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Los libros de las Crónicas... ¿por qué se escribieron?La Atalaya 1972 | 1 de febrero
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de que tratan Primero y Segundo de Reyes, escritos más de un siglo antes por el profeta Jeremías, la narración histórica posterior de Primero y Segundo de Crónicas da mayor prominencia a la adoración en el templo. ¿Por qué? ¿Se debe a que Esdras, por ser sacerdote, estaba más interesado en la adoración en el templo que el profeta Jeremías? No, pues Jeremías también fue sacerdote. Más bien, lo mismo que Jeremías, Esdras escribió bajo inspiración y según las necesidades de sus contemporáneos. En ese entonces los judíos necesitaban recibir estímulo para continuar sosteniendo la adoración verdadera según se llevaba a cabo en el templo, y los libros de Primero y Segundo de Crónicas cumplieron ese propósito de manera excelente.
El relato está escrito de tal manera que muestra que los acontecimientos de la historia de Israel fueron afectados por la actitud de los gobernantes y sus súbditos para con Jehová y su ley justa. La historia misma se convierte en instrucción. Establece el hecho de que la fiel adherencia a la adoración verdadera resulta en bendiciones, mientras que el abandono de la adoración verdadera significa desastre. ¡Qué fuerte estímulo fue éste para que los judíos evitaran el proceder que les había acarreado calamidad a sus antepasados!
Hoy nosotros también podemos sacar provecho de estos ejemplos históricos que sirven para estimularnos a ser fieles a Jehová. Al sostener lealmente la adoración verdadera, podemos demostrar que no hemos desaprovechado el propósito de los libros de Crónicas.
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¡Escoja las cosas grandes de la vida!La Atalaya 1972 | 1 de febrero
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¡Escoja las cosas grandes de la vida!
¿QUÉ es grande y qué es pequeño en su vida? Esa es una pregunta importante. Por su habla y sus actos uno da a saber a todos los que están en derredor de uno lo que considera pequeño y lo que considera grande.
Tocante a esto todos los seguidores verdaderos de Jesucristo afrontan un desafío. Ellos saben cuáles deben ser las cosas grandes en su vida. Están ‘buscando primero el reino de Dios y Su justicia.’—Mat. 6:33.
¿En qué estriba entonces el desafío? Estriba en esto: las cosas grandes son las que se ven principalmente con los ojos de la fe. (2 Cor. 4:16-18) También las cosas grandes envuelven el futuro. Además, las cosas grandes requieren esfuerzo concienzudo, y el disfrutar de ellas envuelve disciplina del cuerpo, mente y corazón.
La Palabra de Dios, la Biblia, nos da muchos ejemplos de hombres que verdaderamente apreciaron las cosas grandes. Estos mismos hombres reconocieron las cosas pequeñas por lo que realmente eran... pequeñas.
Considere a Moisés, para quien todos los tesoros y placeres de Egipto fueron como cosas pequeñas en comparación con la cosa grande, el privilegio de servir como el ungido de Dios, o “Cristo,” aunque con este privilegio tendría que sufrir vituperio. (Heb. 11:26) ¿Quedó demostrado que Moisés tuvo razón en su juicio? ¡Certísimamente!
Jehová Dios usó a Moisés para escribir más de la cuarta parte del contenido de las Escrituras Hebreas. Por medio de él Jehová ejecutó muchas obras poderosas y sorprendentes milagros, y por medio de él Dios libró a su pueblo antiguo de la servidumbre a los egipcios. Maravillosos privilegios de veras, sin decir nada acerca del galardón que recibirá en el futuro. ¡Qué buen ejemplo es Moisés para que los cristianos lo imiten cuando se enfrentan a las tentaciones seductivas de hacer de los placeres y tesoros de este sistema de cosas las cosas grandes de su vida, haciéndolo a costa de tesoros espirituales! ¡Qué sabio el consejo de que deben esforzarse por ser “ricos en obras excelentes,” más bien que ricos en posesiones materiales!—1 Tim. 6:17, 18.
Otro que tuvo el aprecio correcto de lo que es grande y lo que es pequeño fue el apóstol Pablo. Pablo era un fariseo muy instruido y respetado. De hecho, tenía todo de lo cual hacer alarde como judío. (Hech. 26:5; 2 Cor. 11:22; Fili. 3:5) Sin embargo, dijo acerca de todas esas cosas: “De veras sí considero también que todas las cosas son pérdida a causa del sobresaliente valor del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por motivo de él he sufrido la pérdida de todas las cosas y las considero como un montón de basura, a fin de ganar a Cristo y ser hallado en unión con él.”—Fili. 3:8, 9.
Pablo animó a los cristianos a que lo imitaran, a que olvidaran las cosas que quedaban atrás, como la ambición de hacerse ricos o famosos, y que se esforzaran hacia las cosas que estaban adelante: el servicio de Dios, su aprobación y galardón. Estas debían de ser las cosas grandes en su vida. Los doce apóstoles tuvieron la misma actitud. Ellos mismos habían dejado todo para seguir a Jesucristo.—Mar. 10:28-31; 1 Cor. 11:1; Fili. 3:13.
USTED TIENE QUE HACER LA SELECCIÓN
Los cristianos no han de inquietarse indebidamente por las cosas materiales como alimento, ropa y abrigo. Es verdad, estas cosas son esenciales y no podríamos vivir sin ellas. Pero no son las cosas más importantes en torno de las cuales debe edificarse la vida. Es por eso que Jesús aconsejó: “Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán. . . . Porque todas éstas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas.”—Mat. 6:25, 32.
