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¿Qué debería leer su hijo?¡Despertad! 1978 | 22 de agosto
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régimen legítimo para los lectores juveniles. El punto de vista anticuado de que ciertas cosas deben ser tabú para los niños sencillamente porque son jóvenes ya ha pasado de moda.”—The Writer, abril de 1975, pág. 12.
Según ella las razones para este cambio son (1) niños con una educación seglar más elevada, (2) la abundancia de revistas en la casa que describen el mundo de la actualidad y (3) especialmente la televisión con sus “repeticiones instantáneas” de “sublevaciones estudiantiles, el asesinato de personajes políticos, las batallas por el control de la natalidad, el cambio en las costumbres sexuales.”
Aunque muchos quizás no concuerden con el modo de razonar de ella en cuanto a por qué existe el “estilo” actual, lo cierto es que ahora se incluyen muchos temas en la literatura de los niños que no se incluían hace 10 ó 15 años. Una ojeada a los títulos recientes pone de manifiesto consideraciones sobre la borrachera, el divorcio, el sexo premarital, el embarazo, el aborto, la homosexualidad y la senilidad.
Además, hoy día algunos escritores para niños tienden a pensar que es mostrar prejuicio o estrechez el escribir con un “propósito moral”... es decir, apartar a los pequeñuelos del mal y dirigirlos hacia el bien. Esto, arguyen ellos, es “propaganda.” En su opinión, no es cuestión de presentar a “buenos” contra “malos”... héroes en contra de villanos. Afirman que el escritor no debe predicar a los jovencitos. Más bien, sencillamente debe narrarles una historia convincente.
Ha ocurrido otro cambio reciente en la actitud que algunos autores de libros para niños tienen para con la Biblia. Por ejemplo, uno de éstos dijo: “Muchos de los relatos del Viejo Testamento se basan en la concepción primitiva de Jehová como un Dios vengativo que castiga de manera terrible (como el relato del Diluvio) o un Dios que demanda evidencia detallada de sumisión a su voluntad (como en el relato de Abrahán e Isaac.).”
En realidad esto no es lo que la Biblia misma enseña. Por el contrario, ésta continuamente representa a Jehová como un Padre amoroso que insta a sus hijos descarriados a volver a hacer lo que es bueno. (Mal. 3:6-10) No obstante el escritor que tenga una posición tan antagónica para con el Dios de la Biblia ciertamente no animará a sus pequeños lectores a acudir a Éste. El padre o madre cristiano que cree que una relación estrecha con Dios es el mayor don que le puede dar a su hijo o hija querrá estar alerta a este punto de vista extremado.
Por lo tanto, padres, después de considerar la confusión en el mundo de la literatura infantil, la pregunta nuevamente es: ¿Qué hay en cuanto a las muchas clases diferentes de libros? ¿Qué dejará usted que Juanito o Carmencita lea?
¿Qué pueden hacer los padres?
Es obvio que no es prudente clasificar toda la literatura en cualquiera de las anteriores cuatro categorías como “totalmente mala” o “totalmente buena.” Tanto el padre como la madre deben tener claramente presente las necesidades emocionales de su hijo, según la edad, y según la manera en que cualquier literatura puede afectar a ese niño en particular.
Por ejemplo, consideremos la categoría de los cuentos de hadas. Algunos arguyen que el niño es enriquecido... se incita la imaginación, por lo general el bien triunfa sobre el mal. Otros razonarían que estos cuentos inculcan la superstición y promueven un punto de vista malsano de lo sobrenatural. Además, pueden hacer que el niño trate de vivir en un mundo de ensueños, y que espere soluciones mágicas a los problemas de la vida en vez de apreciar que es preciso hacer un esfuerzo a fin de alcanzar las metas deseadas.
Los padres tienen que decidir. Pero sea cual sea la inclinación de su modo de razonar, ¿no le parece importante considerar a cada uno de sus hijos como a un individuo? Es posible que un niño ya tenga la tendencia a pasar mucho tiempo “soñando despierto” de modo que sería prudente el apartar su mente joven en otras direcciones.
“Pero, ¿cómo puedo saber el efecto que el libro de historietas tiene en él?” quizás pregunte usted. No siempre es fácil. Hay muchas otras cosas que influyen en la vida de un pequeñuelo además de la lectura. Pero hay un modo de abordar las cosas que le permitirá aprender mucho acerca de lo que verdaderamente conmueve el corazón de su pequeñuelo.
Lean la historieta juntos. A los niños les gusta mucho que les den esta atención. Provee una salida emocional para los niños que aman la lectura, mientras que anima a los que no son tan amigos de leer. De hecho, algunos maestros declaran que si los padres les leen a sus pequeños bebés cuando ellos todavía no pueden leer, esto forma dentro del niño una impresión temprana favorable o “tendencia” hacia la lectura.
Y a usted quizás le sorprenda algunas de las conclusiones que su jovencito pueda sacar o qué aspecto del relato le fascina a él o a ella. Pregúntele al niño: “¿Qué piensas de esa persona?” “¿Qué fue lo que más te gustó del relato?” Tomando en cuenta las respuestas, quizás usted desee hacer ajustes, tal vez equilibrando la cantidad de material de ficción con más material que no sea de ficción. Esto tiene el beneficio adicional de animar a sus hijos no solo a leer acerca de las aventuras de otros sino también a aprender a hacer cosas.
