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  • El abuso sexual de menores... pesadilla de toda madre
    ¡Despertad! 1985 | 22 de enero
    • El abuso sexual de menores... pesadilla de toda madre

      PARA la joven madre, la pesadilla se había convertido en realidad. Cuando su hija de cuatro años de edad se quejó de dolores abdominales, la madre la llevó al médico. Después de examinar detenidamente a la niña, el médico dijo en tono grave a la madre que su hijita había sido víctima del abuso sexual. Había sido violada. La madre informó el asunto a las autoridades de la ciudad de Nueva York, las cuales descubrieron inmediatamente que dicho abuso se había cometido en una guardería infantil ubicada en el Bronx, Nueva York.

      Las investigaciones efectuadas en esta guardería produjeron resultados espantosos. Primero un niño, luego otro, y aún otro más, revelaron que también habían sido víctimas de actos de abuso sexual. Finalmente, por lo menos 30 niños afirmaron que habían sido objetos de tal abuso en la misma guardería. Uno de ellos tenía gonorrea. Entonces salieron a luz pública informes de que se había abusado de niños en otra guardería. Entonces, se informó lo mismo de otra guardería. Finalmente, se tuvieron que llevar a cabo investigaciones en siete guarderías tan solo en la ciudad de Nueva York.

      A medida que cada nuevo caso salía a luz pública, comenzaron a llegar informes de actos de abuso sexual de menores procedentes de otras partes del país. El escándalo se esparció. Los padres se preguntaban unos a otros: “¿Qué está ocurriendo?”. ¿Eran sencillamente incidentes raros de abuso sexual, o era una situación muy difundida que se estaba empezando a notar solo ahora?

      Un problema muy difundido

      La realidad es que desde hace mucho tiempo ha habido casos de abuso sexual de menores, y la situación es general hoy día. En 1983 el director de la Comisión Especial de Asesores sobre la Violación, de la ciudad de Nueva York, informó que había habido ‘un aumento dramático en la cantidad de niños que son víctimas de ultraje sexual, incesto y otras formas de abuso sexual’. El doctor David Finkelhor, del Programa de Investigaciones sobre la Violencia Familiar, de la Universidad de New Hampshire (E.U.A.), condujo un estudio en gran escala sobre este asunto. Halló que los hijos de 9 por 100 de los padres entrevistados habían sido víctimas de actos de abuso sexual. ¡Quince por ciento de las mujeres y 6 por 100 de los hombres entrevistados habían sido víctimas de abuso sexual cuando eran niños!

      Es difícil obtener estadísticas exactas. En los Estados Unidos, el Centro Nacional Contra el Abuso y Abandono de Niños tiene los expedientes de 55.399 casos de niños que fueron víctimas de abuso sexual en un solo año. Pero éstos son solo los casos de abuso incestuoso. El abuso por parte de amigos, vecinos, maestros, y así por el estilo —como por parte de desconocidos— aumentaría esa cifra a un grado considerable. Y un portavoz de la Sociedad Estadounidense para el Bienestar Infantil dijo al corresponsal de ¡Despertad! que “las cifras que tenemos constituyen tan solo una fracción pequeña del monto total”.

      Un informe que apareció en la revista Ladies Home Journal hace el siguiente cálculo: “El abuso sexual de niñas es cuatro veces más común que la violación de mujeres adultas. De cada cuatro niñas entre las edades de cinco y trece años, una llega a ser víctima de alguna forma de abuso sexual por parte de adultos... sea mediante el exhibicionismo, el acariciar impropio, la violación o el incesto. Aunque las niñas son las víctimas más comunes, entre 20 y 25 por 100 de las víctimas son niñitos”.

      Los médicos están convencidos de que tal abuso produce efectos perjudiciales y de largo plazo. Por eso, muchos padres se preguntan: ‘¿Están en peligro mis hijos? ¿Qué pasos puedo dar para protegerlos? ¿Qué clase de persona intentaría hacerles daño?’.

  • El abuso sexual de menores... ‘¿quién haría semejante cosa?’
    ¡Despertad! 1985 | 22 de enero
    • El abuso sexual de menores... ‘¿quién haría semejante cosa?’

