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La asombrosa influencia de la Biblia... obra de modos que muchos ignoran¡Despertad! 1982 | 22 de julio
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de los occidentales con respecto a la naturaleza y propósito del gobierno, las instituciones sociales y las teorías económicas.”
En cierta ocasión Napoleón Bonaparte reconoció que la Biblia es un libro “con un poder que conquista a todo el que le presta oposición.” Sin duda, se debe a que otras personas también han llegado a percatarse de la tremenda influencia que la Biblia puede tener en las actitudes de las personas, que algunos hombres poderosos han odiado la Biblia y han perseguido a los que la han amado y seguido. Parece extraño, pero esto también ha sucedido en el campo de la religión misma, como lo muestran los artículos a continuación.
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La Iglesia Católica y su modo de ver la Biblia en el pasado¡Despertad! 1982 | 22 de julio
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La Iglesia Católica y su modo de ver la Biblia en el pasado
EL LIBRO A Guide to Catholic Reading (Una guía para lectura católica) hace esta declaración interesante: “La mayoría de los católicos legos de la generación de edad más avanzada concordarán en que la mayoría de los sacerdotes y monjas católicos desaprobaban la lectura de la Biblia sin la debida supervisión. Felizmente, la situación ha cambiado radicalmente y hoy día por todas partes se insta, exhorta y suplica a los católicos a que lean el Libro de Libros.”
No se puede negar, la actitud de la Iglesia Católica para con la Biblia ha “cambiado radicalmente” en las pasadas cuantas décadas. Durante los pasados 30 años más traducciones católicas populares de la Biblia han aparecido en idiomas modernos que la cantidad que apareció durante los siglos anteriores. Pero, ¿qué son 30 años en la historia de una iglesia que afirma datar del tiempo de los apóstoles? ¿Cuál ha sido el registro de la Iglesia Católica durante todos esos siglos? ¿Ha mostrado amor por la Biblia, y la ha hecho disponible a los católicos y los ha animado a leerla? ¿O ha mostrado odio por los que aman la Biblia?
Antes y después de Carlomagno
Con toda honradez debe decirse que al principio la Iglesia de Roma favoreció la traducción de las Santas Escrituras al idioma vernáculo. No debe olvidarse que el idioma griego fue la lengua común entre los cristianos primitivos. Continuó siéndolo por varios siglos después de la muerte de los apóstoles y la subsiguiente apostasía. Como prueba de esto, nótese que en el Primer Concilio Ecuménico, realizado en Nicea en 325 E.C., las sesiones no se celebraron en latín, sino en griego, y que el famoso Credo de Nicea, que se dice que es el “fundamento inquebrantable” de la fe católica, fue redactado en griego.
Durante el cuarto siglo de la E.C. surgió rivalidad entre Roma y Bizancio (Constantinopla) en cuanto a cuál habría de ser la capital religiosa de la Iglesia, y la cuestión acerca del idioma llegó a ser parte de la controversia. La parte oriental de la Iglesia, bajo el Patriarca de Constantinopla, usaba el griego en la liturgia, y poseía la Biblia entera en griego (la traducción de los Setenta de las Escrituras Hebreas y las Escrituras Griegas Cristianas). Sin embargo, el idioma común que se hablaba en el occidente no era griego, sino latín. Existían varias versiones de las Escrituras en el “latín antiguo,” pero ninguna de ellas era traducción de autoridad reconocida. Por eso, a fines del cuarto siglo Dámaso, obispo de Roma, encargó a un erudito de nombre Jerónimo para que produjera en latín tal versión autorizada de la Biblia.
Jerónimo no usó el latín clásico, sino el latín vulgar... la lengua de la gente común. Con el tiempo, su traducción llegó a ser conocida como la Vulgate (editio vulgata, la edición común o popular). Llegó a ser la Biblia de autoridad reconocida de la Iglesia Católica por más de mil años, y siguió siéndolo mucho después que el latín llegó a ser una lengua muerta. Pero el hecho importante es que la Vulgata latina fue originalmente una Biblia en la lengua común.
