Panamá
Venga conmigo a la “tierra de muchos peces.” Ese título le ha sido aplicado a Panamá, un istmo largo y estrecho que forma el eslabón entre la América Central y la América del Sur. Este país, de unos 772 kilómetros de largo y que en términos generales se extiende de este a oeste, tiene la forma de una “S” acostada. Colombia colinda con él en el sudeste y Costa Rica en el noroeste. La anchura del istmo de Panamá varía de 193 kilómetros a unos 60 kilómetros. El punto más angosto está entre la ciudad de Panamá y Colón, lo cual hizo que aquella región fuera la selección lógica para el lugar de un canal interoceánico. Este famoso paso por agua —el Canal de Panamá— es un lazo importante entre el Atlántico y el Pacífico.
Se dice que Panamá fue descubierto por Rodrigo de Bastidas para el año 1500 de nuestra era común. El istmo fue explorado por Colón en 1502 y cruzado por Balboa en 1513, mientras que el descubrimiento del Océano Pacífico por este último aconteció el 26 de septiembre de aquel año.
Panamá tiene un área total de aproximadamente 74.108 kilómetros cuadrados. Está habitado por una población que se calcula en 1.700.000 individuos de muchos diferentes orígenes, incluso personas oriundas de la India y principalmente una mezcla de descendientes de españoles e indígenas. El español es el idioma oficial, aunque en la zona del Canal se usa el inglés, y además se hablan varios dialectos indígenas.
Este país tropical está atravesado por dos cordilleras principales y entrecruzado por centenares de ríos. La precipitación pluvial varía entre los 229 y 330 centímetros anualmente en diferentes zonas del país. Se dice que Panamá tiene más de 2.000 diferentes plantas que son peculiares del trópico, así como una amplia variedad de animales, como el puma, el pécari, el perezoso, el oso hormiguero y el caimán. Añada a éstos una cantidad generosa de serpientes, algunas de las cuales poseen un veneno que puede matar a un hombre en unos minutos.
Durante el siglo dieciséis, España conquistó a Panamá y lo convirtió en colonia. El catolicismo romano llegó a ser la religión estatal. En el año 1718 Panamá fue integrado en el Virreinato de Nueva Granada. En 1821 el país se declaró independiente de España y se unió a Colombia. Por medio del tratado de Bidlack de 1846, los Estados Unidos obtuvieron el derecho de transportación a través del istmo y construyeron un ferrocarril de costa a costa. Esto facilitaba el viaje desde la costa oriental de los Estados Unidos a California y sus fabulosos criaderos de oro.
En 1903, cuando Colombia rehusó permitir que los Estados Unidos abrieran un canal, Panamá se declaró independiente. Entonces Panamá dio a los Estados Unidos el derecho de excavar el canal y usar perpetuamente (un punto que después ha sido disputado) una faja de tierra de ocho kilómetros de ancho a cada lado del canal para mantenerlo y protegerlo. El Canal de Panamá fue completado en 1914 y, en 1920, llegó a ser formalmente el “Embudo del Comercio Mundial.” Así se logró, al costo de unos 366.000.000 de dólares, un “país dividido... un mundo unido,” por lo menos en sentido comercial.
Desde el punto de vista económico, Panamá es comparativamente próspero hoy. El principal producto de exportación es el plátano o banano, y va aumentando la importancia de la cría de ganado para exportación. También se exportan frutas, vegetales y café. Millones de dólares en ingresos, directa o indirectamente relacionados con el funcionamiento del Canal, van a la República de Panamá. Además, el turismo va adquiriendo mayor importancia.
Panamá es una nación de libertad religiosa. La mayoría de la población profesa el catolicismo. Sin embargo, la mayoría de las iglesias protestantes están representadas aquí, así como religiones del Oriente.
SE ESCUCHAN LAS BUENAS NUEVAS
En Panamá la obra del Reino empezó para principios de este siglo. A fines de los años noventa del siglo pasado un agente de la Sociedad Bíblica Americana trajo algunas publicaciones de la Sociedad Watch Tower al país y empezó a distribuirlas. Pronto otras personas se interesaron en el mensaje del Reino y empezaron a expresarse en cuanto a él. Isaiah Richards, un maestro de escuela de la ciudad de Colón, organizó una clase (o “ecclesia,” como se le llamaba) y presidió en los estudios bíblicos semanales. Eso fue para el año 1900.
Hubo una estrecha conexión entre la difusión de la verdad de Dios en la isla de Jamaica y en Panamá, porque muchos habitantes de las Indias Occidentales venían aquí a trabajar en el canal. Primero, unas cuantas personas de Colón, en la costa del Atlántico, mostraron interés. Uno de los que se interesaron en las buenas nuevas del reino de Dios fue Hubert L. Walker, un francmasón de la ciudad de Panamá que se había mudado a Colón por razones de empleo. En 1910 el representante de la Sociedad en Kingston, Jamaica, envió a dos repartidores o trabajadores de tiempo cabal —los hermanos Morgan y Laing— para que publicaran las buenas nuevas en la ciudad de Panamá y su vecindad. Estos fueron recibidos en el hogar del Sr. Walker antes de que él se mudara a Colón. Los hermanos también tuvieron un cuarto para las reuniones y otro cuarto para almacenar literatura. Ya se habían distribuido miles de Biblias y los tomos de Estudios de las Escrituras de la Sociedad Watch Tower entre la gente de habla inglesa, en su mayoría obreros de construcción en el canal. Aquel mismo año, una congregación cristiana fue establecida en la ciudad de Panamá y llegó ha haber unas cincuenta personas asociadas con aquel grupo.
