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  • ¿Qué le está pasando a la religión en la Unión Soviética?
    ¡Despertad! 1973 | 22 de julio
    • “La religión organizada, aparte de unos pocos grupos aislados de celo y devoción, pareció ser una institución moribunda” en la Unión Soviética.

      En consecuencia, es necesario hacer una investigación que vaya al fondo de las cosas. Al tratar de determinar la condición actual de la religión en la Unión Soviética hay que tomar en cuenta muchas cosas. Y al considerar todos los factores, se pueden sacar conclusiones definitivas. ¡Una de estas conclusiones quizás le sorprenda mucho!

      En esta investigación resulta útil examinar la historia de las relaciones entre la Iglesia y el Estado en la Unión Soviética. Nos permite comprender mejor por qué han sucedido ciertas cosas, y cuál es la tendencia actual.

      El poderoso dominio de la religión

      Para rastrear la historia de la religión en la Unión Soviética, uno tiene que seguir las huellas de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Esta ha sido, con mucho, la religión más prominente del país.

      Esa Iglesia tuvo su comienzo en 988 E.C. cuando Vladimiro el Grande de Kiev fue bautizado en la rama ortodoxa oriental de la religión de la cristiandad. Se dice que se convirtió de su religión pagana para conquistar a su esposa Ana. Ella era la hermana del emperador del entonces dominante Imperio Bizantino. Ese imperio tenía su capital en Constantinopla, la sede principal de la Iglesia Ortodoxa Oriental.

      Vladimiro le dijo a sus súbditos que todos tenían que someterse al bautismo como cristianos ortodoxos. Cualquiera que no lo hiciera sería considerado un enemigo del Estado. Así, desde su comienzo, la Iglesia Rusa fue respaldada por la fuerza seglar. Cuando el Imperio Bizantino se derrumbó en 1453, la Iglesia Ortodoxa Rusa fue declarada independiente del control de Constantinopla. Más tarde, el principal caudillo religioso en Moscú fue hecho un patriarca igual al de Constantinopla. Sin embargo, en 1692 Pedro el Grande abolió el puesto de patriarca, controlando él mismo la Iglesia. Y en 1721 la Iglesia Ortodoxa Rusa fue hecha oficialmente la iglesia nacional.

      A medida que pasaba el tiempo, la Iglesia llegó a estar cada vez más estrechamente unida con el opresivo gobierno de los zares (reyes o emperadores, de la palabra latina Caesar). Los zares exigieron que la gente obedeciera a la Iglesia Ortodoxa Rusa e hicieron que fuera ilegal el convertirse a otra religión. Los despiadados zares y la Iglesia egoísta se combinaron para mantener al pueblo en la ignorancia y la pobreza.

      Pero entonces, en marzo de 1917, grupos políticos de ideas liberales organizaron una revolución y derrocaron al zar. Con el zar derrocado, la Iglesia Ortodoxa Rusa vio una oportunidad de independizarse del control estatal. Y el nuevo gobierno provisional animó esos esfuerzos. En agosto de ese año memorable se restauró el puesto de patriarca. Con un nuevo patriarca, Tikhon, y una nueva libertad, se pensó que ahora la Iglesia llegaría a ser más poderosa que antes.

      Amenazadores vientos de cambio

      Pero antes que eso pudiera llevarse cabo, ¡vientos políticos de fuerza huracanada soplaron a través de Rusia! Otra revolución se llevó a cabo en noviembre de 1917. Esta puso en el poder a los bolcheviques (más tarde llamados comunistas). Estos barrieron con el orden existente, incluso el gobierno provisional.

      En pocos años, bajo la dirección de Lenin, el comunismo consolidó su poder sobre Rusia y otros territorios adyacentes. Entonces, el 30 de diciembre de 1922, se declaró en existencia la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.). Al fin, quince repúblicas formaron la Unión Soviética, entre éstas Rusia, la más grande de las repúblicas. En la actualidad la Unión Soviética abarca una superficie terrestre más grande que cualquier otra nación. Su población suma casi 250.000.000, la tercera entre las naciones del mundo después de China e India.

      Logrando el poder sobre más de cien grupos nacionales, los gobernantes comunistas se vieron enfrentados a pueblos que tenían una variedad de creencias religiosas. Por supuesto, la Iglesia Ortodoxa Rusa era con mucho la religión más grande. Pero había muchas otras, especialmente en los territorios que más recientemente llegaron a estar bajo el control comunista.