Con la disgregación del Imperio Romano y del sistema escolar seglar que prevalecía en los tiempos de Roma, la alta jerarquía de la Iglesia Católica virtualmente monopolizó el campo de la educación. Descuidaron esta oportunidad a grado deplorable, y esto resultó en la ignorancia general que caracterizó la Edad del Oscurantismo.
A fines del siglo octavo el emperador Carlomagno deploró la ignorancia crasa del pueblo y de los clérigos de categoría inferior de su reino. A él se le ha llamado el “creador de la educación medieval.” Convocó a su corte a eruditos como el teólogo inglés Alcuino, quien revisó el texto de la Vulgata de Jerónimo que había sido corrompido. Carlomagno ordenó la creación en los monasterios de scriptoria, o salas de escritura, donde hacer copias de los manuscritos. Sus esfuerzos por promover la enseñanza beneficiaron principalmente al clero y a la nobleza, puesto que se preparaban esos manuscritos en latín, el cual idioma ya estaba siendo reemplazado con lenguas vernáculas entre la gente común de Europa.
Migajas para la gente común
Es cierto que bajo la influencia de Carlomagno el Concilio de Tours, Francia, que se celebró en 813, decretó que las homilías o los sermones para la gente común habrían de traducirse a la lengua de la localidad. Pero no se emitió decreto semejante para que se tradujera la Biblia misma para el pueblo. A modo de disculpa, la Catholic Encyclopedia declara:
“Solo había libros en forma manuscrita y, puesto que eran costosos, el obtenerlos estaba fuera del alcance de la mayoría de las personas. Además, aunque la muchedumbre hubiese podido llegar a poseer libros, no pudiera haberlos leído, puesto que en aquellos tiempos incultos la educación era privilegio del que pocos disfrutaban. De hecho, casi nadie sabía leer, fuera de las filas del clero y los monjes.” Pero, ¿quién era culpable de que las masas permanecieran analfabetas? ¿Y por qué esperó la Iglesia Católica Romana hasta que el rey Carlomagno promoviera la educación, aun entre el clero de categoría inferior?
En lugar de favorecer la enseñanza entre las masas y el hacer traducciones de la Biblia en los idiomas de las localidades, la Iglesia Católica promovió la producción de ‘libros de los ignorantes’: Biblias ilustradas (como la Biblia páuperum, o Biblia de los pobres), historias bíblicas, dramatizaciones de milagros, estatuas y esculturas, pinturas en las paredes de las iglesias y vidrieras de colores con representaciones de temas bíblicos. Tales fueron las migajas que el clero católico dejó caer en la rica mesa espiritual de conocimiento bíblico que tenían reservada para sí mismos y unos cuantos reyes y nobles privilegiados.
Consecuencias imprevistas
La campaña educativa que Carlomagno inició tuvo consecuencias imprevistas para la Iglesia Católica Romana. Después de la muerte de Carlomagno —a medida que la educación se fue difundiendo entre el clero de categoría inferior y entre los miembros de la nobleza, y a medida que manuscritos de la Biblia en latín comenzaron a circular— sacerdotes, monjes, reyes, reinas, señores medievales y damas de la nobleza comenzaron a hacer preguntas acerca de la doctrina católica a la luz de lo que dice la Biblia. También pidieron a voces que se hiciera disponible la Biblia en lenguas vernáculas, y en aquel entonces la Iglesia Católica permitió que le tradujeran porciones de las Escrituras para el clero y la nobleza.
Algunos de los que leyeron la Biblia —incluso algunos clérigos— se convirtieron en disidentes que antecedieron a la Reforma. Para mencionar solo unos cuantos de ellos: Berenger de Tours (murió en 1088), Pierre de Bruys (murió en 1140) y Enrique de Lausana o de Cluny (murió en prisión después de 1148), todos fueron sacerdotes católicos que pusieron la Biblia por encima del dogma católico y sufrieron a consecuencia de ello.