Poco antes de eso, W. R. Brown, quien más tarde llegó a ser conocido como Brown “el de la Biblia” en Nigeria, África Occidental, había mostrado interés en las buenas nuevas. Eso fue en 1907, cuando asistió a una conferencia que pronunció en la esquina de una calle Isaiah Richards. El discurso bíblico estaba fundado en el “Mapa de las edades,” que se usaba como ayuda para explicar los propósitos de Dios. Al aprender la verdad, Brown regresó a Jamaica. ¿Con qué propósito? Para llevar la verdad a su madre y su hermana. Ambas la aceptaron y expresaron su fe por medio del bautismo. Eso fue en 1909. Regresando más tarde a Colón, el hermano Brown obtuvo un empleo de piloto de lancha. Demostró mucho celo por la verdad. Por eso, cuando los repartidores Morgan y Laing empezaron su servicio en la ciudad de Panamá, Brown inmediatamente partió de Colón y se puso a esparcir las buenas nuevas junto con ellos. Los tres entonces alquilaron un apartamiento de tres cuartos; vivían en un cuarto y usaban los otros dos para reuniones y almacenaje.
En 1911 el hermano E. J. Coward, representante de la Sociedad Watch Tower, vino a Panamá en una gira de conferencias bíblicas entre los obreros de construcción del canal. Conoció a los hermanos Brown, Morgan y Laing, así como a todas las personas que se interesaban en la verdad en la ciudad de Panamá y en Colón. El hermano Coward se dio cuenta de que el hermano Brown estaba capacitado para servicio especial y, después de terminar la campaña de conferencias que tuvo en el istmo, se llevó a Brown consigo a Trinidad. Allí el hermano Brown continuó sirviendo hasta 1922, cuando él y su familia partieron hacia el África, donde llegó a ser tan bien conocido como Brown “el de la Biblia.” Mientras tanto, los repartidores y personas que mostraban interés siguieron dando empuje a la proclamación del Reino en Panamá. Como resultado de esto, fuertes clases se establecieron en ambos lados del istmo y en los barrios de obreros de la Zona del Canal.
Mientras estuvo en Kingston, Jamaica, el hermano Coward había nombrado y entrenado a algunos jóvenes para que fueran repartidores. En 1912 tres de ellos vinieron a la Zona del Canal para trabajar seglarmente aquí. Ellos también se asociaron estrechamente con las congregaciones y contribuyeron mucho a la edificación de la organización existente y la difusión de la verdad.
Carlos Taze Russell, el primer presidente de la Sociedad Watch Tower, visitó a Panamá en 1913, y pronunció conferencias en el Teatro Nacional de la ciudad de Panamá y en el Teatro Garden de Colón. Naturalmente, su visita resultó en estimular gran interés en el mensaje del Reino. Pero en 1914, cuando el canal fue abierto al tránsito de los barcos, ocurrieron cambios. A medida que hubo menos trabajo de construcción, muchos de los hermanos y las personas interesadas en la verdad tuvieron que regresar a sus hogares en las Indias Occidentales. Muchísimos pueblos que se habían construido para alojar a los obreros fueron abandonados. Aun así, grupos bastante fuertes de Estudiantes de la Biblia (como entonces se llamaba a los testigos de Jehová) permanecieron en la ciudad de Panamá y en Colón. Por eso, por algún tiempo, la predicación del Reino continuó prosperando.
FIDELIDAD EN TIEMPOS DIFÍCILES
Pero con la muerte del Pastor Russell en 1916 y el subsiguiente período de zarandeo, el celo de muchos se enfrió. Además, algunos empezaron a pensar de sí como líderes del rebaño y empezaron a seguir otras enseñanzas, particularmente las de algunos que anteriormente habían sido miembros de la familia de la oficina central de la Sociedad en la ciudad de Nueva York, pero que habían resultado infieles. Debido a estos desenvolvimientos, nuestra obra decayó en Panamá, y para 1930 solo había un puñado de personas asistiendo con fidelidad a las reuniones de congregación y leyendo La Atalaya. Aun así, las congregaciones cristianas que había en la ciudad de Panamá y en Colón nunca fueron disueltas.
Para 1931, el hermano J. F. Rutherford, el segundo presidente de la Sociedad Watch Tower, pasó por Panamá de camino a California. Habló a las pocas personas que mostraban interés en la verdad en los pueblos de La Boca y Cristóbal en la Zona del Canal. Entre los presentes estaban algunos de los que habían expresado que no estaban satisfechos con la manera en que estaba siendo dirigida la Sociedad. Esta reunión fue un factor decisivo para éstos y comenzó a producirse una apostasía, que quedó completa cuando éstos rehusaron identificarse como Testigos de Jehová, el nombre que adoptaron los Estudiantes de la Biblia en 1931. Desde entonces en adelante los desleales formaron su propio grupo. Esto fue una bendición para los pocos fieles. Dijo uno: “Fue la primera vez en muchos años que nos sentimos completamente tranquilos en las reuniones, en plena armonía con el Señor y unos con otros.”
En 1938, el hermano T. E. Banks, de la sucursal de la Sociedad en Jamaica, visitó a Panamá e hizo lo que pudo para fortalecer a las congregaciones aquí. La obra de predicar el Reino continuó, pero con muy poco aumento, y casi sin que se hubiese tocado el campo de habla española. ¡Algo se necesitaba con urgencia! ¿Qué? La Escuela Bíblica de Galaad de la Watch Tower suministraría la respuesta a esto y produciría un verdadero punto de viraje para la obra del Reino en Panamá en 1945.
LLEGAN LOS MISIONEROS
En un buen día de verano de febrero de 1945, un avión de la Pan American Airways aterrizó en la Base Albrook, de la Fuerza Aérea, en la Zona del Canal. Entre los pasajeros que bajaron del avión estaban un hombre y una mujer de edad mediana que llevaban portapapeles. Hubo un grupo de fieles Testigos que extendieron una afectuosa bienvenida al hermano Roy W. Harvey y su esposa, los primeros graduados de la Escuela de Galaad que llegaron a Panamá. A principios de 1945 había 45 publicadores del Reino en este país. Solo tres congregaciones cristianas funcionaban entonces en todo el país. Estaban en la ciudad de Panamá, Colón y Bocas del Toro.
