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  • ¿Por qué optó Dios por ser autor de un libro?

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  • ¿Por qué optó Dios por ser autor de un libro?
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g78 22/3 págs. 27-28

El punto de vista bíblico

¿Por qué optó Dios por ser autor de un libro?

¿POR qué optó Dios por ser autor de un libro a fin de comunicarse con la familia humana? Tenemos la prueba de que Dios lo hizo en las siguientes palabras: “Toda Escritura es inspirada de Dios.” (2 Tim. 3:16) Y en cuanto al contenido profético de esas Escrituras leemos que “la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.”—2 Ped. 1:21.

¿Pero por qué tenía que estar en forma escrita esta comunicación? Por varias razones. Por ejemplo, considere lo que la Biblia es... la revelación de Dios a la familia humana. Entre otras cosas, nos da el único relato exacto de la creación de la Tierra y de la humanidad. Nos dice por qué Dios puso en la Tierra a los seres humanos, y a qué se debe que la familia humana se halle en su actual situación de sufrimiento, enfermedad y muerte. También nos dice lo que ciertamente será la solución, de modo que por fin el propósito de Dios para esta Tierra y la humanidad se cumplirá por completo.

Esa información proviene de Aquel que está en la mejor situación de saberlo... el Creador mismo. No se pudiera obtener esta clase de discernimiento de fuentes humanas. Tenía que haber una revelación divina.

La Biblia también contiene un registro completo de los tratos que Dios ha tenido con su pueblo y con las naciones a través de las edades. E incluye las leyes y principios de Dios para el comportamiento humano.

Era peligroso dejar que esta gran colección de información vital acumulada a través de los siglos fuera transmitida de una generación a otra por la tradición oral. Por ejemplo, ¿le parece que el relato acerca de la vida y obras de Jesús, transmitido verbalmente por los escribas y fariseos que se oponían a él, sería una fuente segura de información?

¿O hay alguna nación grande que permitiría que se conservara su constitución o código de leyes simplemente por la repetición oral? No, al contrario, esos códigos de leyes se ponen por escrito con gran cuidado para que sirvan de guía confiable y se puedan estudiar y aplicar.

Puesto que Dios sabía que la familia humana iba a dispersarse por todo el mundo, sabía que la tradición oral sería un depósito inseguro para sus comunicaciones con la humanidad. La mejor manera de conservar su mensaje sería poner sus pensamientos en forma escrita. Eso explica por qué el apóstol Pablo aconsejó: “No ir más allá de las cosas que están escritas.”—1 Cor. 4:6.

El que tengamos la comunicación de Dios en forma que se puede leer les facilita a los que sinceramente buscan la verdad examinar su contenido cuidadosamente. No es necesario que uno dependa de alguien con capacidades especiales para que le comunique verbalmente los detalles acerca de los propósitos de Dios, que se pueden torcer u olvidar. El tener Su Palabra en un libro nos da la oportunidad de confrontar con ella lo que otros dicen acerca de Él. Eso es lo que se hizo en el primer siglo, porque algunos “recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, examinando con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así.” (Hech. 17:11) Nosotros podemos hacer lo mismo porque tenemos la Palabra de Dios en forma escrita.

Además, Dios es económico, y también toma en cuenta las limitaciones humanas. No hallamos su comunicación escrita a nosotros en tremendos juegos de enciclopedias. Más bien, Dios ha provisto un solo tomo que es fácil de manejar y que también está dentro del alcance financiero de todos. No obstante, su alcance es suficientemente extenso como para darnos lo que necesitamos. Contesta todas nuestras preguntas básicas acerca de quién es Dios, qué propósito tiene la vida, y lo que el futuro encierra.

Es cierto que en tiempos pasados Dios sí se comunicó de otras maneras. Dios trató más directamente con nuestros primeros padres. (Gén. 3:8-13) También lo hizo con Noé. (Gén. 6:13-22) En diferentes ocasiones, envió ángeles para que entregaran mensajes a cierta persona o grupo.—Gén. 22:11-18; Hech. 12:6-11.

Mientras la familia de los siervos de Dios era pequeña, esto era práctico. Pero cuando aumentaron los siervos de Dios por medio de la línea de Noé y Sem, se necesitaba algo más. Siglos después, cuando la nación de Israel que Dios favoreció salió del cautiverio egipcio, contaba con millones de personas. La relación de Dios con sus siervos ya no era como la de un padre que trataba con solo unos cuantos hijos. Ahora que la familia era tan grande, se necesitaban instrucciones escritas.

La escritura de la Biblia comenzó con el “dedo” de Dios que grabó para Moisés los Diez Mandamientos en tablas de piedra. (Éxo. 31:18) Entonces, durante un período de unos 1.600 años, aproximadamente 40 hombres fueron dirigidos por la fuerza activa de Dios a colaborar en la escritura de los 66 libros que ahora componen la Biblia. Todos estos individuos a quienes “les fueron encomendadas las sagradas declaraciones formales de Dios” fueron siervos fieles de Jehová.—Rom. 3:2.

Lo práctico que sería tener el mensaje de Dios en forma de libro resaltó cuando Jesús dijo a sus seguidores: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.” (Hech. 1:8) También dijo él: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”—Mat. 24:14.

El tener la comunicación de Dios en forma escrita significó que podría traducirse en todos los idiomas. Se ve lo apropiado de esto cuando consideramos el hecho de que Dios mismo dirigió un cambio en los idiomas del hebreo al arameo y griego cuando inspiró la escritura de la Biblia. Y puesto que Dios superentendió la divulgación de su Palabra, él se encargó de que su mensaje permaneciera íntegro, prescindiendo de la cantidad de idiomas en que fuera traducido. Así hoy su Palabra escrita está disponible en forma práctica, útil y confiable en centenares de idiomas a la gente de toda nación.

El hecho de que la mano de Dios estuvo en el origen, transmisión, y conservación de su Palabra se puede ver al considerar el cuidado con que se copió la Biblia y el grado a que se hizo. El docto en hebreo W. H. Green dijo lo siguiente acerca de la porción hebrea: “Se puede decir con seguridad que ninguna otra obra de la antigüedad se ha transmitido con tanta exactitud.” Y en cuanto a la porción griega, el erudito Jack Finegan escribió: “La estrecha relación en tiempo entre los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento y los textos originales igualmente no es menos que asombrosa. . . . la certeza con que queda establecido el texto del Nuevo Testamento supera la de cualquier otro libro antiguo.”

Pero habría de esperarse esto, puesto que la Biblia llegó a nosotros “no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios.” (1 Tes. 2:13) Por eso, hoy día, para la fe de los que sinceramente desean adorar a Dios de la manera correcta, tenemos la amorosa provisión de Dios de un libro del cual él es el autor, que sirve de “lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda.”—Sal. 119:105.

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