Además, a medida que la gente común oía sermones pronunciados en sus propias lenguas nativas y veía temas bíblicos ilustrados en las láminas de Biblias (escritas en latín) y en varias obras del arte religioso, se despertó en ellos el deseo de conocimiento bíblico. Comenzaron a circularse traducciones “no autorizadas” de porciones de la Biblia, y grupos disidentes, como los valdenses, comenzaron a predicar verdades bíblicas en Francia, Italia, España y otros países europeos. Esto fue algo con lo cual Roma no había contado. Por eso, del siglo doce y trece en adelante, la actitud de la Iglesia Católica para con la Biblia cambió radicalmente. Para Roma, la Biblia se convirtió en un libro peligroso, como lo muestran los siguientes hechos históricos.
[Ilustración en la página 4]
Jerónimo recibió de Dámaso, obispo de Roma, el encargo de traducir la Biblia al latín que hablaba la gente común
[Ilustraciones en la página 5]
El programa educativo establecido por Carlomagno benefició principalmente al clero y a la nobleza
[Ilustración en la página 6]
Cuando los disidentes comenzaron a predicar la Biblia, la actitud de la Iglesia para con ésta cambió
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Un registro de oposición a la instrucción bíblica¡Despertad! 1982 | 22 de julio
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Un registro de oposición a la instrucción bíblica
1179 El papa Alejandro III prohibió que predicaran los valdenses, quienes al predicar utilizaban una traducción que se había hecho de partes de la Biblia a la lengua común.
1184 En el Sínodo de Verona, Italia, y con el apoyo de Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano, el papa Lucio III decretó la excomunión y la entrega a las autoridades civiles para castigo (generalmente quema en la hoguera) de todo “hereje” que amara la Biblia y persistiera en predicar o siquiera en pensar de manera contraria al dogma católico.
1199 El papa Inocencio III condenó la traducción al francés de los Salmos, los Evangelios y las cartas de Pablo, y prohibió las reuniones que se celebraban en el obispado de Metz, Francia, con el “propósito reprensible” de estudiar las Escrituras. Los monjes cistercienses quemaron toda copia de estas traducciones al idioma vernáculo que pudieron hallar.
1211 Por orden del papa Inocencio III, el obispo Bertram de Metz organizó una cruzada en contra de todas las personas que leían la Biblia en el idioma vernáculo, y a la vez se quemaba toda Biblia de esa clase que se hallara.
1215 Se celebró el Cuarto Concilio Lateranense y los primeros tres cánones fueron dirigidos contra herejes que “se atrevieran a predicar.” El Dictionnaire de Théologie Catholique reconoce que esta medida estaba dirigida principalmente en contra de los valdenses, quienes predicaban con Biblias en el idioma común.
1229 El canon 14 del Concilio de Tolosa, Francia, declara: “Prohibimos al laico tener en su poder cualquier copia de los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, con la excepción del Salterio, y porciones de dichos libros que se encuentren en el Breviario o las Horas de la Santísima Virgen; y prohibimos con toda severidad que siquiera existan estas obras en la lengua vulgar.”
1246 El canon 36 del Concilio de Beziers, Francia, declara: “Han de encargarse de que se empleen todos los medios legales y justos para impedir que los laicos posean libros teológicos, aun en latín, y para impedir que el clero los posea en la lengua vulgar.”
1559 “[El papa] Paulo IV incluyó toda una serie de Biblias latinas entre los libros prohibidos (Biblia prohibita); agregó que no se podía imprimir ni retener ninguna Biblia en el lenguaje vernáculo sin el permiso del Santo Oficio. Esto equivalía a prohibir que se leyera la Biblia en cualquier idioma común.”—Dictionnaire de Théologie Catholique, tomo 15, columna 2738.