Se hizo necesario hallar un hogar conveniente para los misioneros de Galaad que vendrían poco después de los Harveys, algunos de los cuales serían de su propia segunda clase. El hermano Harvey sería “siervo para los hermanos,” o superintendente de circuito, y visitaría a las congregaciones para ayudarlas a lograr mejor organización para dar adelanto a los intereses del Reino. Cuando no estaban viajando, los hermanos Harvey se asociaban con la congregación de la ciudad de Panamá.
Poco después de aquello, el hermano Donald Kjorlien llegó y fue asignado a la obra misional en Colón. Algún tiempo después, en septiembre de 1945, otras cuatro misioneras llegaron. Estas fueron Anna Mueller, Thelma Hultquist, Mary Dobrowalsky y Ada Anderson, y todas empezaron a efectuar su obra misional en la ciudad de Panamá. Con la llegada de estas misioneras, la vasta mayoría de la población del país tendría su primera oportunidad de oír el mensaje del Reino en su propio idioma... español. Pero solo el hermano Kjorlien sabía español. Los demás misioneros tendrían que aprender ese idioma. ¡Y lo aprendieron!
Para fines de 1945 llegaron Hazel Burford, Sylvia Prescott y Ellen Kienbaum y fueron enviadas a Colón. Por medio de un abogado local, el hermano Harvey había obtenido condición legal para la Sociedad. Todo estaba listo para el aumento, y la gente empezó a responder. Para el fin de 1945 había 53 publicadores del Reino en el país. Las revisitas habían aumentado desde un total de 1.657 durante el año anterior a 3.879 en 1945, y la cantidad de estudios bíblicos había aumentado de 32 a 113. La obra misional estaba funcionando en Panamá con efecto notable.
ESTABLECIDA LA SUCURSAL
A principios del año 1946, Mary Hinds, compañera de la hermana Burford y quien había quedado atrás en Nueva York con la gripe, llegó al istmo y fue asignada a Colón. En abril, N. H. Knorr, el tercer presidente de la Sociedad Watch Tower, visitó a Panamá, acompañado por F. W. Franz. Para deleite de todos, se anunció que la Sociedad establecería una oficina sucursal en Panamá. Roy W. Harvey sería el primer superintendente de sucursal del país. Desde 1938, Panamá había estado bajo la jurisdicción de la oficina costarricense.
Además de eso, durante la visita del hermano Knorr se puso en vigor un nuevo arreglo de hogar misional. Esto infundió mayor sentimiento de seguridad en los misioneros.
DANDO EMPUJE A LA DIFUSIÓN DEL MENSAJE
Más tarde en 1946 llegaron los hermanos Archie Raper y Julius Lewis. Estos, junto con otros, irían a David, Provincia de Chiriquí, en el oeste de Panamá. Esta sería una de las primeras asignaciones de misioneros de Galaad lejos de las grandes ciudades y los centros de población. Los hermanos Kjorlien y Raper primero establecieron un hogar, y entonces el hermano Lewis se les unió allí. Pero aquel hogar tenía lugar para cinco personas. Los otros dos, Al Jacczak y F. E. Harvey, llegaron antes del fin de aquel año.
De muchas maneras la asignación de ellos, David, Chiriquí, era como un pueblo fronterizo del oeste primitivo estadounidense. Se podía ver a los “vaqueros” arreando el ganado directamente por las polvorosas calles secundarias. Esta zona, rica y fértil, suministraba gran parte de la carne de res, el arroz y las verduras que se usaban en el país. Por supuesto, los misioneros estaban interesados en ver qué clase de cosecha espiritual se podía recoger allí, y por eso empezaron a trabajar en el “campo.”—Compare con 1 Corintios 3:5-9.
Seis meses después se había formado un grupo, en el cual se asociaban nueve personas. Estos nuevos publicadores del Reino no conducían estudios bíblicos con otras personas, pero estaban progresando espiritualmente ellos mismos. Dentro de otros seis meses, tres más habían sido añadidos al grupo y para entonces se hizo aconsejable extender más al exterior la obra con el mensaje del Reino.
Durante 1947 y 1948, los misioneros que estaban en David testificaron extensamente en casi todos los pueblos y aldeas de la provincia de Chiriquí. Colocaron miles de nuestros libros en las manos del público lector, y algunas semillas de la verdad empezaron a germinar.
¡A TODA VELOCIDAD!
Otros que emprendieron la obra misional aquí en 1946 fueron el hermano Roper y su esposa y la hija de éstos, Mary Lea, así como Emily Dzurak (ahora esposa del hermano Archie Raper), Ethel Coffman y Hope Laier. Para este mismo tiempo se estableció la primera congregación de habla española en la ciudad de Panamá. El año de servicio de 1945-46 terminó con 109 publicadores, como promedio, y un máximo de 131. En estas cifras estaban incluidos 23 misioneros y un puñado de precursores. En números redondos habían dedicado 12.000 horas a la obra de predicar el Reino, y habían colocado 38.000 libros y folletos y 28.000 revistas. Las revisitas ascendieron a 15.000 y, como promedio, se condujeron 214 estudios. Sí, para entonces la obra del Reino en Panamá estaba adquiriendo velocidad.
Durante el año de servicio de 1946-47, se celebró la primera asamblea de circuito de Panamá en español. Los cinco misioneros de David estuvieron presentes y habían adelantado lo suficientemente en español como para participar en el programa. Para el fin del año había nueve congregaciones, seis de las cuales estaban en el interior. Para entonces, había 175 publicadores del Reino. ¡Desde principios de 1945 hasta el fin del año de servicio de 1947 había habido un aumento de aproximadamente 289 por ciento en la cantidad de publicadores!
