¡Las asambleas son para los niños también!
“UNA vista indescriptible” es la manera en que un reportero habló acerca de ello. “Niños con rostros radiantes, juventud, y alegría de corazón.” La ocasión fue una sesión especial de la asamblea internacional que celebraron en Saint Louis, Misuri, los testigos de Jehová en 1941, cuando unos 15.000 jóvenes entre las edades de cinco y dieciocho años se pusieron de pie en su respectivo lugar de primer plano en un auditorio grande y convinieron en participar en esparcir el mensaje del Reino a otros. Cada uno recibió un ejemplar gratis del libro Hijos.
¿Se da usted cuenta de que aquel grupo ahora tiene de treinta y dos a cuarenta y cinco años de edad y que muchos de ellos son padres y madres con responsabilidades de familia? Y además de éstos, hay otra multitud de padres y madres en este mismo grupo según edad que han ayudado a henchir el gran total de ministros del Reino en todo el mundo hasta una cifra que ahora es casi once veces el total de 106.137 que había en 1941. Una manera en que esta multitud de padres cristianos responsables demuestra su madurez es por medio de prestar atención amorosa al bienestar espiritual de sus hijos.
Esa atención especial e interés piadoso bien pudieran incluir el asistir a la asamblea que escojan en 1969... el asistir como un grupo de familia intacto. ¿Por qué no? ¿No es una realidad que los programas de las asambleas se planean deleitablemente de modo que sean de provecho a los jóvenes y a los de mayor edad? Y, ¿no se sabe bien que los dramas bíblicos representados en la plataforma en estas asambleas han producido tremenda impresión en los niños y en los jóvenes?
BENEFICIOS PARA LOS NIÑOS
El asistir a las asambleas siempre resulta sumamente provechoso para los jóvenes. Descubren que el servir a Jehová Dios no es monopolio de los adultos, que en realidad hay multitudes de niños que se interesan intensamente en las reuniones del Salón del Reino, en el estudio de la Biblia y en el ministerio del campo de casa en casa. Los efectos al observar y oír lo que se hace y se dice en la plataforma a menudo son trascendentales. Considere, por ejemplo, el caso de la mujer que vino a pedir que alguien condujera un estudio bíblico en su hogar. ¿Por qué? Bueno, una de sus niñitas, impulsada por curiosidad, asistió a una sesión de la asamblea de Panamá de 1966, y llegó a casa tan rebosante de las cosas que había visto y oído que la madre simplemente tuvo que averiguar de qué se trataba.
Otra cosa: los niños conocen en la asamblea a otros jóvenes que ya han emprendido el ministerio de tiempo cabal como precursores. Oyen directamente sus experiencias, se conmueven por los relatos en cuanto a hallar a personas semejantes a ovejas y pastorearlas y dirigirlas amorosamente al rebaño u organización del Señor. Su mente joven empieza a dirigirse a la vocación que más vale la pena, el ministerio de precursor. ¡Ciertamente vale la pena exponer a los hijos a asociados tan excelentes!
Quizás a algunos padres les perezca que sus hijos adolescentes o más jóvenes no están manifestando interés en el mensaje de la Biblia a tal grado que justifique el llevarlos a una asamblea. Pero, ¡quizás una asamblea sea exactamente lo que necesiten! En un caso, una hija adolescente no quería participar en el estudio bíblico que se conducía con su madre. Sin embargo, se le invitó a ir a una asamblea. Aceptó y se sorprendió tanto por lo que vio y oyó que inmediatamente se interesó en el estudio y en las reuniones del Salón del Reino. Después de solo seis meses se inició en el servicio de predicación de casa en casa. Ahora también da el testimonio eficazmente a sus condiscípulos.
TODOS TIENEN QUE HACER PLANES
Para que su familia disfrute junta de las bendiciones de la asamblea, hay que hacer planes. Hay que escoger el sitio de la asamblea, según las fechas de la asamblea y las vacaciones que tengan tanto los padres como los hijos. Se tienen que hacer arreglos con anticipación con los patronos. Pero, quizás más importante, hay que hacer un presupuesto de las finanzas de la familia para sufragar el costo del viaje. El apartar los fondos que se necesitarán ciertamente será una carga menos pesada si se comienza con bastante anticipación y uno se adhiere fielmente a ello, a pesar de las tentaciones de un mundo materialista.
Los niños, también, pueden ayudar en este asunto. En realidad demostrarían verdadero aprecio si se interesaran algo en cómo la familia puede arreglárselas financieramente. Los niños mundanos no tienen este aprecio y continuamente están pidiendo más y más a sus padres sin ninguna gratitud verdadera. Los jovencitos piadosos tienen una actitud diferente. Tienen un punto de vista equilibrado. Piensan en lo que está envuelto, y se esfuerzan por aligerar la carga que llevan los amorosos padres.