      Todas estas religiones se preguntaban acerca de su posición con relación al nuevo gobierno. Muy pronto lo habrían de saber. Todas iban a ser golpeadas con plena fuerza por los gigantescos vientos de cambio que comenzaron a soplar en noviembre de 1917.

  • La campaña de la Unión Soviética para aplastar a la religión
    ¡Despertad! 1973 | 22 de julio
    • La campaña de la Unión Soviética para aplastar a la religión

      CUANDO los comunistas se establecieron en el poder en Rusia, no perdieron tiempo en dar a conocer su intención para con la religión. Era la de demoler a la religión y convertir el país en un estado ateo.

      Es cierto que a principios de los años 1900, Lenin había escrito que debería haber tolerancia religiosa. Pero una vez que los bolcheviques lograron asirse del poder se hizo claro que el gobierno consideraría a la religión como una enemiga y trataría de enterrarla. En su tratado Relationship of the Workers’ Party to Religion, Lenin dijo lo siguiente:

      “‘La religión es el opio de la gente’... esta declaración de Marx es la piedra fundamental del concepto mundial del marxismo en el asunto de religión. El marxismo considera que todas las religiones e iglesias de la actualidad, todas y cada una de las organizaciones religiosas, siempre son órganos de las fuerzas [enemigas] burguesas reaccionarias.”

      Comienza el ataque

      Inmediatamente después de apoderarse del poder en noviembre de 1917, el nuevo gobierno promulgó un decreto declarando que todas las tierras, incluso la propiedad de las Iglesias, eran ahora propiedad del pueblo (en realidad del gobierno). Esta decisión preparó el camino para la confiscación de la propiedad de Iglesias más tarde.

      Otro decreto declaró que todos los ciudadanos eran iguales prescindiendo de la religión que profesaban, o de si no profesaban ninguna religión. El resultado de esto fue perdonar y promover el ateísmo.

      Entonces, a principios de 1918, el gobierno anunció la completa separación de la Iglesia Ortodoxa Rusa del Estado. En aquel tiempo los comunistas se apoderaron de toda la propiedad eclesiástica. Además, se prohibió la instrucción religiosa en las escuelas. Y cesaron todos los pagos del gobierno a las Iglesias.

      Estos pasos fueron solamente parte del asalto. Había de venir mucho más. Desde el punto de vista del gobierno era vital lo que se necesitaba hacer a la mente de la gente, especialmente a la de los jóvenes. La primera constitución en 1918 había declarado “que se reconocía el derecho a la propaganda religiosa y antirreligiosa a todos los ciudadanos.” Pero en 1929 se enmendó la constitución y se eliminó ‘el derecho a la propaganda religiosa.’ Aunque se retuvo ‘el derecho a la propaganda antirreligiosa,’ se permitió solamente el “derecho a profesar fes religiosas.”

      La legislación de 1929 fue muy perjudicial para la religión. Prohibió a todas las religiones el hacer ninguna obra social, educacional o caritativa. Limitó a los grupos religiosos a los edificios que las autoridades les habían asignado. No podían hacer nada para esparcir su religión. Y puesto que ahora a los niños solo se les enseñaba el ateísmo en las escuelas, las perspectivas de largo alcance eran sombrías para la religión.

      El efecto

      Todos estos procedimientos legales y la actitud hostil del gobierno surtieron efecto. Desde las primeras semanas de la revolución se atacó a las iglesias a través de todo el país. Fueron saqueadas, arruinadas o convertidas en fábricas, depósitos, salones de reuniones políticas o museos.

      No estaba implicada solamente la Iglesia Ortodoxa. También se atacó a otras religiones. Por ejemplo, clérigos católicos romanos fueron encarcelados, se confiscó la propiedad de la Iglesia y se pusieron restricciones sobre la instrucción católica. Una práctica comunista corriente fue el formar sociedades de sacerdotes que fueran leales solamente a Moscú, minando la autoridad del papa.

      Bajo severa presión, algunas religiones desaparecieron completamente. La Iglesia Uniate fue una. Esta Iglesia era un híbrido del catolicismo romano y la Iglesia Ortodoxa. Había sido fuerte entre los ucranios. Pero los clérigos que se opusieron al comunismo fueron encarcelados o exiliados. Otros del clero renunciaron a su lealtad al papa, abandonaron su religión y se alistaron bajo el estandarte del patriarca ortodoxo de Moscú.