Ahora bien, ¿cómo podemos aplicar este consejo de Jesús a los problemas actuales? En sí, no hay nada malo en ser dueño de una casa hermosa, un auto elegante, un bonito aparato de TV de color y cosas semejantes. Pero si el cristiano se inquieta acerca de estas cosas y se empeña tanto en conseguirlas que le roban el tiempo que necesita para el estudio personal de la Biblia, el tiempo para su asociación con compañeros cristianos en las reuniones de congregación y el tiempo para su actividad de llevar la palabra de vida a otros, entonces, ¿qué? ¿No está diciendo por su proceder que estas cosas materiales lujosas son las cosas grandes en su vida? ¿Y no está diciendo que los intereses del reino de Dios y las bendiciones espirituales son, si no las cosas pequeñas, por lo menos no las grandes? ¿Puede algún cristiano esperar conseguir la aprobación de Jehová, y la vida eterna en el nuevo sistema de cosas de Dios, con semejante actitud mental?
Por otra parte, hay el señuelo del deseo carnal. Los placeres asociados con el uso de las facultades de procreación vez tras vez han hecho que los cristianos pierdan su perspectiva apropiada. Por su proceder han revelado que los placeres sexuales, aun si para obtenerlos tienen que recurrir a la inmoralidad sexual, son las cosas grandes en su vida y que la aprobación de Dios, la asociación con compañeros cristianos y el honor de servir como testigos de Dios son comparativamente cosas pequeñas. Solo como resultado de ser expulsados o excomulgados de la congregación cristiana han sido sacudidos algunos lo suficientemente como para obtener el punto de vista correcto de los asuntos, como sucedió en el caso de cierto cristiano en el día de Pablo. (1 Cor. 5:1-13; 2 Cor. 2:5-11) Otros han sufrido el naufragio completo de su fe.
¿Qué proceder escogerá usted? En su vida, ¿cuáles realmente son las cosas grandes?
OTRAS COSAS GRANDES Y PEQUEÑAS
Algunos permiten que las ofensas personales revelen lo que consideran grande o pequeño. Si el orgullo de usted o el llamado ‘honor personal’ es una cosa grande en su vida, entonces usted permitirá que las ofensas personales lo hagan infeliz y resentido. Usted guardará rencor y no querrá perdonar; tratará de ‘salvar las apariencias.’
Pero si la armonía entre los hermanos cristianos y las buenas relaciones con sus compañeros adoradores son las cosas grandes en su vida, entonces podrá pasar por alto desaires, descuidos o inadvertencias insignificantes. Le parecerán como las cosas pequeñas que realmente son. Entonces en vez de pagar con la misma moneda o guardar rencor usted volverá la otra mejilla, tal como Jesucristo aconsejó que hicieran sus seguidores.—Mat. 5:39.
Presta apoyo convincente a esto el siguiente consejo del apóstol Pedro: “Ante todo, tengan amor intenso los unos para los otros, porque el amor cubre una multitud de pecados.” Al proceder así uno muestra que tiene la perspectiva correcta, a saber, que tales cosas como ofensas personales se consideran cosas pequeñas, y que el amor, la paz y la armonía entre los cristianos son algunas de las cosas grandes en la vida.—1 Ped. 4:8.
Verdaderamente, el proceder que muestra sabiduría es el considerar cuidadosamente qué cosas escogemos hacer las cosas grandes en la vida y qué cosas las pequeñas. El hacer la selección correcta en estos asuntos contribuye a la paz, el gozo y el contentamiento ahora, y a la vida eterna en felicidad en el nuevo sistema de cosas de Dios que se acerca.
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Acepte la implantación de la Palabra que salva almasLa Atalaya 1972 | 1 de febrero
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Acepte la implantación de la Palabra que salva almas
¿Cómo puede decirse que la Palabra de Dios salva almas, como se declara en Santiago 1:21?a
Esa Palabra de Dios nos salvaguarda contra la calamidad innecesaria aun ahora, diciendo: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, reprima su lengua de lo que es malo y sus labios de hablar engaño, antes apártese de lo que es malo y haga lo que es bueno; busque la paz y vaya en pos de ella.” (1 Ped. 3:10, 11) El prestar atención a este consejo hace posible que uno evite muchas de las dificultades que indebidamente pueden acortarle a uno la vida.
También se puede decir que la Palabra de Dios es salvadora de almas en cuanto a la vida futura, pues Jehová Dios dice: “Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová.” Ese día de la cólera de Jehová es la predicha “tribulación grande,” que incluye al Armagedón, “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” Solo los que aceptan la implantación de la Palabra que salva almas pueden esperar pasar con vida en ese tiempo.—Sof. 2:3.
¿Hasta qué punto es importante la condición del corazón para aceptar la implantación de la Palabra?
Es importantísima, como Jesús mostró en su parábola del sembrador. Cuando el corazón es duro, como el camino que uno pisa, el enemigo inmediatamente puede hurtar la semilla. Cuando el aprecio de corazón no se profundiza mucho, el sol caluroso de la oposición hace que la planta se marchite y muera. O cuando en el corazón hay demasiada preocupación por las cosas materiales de la vida, o el deseo de enriquecerse, estas cosas ahogan la verdad, la Palabra, de modo que también muere. Pero cuando la Palabra que salva almas se implanta en “un corazón excelente y bueno,” el resultado es fruto para alabanza de Dios y para la salvación del alma del que posee tan excelente y buen corazón.—Luc. 8:9-15.
¿Cómo puede una familia cristiana aceptar
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