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Enfrentándose a la amenaza del abuso del alcohol¡Despertad! 1978 | 22 de mayo
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médico por su alcoholismo. Pero no terminó el tratamiento. ¿Por qué? Dijo que debido a lo que había aprendido, ya tenía suficiente fuerza de voluntad para dejar de beber. Y es verdad que la tenía, pues abandonó el hábito por completo. También cambió su asociación al dejar de participar en las tertulias de beber que sus anteriores amigos todavía celebraban.
Como resultado, toda su vida mejoró. Su vida de familia se hizo mucho más feliz, disfrutó de mejores relaciones con otros, pudo mantener su empleo y tuvo con qué conseguir mejor alojamiento. Lo que es de verdadero interés en este caso es que él no atribuyó su recobro al tratamiento médico, sino a la determinación que pudo conseguir con la ayuda de la Biblia, la oración, y el apoyo de su esposa y asociados edificantes.
Y éste no es un caso aislado. Muchos han tenido experiencias parecidas en diferentes partes del mundo que muestran que sí se puede vencer el alcoholismo.
Sin embargo, una vez que el individuo haya vencido su hábito y ya no dependa del alcohol, tiene que ejercer mucho cuidado. Para la mayoría de los que han sido alcohólicos, el mejor consejo respecto a las bebidas alcohólicas es: ¡No tome! Casi todas las autoridades convienen en que el mejor proceder para los ex alcohólicos es el abstenerse por completo del alcohol. Es relativamente pequeño el porcentaje que puede recobrar dominio de sí mismo a tal grado que pueda beber moderadamente y no volver al abuso del alcohol. Pero la mayoría de los demás no pueden hacerlo.
Se ve, pues, que aunque las bebidas alcohólicas pueden añadir cierto placer a la vida, deberían manejarse como se maneja un explosivo: con tremendo cuidado. De otro modo, la “explosión” creará problemas tan severos que hasta la vida puede ser destruida.
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La “doble aprobación”¡Despertad! 1978 | 22 de mayo
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La “doble aprobación”
Al tratar sobre los efectos de la televisión en personas muy jóvenes, el Dr. Thomas Harris les da a los padres mucho en que pensar. Después de explicar que la mente joven funciona como un magnetófono, declara: “Un niño de tres años de edad que pasa muchas horas al día ante un televisor está grabando lo que ve. Los programas que ve son un concepto de la vida que se le ha ‘enseñado.’ Si ve programas relacionados con la violencia, creo que graba la violencia. . . . Esta conclusión es segura si sus padres no expresan su oposición por medio de cambiar el canal. Si ellos disfrutan de programas en que se exhibe la violencia, entonces el jovencito recibe doble aprobación —el televisor y los padres— y da por sentado que tiene permiso para ser violento con tal que junte la cantidad de injusticias que se requiere.”
Sí, no basta con que nosotros personalmente evitemos demostraciones de violencia en nuestro hogar. La pregunta que debemos contestar es: ¿“Aprobamos” la violencia a los ojos de nuestros hijos por nuestros hábitos de entretenimiento?
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