1564 La cuarta regla del Índice (de libros prohibidos) publicado por el papa Pío IV declaró: “La experiencia ha demostrado que si se permite la lectura de la Biblia en la lengua vulgar sin establecer criterio alguno, debido a la irreflexión del hombre, de ello resulta más mal que bien.”
1590 El papa Sixto V estipuló que nadie podía leer la Biblia en un idioma común sin recibir “permiso especial de la Sede Apostólica.”
1664 El papa Alejandro VII incluyó en el Índice de libros prohibidos todas las Biblias escritas en el idioma vernáculo.
1836 El papa Gregorio XVI promulgó una advertencia a todos los católicos de que la cuarta regla del Índice publicado por el papa Pío IV en 1564 seguía en vigor.
1897 En su Constitución Apostólica Officiorum el papa León XIII promulgó las siguientes restricciones con relación al uso de Biblias traducidas a los idiomas comunes: “Están prohibidas absolutamente todas las versiones traducidas a las lenguas natales, incluso las que estén publicadas por católicos a menos que tengan la aprobación de la Sede Apostólica o hayan sido preparadas bajo la supervisión de obispos e incluyan notas aclaratorias que se hayan tomado de los Padres de la Iglesia y de escritores católicos eruditos. ... Se prohíben todas las versiones de los Libros Sagrados preparadas por cualquier escritor que no sea católico y que estén en cualquier idioma común, especialmente las que hayan sido publicadas por sociedades bíblicas, las cuales han sido condenadas por el Pontífice de Roma en varias ocasiones.”
1955 Al resumir las razones por las que la Iglesia Católica se opone a la instrucción bíblica, el autor católico francés Daniel-Rops escribió lo siguiente con la debida “Nihil Obstat” y el debido “Imprimátur” de las autoridades eclesiásticas: “Al devolver al libro [la Biblia] la supremacía y el renombre que le atañían, Lutero y otros ‘reformadores’ cometieron el error inexplicable de separarlo de la Tradición que había protegido su texto y contribuido tanto a que se le entendiera. Tan pronto como llegó a ser la única fuente de fe y de vida espiritual para el hombre, la Biblia proporcionó los medios para prescindir de la Iglesia ... La Iglesia Católica ... respondió a esto con las medidas protectoras que se tomaron en el Concilio de Trento [1545-1563], que, entre otras cosas, prohibían que los fieles leyeran versiones de las Sagradas Escrituras en idiomas comunes a menos que éstas hubieran sido aprobadas por la Iglesia e incluyeran comentarios conformes a la Tradición Católica. ... Se hizo común oír a la gente decir en repetidas ocasiones que ‘un católico no debía leer la Biblia.’”—Qu’est-ce que la Bible? (¿Qué es la Biblia?)
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Cómo el protestantismo socava el respeto a la Biblia¡Despertad! 1982 | 22 de julio
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Cómo el protestantismo socava el respeto a la Biblia
EL QUE la Iglesia Católica se haya opuesto por siglos a que la gente común lea la Biblia en cualquier idioma vernáculo ha hecho que muchos católicos sinceros crean que la Biblia es un “Libro Protestante.” Y, por supuesto, los protestantes mismos consideran que la religión de ellos se basa completamente en la Biblia. Una autoridad declara: “Se puede decir con certeza absoluta que su base misma [la del protestantismo] sigue siendo la Biblia, la cual contiene la Palabra de Dios, o que ésta es el libro de la Iglesia, del hogar y de la persona individual, libro al que acude el protestante por consejo práctico en cuanto a su vida moral y social, su modo de ver al hombre, su naturaleza, su destino y su relación con Dios.”a
Un artículo culto sobre la historia del protestantismo lleva el subtítulo “El papel que desempeña la Biblia,” y declara: “El factor común del protestantismo ha sido la aceptación de la supremacía de la Biblia sobre las iglesias; la creencia de que los ministerios o jerarquías eclesiásticos habrían de ser examinados a la luz de lo que dice la Biblia como palabra de Dios; la doctrina de que todas las cosas necesarias para la salvación habrían de hallarse en las Sagradas Escrituras.”—Encyclopaedia Britannica, 1979.