En los años subsiguientes, algunos misioneros partieron de sus asignaciones por varias razones. Siempre hubo una lucha por hallar lugares de reunión apropiados para las congregaciones. El hogar de la sucursal fue mudado varias veces para acomodar a más misioneros y para tener espacio para el almacenamiento de literatura. Desde 1948, cuando se nombró a dos precursores especiales nativos, la cantidad de éstos comenzó a aumentar continuamente. De hecho, ha habido crecimiento continuo en la actividad cristiana a través de los años.
UNA NOTABLE REUNIÓN
En 1948 se celebró una asamblea de distrito en Bocas del Toro, una islita en la parte noroeste de Panamá. Se fletó una embarcación para llevar a unos cien hermanos y hermanas cristianos de Colón y la ciudad de Panamá. Sin embargo, en el día del viaje la embarcación que había sido fletada brillaba por su ausencia. Pero Jehová proveyó otra embarcación y, con una demora de solo una o dos horas, el grupo feliz de 103 Testigos pasó las aguas de la bahía de Colón y entró en las agitadas aguas azules del Caribe. Al caer la noche, la mayor cantidad de hermanos se acostó sobre la cubierta bajo los tranquilos cielos tropicales, más bien que ocupar las algo sospechosas literas bajo cubierta. De todos modos había muy pocas de éstas. Muchos viajeros se marearon y pasaron la noche cerca de la barandilla de la embarcación. Pero todos sobrevivieron y agradecieron el haber llegado sin percance a las 2:30 de la tarde del día siguiente, después de un viaje de unos 402 kilómetros.
El superintendente de circuito Archie Raper subió a bordo con las nuevas de que tanto nuestro alojamiento en los hoteles como el lugar de asamblea habían sido cancelados. No obstante, de nuevo Jehová proveyó, y la embarcación sirvió de hotel. Los residentes de aquella islita acudieron en grandes números al muelle. Llegaron a saber que Jehová tenía una organización en Panamá y que su pueblo era gente diferente. En aquella pequeña embarcación, había blancos americanos, negros de las Indias Occidentales, panameños nativos de habla española, por lo menos un chino y gente de otras razas y nacionalidades, todos viviendo y comiendo juntos en el estrecho recinto de una lancha de motor. Esta armonía cristiana fue algo nuevo para los isleños. Los blancos que habían conocido eran los exclusivos “reverendos” o los jefes de la Fruit Company, que se mantenían estrictamente segregados de la diversidad de razas con varios idiomas que componen la población de Panamá.
El salón de la asamblea fue solo una plataforma con un techo encima que sobresalía precisamente por encima de las aguas de la laguna, y era refrescada por los vientos alisios que soplaban libremente por el lugar de la asamblea. Esta reunión comenzó con una concurrencia de 99 personas y terminó con la presencia de 178 en el discurso público. Fue tan buen éxito que se fijó otra para el año siguiente.
Estas asambleas y otras, así como la obra siempre creciente de los precursores especiales, contribuyeron mucho a la difusión del mensaje del Reino. La sucursal hizo planes para extender la predicación progresivamente hasta que penetrara en todo el territorio. Tan pronto como los publicadores que satisfacían los requisitos para la obra de precursor especial se hacían disponibles, se les enviaba, por lo general a los pueblos de más tamaño primero, entonces a los pueblos en segundo lugar en tamaño, y así por el estilo. Si en algún pueblo en particular había posibilidades de producir discípulos, se enviaban más precursores a éste. Donde los resultados eran negativos, se enviaba a los precursores a otro lugar y se le daba un descanso a ese territorio.
1950... UN AÑO MEMORABLE
Ahora llegamos a 1950, el año de la Asamblea “Aumento de la Teocracia” en la ciudad de Nueva York. Por primera vez Panamá estuvo representado en una asamblea internacional. Hubo cuatro Testigos nativos allí.
En Panamá hubo un máximo de 496 publicadores en 14 congregaciones y varios grupos aislados en el año de servicio de 1950. ¡Había habido un aumento de aproximadamente 1.000 por ciento en el número de publicadores en los primeros cinco años de servicio misional en Panamá!
A principios de 1950 los hermanos Knorr y Robert E. Morgan habían visitado a Panamá. En febrero, casi inmediatamente después de la visita de los hermanos de la oficina central de la Sociedad, se celebró una asamblea nacional en la ciudad de David, Chiriquí. Recordando el viaje desde Colón y la ciudad de Panamá, Hazel Burford escribió:
‘De la ciudad de Panamá subieron varios autobuses con hermanos de ambas ciudades terminales. El viaje tomó veinte horas sobre carreteras sin pavimentar llenas de baches y hoyos. Puesto que estábamos a fines de la temporada seca, el polvo tenía centímetros de profundidad. Los de nosotros que estábamos sentados sobre las cubiertas de las ruedas o detrás de ellas estábamos sentados en nubes de polvo, puesto que el piso del autobús se había separado de la cubierta de la rueda por unos cinco centímetros. Por eso, el polvo que las ruedas levantaban o agitaban se metía en grandes cantidades en el autobús. A veces no podíamos ver la parte anterior del autobús. Nos cubrimos la nariz y la boca con pañuelos en un esfuerzo por no inhalar tanto polvo, pero al respirar nos tragábamos una buena porción. Cuando llegamos a David para el mediodía, todos estábamos exactamente del mismo color gris del polvo... piel, pelo, y ropa. Obviamente, lo primero que necesitábamos era una ducha, lo cual se nos suministró en espíritu de hospitalidad. Pronto todos nos presentamos en nuestra verdadera identidad.
‘La asamblea fue excelente, como siempre. Por medio de ella se dio un tremendo testimonio a la gente de David y la vecindad y se dio verdadero estímulo a nuestros hermanos allí. Sabiendo en la condición en que se hallaba nuestro autobús, en el viaje de regreso pusimos muchos sacos de yute mojados alrededor de las cubiertas de las ruedas y así evitamos que mucho del polvo entrara en el autobús.’