      LA MAYORÍA de los padres no darían la contestación correcta a esta pregunta. Cuando pensamos sobre el abuso sexual, la mayoría de nosotros probablemente nos imaginemos a alguien desconocido y raro que se descubre ante los niños o que los persuade con engaño para que suban a un automóvil o lo acompañen a una arboleda. También se ha dado publicidad respecto a grupos que atraen con engaño a los niños con el fin de aprovecharse de ellos al usarlos para la pornografía o la prostitución infantil. Tales cosas sí suceden, pero esta clase de gente está muy lejos de ser el tipo común de personas que cometen actos de abuso sexual de menores. De modo que, ¿quiénes son los que generalmente cometen tal abuso?

      Sue fue víctima de un hombre que dirigía cierto grupo en una iglesia. Él dirigía un club de jóvenes, y todo el mundo concordaba en que él era una persona agradable. Pero abusó sexualmente de Sue y otras jóvenes. Otra joven escribió a una columna de consulta de cierto periódico y dijo que su tío favorito acostumbraba sentarla en la falda de él para hacerle caricias indecorosas. Cierto hombre recuerda que, cuando era niño, el hijo mayor de cierta familia muy allegada abusó de él muchas veces. Un niño de 11 años de edad fue objeto de abuso por parte de la tía con quien vivía. Una señora de Nueva York informa que su abuelo abusó de ella cuando tenía siete años de edad. El médico de cierto joven de 15 años de edad abusó de éste durante un examen médico. En el caso de Pam, la situación fue aun peor. Por muchos años, su propio padre abusó de ella. Y Mary fue víctima de dos hermanos y un primo hermano que eran mayores que ella.

      De hecho, probablemente menos de una tercera parte de los casos de abuso sexual de menores los cometen desconocidos. Por lo general, la víctima conoce al asaltante. A menudo la persona que comete esta clase de abuso es un pariente. Por eso, en la mayoría de los casos los niños son víctimas de personas a quienes conocen y en quienes confían, lo cual dificulta más el problema de protegerlos.

      Cómo procede la persona que abusa

      Muchos padres tienen también otra idea errónea. Se imaginan que se recurre a la violencia cuando se comete dicho abuso, y que el niño lucha y grita por misericordia. Puede que éste no sea el caso en absoluto, por lo menos no al principio. Tal vez al principio el abuso sexual se oculte bajo un contacto afectuoso o juguetón, y entonces se desarrolle desde ese punto. Es probable que la persona que abuse persuada al niño y ejerza presión sobre él, valiéndose de toda la autoridad que tiene como persona mayor. ¿Recuerda usted cómo se le enseñó, cuando era niño o niña, a obedecer a los adultos aunque le pidieran que hiciera algo que no era del agrado de usted, como el acostarse temprano o comerse todos los vegetales? Los que abusan se aprovechan de este entrenamiento. Uno de éstos, quien ahora está en prisión, dijo: “Muéstrenme a un niño obediente, y yo les mostraré a una víctima fácil”.

      Cierta niña recibía llamadas telefónicas obscenas. Cuando se le preguntó por qué no había enganchado el teléfono, ¡ella dijo que le parecía que hubiera sido una descortesía hacerlo mientras alguien todavía estuviera hablando! Una señora de 30 años de edad recuerda que su abuelo se acercó a ella a los 5 años de edad y le dijo: “Las niñas buenas hacen este favor al abuelito y nunca se lo dicen a su mamá”. ¿Cuántos niños y niñas de 5 años de edad podrían ver las malas intenciones en una situación como ésa?

      ¿Y recuerda usted que cuando era niño le encantaban los regalos y las invitaciones? Los que abusan emplean a menudo esta cualidad de los niños para comenzar una relación abusiva. Por ejemplo, ¿qué haría su hijo o su hija si el conserje de la escuela le dijera: “Quédate un rato conmigo en la oficina después de las horas de clase y te daré dinero”, o si la niñera le dijera: “Te dejaré ver televisión hasta tarde si primero haces algo por mí”?

      Su ministro abusó de ella

      A veces las personas que abusan de los menores se aprovechan del interés natural de los niños en saber secretos. Cuando era joven, ¿no hallaba usted emocionante saber algún secreto? Cierta niñita tenía un secreto que no había revelado a sus padres. Pero cierto día los padres notaron que ella estaba actuando de manera precoz respecto a lo sexual. Cuando le preguntaron dónde había aprendido tal comportamiento, la niñita dijo: “Es un secreto”. Su padre le explicó que a veces hay ocasiones en que no debemos guardar un secreto, de modo que la niñita reveló su secreto. Un hombre de 40 años de edad, que estaba casado y tenía sus propios hijos, y quien era pariente cercano de la familia, la había obligado a acostarse y la había violado.