      Junto con la confiscación de la propiedad eclesiástica, el encarcelamiento o el destierro de los clérigos que se oponían, y el cierre de las iglesias, hubo un furioso proceso de indoctrinación por medio de la prensa, la radio, el cine y las escuelas. Especialmente devastadora era la atmósfera antirreligiosa en las escuelas. Característico de la indoctrinación fue un libro de texto que se publicó en la Unión Soviética para el noveno año escolar, el cual decía:

      “El estudio de las leyes de la evolución del mundo orgánico apoya el desarrollo de la concepción materialista . . .

      “Además, esta enseñanza nos arma para la lucha antirreligiosa, por medio de darnos la interpretación materialista de la aparición de propósito en el mundo orgánico, y al mismo tiempo demostrando el origen del hombre de los animales inferiores.”

      Los niños quedaron a merced de sus maestros ateos. Y por lo general sus padres que concurrían a las iglesias no podían contrarrestar esa influencia. La mayoría de estos padres sabían poco o nada acerca de las razones para las enseñanzas y prácticas de su propia religión. Así es que estaban muy mal equipados para rendir la marea.

      Además, se hacían arreglos para grandes organizaciones para los jóvenes. Estaban los “Jóvenes Pioneros” para los niños, y la “Unión de la Juventud Comunista” para los que estaban entre la edad de dieciséis y veintitrés años. Estas organizaciones estaban saturadas de las ideas de Marx y Lenin. Aunque el asociarse no era obligatorio, era muy grande la presión social para amoldarse. El deseo natural de los jóvenes de ser parte de lo que es popular surtió efecto.

      Por lo tanto, una vez que estuvieron en el poder, los comunistas se dedicaron a desarraigar a la religión tradicional. Y por el primer cuarto de siglo después de 1917, se mantuvo la campaña contra la religión, aunque los asaltos vinieron en oleadas que algunas veces eran más fuertes que otras.

      ¿Por qué tan antirreligiosos?

      Mucha gente en otros países se horrorizó ante estos ataques. Pero no sucedió así con todo el pueblo ruso. Grandes sectores del pueblo consideraron que lo que estaba pasando era una justa retribución por los crímenes que las Iglesias habían cometido.

      Para entender la manera en que se sentían muchos rusos, uno necesita entender que las Iglesias, en especial la Iglesia Ortodoxa, fueron elementos claves en la opresión del pueblo por los zares. Por su propia ventaja egoísta, los clérigos por siglos satisficieron los gustos de los gobernantes, pasaron por alto las necesidades del pueblo y lo mantuvieron en la ignorancia. Se mantenía a la mayoría de la gente en virtual esclavitud a los gobernantes y a las clases ricas. El clero trabajó para que las cosas siguieran así. Muchos clérigos llegaron a ser avarientos, inmorales y hambrientos de poder.

      Los historiadores reconocen que la Iglesia Ortodoxa en particular fue crasamente corrupta. En House Without a Roof Maurice Hindus escribe:

      “El batushka [sacerdote] de la aldea a menudo era él mismo un hombre ignorante, aficionado al vodka y anuente a seducir una atractiva feligresa. . . .

      “El muzhik [campesino] . . . aprendía más acerca del mal y el bien de los cuentos y de las baladas de los mendigos y peregrinos ambulantes que del sacerdote parroquial. . . .

      “El riesgo fatal que corrió la Iglesia Rusa fue su completa subordinación y servilismo al estado zarista, lo cual en las palabras de Milyukov ‘paralizó todo brote vivo de religión.’”

      Este autor también hizo notar las palabras del crítico literario ruso Vissarion Byelinsky, quien escribió: “A los ojos de todos los rusos, ¿no es el sacerdote el símbolo viviente de glotonería, avaricia, servilismo [egoísta] y desvergüenza?”

      Comentando acerca de cómo usó la Iglesia Ortodoxa el poder armado de los zares para lograr sus propios fines, el fallecido filósofo ruso N. Berdyaev escribió en el libro The Origin of Russian Communism:

      “¿Pueden los jerarcas justificar esa ‘política’ anticristiana? ¿Por qué recurren a la fuerza más bien que a hechos de amor? . . . Observamos con asombro la unión de la Iglesia y el Estado en esta odiosa obra. Es este mismo servilismo de la Iglesia al Estado lo que ha resultado en que tanta gente pierda la fe.”