Por eso, el protestante de término medio por lo general se siente más allegado a la Biblia que el católico de término medio, quien sabe que se espera que él crea tanto en la tradición de la Iglesia como cree en las Sagradas Escrituras. Pero, ¿es cierto que la Biblia es la “base misma” de las doctrinas del protestantismo y que el protestante común (sea éste del clero, o lego) todavía acude a la Biblia “por consejo práctico en cuanto a su vida moral”?
Se sobreestima la adherencia a la Biblia
Los hechos muestran que desde los primerísimos días de la Reforma, se ha sobreestimado muchísimo la adherencia estricta del protestantismo a la Biblia. Aunque el nombre de Lutero está indeleblemente relacionado con su traducción de la Biblia, en su teología él puso el “discernimiento personal” por encima de lo que está escrito claramente en la Biblia. En su esfuerzo por probar la “justificación por gracia mediante la fe,” Lutero realzó libros bíblicos como Romanos y Gálatas, y restó importancia a libros canónicos como Hebreos, Santiago, Judas y Revelación, lo cual creó lo que se ha llamado “un canon dentro del canon.”
De manera similar, Juan Calvino decía que concordaba con la Biblia, no obstante, en su obra principal Institutes of the Christian Religion explicó con detalle doctrinas antibíblicas como la Trinidad (Libro I), el que el hombre nace sin libre albedrío (Libro II), la predestinación absoluta (Libro III) y el bautismo de infantes (Libro IV). También comparte responsabilidad por el arresto y subsiguiente muerte en la hoguera que sufrió Miguel Servet, otro reformista, pero uno que no estaba de acuerdo con el punto de vista de Calvino sobre la Trinidad. ¿Fue tal proceder un ejemplo de reconocer “la supremacía de la Biblia,” la cual aconseja en Romanos 12:17-21 contra el vengarse? ¡Difícilmente!
Además, los reformistas y las iglesias protestantes que ellos patrocinaron siguieron aceptando los credos que emitieron en el pasado concilios ecuménicos de la Iglesia Católica, como el credo de Nicea y el Atanasiano, en los que se enunciaron doctrinas antibíblicas como la Trinidad y el fuego del infierno. El protestantismo ha producido su propia cosecha de credos, entre los que están la confesión luterana de Augsburgo, la segunda confesión helvética de las iglesias reformadas y los treinta y nueve artículos anglicanos y episcopales, los cuales exponen como requisito el creer en doctrinas antibíblicas como la Trinidad. En tiempos más recientes el Concilio Mundial de Iglesias Protestantes publicó como “base” para ser miembro de este cuerpo que es necesario confesar que Jesús “es Dios.” De modo que, desde su mismísimo comienzo hasta ahora, se ha sobreestimado muchísimo la adhesión doctrinal del protestantismo a la Biblia.—Vea Juan 17:3, 1 Corintios 8:6, Hechos 3:23 y Salmo 146:4, donde la Biblia muestra claramente que el Padre, no Jesús, es el “único Dios verdadero,” y que el alma no sobrevive cuando muere el ser humano.
El protestantismo y la alta crítica
La naturaleza misma del protestantismo, que nació de la rebelión contra la tradición y la autoridad del papa de Roma, hizo que el protestantismo fuera más vulnerable al racionalismo y a los aspectos negativos de la crítica bíblica que la Iglesia Católica, que es conservadora. Sin duda sería provechoso explicar aquí lo que quiere decir crítica bíblica. Se divide en dos ramas: La crítica textual es la investigación erudita de manuscritos bíblicos, el origen de éstos, su conservación y su valor relativo en relación con los originales, los cuales ya no están disponibles. La alta crítica es el estudio de la paternidad literaria de la Biblia, la fecha en que ésta se escribió y su exactitud histórica a la luz de la arqueología y la historia.
