Ultraje sexual en casa
La nueva moralidad... se recogen sus frutos
“TODO niño tiene derecho a tener relaciones amorosas, incluso de índole sexual, con su padre o madre, hermano o hermana, u otros adultos o niños responsables.”—Artículo siete de la “Declaración de derechos sexuales del niño,” por el líder del Círculo a favor de la Vida Sexual durante la Niñez.
Todo este tiempo el incesto, el delito oculto, ha estado esperando impacientemente entre bastidores, pero ahora se está abriendo paso para tomar su turno en el centro del escenario.
Cada año se informan cinco mil casos nuevos de incesto por todo el país, y los expertos dicen que por cada caso que se informa, diez o veinte casos no se denuncian. El director de cierto dispensario donde se tratan casos de incesto dice: “Creo que el incesto está muy difundido en los Estados Unidos.” Una persona cuyo trabajo está relacionado con la crianza y el cuidado de niños dice que el incesto es “más común que el ultraje sexual, y se informa con menos frecuencia.” Algunas personas calculan que hoy hay veinticinco millones de mujeres estadounidenses que sufrieron abuso incestuoso cuando eran niñas. Hay informes que indican que otros países están experimentando el mismo problema creciente. “Ahora lo más novedoso es,” según un nuevo libro sobre el abuso de menores, “los clubs de padres e hijos que tienen relaciones sexuales.” “El índice de extensión es tan grande,” dice cierta fuente, “que sería absurdo establecer una prohibición.” La lógica extraña es: si el delito está tan difundido, ¿por qué combatirlo?
Se puede comprender el que se haya expresado una opinión tan extraña como la de esa última cita cuando se conoce quién la expresó. Es uno de los muchos argumentos que presenta el grupo estadounidense activo en cabildear a favor del incesto. El número de marzo de 1980 de Psychology Today presentó un informe sobre algunos de los argumentos de dicho grupo de cabildeo en el cual incluyó los siguientes:
“Algunas experiencias incestuosas parecen ser positivas y hasta beneficiosas.” “En algunos casos el incesto puede ser una experiencia positiva y saludable, o, en el peor de los casos, una experiencia indiferente e insípida.” “El temor al incesto tiene un efecto espeluznante en la expresión de ternura amorosa en el hogar.”
El escritor del artículo que apareció en Psychology Today no está de acuerdo con esos argumentos a favor del incesto. El dice: “El ser objeto de amor, por lo que uno es, más bien que por lo que uno puede dar o llegar a ser, es para el niño un deseo tan apremiante como el deseo que tiene de alimento físico. Pero pocos niños pueden saber desde la infancia la diferencia entre el ser objeto de amor por lo que uno es, y el ser utilizado ... para satisfacer el apetito sexual de alguien mayor.”
La revista Time del 7 de septiembre de 1981 también publicó alguna propaganda de los que favorecen el incesto, bajo el título “Intimidad: de la Cuna a la Tumba”:
“A los niñitos se les debe permitir, y quizás animar, a llevar una vida sexual plena sin la intromisión de los padres ni la ley.” “Los seres humanos, como los demás primates, necesitan un período en que ensayen el juego sexual con mucha antelación.” “Los niños realmente son una minoría privada de sus derechos civiles. Deben tener derecho a expresarse en lo sexual, lo cual significa que a ellos les toca decidir si han de tener contacto con personas mayores que ellos o no.” “Ese tipo de relación sexual es esencialmente inofensivo para el niño.” “El incesto a veces puede ser provechoso.” “Creemos que los niños deben comenzar a tener relaciones sexuales desde su nacimiento. Surgen muchos problemas si no se practica el incesto.”
El artículo de Time concluye con algunas declaraciones de siquiatras. Uno dijo: “El comportamiento sexual prematuro entre los niños de esta sociedad casi siempre lleva a dificultades sicológicas.” Otro siquiatra, cuyo trabajo tiene que ver con niños, concluye: “El llevar una vida sexual durante la niñez es como jugar con un revólver cargado.”
El lema popular: Haz según te plazca, también es un revólver cargado. Puede que el rufián esté haciendo lo que le place, pero eso no es lo que a sus prostitutas juveniles les place. El sodomita quizás haga lo que le place, pero eso no es lo que a su joven víctima le place. El padre o la madre que comete incesto quizás esté haciendo lo que le place, pero es poco probable que eso sea lo que place al infante. Lo que place al infante es ser niño, sentirse seguro durante su niñez, y el que sus padres casados lo amen. Amor es pensar en otros; el hacer lo que a uno le place es pensar en uno mismo.
Es probable que el incesto sea la clase de abuso de menores más egoísta y censurable. Es una grotesca violación de la confianza y dependencia del niño. El protector más allegado del niño es quien se vuelve contra él. Y el niño es la víctima perjudicada. “Nunca he hablado a sabiendas con una víctima de incesto que esté contenta, bien adaptada y tranquila,” dijo la Dra. Suzanne Sgroi, ex presidenta del Programa de Tratamiento del Trauma Sexual.
La Dra. Judianne Densen-Gerber, directora del Instituto Odyssey de la ciudad de Nueva York, dice: “En el ejercicio de mi profesión paso el tiempo más malo que se puede imaginar atendiendo a estos niños que son víctimas de incesto; aún más malo que cuando atiendo a los pequeñuelos que son apaleados, objetos de abuso, castigados con fuego y azotados, porque por lo menos estos niños no confunden con el amor lo que se les hace. El padre o la madre que utiliza a un niño en el aspecto sexual mientras le dice: ‘Te amo,’ está criando a un niño que tendrá miedo de establecer afinidad, confianza y compromiso con persona alguna en su vida, ni siquiera con el especialista en terapia, porque, a diferencia del niño golpeado, él no busca cariño, teme al cariño y se hace extremadamente solitario.”
En la página 129 del libro The Death of Innocence, leemos: “Entre las prostitutas, al 92 por ciento de ellas se les importunó en cuanto a lo sexual durante la niñez; el 67 por ciento de ellas experimentó algún tipo de ataque incestuoso. ... Por lo menos el 75 por ciento de las fugitivas, como promedio nacional, huyen para escapar del abuso incestuoso. Las mismas cifras aplican a los casos de toxicomanía entre las adolescentes: Alrededor del 70 por ciento son víctimas de incesto.”
Y nuevamente, como en el caso de la homosexualidad, la Biblia considera el incesto un delito que merece la pena de muerte: “No deben acercarse ustedes, ningún hombre de ustedes, a nadie que sea su parienta carnal próxima para poner al descubierto desnudez. Yo soy Jehová. En caso de que alguno haga cualquiera de todas estas cosas detestables, entonces las almas que las hagan tienen que ser cortadas.”—Levítico 18:6, 29.
[Ilustración en la página 9]
Ahora, hasta el incesto clama por aceptación