      Finalmente, puede que se empleen amenazas, amenazas sutiles contra el sentido de seguridad del niño. Una señora dice que su padrastro abusó de ella cuando era niña. Dice que él lo hizo durante cuatro años, habiendo comenzado cuando ella tenía seis años de edad. ¿Por qué no se lo dijo a su madre? “Él me dijo que si alguna vez divulgaba el asunto a alguien, la policía lo arrestaría y mi madre perdería su empleo. La familia sufriría de hambre y yo tendría toda la culpa”.

      La autora Gail Sheehy considera muchos de estos rasgos en el siguiente comentario: “Olvidamos que considerábamos omnipotentes a las personas mayores cuando éramos niños”. Añade: “Es muy fácil para un padre o una niñera comenzar ciertas actividades sexuales bajo el disfraz de un baño o una inspección de higiene normales. El niño se da cuenta de que algo no marcha bien cuando se introducen los secretos: ‘No le digas a tu mamá que hicimos esto’ —y se puede infundir bastante intimidación de un solo golpe— ‘si lo haces, ella no te va a querer más’”. ¿Podría el hijo o la hija de usted resistir tal chantaje sicológico?

      La mejor defensa del niño

      Como usted puede ver, las personas que cometen esta clase de abuso pueden ser las que menos uno se imagine, y pueden valerse de tácticas complicadas y astutas. El abuso sexual de menores es probablemente tan antiguo como la historia. Pero a medida que progresa esta generación, y más personas llegan a ser ‘amadoras de sí mismas, [...] sin tener cariño natural, [...] sin gobierno de sí mismas’, la amenaza se hace cada vez mayor (2 Timoteo 3:1-3). Pero los niños sí tienen una defensa poderosa. ¿Cuál es? Sus padres. Estos adultos son los que mejor pueden protegerlos de otros adultos que quieran abusar de ellos. Veamos cómo pueden proteger a sus hijos.

  • El abuso sexual de menores... usted puede proteger a sus hijos
    ¡Despertad! 1985 | 22 de enero
    • El abuso sexual de menores... usted puede proteger a sus hijos

      UNA joven con quien su propio hermano y su cuñado se propasaron cuando ella era niña dice: “Tenía miedo, así que no se lo dije a nadie. Por eso quiero aconsejar a todos los padres: ‘Por favor, enseñen a sus hijos e hijas a no permitir que nadie en la familia, o fuera de la familia, les ponga las manos encima de algún modo incorrecto. Si alguien trata de hacerlo, no tengan miedo de denunciarle’”. Ella añade: “¡Esto puede ocurrir a cualquier niño en cualquier momento!”.

      En este mundo degenerado, tenemos que tomar medidas definidas para proteger a nuestros hijos del abuso sexual. No es prudente dejar las cosas a la casualidad y simplemente esperar que nada ocurra.

      La primera línea de defensa

      La primera línea de defensa es evitar las situaciones que dejen vulnerables a nuestros hijos. Por ejemplo, a los padres se les aconseja que sean prudentes con respecto a dejar sus niños al cuidado de adultos jóvenes que aparentemente prefieran estar con niños más bien que con personas de su misma edad. Cierto sicólogo clínico informa que dos terceras partes de los culpables de abuso sexual a quienes está tratando cometieron el delito mientras cuidaban de niños.

      La doctora Suzanne M. Sgroi menciona otras dos situaciones que han llevado al problema: El que niños compartan camas o habitaciones con adultos o adolescentes; y las grandes reuniones familiares en que los mayores se ocupan de divertirse y simplemente suponen que los hijos mayores están cuidando de los menores.

      La verdad es que, mientras más tiempo estén nuestros hijos bajo nuestra supervisión personal, menos oportunidad tendrán los que se propasan de influir en ellos de modo corrupto. Ann, madre de tres hijos, va hasta el punto de no permitir que su hijo menor, un muchacho de 14 años de edad, pasee por el centro comercial —o siquiera entre en los cuartos de aseo públicos— a solas. El muchacho probablemente opine que esto es muy restrictivo, pero su madre tiene motivos para hacerlo. Alguien se propasó con ella cuando era niña.

      No obstante, los padres no siempre pueden vigilar de cerca a sus hijos. Los padres y las madres que tienen su empleo tal vez no tengan otro remedio que valerse de los servicios de una guardería infantil, o dejar a sus hijos con parientes o niñeras. Los niños tienen que ir a la escuela, y los padres no siempre pueden estar con ellos. Los parientes y las amistades visitan a la familia. ¡Y además están los vecinos! ¿Cómo podemos proteger a nuestros hijos, si ellos son tan vulnerables? En realidad, solo hay una manera...

