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Por qué el derrumbe de las ciudades grandes¡Despertad! 1976 | 8 de abril
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cuarto veces lo que era en 1950, ¡los sueldos y beneficios de los policías y bomberos de San Francisco aumentaron a unas siete veces lo que eran en 1950! Muchas otras ciudades han sido igualmente liberales... pero alguien tiene que pagar la cuenta.
. . . Contaminación
Las personas que huyen a los suburbios para escapar la contaminación y otros problemas de las ciudades realmente han agravado el problema. El tráfico de los que van a las ciudades grandes para trabajar se está haciendo “cada vez más intensa, y se mueve cada vez más despacio,” hace notar un informe reciente de Suecia que es típico de muchas ciudades. Los proyectos de ‘transportación en masa’ han hecho poco para refrenar la contaminación. “El persistente embotellamiento del tráfico desbarata un sueño de los urbanistas... que el tránsito rápido ‘haría que la gente dejara de usar sus autos y abandonara las autopistas.’”—Times Magazine de Nueva York, 19 de octubre de 1975, pág. 84.
Un informe de la Academia Nacional de Ciencias revela que aunque las normas del gobierno federal de los Estados Unidos han producido alguna mejora, el aire del campo todavía es ‘muy superior al aire de la mayoría de las ciudades.’ La concentración de las industrias aumenta mucho la contaminación en las ciudades grandes. Pero las ciudades necesitan las industrias debido a los trabajos e ingresos que suministran. A fin de sobrevivir, muchos comercios, ya azotados por la depresión, están tratando de conseguir un aflojamiento de las normas sobre la cualidad del aire por ser tan costoso lo que se exige para cumplir con ellas, y así se mantiene a la contaminación como parte del “ciclo vicioso” de las ciudades menguantes.
. . . Deshumanizando a la gente
Parece que el apretar a la humanidad en grandes masas acentúa lo peor en muchas personas. En vez de servir los lugares estrechos para unir a los individuos en relaciones personales cordiales, con más frecuencia producen lo contrario. Un informe de Londres relata que “personas enfermas y ancianas mueren solas en sus apartamentos y no se les descubre sino hasta después de semanas, porque nunca las visitaba nadie.” El informe añade: “Hace veinte años esto hubiese sido absolutamente imposible.” Los que viven en otras ciudades grandes saben que Londres no es singular en cuanto a esto.
Los niños también sufren, encerrados como están dentro de los estrechos límites de los apartamentos y de las calles angostas de las ciudades. Pierden mucho del gozo que se halla en los ambientes rurales, el gozo del campo abierto, del descubrimiento, de la interacción con la naturaleza. A menudo el destruir cosas, el quebrantar y reventarlas es la manera que tienen de satisfacer la necesidad que sienten de excitación y experiencia. El consecuente vandalismo y los “esgrafiados” (escritura de nombres, obscenidades, etc., en paredes y otros lugares) aceleran el deterioro de las ciudades, y más semillas de crimen quedan sembradas.
De esta manera muchas ciudades grandes del mundo se hallan atrapadas en un ciclo vicioso de fuerzas degenerativas que parecen alimentarse de sí mismas, empeorando constantemente. ¿Pero no están trabajando los gobiernos de las ciudades grandes para mejorar la situación?
Gobierno municipal
“No hay una ciudad grande en los Estados Unidos que se gobierne bien hoy día,” afirma Milton Rakove, profesor de ciencia política en la Universidad de Illinois, “y no es probable que pudiera hacerlo ciudad grande alguna, suponiendo que tuviese problemas de la misma clase que nuestras ciudades afrontan, que se hicieran las mismas demandas de sus sistemas político y gubernamental, y que esos sistemas no pudieran hacerles frente a esas demandas.”—Times de Nueva York, 23 de octubre de 1975, pág. 39.
Muchos gobiernos de ciudades grandes se hallan impedidos por la falta de liderazgo estable y permanente. La revista Business Week dice esto de cierta ciudad tambaleante: “La dirigen funcionarios elegidos que, debido a la naturaleza de la política, a menudo tienen como filosofía de administración la actitud de ‘hoy aquí, mañana por allá.’”
Este liderazgo transeúnte hasta puede tener un efecto corrosivo en los hábitos de los empleados municipales, cuya productividad, según se dice, es inferior a la de otros obreros. Hay que pagar a trabajadores adicionales para lograr el mismo trabajo, extrayendo más de los fondos municipales. ¿Por qué? Esta es la manera en que lo expresó un oficial de uno de los sindicatos más grandes de empleados municipales de los Estados Unidos: “Cuando el obrero municipal descubre que a la ciudad no le interesa cómo hace su trabajo, él pierde interés también. . . . Queremos sentir que se nos disciplina. La disciplina quiere decir que a alguien le importa. Lo que necesitamos es liderazgo.”
Más bien que realmente importarles, muchos oficiales de motivación política tienden a “tirar dinero” a los problemas municipales con la esperanza de que desaparezcan. Por no llegar a la raíz de los problemas, sus programas superficiales, orientados al gasto de dinero, a menudo aumentan a proporciones tremendas y extraen de las ciudades su sangre vital. Las desastrosas consecuencias de estas prácticas ya se están sintiendo en varias grandes ciudades del mundo.
Aun así, la mayoría de los gobiernos nacionales están listos para “afianzar” a las ciudades que se hallen en dificultades, transfiriendo así la tensión a la nación entera. Por lo tanto sería una exageración decir que todas las ciudades grandes se enfrentan a un inminente derrumbe económico. Algunas de ellas hasta pueden parecer habérselas con la situación. Pero el tiempo no está de parte de ellas.
Bien pudiera decirse que el aprieto en que se hallan muchas ciudades grandes hoy día es igual al que se describe en este informe sobre la condición de las ciudades de la Gran Bretaña:
“Su estructura está jironada y rota. Sus servicios por lo general están disminuyendo en alcance y en eficacia en un tiempo cuando se exige más de ellas. No es probable que el gobierno nacional rehúse ‘afianzar’ a las ciudades que quiebren tanto como Nueva York. Por eso parece probable que las ciudades seguirán con su lucha, con servicios cada vez menos eficaces a un costo cada vez mayor. Las normas de vida seguirán menguando así como lo harán los valores de la vida en las ciudades. Es muy probable que la vida en las ciudades, lo mismo que el tráfico, siga penosamente, disminuyendo su paso cada vez más.”
¿Quiere decir esto que la patópoli de la teoría de Patrick Geddes —la ciudad enferma, disminuyendo, moribunda— es lo único que les espera a las metrópolis de hoy día en el camino por el cual se dirigen? ¿No hay solución alguna para las ciudades grandes?
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El único remedio para los problemas de las ciudades¡Despertad! 1976 | 8 de abril
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El único remedio para los problemas de las ciudades
NO, EL remedio para las dificultades en que se hallan las ciudades grandes no es más dinero ni programas de dar. Esa clase de “ayuda” solo ha acelerado la ruina de las ciudades. No llega a los problemas fundamentales. Con demasiada frecuencia ha sucedido que los líderes municipales “consideran al barrio bajo como un distrito amurallado en el cual se puede arrojar un poco de dinero para mantenerlo quieto,” escribe Sol Linowitz, presidente
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