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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1952 | 15 de febrero
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para su ganado, y ustedes comerán su hartura. Cuídense no sea que se engañen y se desvíen para servir a dioses ajenos y les rindan homenaje a ellos, y la ira del SEÑOR se encienda contra ustedes, y cierre los cielos de modo que no haya lluvia, y la tierra no produzca su fruto, y ustedes rápidamente perezcan en la tierra excelente que el SEÑOR está a punto de darles. Vean, que hoy pongo delante de ustedes una bendición y una maldición: una bendición, si ustedes observan los mandamientos del SEÑOR su Dios que hoy les estoy dando; y una maldición, si no observan los mandamientos del SEÑOR su Dios.”—Deu. 8:7-9; 11:10-17, 26-28, UTA; vea también Isa. 51:3; Eze. 20:6, 15; 36:35; Joel 2:3.
Note que por la desobediencia la belleza edénica de la tierra sería perdida, y la subsecuente infidelidad rebelde por parte de los israelitas causó la pérdida de la condición como paraíso de la Tierra Prometida. La tierra hoy no está ordenada a que produzca espinos y cardos como resultado de la maldición en el Edén. Esa maldición se desvaneció con las aguas del Diluvio. Hoy en muchas partes de la tierra hay lugares naturales de belleza y grandeza imponentes, y otros lugares han sido transformados por los hombres en parques y jardines gloriosos. Pero en la mayor parte los nombres han arruinado la tierra y asolado los reinos animal y vegetal debido a codicia comercial o deseo destructivo consumado. Han olvidado o pasado por alto el propósito de Dios para el hombre y la tierra, han rehuído la verdadera adoración de Jehová, y han traído sobre ellos mismos la desaprobación de Dios en vez de sus bendiciones, igual como los israelitas lo hicieron. La Biblia habla de maldiciones por la desobediencia, y estas maldiciones llegarán a su fin en el Armagedón cuando los moradores inicuos de la tierra serán devorados y cuando Jehová Dios mediante Cristo va a “traer a la ruina a los que están arruinando la tierra”. (Lev. 26:14-39; Deu. 27:15-26; 28:15-68; Isa. 24:5, 6; Apo. 11:18, NM) Es la maldición por la desobediencia y la adoración falsa que el Apocalipsis 22:3 (NM) menciona: “Y ya no habrá ninguna maldición.” El resto ungido del Israel espiritual ha sido limpiado de pasada infidelidad en asuntos de adoración, y su campo de adoración ha venido a ser puro y bendito como el Edén original. Al debido tiempo de Jehová y bajo el reinado del reino de Cristo, los sobrevivientes del Armagedón y los resucitados se usarán para cumplir el mandato de sojuzgar la tierra literal y transformarla en un paraíso lleno de alabanza para Jehová.—Sal. 150:1-6.
● ¿Por qué eligió Jehová al primer rey humano de Israel de la tribu de Benjamín extendiéndole a ése la esperanza de que la dignidad real permaneciera en su casa para siempre, cuando la profecía anterior había nombrado a Judá como la tribu de la cual reyes vendrían?—R. G., Cuba.
Lea fué la primera que se casó y dió hijos a Jacob, pero fué así sólo por un engaño hecho a Jacob. Raquel fué la que él amaba y por la que negoció, y por consiguiente era a la prole de Raquel que la primogenitura iba a ir, aunque la prole de Jacob por Lea fuera mayor de edad. (Gén. 29:18-28) Sara fué la esposa amada de Abrahán, y fué Isaac, la prole de ella, que recibió la primogenitura, aun cuando Ismael, el hijo de Abrahán por Hagar, era mayor. Así fué con la prole de Raquel, José. Sin embargo, José no vino a ser jefe de tribu en Israel, sino sus hijos Manasés y Efraín. Manasés era el mayor, pero la dirección divina hizo que la bendición mejor fuera a Efraín. De él Jehová dijo: “Efraim es mi primogénito.” (Gén. 48:8-20; Jer. 31:9) No obstante, la tribu de Efraín después se eliminó de esta posición favorecida por su repetida infidelidad, y el salmista relata la acción de Jehová: “Desechó la tienda de José; y no escogió la tribu de Efraim: sino escogió la tribu de Judá.”—Sal. 78:9, 67, 68.