Entre los informes de Australia, por ejemplo, llegó el del jovencito de once años que se levantaba a las cinco de la mañana a recoger botellas antes de la escuela, y que vendía periódicos por las tardes, cortaba pastos y hacía otros trabajos sueltos para los vecinos a fin de poder pagar su pasaje a la ciudad de asamblea. No queriendo ir en zaga, su hermana, de nueve años, cultivó flores y las vendió y desempeñó diversos trabajos para los vecinos. Estos jovencitos sabían que les esperaban bendiciones en la asamblea y no dieron por sentado que sus padres podrían asumir la plena responsabilidad del costo del viaje.
También, en Panamá en 1966 un niñito de cinco años comenzó a cosechar habichuelas con meses de anticipación para poder aligerar a sus padres parte de la carga de su viaje a la ciudad de asamblea. ¡Ciertamente ésa es evidencia maravillosa de aprecio juvenil!
También hubo la experiencia de la joven de Surinam que estaba deseosa de ir a la asamblea. Pero, ¿cómo? Trabajaba para una señora, pero tenía que llevar a casa todo lo que ganaba para ayudar a sufragar los gastos corrientes de la familia. La señora le pidió que le consiguiera a alguien que le lavara el auto. La muchacha se ofreció a hacerlo, y debido a eso la señora le ofreció 25 centavos de dólar por el trabajo. Lo hizo tan cabalmente que la señora no solo le dio este trabajo regularmente, sino que también le aumentó al doble su salario acostumbrado. Y, cuando la patrona se enteró del motivo por el cual la muchacha deseaba el dinero extra, hasta accedió a guardar los fondos de la muchacha para que estuvieran seguros y disponibles cuando llegara el tiempo para pagar el pasaje a la asamblea.
Otro ejemplo del efecto que tiene en los jóvenes el asistir a las asambleas es el caso del estudiante de derecho que estaba en su tercer año en la Universidad de Tokio. Los Testigos lo encontraron cuando participaban en la distribución de revistas, y sucedió que él se enteró de que iba a celebrarse una asamblea. Puesto que estaba de vacaciones en ese tiempo, decidió asistir. Intensamente impresionado por esta experiencia, privadamente estudió varias publicaciones de la Sociedad, hizo arreglos para que se condujera un estudio bíblico con él y luego comenzó a asistir con regularidad a las reuniones. Dos meses después que se le testificó por primera vez, se bautizó. Al graduarse llegó a ser, no abogado, sino predicador de tiempo cabal de las “buenas nuevas.”
EL ESTAR JUNTA TODO LA FAMILIA
Cuando la asistencia a una asamblea está enlazada con las vacaciones para toda la familia, ¡qué ocasión inolvidable puede haber para todos! En medio de nuevas asociaciones y nuevos alrededores los miembros de la familia llegan a estar más unidos. ¡Cada día los miembros tienen tanto que decirse unos a otros en cuanto a los acontecimientos del día, la gente que conocieron, las experiencias que oyeron, y, sobre todo, las sesiones de la asamblea de las cuales han sacado provecho! Y esto sigue día tras día aun después de haber vuelto a su rutina de la vida en casa.
Además, tales vacaciones de familia podrían incluir otros gozos que se comparten juntos. Quizás haya la oportunidad de acampar unos cuantos días en el campo, explorando las bellezas de la creación de Dios. O puede haber la posibilidad de pasar algún tiempo junto al mar, si el hogar de la familia está en el interior del país. O la familia pudiera visitar sitios históricos donde las lecciones de historia se pueden grabar con facilidad en la mente. Hasta puede ser posible hacer arreglos para que la familia dé el testimonio en algún territorio que sea totalmente diferente del territorio local.
El asistir a la asamblea de distrito como grupo de familia puede tener muchos resultados excelentes. Los jóvenes y las personas de más edad descubren que el aprecio que le tienen a su lugar en la organización teocrática se ha profundizado. A cada uno se le ayuda a ver más claramente sus responsabilidades para con los otros... sea para con los padres de uno, para con los hijos de uno, para con la congregación de Dios o para con Jehová mismo. Los niños y los jóvenes, así como los adultos, pueden sacar provecho de la influencia que da ensanche de comprensión a la mente, la de llegar a conocer a personas de otros países y llegar a sentir el alcance verdaderamente global de la predicación de las “buenas nuevas” que se está efectuando ahora.
¿No es una realidad el que las asambleas son para los niños también?