      Hable con su hijo acerca del peligro

      La sicóloga Debrah Shulman dijo: “Es insensato hacer creer a los niños que no hay peligros. Los niños se dan cuenta de que son vulnerables, y naturalmente se preocupan por su propia seguridad. Parte de la función de un padre [o una madre] es darles los instrumentos para enfrentarse con el peligro de modo realista. Si tal información se presenta de modo sincero y positivo, no amenazará a los niños, sino que los tranquilizará”. Sí, tenemos que hablar con ellos sobre el asunto.

      Es fácil decirlo, pero no tan fácil hacerlo, especialmente en vista de que el peligro más grande proviene de las amistades y los parientes. Puede que ya hayamos prevenido a nuestros hijos contra el desconocido que quiera convencerlos de que vayan al bosque o llevárselos en un automóvil. Pero ¿cómo podemos darles “los instrumentos” para que se protejan de las personas a quienes conocen, respetan y hasta aman?

      Que sigan su instinto

      Ann, la madre a quien mencionamos anteriormente, informa que solo tenía cinco años de edad cuando un pariente se propasó con ella. Sin embargo, ella sabía que él estaba haciendo algo incorrecto, aunque no sabía cómo impedírselo. Y, desgraciadamente, no podía hablar sobre el asunto con sus padres. Las vías de comunicación no eran muy buenas en aquel tiempo.

      La experiencia de Ann demuestra que los niños generalmente tienen un sentido natural de lo que es bueno y decente. Nosotros tenemos que fortalecer ese instinto, decirles que ellos deben hacer caso de su instinto aunque un adulto les diga lo contrario. A menudo una respuesta simple y categórica, como: “¡No, no quiero que hagas eso!”, basta para disuadir al que quiere propasarse. La experiencia de Ann también muestra que tenemos que mantener abiertas las vías de comunicación con nuestros hijos.

      Hace poco cierto esposo y su esposa estaban considerando este problema entre sí. Preocupados, preguntaron a su hija si alguien se había propasado con ella alguna vez. Se horrorizaron cuando la hija contestó afirmativamente. Un viejo amigo en quien la familia confiaba lo había hecho varias veces. La familia tenía excelente comunicación con sus hijos, de modo que ¿por qué no había dicho nada antes la hija? Sencillamente porque no sabía abordar el asunto. Una vez que se mencionó el asunto, la hija estuvo muy dispuesta a considerarlo.

      ¿Cómo podemos hablarles del asunto?

      En primer lugar, tenemos que sacar a colación el tema. Una manera que se sugiere es que si en el noticiario se informa acerca de un escándalo, los padres pudieran utilizarlo como una oportunidad para preguntar a sus hijos: “¿Te ha hecho alguien alguna vez algo parecido?”, y luego pase a decirles cómo obrar si alguien tratara de hacerlo.

      Los padres que enseñan a sus hijos acerca de la Biblia pueden utilizar partes de ella como puntos de partida. Pueden utilizar la historia de Dina, la hija de Jacob, para explicar cuáles son los límites en cuanto a lo que una persona puede hacer a otra (Génesis 34:1-4). La historia de Tamar y Amnón puede utilizarse para mostrar que hay cosas que ni siquiera se permite que parientes cercanos hagan entre sí (2 Samuel 13:10-16). Y debemos asegurarnos de que ellos entiendan que si algo de esa índole les ocurriera, nosotros queremos saberlo. No nos enfadaremos con ellos si nos lo dicen.

      Alguien se propasó con Mary cuando ella era una niñita, así que ella se aseguró muy bien de poner a sus tres hijas en guardia contra los que quisieran propasarse. ¿Cómo lo hizo? Tan pronto como las hijas tenían suficiente edad para entender, ella les dijo: “Si alguien las toca en las partes indebidas, díganmelo y no me voy a enfadar”. ¿Cómo sabrían ellas cuáles eran las partes indebidas? Mary dice que se las mostró cuando ellas tenían unos tres años de edad. Cuando las bañaba o las preparaba para dormir, les señalaba las partes del cuerpo que otras personas no les deberían tocar. A medida que ellas iban creciendo, les planteaba situaciones: “Nadie debe tocarlas ahí, aun cuando sea un maestro o un policía. Ni siquiera mamá o papá debe tocarte allí. ¡Y un médico puede tocarte ahí solo si mamá o papá está contigo!”.