UNA MIRADA A LA VIDA MISIONAL
Después que estos misioneros regresaron de unas vacaciones y de la Asamblea “Aumento de la Teocracia,” cuatro de ellos fueron a una nueva asignación en Chitré. Recordando aquel tiempo, Mary Hinds, precursora desde 1930, escribió:
‘Al fin de agosto, Hazel y yo estábamos listas con nuestras maletas y esperando la llegada de una persona que se interesaba en la verdad que iba a traer su camión y mudarnos. Él llegó más tarde de lo que esperábamos. Pero antes que pudiéramos partir, tuvo que lavar el camión. Había sido usado para transportar ganado el día anterior. Tuvimos que detenernos en la carretera para un cambio de neumáticos y esto demoró nuestra llegada a la ciudad de Panamá, donde íbamos a recoger a Ellen Kienbaum. Carolyn Grenz vino más tarde. También obtuvimos un surtido de alimentos enlatados, puesto que habíamos oído que en nuestra nueva asignación había mucha escasez de frutas y vegetales frescos. Después de comer a mediodía en la sucursal, partimos.
‘¡El llegar a aquel lugar fue más divertido de lo que esperábamos! La esposa del conductor del camión nos acompañó y, puesto que en la cabina del conductor solo podían ir tres personas, las otras dos tenían que meterse atrás con los muebles. Durante la última parte del viaje, la esposa del conductor y yo estuvimos atrás, precisamente enfrente de la puerta trasera movible del camión, sentadas sobre un colchón colocado sobre una mesa puesta patas arriba y cubriéndonos con un lienzo alquitranado. Nos sorprendió una lluvia; por eso, el conductor aceleró, pensando que la velocidad impediría que el agua de la lluvia se escurriera dentro de la parte trasera del camión. Nosotras recibimos el embate más fuerte de aquello... no solo la lluvia, sino también los terribles saltos sobre aquella escabrosa carretera.
‘El anochecer nos sorprendió descargando las cosas bajo las miradas escudriñadoras de los vecinos. Pasamos la noche sobre los colchones colocados sobre el piso del apartamiento. Nuestros dos dormitorios, el gran comedor-sala y la cocina en un extremo del corredor estaban sin aparadores. Las ventanas estaban cubiertas con persianas de madera. Necesariamente tuvimos que desplegar nuestras aptitudes de carpintería. Hazel y Ellen pusieron tela metálica en las ventanas e hicieron puertas de tela metálica. Poco tiempo después, Hazel y yo hicimos alacenas para la cocina y armarios para los dormitorios.
‘Nos enteramos de que el agua que recibíamos venía por cañería desde el río cercano, donde la gente se bañaba, nadaba y lavaba su ropa. Allí, también, el ganado bebía y los cerdos se revolcaban. Fuera que el agua viniera clara o achocolatada, hervíamos por unos quince minutos toda gota del agua que bebíamos, entonces dejábamos que el sedimento se precipitara, y nunca tuvimos amibas ni disentería durante los más de dos años que pasamos allí. Usábamos la pulpa de cierta especie de cacto de aquella sección para sacar la suciedad del agua que usábamos para lavar la ropa.’
Dando una descripción de algo del estilo de vida local y de la gente, la hermana Hinds continuó su relato así: ‘¡Chitré —capital de la progresiva provincia agrícola de Herrera— era el punto donde se encontraban la civilización vieja y la civilización nueva! Aquí es donde las paredes de barro de chozas cubiertas de paja y pisos de tierra están al lado de modernas habitaciones de paredes hechas de bloques de concreto, techos de tejas y pisos de embaldosado pulido; donde los curanderos ejercen al lado mismo de médicos modernos; donde el ganado procedente de pastos yermos, guiado río abajo por polvorosas calles de la ciudad para satisfacer su sed durante los meses del verano, estaba a corta distancia de otros animales de su especie que se hallaban en terrenos de pasto que tenían equipo moderno y agua corriente.
‘Aquí estaba un pueblo donde el catolicismo había dominado con un agarro tan asfixiador que la gente temía leer la Biblia, y mucho menos querían considerarla; temían retraerse de hacer un velorio por días después de la muerte de un pariente para apaciguar el espíritu de aquella persona; temían toda provocación del sacerdote que pudiera resultar en que perdieran su favor y en que se les prohibiera un entierro en el “campo santo”; temían violar las tradiciones que se les habían enseñado.
‘Era un mercado para los campesinos, que llegaban por chiva (pequeños autobuses de manufactura local) con grandes bandejas llenas de huevos sobre la cabeza, o que llegaban a caballo transportando a los lados canastos llenos de productos, hasta de cerdos. A veces un segundo animal de carga venía atado al rabo del que iba al frente. O venían a pie, llevando canastas de productos sobre el hombro. A cambio de los productos, preferían monedas de plata a papel moneda. Aquí estaba el hogar de personas humildes y amables, criadas con la costumbre de compartir lo que poseían y esperar que otros tuvieran para con ellos la misma cortesía, el hogar de un pueblo industrioso, la mayoría de los cuales sacaban con dificultad su sustento del cultivo del suelo por el sudor de su frente. Este sería nuestro territorio por poco más de dos años de los cuales disfrutamos.’
Las misioneras estaban allí para dar a la población las buenas nuevas. ¿Sería fácil esto? La hermana Hinds escribió: ‘El problema ahora era cómo llegar al corazón de esta gente. La literatura que había sido colocada por otros que habían salido a esparcir la semilla de la verdad durante las vacaciones antes de que nosotras llegáramos allí había agitado al sacerdote del lugar. De modo que nos encontramos en un avispero de prejuicio. “No oigan a esa gente.” “No lean su literatura.” “Escúpanlas.” “Apredréenlas.” “Si uno lee aunque sea la mitad de la Biblia, se vuelve loco.” ¡El sacerdote había dicho aquello! Se comprende por qué la gente, cuando nos veía venir, corría a esconderse.
