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¿Qué le está ocurriendo a la vida familiar?La Atalaya 1984 | 1 de octubre
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¿Qué le está ocurriendo a la vida familiar?
“POR favor, ¿me puede ayudar? Mi esposo me maltrata y ya no puedo aguantar esta situación. No tengo a quién acudir. Estoy sola, a excepción de mi hijo, de un año de edad. Mi esposo es dado a arranques violentos de cólera, y a veces he tenido los brazos llenos de cardenales a causa de los puñetazos que me da. Hace dos semanas me golpeó en la nariz y tuve una terrible hemorragia nasal. Entonces, cierta noche comenzó a estrangularme en la cama, y no fue sino hasta que me desmayé que se dio cuenta de lo que había hecho. Por varios días se me hizo difícil tragar. [...]
”Mi esposo grita y rompe cosas en la casa, y asusta al bebé. Cierta noche, después que mi esposo me había derribado al suelo, el bebé gritó aterrorizado y yo estaba herida y demasiado asustada para hacer algo. [...] Le había dicho que quería divorciarme. Ahora no me atrevo a decir que quiero irme, de lo contrario él se sobresalta, y temo que esté en peligro mi vida o la de mi hijo.”—Del libro Scream Quietly or the Neighbours Will Hear, de Erin Prizzey.
¿Son éstos unos incidentes aislados? ¡De ninguna manera! Se calcula que anualmente, tan solo en los Estados Unidos, hay alrededor de 1.800.000 casos de esposas a quienes sus respectivos esposos les pegan, o sea, les dan patadas, las muerden, les dan puñetazos, las golpean con algún objeto, las amenazan o atacan con un cuchillo o un revólver. Añada a ésos los casos de abuso sexual de niños y desatención de las necesidades emocionales de éstos, los de maltrato de padres y abuelos, y el cuadro es aún más lamentable. Por consiguiente, surge la pregunta: ¿Qué le está ocurriendo a la vida familiar?
Usted tiene motivo para preocuparse. ‘¿Por qué yo? —puede que usted pregunte—. ¡Puedo asegurarle que esas cosas no ocurren en mi familia!’ Aun así, esos problemas de familia deben interesarle. ¿Por qué? Porque hace mucho tiempo la Biblia profetizó que la frecuencia de esos trastornos de familia sería una de las pruebas claras de que estamos viviendo en “los últimos días” del entero sistema de cosas mundiala. Note lo que predijo el apóstol Pablo: “Sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, [...] desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural”. (2 Timoteo 3:1-3.)
¿Se están cumpliendo realmente hoy día las palabras de Pablo? ¿Cuál es precisamente el alcance de esas peleas familiares? ¿Sirve esto para apoyar el cumplimiento de la profecía de Pablo que indica que verdaderamente estamos viviendo en “los últimos días”?
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Nuestros “tiempos críticos”... ¿cómo están afectando a su familia?La Atalaya 1984 | 1 de octubre
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Nuestros “tiempos críticos”... ¿cómo están afectando a su familia?
“Por humilde que sea, no hay lugar como el hogar.”
ESAS palabras las escribió el compositor John Howard Payne. Pero eso fue hace 160 años. En el mundo actual ha surgido un cuadro diferente. El “hogar dulce hogar” es a menudo un campo de batalla. El amor y el cariño natural que esperaríamos hallar dentro del círculo de la familia brillan por su ausencia en demasiados hogares. Pero ¿por qué? ¿Son de alguna manera singulares los problemas de familia de nuestro tiempo?
La familia del siglo XX
En siglos anteriores la familia era a menudo una unidad de producción económica. O sea, todos —padres e hijos— cooperaban en construir la casa, hacer los muebles, cultivar los campos y cuidar los rebaños (Génesis 37:2; Proverbios 31:16). Pero las cosas cambiaron con el comienzo de la revolución industrial.