La crítica textual ha contribuido mucho al adelanto de la erudición bíblica al eliminar interpolaciones y producir textos confiables que suministran la base para mejores traducciones de la Biblia. Por otro lado, la alta crítica ha abierto las compuertas a un diluvio de obras seudoeruditas cuyo efecto ha sido el de socavar la confianza que la gente tiene en la Biblia.
Al comentar sobre lo vulnerable que es el protestantismo al racionalismo y a la destructora alta crítica, la Encyclopaedia Britannica (1979) dice:
“La cuestión de la crítica bíblica se planteó por primera vez en las universidades alemanas; es decir, si un hombre podía ser cristiano, y hasta buen cristiano, aunque sostuviera que ciertas partes de la Biblia no eran ciertas. Esta llegó a ser la gran cuestión del protestantismo, si es que no lo fue de toda la cristiandad, en el siglo diecinueve. ... El protestantismo alemán mostró finalmente una elasticidad, o liberalidad, ante el conocimiento nuevo, que fue tan influyente en el desarrollo de las iglesias cristianas como lo fueron las ideas originales de la Reforma. En parte, debido a este ejemplo alemán, las iglesias protestantes de la tradición principal —luterana, reformadas, anglicana, congregacional, metodista y muchas comunidades bautistas— se ajustaron con relativa facilidad (desde el punto de vista intelectual) a los adelantos científicos, a la idea de la evolución y al progreso de la antropología o religión comparativa.”
Al clasificar ciertas porciones de la Biblia como mitos, muchos miembros del clero protestante han hecho que toda la Biblia sea objeto de duda. De hecho, en su introducción, bajo el título “La Biblia: Su significado y autoridad,” la publicación protestante de doce volúmenes Interpreter’s Bible llega a decir: “Se desprende de esta investigación breve que no sería en lo más mínimo contrario a las Escrituras mismas, sino que más bien estaría de acuerdo con ellas, ni sería contrario a nada esencial de la fe cristiana, si dejáramos de hablar del todo de las Escrituras como la Palabra de Dios.”
Tales declaraciones destruyen el efecto que la Biblia pudiera tener en la vida de la gente con más eficacia aún que una bula papal que prohibiera leer la Biblia.
Los fundamentalistas... no son amigos verdaderos de la Biblia
Sin embargo, una rama del protestantismo ha resistido el ataque de la alta crítica. Se conoce como el fundamentalismo. Este se define como ‘un movimiento conservador y militante que comenzó a principios del siglo veinte en oposición a las tendencias modernistas y que enfatiza como fundamental para el cristianismo la interpretación literal y la infalibilidad absoluta de las Escrituras.’
Los fundamentalistas están en lo correcto al afirmar que la Biblia es inspirada por Dios, y se les debe encomiar por la resistencia que han prestado a la destructora alta crítica y teorías seudocientíficas como la evolución. Pero, en realidad, ¿dan realce a la Biblia en la mente de personas razonables cuando afirman que debe tomarse literalmente todo lo que está escrito en la Biblia? ¿Adelantan los intereses de la Biblia al decir que la Tierra fue creada en seis días de veinticuatro horas, cuando la Biblia misma utiliza la palabra “día” para designar períodos cuya duración varía?—Compare el capítulo 1 de Génesis con Génesis 2:4 y Gé 5:1; también con 2 Pedro 3:8.
Además, ¿son los fundamentalistas amigos verdaderos de la Biblia si, mientras afirman apegarse estrictamente a las Escrituras, enseñan doctrinas no bíblicas como la Trinidad (compare con Deuteronomio 6:4; Juan 14:28), la inmortalidad del alma (Ezequiel 18:4) y el fuego del infierno (Jeremías 7:31; Romanos 6:23)? Debido a sus interpretaciones aferradas a la letra de la Biblia y a enseñar doctrinas que deshonran a Dios, los fundamentalistas protestantes socavan el poder que la Biblia podría ejercer en la mente de muchas personas.