Con José eliminado por el fracaso de Efraín, el otro hijo de Raquel, Benjamín, tenía que tener su oportunidad. Esa oportunidad llegó con la unción de Saúl como rey, porque Saúl era benjamita. En 1 Samuel 13:13 se menciona la posibilidad de que el reino de Saúl fuera establecido para siempre; pero debemos recordar que la palabra hebrea aquí traducida “para siempre” es olam. Como se ha mostrado en anteriores Atalayas y en el libro “Sea Dios Veraz”, esta palabra hebrea significa un período de tiempo oculto o indefinido, no necesariamente eterno. Cierto, Jehová Dios sabía con anticipación que el reino no permanecería en la casa de Benjamín; pero fué el mismo curso presuntuoso e infiel de Saúl el que causó la pérdida del reino para su casa y tribu. El mero hecho de ejercer Jehová su poder de presciencia no obligó activamente a Saúl a que actuara reprensiblemente. De sí mismo Saúl actuó contrario a los mandamientos expresos de Jehová Dios, plenamente responsable por estas violaciones, teniendo conocimiento de sus pecados.
Habiendo tenido la prole de Raquel su oportunidad, los hijos mayores de Lea estarían en línea para la bendición del reino. Adelante de Judá estaban Rubén, Simeón y Leví. Estos tres fueron eliminados por los acontecimientos mencionados por Jacob al tiempo de bendecir él a sus hijos. (Gén. 49:3-7) Además, tiempo después los levitas actuaron con fidelidad notable y fueron recompensados dándoseles las bendiciones del sacerdocio. Eso impediría que cualquiera de su tribu fuera rey. De modo que Judá ahora era el siguiente en línea, y la profecía en el Génesis 49:8-12 muestra que triunfaría en obtener la dignidad real, y sería el antepasado humano del Rey que reinará para siempre, Cristo Jesús. Naturalmente, en todo esto Jehová no estaba bajo ninguna obligación para conformarse a la práctica general concerniente al primogénito y los privilegios de la primogenitura. Él podía haber escogido a cualquiera que quisiera, en el mismo principio, sin eliminar a los primeros que estaban en línea según los procedimientos humanos.
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PUBLIQUEN LEVANTAMIENTO Y CONSUELO PARA LOS POBRES—Sal. 113:7, 8
Millones de personas hoy en día se encuentran en una condición de pobreza extrema. La inhabilidad de los hombres para mejorar la porción de las masas oprimidas y levantarles sus cargas hace que el alivio parezca inasequible. Sin embargo, lo más perturbador no es la falta de riquezas materiales, sino la pobreza espiritual en evidencia por todas partes. Esto nos hace recordar las sabias palabras del más grande Profeta: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual.” Él conocía la promesa de Jehová de levantar al pobre del polvo y de alzar al menesteroso. (Sal. 113:7, 8) Literalmente millones de tales pobres se hallan por toda la tierra hoy. Tienen que ser alimentados con el alimento espiritual edificante proviniendo de la Palabra de Dios para que los ponga en un estado de corazón y mente saludables y los fortalezca para obras rectas. Los lectores de La Atalaya podrán ayudar a otros durante el mes de marzo llevando la revista La Atalaya a la gente en su localidad, y de ese modo estarán publicando levantamiento y consuelo para los que tienen hambre y sed de justicia. Presente la oferta de una suscripción de un año a La Atalaya con tres folletos por $1 (dinero de E.U.A.).
CORRECCIÓN
En La Atalaya del 1 de enero de 1952, página 12, párrafo 2, debe decir el discípulo Santiago en vez del apóstol Santiago.
ESTUDIOS DE “LA ATALAYA”
Semana del 16 de marzo: “Decir a los presos, Salid.”
Semana del 23 de marzo: Liberación en progreso hasta los fines de la tierra.
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