Por supuesto, este modo de abordar no elimina la necesidad de determinar qué libros permitirá en su casa. Por ejemplo, probablemente usted desee examinar las historietas modernas en la categoría de ficción. ¿No debería usted decidir precisamente cuándo desea que su hijo aprenda acerca del sexo, el embarazo y el aborto? Igualmente, aunque es cierto que a los jóvenes se les debe enseñar que las personas buenas pueden cometer errores, ¿contribuye verdaderamente al desarrollo de su personalidad el leer acerca de villanos victoriosos?
Semejantemente, ¿quiere usted que su hijo crea que “la fuerza [el poder] siempre tiene la razón”? Más bien, ¿no debería enseñarse al niño que se pueden tomar procederes justos e injustos y que los principios son importantes? Muchos creen que las historietas cómicas que presentan a “superhéroes” que destruyen todo lo que se les interpone son un “modelo” o ejemplo peligroso para los jovencitos.
Hasta en la zona de los libros que no son ficción, es posible que los padres encuentren que vale la pena ojear el libro antes de dárselo al niño. Algunos libros presentan ciertas razas o nacionalidades bajo un aspecto desfavorable. Otros contienen declaraciones muy dogmáticas.
Por ejemplo, un libro sobre ciencia quizás presente los asuntos como si fueran cuestión de hecho. Quizás declare que toda la vida en la Tierra evolucionó de formas inferiores y así implique (o hasta declare) que el relato bíblico de la creación sencillamente es un ‘mito religioso.’ Esto pudiera contradecir el entrenamiento religioso que el jovencito está recibiendo. Mientras que el padre o la madre quizás decida que el valor total del libro justifica el que el niño lo lea, es posible que los padres primero quieran considerar con el niño ciertas opiniones que se presentan en el material.
Todo esto toma tiempo. Pero muestra que usted esta interesado en su hijo. Usted quiere que su hijo aprenda, pero quiere que él sepa lo que es para su propio bien y felicidad. Uno no puede escapar de las realidades de este mundo. Con cada niño hay un tiempo y un modo de abordar éstas. No obstante, puesto que esta nueva vida pequeña —por lo general llena de curiosidad y ansiosa de aprender— se le ha confiado a usted, no menosprecie lo mucho que su guía, su amor, puede contribuir al desarrollo mental y emocional de su jovencito.
Además, el padre o madre prudente reconoce que todos nosotros —incluso los niños pequeños— tenemos una necesidad espiritual. A menudo los pequeñuelos están llenos de preguntas; a veces hacen preguntas muy difíciles. La Palabra de Dios, la Biblia, es una fuente abundante de sabiduría. Puede “dar a los inexpertos sagacidad, al joven conocimiento y habilidad para pensar.” (Pro. 1:4) El leer la Biblia con su hijo naturalmente lo hará entrar en consideraciones acerca de las cosas que verdaderamente son importantes. La mayoría de los que han persistido en usar la Biblia como una guía moral han llegado a verla no solo como literatura excelente, sino como una “luz” necesaria en la vida.—Sal. 119:105, 160; 36:9.
Hoy día hay más literatura para niños que nunca antes. Además, muchas cosas compiten para obtener el tiempo de su hijo... la televisión y cada vez más posibilidades de recreación. Usted está en lo correcto al animar a sus hijos a leer. Pero el proceder de la prudencia es interesarse en lo que ellos leen, para guiar su energía juvenil.
Tal vez al fin y al cabo sea como escribió el filósofo Bacon: “Algunos libros deben saborearse, otros deben tragarse, y unos pocos deben masticarse y digerirse.”
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Venga y escale el pasado de Egipto¡Despertad! 1978 | 22 de agosto
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Venga y escale el pasado de Egipto
“¿CÓMO se dice ‘pirámides’ en árabe?” pregunté mientras me acomodaba detrás del conductor en un taxi del Cairo. “¿Cuántas pirámides?” replicó él. Puesto que lo que quería era información, y no un duelo verbal, le respondí: “¡Cualquier pirámide!” “En árabe no podemos decir, como ustedes en inglés, una pirámide o pirámides o dos pirámides o tres pirámides,” explicó. “Ustedes tienen una palabra en singular y otra en plural. Pero en árabe hay una palabra en singular, una en plural para dos y otra para tres o más.”
Para ahora el taxi se abre paso a través del flujo cada vez menor de vehículos, hombres con largos mantos y mujeres cubiertas con velos que llevan niñitos a horcajadas sobre un hombro. Note los perros, cabras y los remolinos de polvo. Nos dirigimos hacia la llanura de Giza.
¡De súbito, aparecen! Saco la cabeza, los hombros —mi cuerpo entero de la cintura para arriba— por la ventana abierta del taxi. Me asombra ver con mis propios ojos la única de las siete maravillas del mundo antiguo que todavía existe... las pirámides.
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