El protestantismo y la mundanalidad
Jesús dijo a sus discípulos: “Si ustedes fueran del mundo, la gente del mundo los amaría, como ama a los suyos. Pero yo los escogí a ustedes entre los que son del mundo, y por eso el mundo los odia, porque ya no son del mundo.” (Juan 15:19, Versión Popular) Pero es patente que las principales iglesias protestantes participan activamente en los sistemas políticos de este mundo, y algunas de ellas hasta son “religiones estatales.” Una obra de consulta dice lo siguiente: “Es posible hablar de la contribución del protestantismo al nacionalismo moderno. ... Todos, a excepción de los radicales, tenían la tendencia de considerar de gran importancia la lealtad al estado existente, y a menudo los protestantes suministraban una base ideológica para cada estado nuevo a medida que éste se hacía consciente de sí mismo... como sucedió en Prusia o en los Estados Unidos.”—Encyclopaedia Britannica.
Al principio de este artículo, se citaron las palabras de un escritor protestante que dijo que la Biblia es el “libro al que acude el protestante por consejo práctico en cuanto a su vida moral.” ¿Puede decirse que esto es cierto aun cuando clérigo tras clérigo de las principales iglesias protestantes hacen declaraciones que muestran que permiten las relaciones sexuales premaritales, el adulterio, la homosexualidad y el aborto? Un artículo que apareció en el diario francés Le Monde, intitulado “Muchas iglesias abren el archivo de la homosexualidad,” tenía como base un informe que el Concilio Mundial de Iglesias publicó en Ginebra, Suiza, y dicho artículo reveló que varias de las principales iglesias protestantes hasta toleran a ministros homosexuales. Sin embargo, la Biblia dice: “No se engañen: no serán recibidos en el Reino de Dios los que tienen relaciones sexuales prohibidas, ni los que adoran a los ídolos; ni los que cometen adulterio, ni los afeminados, ni los homosexuales.”—1 Corintios 6:9, 10, La Nueva Biblia (Latinoamérica).
Por eso, aunque el protestantismo no ha edificado un registro de odio para con la Biblia ni para con los que la leen en los idiomas comunes, como el que la Iglesia Católica edificó para sí misma por siglos, no obstante, debido a creer en doctrinas no bíblicas, aceptar la alta crítica y teorías seudocientíficas, desplegar mundanalidad y aceptar una moralidad permisiva, el protestantismo se ha hecho muy responsable de socavar el efecto que la Biblia pudiera haber tenido en la vida de millones de personas.
Sin embargo, a pesar de que por siglos el catolicismo se ha opuesto a que la gente común lea la Biblia, y a pesar de la más sutil pero devastadora socavación de la Palabra de Dios por parte del protestantismo, la Biblia sigue siendo un libro al que la gente rara vez se muestra indiferente. O lo aman o lo odian. En el artículo que concluye esta serie examinaremos precisamente por qué esto es así y cómo este asunto lo afecta a usted.
[Nota a pie de página]
a Histoire du Protestantisme, J. Boisset, página 6.
[Ilustración en la página 9]
Para apoyar sus ideas, Lutero realzaba ciertos libros bíblicos y restaba importancia a otros libros
[Recuadro en la página 10]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Estas son traducciones de titulares de periódicos en inglés
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Por qué la Biblia es objeto de odio o de amor¡Despertad! 1982 | 22 de julio
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Por qué la Biblia es objeto de odio o de amor
CUALQUIER libro que haya afectado de modo tan profundo la historia, el arte, el lenguaje y las ideas no puede menos que merecer respeto. Un libro por el cual la gente ha estado dispuesta a morir porque insistieron en traducirlo y distribuirlo, ciertamente merece que se le examine.