Cuando las naciones occidentales, en particular, se hicieron más industrializadas, muchas familias se mudaron a las ciudades en busca de trabajo en las fábricas. Ahora la gente tenía que salir de su casa todos los días para ir a trabajar. Las familias tenían cada vez menos tiempo para estar juntas. Cosas como la ropa y los muebles se compraban en vez de hacerse. Y, como declara el libro The Family, Society, and the Individual:
“Estos cambios, como era de esperarse, han tenido un efecto marcado en [...] la vida doméstica. La familia ya no produce nada como unidad económica. Desde la aprobación de la legislación de escolaridad obligatoria y las leyes relacionadas con el empleo de menores, los hijos se han convertido en pérdida económica en vez de ganancia”. ¿Qué efecto ha tenido esto en los patrones de crianza de los hijos? “La naturaleza patriarcal del grupo familiar cambió, y la disciplina y el respeto por la autoridad llegaron a ser poco menos que piedras angulares de la buena vida.”
Tales cambios han significado que la familia del siglo XX se ha visto sometida a tensiones únicas, y en algunos casos, mayores que las que tenían las familias del pasado. Y esto no es estrictamente un problema del mundo occidental. La colonización y la industrialización subsiguiente han trastornado los papeles tradicionales en la familia, incluso en los llamados países del Tercer Mundo. En algunos casos las esposas se han resentido de que no se las considere como socias. Por eso, una esposa africana dijo en tono de lamento: “¿Por qué dejan los hombres que seamos nosotras las que carguemos el equipaje? Voy al campo con una azada al hombro y un niño a la espalda. Él no lleva nada. Entonces regreso con la azada, el niño y un enorme recipiente de agua sobre la cabeza. Él sigue sin llevar nada. Se gasta el dinero en la bebida, no en nosotros ni en los hijos. Compartimos el trabajo, o hacemos la mayor parte de éste, pero él se queda con todo el dinero y nos dice que es de él... que él se lo ganó. Debe estar bromeando”.
La familia del siglo XX ha sentido el efecto de otra influencia que nunca antes se había experimentado en la historia... la televisión. Se calcula que para cuando un joven cumpla los 18 años de edad, habrá visto unas 15.000 horas de televisión, en comparación con aproximadamente 11.000 horas que habrá pasado en la sala de clases. Para cuando tenga 14 años de edad, el niño estadounidense medio habrá visto matar en la TV a unas 18.000 personas. ¿Qué efecto tiene esto en él? El libro Childstress!, de M. S. Miller, contesta: “Muchos sicólogos y jueces consideran que la televisión es responsable de la violencia que los jóvenes emulan. Cuando un niño de 9 años de edad asaltó un banco de la ciudad de Nueva York con una pistola de juguete y obtuvo cien dólares, dijo que lo hizo porque ‘vi unos individuos hacerlo en la TV’”. La revista The Family Coordinator añade: “Aunque el efecto directo de esta exposición de los jóvenes es poco concluyente de modo empírico, está claro que en los medios publicitarios se representa una serie de valores que invariablemente tendrán cierta repercusión en la vida de los jóvenes y en su posterior estilo de vida”.
No hay duda de que la familia del siglo XX ha experimentado un conjunto único y peculiar de condiciones de vida que la han sometido a tensiones e influencias sin precedentes en la historia humana. Pero ¿ha conducido eso en realidad a problemas de familia que prueben que estamos viviendo en “los últimos días”?
Con lujo de detalles, el apóstol Pablo predijo que “los últimos días” se caracterizarían por “tiempos críticos, difíciles de manejar”a. ¿Cómo afectarían a la vida de familia esos “tiempos críticos”? Pablo contesta: “Los hombres serán [...] desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural”. (2 Timoteo 3:1-3.)
‘Desobediencia a los padres’
Los hijos son carne y hueso de sus padres y están en deuda con ellos por un sinnúmero de bendiciones. Es espantoso que los jóvenes no muestren a sus padres la honra, el respeto y la atención que éstos merecen. Como lo expresó un erudito de la Biblia: “El que los jóvenes pierdan todo respeto por los mayores, y no reconozcan la deuda impagable y la obligación fundamental que tienen para con los que les dieron la vida es la señal de una civilización sumamente decadente”. ¿Es ése realmente el caso en las familias del siglo XX?