‘Sin querer, sobre la herida se añadió insulto de este modo: Cierta mañana cuando toqué a una puerta, se me presentó una persona delgada, alta, con apariencia de estar enferma y vestida en lo que me pareció un sucio traje largo. Por la terminación en femenino de lo que dije en español, llamé “pobrecita” a esta figura y le pregunté si estaba enferma. Cuando esta persona me invitó a entrar en la casa, ¡descubrí que era el sacerdote! ¡Cómo me insultó cuando me acusó de ser una imperialista yanqui que estaba allí para engañar a la gente y sobornarla para apartarla de su religión! Aquel hombre no dejó piedra que no movió para causarnos dificultad.’
No obstante, el celo cristiano y el amor al prójimo salieron vencedores, como lo explicó la hermana Hinds: ‘La bondad, la paciencia, la empatía. ¡Qué necesarias y qué eficaces son! No pasaron muchos días antes de que la gente empezara a llamarnos para que entráramos en sus hogares y a preguntarnos por qué estaba tan opuesto a nosotras el cura. Poco a poco, nos ganamos su confianza. Así, después de unos cuantos estudios bíblicos de casa, el señor Ramos se envalentonó a preguntarme: “¿Vino el diluvio del día de Noé antes o después de 1914?” Desde su bajo banquito, María preguntó: “¿Por qué es un pecado comer carne los viernes?” Muchas eran las preguntas que eran así de sencillas, pero ésta era la primera vez que les habían sido contestadas. Pronto nosotras cuatro estuvimos conduciendo todos los estudios bíblicos de casa que podíamos conducir bien. . . .
‘¿Problemas de salud? Ah, sí, los misioneros no están inmunes a éstos. Pero hallamos a un excelente doctor que estaba familiarizado con las enfermedades tropicales y que se ganó nuestro afecto por su profundo interés en nosotras, como lo demostró visitándonos en la mañana y en la noche hasta que estaba satisfecho de que su paciente estaba recuperándose... todo esto sin costo extra después de su primera visita. Así el doctor Rojas Sucre ayudó a Hazel a vencer el paludismo y a mí a salir victoriosa de un terco caso de gripe, que descubrí que era mucho más traicionera en los trópicos que en un clima moderado.’
Después de veintiocho meses en Chitré, se dejó una nueva congregación recién formada bajo la dirección de hermanos nativos dedicados. Las misioneras recibieron nuevas asignaciones, dos de ellas a la Zona del Canal.
AÑOS DE NOTABLE AUMENTO
En la primera mitad de 1951, George A. Luning, graduado de la clase número doce de la Escuela de Galaad, fue asignado a Panamá. El 1 de junio llegó a ser el segundo superintendente de sucursal de Panamá. Sin embargo, el hermano Luning pronto se enfermó y solo pudo continuar en este puesto unos cuantos meses. Por eso George Papadem, que anteriormente había sido superintendente de sucursal en Cuba, fue enviado a Panamá y fue el tercer superintendente de sucursal aquí. El hermano Luning permaneció en Panamá como misionero.
En aquel tiempo había una sola congregación en la Zona del Canal. Estaba en el pueblo de Gamboa y consistía en hermanos de piel oscura empleados por la Compañía del Canal. Pero entre la población blanca, mayormente estadounidense, que trabajaba en la Zona, se había hecho muy poco trabajo. Por eso, en 1952 Hazel Burford y Mary Hinds fueron asignadas a trabajar en los pueblos de la Zona del Canal. Aproximadamente año y medio después se formó una congregación en Balboa. Consistía en las dos misioneras y cinco publicadores de congregación... todas hermanas. La cantidad de proclamadores del Reino de esta congregación ha fluctuado a medida que los militares cuyas esposas estaban en la verdad terminaban su turno de deber y se mudaban a otros lugares, o cuando otros, empleados en la Zona, partían de allí. Con el tiempo, otra congregación se estableció en Paraíso, un pueblo de la zona del Canal para individuos empleados a la tarifa local.
De 509 en 1952 la cantidad de publicadores del Reino aumentó a 906 en 1955, un aumento de casi 78 por ciento. El período que comenzó en 1951 fue marcado por la llegada de varias hermanas misioneras y otras personas. Entre éstas estuvieron Dorell Swaby y Fay Goodin de Costa Rica; Mavis Myers de Jamaica y Frances Taylor, Doris Beals y Mildred Tyler de los Estados Unidos. Algunas fueron enviadas a pueblos del interior, y por eso se comenzó a trabajar en nuevos territorios. Los buenos efectos de esto se manifestaron por el aumento que hubo a 31 congregaciones para el fin de 1955.
A principios de 1955, el hermano Papadem fue transferido a la sucursal de México y Archie Raper, quien había estado en la obra del circuito aquí por algún tiempo, fue nombrado superintendente de sucursal en este país. El hermano F. E. Harvey fue asignado a la obra de circuito en aquel tiempo, para prestar servicio a todas las congregaciones de habla española que para ese tiempo eran unas veinte, incluso algunos grupos aislados. Unos meses después, el hermano W. R. Gilks, graduado de la clase número catorce de la Escuela de Galaad, también fue asignado a la obra de circuito. Entonces teníamos tres superintendentes de circuito, y la obra de distrito la efectuaba el superintendente de sucursal. En aquel tiempo había tres circuitos con 31 congregaciones y una buena cantidad de grupos aislados.
Durante el espacio de tiempo desde 1955 hasta 1960 se logró progreso continuo. La obra de precursor especial recibió énfasis, y para el fin de 1960 había más de cuarenta de estos predicadores de tiempo cabal. Además, entonces teníamos 21 misioneros en Panamá.
NUEVO ALOJAMIENTO PARA LA SUCURSAL
En 1957 recibimos autorización para construir una nueva oficina sucursal y hogar misional con un Salón del Reino que tendría cabida para unas trescientas personas. Esta estructura estuvo lista para la dedicación cuando el hermano M. G. Henschel nos visitó en enero de 1958. La familia misional, así como los que trabajaban en la oficina y todas las congregaciones locales, se deleitaron por el excelente nuevo edificio. Aquello resultó ser una verdadera dádiva para el adelantamiento de la obra del Reino en Panamá.