El mismísimo hecho de que la Biblia no solo es objeto de amor sino también de odio hace patente que es un libro que es diferente. Muchas personas de habla inglesa aman a Shakespeare, muchos alemanes aman a Goethe y muchos hispanohablantes disfrutan de leer a Cervantes. Pero las obras literarias de estos autores no incitan a nadie a odiarlos; la gente no muere por leer obras de Shakespeare, Goethe o Cervantes. Los gobiernos no aprueban leyes ni las autoridades religiosas publican bulas o decretos contra los libros escritos por tales autores, ni, en cuanto a eso, contra libros religiosos tales como los Vedas o el Corán. Así que, ¿por qué ha despertado la Biblia sentimientos tan intensos —a favor y en contra— durante siglos?
Por qué es un libro odiado
Napoleón tenía razón cuando declaró que la Biblia tiene “poder que conquista a todo el que le presta oposición.” La mismísima existencia de la Biblia hoy, a pesar de todos los esfuerzos que se han hecho por destruirla, es un milagro.
La Biblia misma dice: “Porque la palabra de Dios es viva y poderosa, es más cortante que una espada de dos filos y penetra hasta nuestros más íntimos pensamientos poniendo de manifiesto lo que en verdad somos.” (Hebreos 4:12, La Biblia al día) Sí, “la palabra de Dios,” lo que está registrado en la Biblia, es viva. Se mueve irresistiblemente hacia el cumplimiento de todo lo que Dios ha predicho. Al hacer eso, causa un efecto profundo en la vida de hombres y mujeres, y mueve a muchos a poner la lealtad a Dios sobre todo lo demás. Esta es la razón por la que muchos dictadores políticos y regímenes totalitarios la odian, la proscriben y persiguen a los que viven en armonía con lo que ella dice.
Líderes religiosos de la Iglesia Católica y los de algunas iglesias ortodoxas también se han opuesto firmemente a la distribución de la Biblia, y han tratado de impedir que se lea ésta en los idiomas comunes. ¿Por qué? Porque los que han leído la Palabra de Dios se han librado de tradiciones y dogmas que deshonran a Dios, que no se encuentran en parte alguna de la Biblia y que contradicen las enseñanzas bíblicas.
No juzgue mal la Biblia
No cometa el error de juzgar la Biblia por el proceder de los que citan de ella. Al hablar a los líderes religiosos infieles de su día, Jesús declaró: “Habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que sólo son preceptos de hombres.”—Mateo 15:6-9, Biblia de Jerusalén.
Hoy los eclesiásticos de la cristiandad todavía fingen apoyar la Biblia, como se manifiesta en el nuevo entusiasmo de la Iglesia Católica por promover nuevas traducciones de la Biblia y la relativamente reciente autorización que se les concedió a los católicos para que lean la Biblia. Pero la Iglesia todavía enseña doctrinas basadas en tradiciones que ‘anulan la Palabra de Dios.’
A los protestantes todavía les gusta afirmar que la Biblia es “el fundamento mismo” de su religión, pero ellos también creen muchas doctrinas que no se hallan en la Biblia. Además, una gran cantidad de sus ministros considera que grandes porciones de la Biblia son mitos, y millones de protestantes —incluso algunos clérigos— han abandonado las altas normas morales de la Biblia.
De igual manera, es imposible juzgar la Biblia por el modo de obrar de católicos y protestantes durante siglos. A veces, ambos grupos religiosos han usado métodos inquisitoriales uno contra el otro, y han derramado la sangre unos de otros en guerras religiosas. La violencia en Irlanda hoy muestra que dichas religiones en realidad no se basan en la Biblia.—Compare con Isaías 2:4.
Descubra lo que la Biblia realmente enseña
Tanto por sus enseñanzas como por sus acciones el catolicismo y el protestantismo han representado mal la Biblia. Por eso, una persona honrada tiene que deshacerse de cualesquier prejuicios que tenga y descubrir por sí misma de qué trata en realidad la Biblia y por qué es un libro tan extraordinario.
La Biblia no enseña la doctrina de la
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