“Tengo miedo a mi propio hijo”, se lamentó una madre al hablar de una de las manifestaciones que más dan que pensar de hijos que se rebelan contra los padres... el maltrato de los padres. En un violento estallido de cólera, el hijo de 17 años de edad de esta señora le había dislocado, de una patada brutal, el hombro. ¿Cuán comunes son los actos de violencia contra los padres? Al dar a conocer los resultados de una investigación sobre la violencia en la familia en los Estados Unidos, el libro Behind Closed Doors declaró: “Todos los años, de cada tres hijos entre las edades de tres y diecisiete años, uno golpea a sus padres”. ¿No es normalmente una crasa falta de respeto el que un hijo levante la mano contra sus padres? (Compárese con Efesios 6:1-3.)
Los hijos se rebelan contra sus padres de modos menos violentos también. En los años sesenta lo fue mediante la vestimenta de “hippie” y el cabello largo. Pero cuando los adultos copiaron esas tendencias, los jóvenes se vieron obligados a inventarse nuevos medios de rebelarse. El libro Childstress! explica: “Mediante toda la inventiva, crecen en intensidad los medios de desafío probados y verdaderos... el abuso de las drogas, la bebida, el faltar a clases y el fugarse de la casa. Como exclama la generación de abuelos: ‘Detestaría tener que empezar a criar muchachos en esta época’”.
Los jovencitos no son los únicos que no muestran a sus padres el amor y el respeto que ellos merecen. Hay otro grupo... los adultos que maltratan a las personas de edad avanzada. ¿En qué sentido? La revista Psychology Today explica: “El maltrato de ancianos puede ser físico, por explotación (por ejemplo, apropiación de los ahorros de los padres), por falta de atención (no darles comida ni medicamentos) o de tipo sicológico (uso de insultos). Además, los que maltratan a los padres a menudo los amenazan con ponerlos en la calle o recluirlos en una institución mental o en un asilo para ancianos, si se quejan del maltrato”.
Resulta muy lamentable que muchos hijos adultos sientan que no tienen ninguna responsabilidad para con sus padres envejecidos. Por ejemplo, F. Ivan Nye declaró en un estudio que publicó en Journal of Marriage and the Family: “La mayoría de los entrevistados [en este estudio] sí consideran como deber el mantenerse en comunicación con sus parientes y el ayudarlos cuando surgen emergencias financieras; sin embargo, más de 30 por 100 no está de acuerdo con que tal deber (financiero) exista, y menos de 40 por 100, tanto de hombres como de mujeres, censuran fuertemente a otros que no cumplen con dichas obligaciones”. Esto llevó a Nye a concluir que el “parentesco” está “en proceso de desaparecer de la estructura normativa, y muy bien pudiera convertirse” en una función opcional de la familia. ¿No es esto “señal de una civilización sumamente decadente”? (Compárese con 1 Timoteo 5:3-8.)
No todos los hijos rechazan con desprecio la autoridad de los padres. Pero los informes acerca de jóvenes que se rebelan contra los padres están lo bastante difundidos como para establecer fuera de duda que lo que predijo el apóstol Pablo se está haciendo realidad hoy: “Los hombres serán [...] desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales”.
“Sin tener cariño natural”
Los hijos no son los únicos afectados por estos tiempos “difíciles de manejar”. Pablo también predijo: ‘Los hombres no tendrán cariño natural’. (2 Timoteo 3:2, 3.)
Es solo natural esperar que la familia de uno sea el grupo que más apoyo brinde a uno. En el “hogar dulce hogar” se debe respirar un ambiente de amor... amor por el cónyuge y por los hijos de uno. No obstante, el apóstol Pablo dijo que la falta de “cariño natural”b caracterizaría “los últimos días”. Y conforme a sus palabras, en demasiados casos, el “hogar dulce hogar” no es “dulce” ni mucho menos. ¿Cómo es eso?
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