Para 1960 había 1.231 publicadores del Reino en Panamá. En cinco años se había alcanzado un aumento de casi 36 por ciento. También habían surgido nuevas congregaciones a medida que los que habían estado asociados con grupos aislados desarrollaron mayor espiritualidad y algunos hermanos se capacitaron para asumir responsabilidades de congregación. Por eso, para 1960 hubo 41 congregaciones y algunos grupos aislados. Para satisfacer una necesidad que se hacía más intensa, se seleccionó a Dimas Álvarez de las filas de los precursores especiales para que llegara a ser el segundo superintendente de circuito nativo del país. Poco después de eso, David Sánchez, que también había sido precursor especial, emprendió la obra de circuito. Para ese tiempo, la obra del Reino estaba manifestándose por sus efectos en casi toda parte de Panamá.
UN TIEMPO PARA LA EDIFICACIÓN
Después de aumentar desde 45 publicadores a principios de 1945 a 1.231 en 1960, parecía que había llegado el tiempo para consolidar los adelantos logrados y para edificar a los que ya estaban en la verdad. Por eso, desde 1960 hasta 1965 hubo un aumento de solo 95 publicadores.
Esto no quiso decir que nuestra obra estaba aflojándose. ¡De ninguna manera! La predicación continuó recibiendo estímulo en todo el territorio. Simplemente había menos respuesta. Es posible que condiciones de perturbación política durante este tiempo afectaran nuestra obra hasta cierto grado.
AUMENTA LA ACTIVIDAD DE PREDICAR
Desde 1966 hasta 1970 hubo aumento saludable. La cantidad de publicadores del Reino había aumentado a un promedio de 1.781 para el fin de 1970, y había 45 congregaciones y unos 16 grupos aislados en ese tiempo en Panamá. La mayor parte de este aumento podía atribuirse al libro La verdad que lleva a vida eterna y a la obra entusiástica de los publicadores y precursores que lo colocaron en manos de la gente y empezaron estudios bíblicos.
El aumento continuó durante los años 1971 hasta 1976. En abril de 1971 pasamos de la marca de 2.000 publicadores por primera vez. Se notó poco aumento en 1972 y 1973, pero en 1974 hubo un aumento de 15 por ciento en el número de los que anunciaban el reino de Jehová. Durante el año de servicio de 1975 tuvimos un promedio mensual de 2.686 predicadores de la Palabra de Dios, un aumento de 16 por ciento sobre el año anterior. Y durante abril de 1976, 3.028 felices proclamadores del Reino informaron predicación.
TIEMPO PARA CONSTRUIR
En años anteriores, se nos hizo difícil hallar lugares apropiados para las reuniones. Pero por la bondad inmerecida de Jehová este problema ha sido resuelto. Por ejemplo, hay un excelente Salón del Reino en nuestro edificio de la sucursal en el mismo centro de la ciudad de Panamá. Desde 1959 hasta la mitad de 1976, por lo menos treinta y ocho Salones del Reino se volvieron a construir o se compraron edificios y se renovaron como lugares de reunión. Así, para 1976 la mayoría de nuestras congregaciones se reunían en sus propios Salones del Reino.
El crecimiento de la obra de predicar el Reino en Panamá también ha contribuido a que se necesite más lugar para almacenar literatura. Primero en 1970, y de nuevo en 1975, en la sucursal se efectuó alguna expansión y obra de reconstrucción para suplir lo que en este sentido se necesitaba. Este trabajo fue hecho principalmente por hermanos que contribuyeron su tiempo y energía. Habíamos pensado que el edificio que se había completado en 1958 suministraría amplio espacio para almacenaje, pero no habíamos previsto un casi increíble aumento en la cantidad de literatura que se colocaría en manos de la gente a medida que se fueran esparciendo las buenas nuevas en este país. Hoy, con aproximadamente tres veces el espacio que teníamos originalmente, todavía carecemos de espacio suficiente para mantener a la mano un surtido de dos años de Biblias, libros y folletos. Si es necesario, estamos dispuestos a hacer otros ajustes de modo que tengamos disponible un surtido adecuado de literatura bíblica para la predicación en Panamá.
MEJORA EN LA ESPIRITUALIDAD
Puntos de importancia en la historia teocrática de Panamá son, entre otros, las visitas espiritualmente edificantes de hermanos procedentes de la oficina central de la Sociedad Watch Tower y de los siervos de zona. Nunca olvidaremos la Asamblea Internacional “Hijos de Libertad de Dios” que se celebró aquí en diciembre de 1966. Unos 600 visitantes vinieron de muchas naciones y todos los directores de la Sociedad Watch Tower excepto uno estuvieron presentes. Esta asamblea se celebró simultáneamente en inglés y español.
Otro rasgo de la obra educativa de la Sociedad que ha contribuido notablemente a la espiritualidad de los testigos cristianos de Jehová aquí, como en otros lugares, ha sido la Escuela del Ministerio del Reino. Las primeras clases se componían de superintendentes de congregación y precursores especiales, tanto hermanos como hermanas. Sin embargo, el curso ahora es para ancianos cristianos. Este entrenamiento ha tenido un efecto muy saludable en la obra aquí. Ha producido mejor organización dentro de la congregación y ha dado a los superintendentes mayor entendimiento de los principios bíblicos.
SUFRIENDO COMO CRISTIANOS
A través de los años ha habido casos esporádicos de expulsión escolar de los hijos de Testigos. ¿Por qué? Por la posición que han adoptado acerca del ejecutar actos de adoración ante emblemas nacionales y cantar canciones que encierran sentimientos como de oración para parte de este sistema de cosas actual. En los últimos años, la insistencia de las autoridades en que el pueblo de Jehová se conforme a sus costumbres se ha intensificado. Pero, por supuesto, los cristianos verdaderos mantienen la neutralidad con relación a la política y evitan toda forma de idolatría.—Deu. 5:8-10; Juan 15:19; 18:36; 1 Cor. 10:14.