      “Si alguien te toca en las partes indebidas, dímelo”

      ¿Surtió esto efecto? Mary recuerda una ocasión en que un pariente estaba jugando con la hijita de ella de 6 años de edad. Las cosas que el pariente estaba haciendo comenzaron a hacer que la niñita se sintiera incómoda. ¿Qué hizo ella? Sencillamente se alejó de él. Mary no está segura si el pariente tenía malas intenciones o no. Pero está contenta de que su hija supo apartarse de la situación cuando ésta comenzó a parecerle “incorrecta”, o “extraña”.

      Por consiguiente, tal como los padres dan a sus hijos advertencias en contra de irse con desconocidos, jugar en una calle donde hay tráfico constantemente, y poner las manos en cables que conducen electricidad, así también deben hablarles acerca de evitar que alguien les falte al respeto en sentido sexual. Deben explicarles los límites del cuerpo que otras personas —incluso sus propios padres— no deben traspasar. Deben decirles claramente que si algo ocurriera, ellos querrían saberlo. Y no van a echar la culpa a los hijos.

      El juego “¿qué tal si [...]?”

      A veces los adultos se valen de su experiencia e inteligencia más extensa para engañar a los niños y hacer que se unan a ellos en alguna actividad impropia, y los niños quizás no noten el engaño sin recibir ayuda. Por eso Linda Tschirhart Sanford, autora del libro The Silent Children, sugiere un medio que pudiera utilizarse para contrarrestar esto de antemano: el juego “¿qué tal si [...]?”. Pregunte a sus hijos de vez en cuando qué harían ellos en ciertas situaciones: “¿Qué tal si quien te estuviera cuidando te dijera que podrías quedarte viendo la televisión hasta tarde si te metieras en la bañera con él y jugaras ciertos juegos? ¿Qué le dirías?” “¿Qué tal si alguien a quien tú conoces te llevara a dar un paseo en automóvil y quisiera poner las manos donde no debe? ¿Qué harías tú?” “¿Qué harías si un amigo de mayor edad te tocara de un modo que no te gustara, o quisiera desvestirte y jugar un juego secreto contigo?”.

      Al enseñar al hijo o hija a contestar debidamente, los padres pueden mostrarle que hay ocasiones en que él o ella puede decir no a un adulto. También hay ocasiones en que los hijos deben revelar secretos. Si se les enseña a decir cosas como: “Voy a preguntar a mamá primero”, podrán desanimar a la mayoría de los que quieran propasarse. Si el niño o la niña aprende las respuestas correctas en el juego “¿qué tal si [...]?”, estará adquiriendo algunos buenos instrumentos para protegerse. Si él o ella da una respuesta incorrecta, entonces, repita la pregunta y sugiera una respuesta diferente.

      Denles las palabras

      La siguiente experiencia muestra otro problema que afrontan los niños en relación con el abuso sexual: Una señora relata que alguien abusó de ella cuando era niña, y ella trató de decírselo a su madre. Pero no sabía las palabras correctas y no podía explicarle lo que había ocurrido. La madre creía que alguien simplemente había tratado de mostrarle cariño y que la niñita había malentendido la situación y la había exagerado.

      Debido a experiencias parecidas a ésa, los asistentes sociales animan a los padres a enseñar a sus hijos los nombres correctos de las partes del cuerpo. Denles el vocabulario para expresarse en caso de que ocurriera lo peor.

      Enseñe a sus hijos los nombres correctos de las partes del cuerpo

      Alertas, pero equilibrados

      Una de las peores pesadillas de un padre o una madre es que alguien se propasara en sentido sexual con su hija o hijo. No obstante, tenemos que recordar que la mayoría de los adultos no van a propasarse con nuestros hijos. La mayoría de nuestros parientes los aman y estarán tan interesados como nosotros en protegerlos del abuso sexual.

      Por otra parte, eso puede ocurrir. Y no basta con simplemente esperar que no ocurra. El proverbio bíblico dice: “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse” (Proverbios 22:3). Por consiguiente, es prudente obrar con cautela, especialmente en vista de los tiempos en que vivimos. Si evitamos, al mayor grado posible, el poner a nuestros hijos en situaciones que los dejen vulnerables, si les explicamos los límites que ni siquiera los adultos deben pasar, y si les enseñamos cómo reaccionar en caso de que cualquier adulto trate de pasar esos límites, entonces estamos haciendo muchísimo para proteger a nuestros hijos del que quiera propasarse.

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