

      38. De modo que, desde el principio de la edificación de la adoración pura en el templo de Jehová en 1919 E.C., ¿qué remoción ha estado aconteciendo, y cómo predijo Jesús tal cosa en su parábola del trigo y la mala hierba?

      38 Ya desde que se comenzó la restauración y la reedificación de la adoración pura de Jehová en su templo espiritual en 1919 E.C., esta remoción de la iniquidad como por dos mujeres con alas de cigüeña ha estado aconteciendo. Es tal como predijo Jesucristo para esta “conclusión del sistema de cosas,” diciendo: “La siega es una conclusión de un sistema de cosas, y los segadores son los ángeles. De manera que, así como se recoge la mala hierba y se quema con fuego, así será en la conclusión del sistema de cosas. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y ellos recogerán de su reino todas las cosas que hacen tropezar y a los que cometen desafuero, y los arrojarán en el horno ardiente. Allí es donde será su llanto y el crujir de sus dientes.” (Mateo 13:39-42) Cuando Babilonia la Grande y sus amantes mundanos sean destruidos como por fuego en la cercana “tribulación grande,” su llanto y crujir de dientes cesarán al destruírseles.—Mateo 24:21, 22; 25:41, 46.

      39. Entonces, ¿en qué proceder de lealtad tenemos que persistir, mientras tomamos a pechos Salmo 145:20?

      39 Todos nosotros los que hemos salido de Babilonia la Grande y sus amantes mundanos que están en la babilónica “tierra de Sinar” nos hallamos sin motivo para regresar a la “iniquidad” que pertenece a aquel lugar en que fue concebida. Nuestro proceder de lealtad a Jehová como el Señor Soberano y único Dios verdadero es persistir en su adoración pura e incontaminada en su templo espiritual bajo su Sumo Sacerdote, Jesucristo. Tomamos a pechos lo que su salmista inspirado ha escrito: “Jehová está guardando a todos los que lo aman, pero a todos los inicuos los aniquilará.”—Salmo 145:20.

  • Carros de Dios salvaguardan la coronación
    El Paraíso restaurado a la humanidad... ¡por la Teocracia!
    • Capítulo 13

      Carros de Dios salvaguardan la coronación

      1. ¿Son los carros que se ven en la octava visión de Zacarías carros que se hubiera hecho subir de Egipto?

      EN LA visión octava y final que se le dio al profeta Zacarías aparecen carros. Estos carros no son ningunos carros que se hubiera hecho subir de Egipto para la protección de los edificadores del templo en Jerusalén en aquel año de la visión, 519 a. de la E.C., o sea, el segundo año del reinado del rey Darío I de Persia. La fuente más encumbrada de estos carros más poderosos se revela en la visión. Vigilemos con Zacarías cuando éstos entran precipitadamente en la escena:

      2. ¿De entre qué salieron los carros, cuántos había, y qué clase de caballos tiraban de ellos?

      2 “Entonces levanté mis ojos de nuevo y vi; y, ¡mire! había cuatro carros que salían de entre dos montañas, y las montañas eran montañas de cobre. En el primer carro había caballos rojos; y en el segundo carro, caballos negros.

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