El 20 de mayo de 1971, después que un grupo de hijos de testigos de Jehová rehusó saludar la bandera o cantar el himno nacional en la escuela, la prensa dio informe de esto. Además el superintendente de circuito, Pedro Córdoba, y otros tres Testigos varones (uno de ellos un menor de quince años de edad) fueron detenidos por miembros de la Guardia Nacional. Un comandante borracho empujó e insultó a estos cristianos, y más tarde fueron transferidos a la cárcel de la ciudad de Panamá. Después de casi una semana, el juez de la corte juvenil dejó salir al menor bajo la custodia de sus padres. Los otros fueron puestos en libertad después de unas cuantas semanas sin que se presentaran cargos formales contra ellos.
Un abogado cuyos servicios se utilizaron para que se encargara del caso de los hermanos que habían sido aprisionados recibió insultos verbales delante de una de las más altas autoridades de la nación, un miembro del gabinete. ¿Por qué? Porque el abogado trató de mostrarle que la ley que se citaba como base para la acusación no aplicaba al caso. Parece que en los libros de reglamentos de Panamá no hay ley que indique directamente una obligación de saludar la bandera o cantar el himno.
RECOMPENSAS DE LA PERSEVERANCIA
A pesar de los problemas que hayan encontrado mientras practican el verdadero cristianismo, los proclamadores del Reino en Panamá han perseverado en predicar las buenas nuevas y Jehová ha bendecido sus esfuerzos. El valor de la perseverancia está bien ilustrado en una experiencia de la cual disfrutó Emily Raper. Ella escribe:
‘Hace diez años comencé un estudio bíblico con una señora que había llegado a ser la querida de un acomodado hombre casado. En aquel tiempo ella tenía un hijo de unos doce o trece años, y éste estaba presente en el estudio. Esta señora empezó a venir a nuestras reuniones y traía su hijo, aunque él comenzó a demostrar rebeldía cuando empezó a descubrir cuál era la verdadera situación que existía entre su madre y el supuesto padre. Ella tenía grandes deseos de abandonar a aquel hombre y dedicar su vida a Jehová, pero los obstáculos eran casi insuperables para ella. No tenía documentos legales ni oportunidad de conseguir un empleo sin ellos. El hombre hasta amenazó con suicidarse para que ella no decidiera efectuar un cambio. Sobre todo esto se amontonaban los insultos y amenazas de los hijos que este hombre había tenido por su esposa legal, puesto que ellos acusaban a esta señora de estar arruinando la vida de su padre. Después de varios años, el estudio bíblico fue descontinuado, aunque seguí visitándola a veces para ofrecerle estímulo y llevarle los últimos números de nuestras revistas. Mientras tanto, la salud de ella estaba decayendo y el muchacho estaba convirtiéndose en un delincuente, bebiendo muchísimo y andando en compañía de gente desordenada. ¿Qué podía hacer ella?
‘Bueno, para este tiempo hubo un cambio en el gobierno y se aprobó una ley que requirió que todos los extranjeros arreglaran debidamente sus documentos de residencia o salieran del país. Para este tiempo el muchacho se había casado, y por eso los tres salieron de Panamá sin dejar dirección a la cual escribir. ¿Habían sido completamente en vano mis siete años de trabajar con ellos?
‘Después de tres años de preguntarme qué les habría sucedido, recibí una carta que nos dio una inolvidable alegría. El hijo y su esposa se habían bautizado y hasta habían participado en el servicio de precursor temporero, mientras que la madre estaba preparándose para bautizarse en la próxima asamblea de circuito. Algún tiempo después tuvimos el privilegio de visitarlos. ¡Ay, qué gozo fue ver cómo había cambiado esta familia! La madre acababa de terminar un tiempo de servicio como precursora temporera y el hijo estaba ocupado practicando una parte para uno de los dramas de nuestra asamblea. Esta familia era ahora una familia en que había buen orden y felicidad. De seguro Jehová los había bendecido y había hecho que la verdad creciera en el corazón de ellos.’
Con el tiempo, esta señora que había sido una querida inmoral se casó con un hombre cristiano y así llegó a disfrutar de la vida de matrimonio en un hogar fundado sobre principios bíblicos. Es interesante el hecho de que a través de los años los testigos de Jehová en Panamá han solemnizado el casamiento de unas 850 parejas. Quizás la mitad o más de estas parejas habían estado viviendo en una relación consensual y obtuvieron un matrimonio legal después que uno o ambos de la pareja aprendieron los principios bíblicos y desearon cumplir con éstos para bautizarse en símbolo de una dedicación a Dios.
BENDICIONES PASADAS Y EN EXPECTATIVA
No hay duda de que muchos otros panameños sinceros todavía dedicarán su vida a Jehová. Dios nos ha bendecido abundantemente a través de los años mientras nos hemos esforzado por el hacer discípulos, y confiamos en que bendecirá nuestros esfuerzos futuros en la proclamación del mensaje del Reino.
La entrada de alabadores de Jehová en la organización se ha acelerado con el transcurso del tiempo. Se necesitaron unos cincuenta y cinco años para llegar al primer millar de publicadores del Reino en Panamá. Eso sucedió para 1955. Otros dieciséis años pasaron antes de que alcanzáramos la marca de dos mil, en 1971. Sin embargo, solo unos cinco años después —en marzo de 1976— alcanzamos la marca de 3.000 publicadores.
Ahora, los más de 3.000 proclamadores del Reino en Panamá miran al futuro con confianza en que Jehová continuará bendiciéndolos. Es nuestra oración que permanezcamos leales a nuestro Dios haciendo la obra que él ha encomendado a su pueblo. Sabemos que esta actividad resultará en abundantes recompensas, porque “el hombre de actos fieles recibirá muchas bendiciones.”—Pro. 28:20.