      El que los pecados de la religión fueron grandemente culpables de lo que sucedió en Rusia lo reconocen hasta los mismos guías religiosos. Un teólogo en un país comunista dijo en un informe publicado por la revista Harper’s:

      “Yo no soy comunista, soy cristiano. Pero sé que somos nosotros, tan solo nosotros los cristianos, los que somos responsables del comunismo. Teníamos una obligación que cumplir con el mundo, y Jesucristo no nos dejó lugar a dudas en cuanto a ésta. Hemos fracasado. ‘Dijimos, pero no hicimos.’ . . . Recuerden que los comunistas en un tiempo fueron cristianos. Si no creen en un Dios justo, ¿de quién es la culpa?”

      Sin duda, la corrupción de las Iglesias en Rusia alejó a mucha gente de Dios, de la Biblia, y del cristianismo. Razonaron: ‘Si esta es la religión de Dios, entonces preferimos creer que no hay Dios.’

      Por lo tanto, hubo razones para la feroz oposición de los guías de la Unión Soviética en contra de la religión. Pero, desafortunadamente, no distinguieron entre la verdadera fe en Dios y la religión hipócrita. En su resentimiento, decidieron desechar toda religión.

      El clero transige

      Al principio, muchos clérigos resistieron los avances que los comunistas estaban haciendo en contra de la religión. Pero a medida que el tiempo pasaba, el clero transigía más y más y llegaba a ser un instrumento del gobierno comunista. Pero, puesto que ese gobierno estaba determinado a enterrar a la religión, ¡este clero transigente, de hecho, estaba asistiendo a su propio funeral!

      Un ejemplo de esto fue el patriarca Tikhon. A diferencia de Jesucristo, que estuvo dispuesto a morir antes de comprometer la verdad, Tikhon transigió. En 1923, después de ser soltado de la prisión, firmó una declaración en la que prometía no participar en nada que fuera perjudicial a los intereses del Estado. Poco antes de su muerte en 1925 hizo un llamamiento a todos los rusos “a apoyar sinceramente el poder soviético y para trabajar por el bienestar común y condenar cualquier agitación abierta o secreta en contra del nuevo orden del Estado.”

      Después de su muerte, no se le permitió a la Iglesia elegir otro patriarca. Pero por lo general otros altos funcionarios eclesiásticos siguieron su guía. Esto se hizo evidente en 1927 cuando Sergei, un metropolitano (el que sigue en rango al patriarca) publicó una proclamación. El libro The First Fifty Years señala que en ella Sergei “prometió el apoyo y la cooperación política de la Iglesia y sus seguidores.” Hizo un llamamiento a los clérigos a dar garantías escritas de su lealtad al gobierno o enfrentarse a ser expulsados de la Iglesia.

      A pesar de todas las concesiones que el clero estaba haciendo, los comunistas continuaron con su campaña multilateral en contra de la religión. Especialmente durante las purgas políticas de 1936 hasta 1938 las Iglesias fueron atacadas salvajemente. Aunque en 1930 Sergei había afirmado el apoyo leal de 163 obispos, para 1939 quedaban menos de 12. Se dijo que 40 obispos habían sido fusilados. Y se calculaba que 10.000 iglesias fueron cerradas. Como dice The First Fifty Years: “La Iglesia en 1939 estaba a punto de derrumbarse.”

      Pero en 1939 algo aconteció que iba a traer un cambio. Estalló la II Guerra Mundial. Esto afectó las relaciones entre el gobierno soviético y la religión.

  • La II Guerra Mundial trae un cambio
    ¡Despertad! 1973 | 22 de julio
    • La II Guerra Mundial trae un cambio

      LA II Guerra Mundial estalló en septiembre de 1939. En menos de dos años los ejércitos de Hitler invadieron Polonia occidental, Francia, varios otros países europeos y gran parte de los Balcanes. Entonces, en 1941, los victoriosos nazis dirigieron su atención hacia el este.

      En junio de aquel año, los ejércitos alemanes se precipitaron sobre la Unión Soviética. Para diciembre habían capturado casi toda la parte occidental del país y habían llegado a las afueras de Moscú. La supervivencia de la nación estaba en balanza.

      Sin embargo, el crudo tiempo invernal y la determinada resistencia de parte de las tropas soviéticas y los guerrilleros detuvieron la marea alemana para fines de ese año. Pero era evidente que en la próxima primavera sobrevendrían más asaltos. El gobierno soviético sabía que su pueblo tenía que ser animado para enfrentarse a lo que estaba por venir. Se necesitaba un esfuerzo máximo.

      Algo que facilitó esta tarea fue la saña de los invasores alemanes. La devastación que ocasionaron, su matanza de millones de personas, sus afirmaciones de superioridad racial y su claro intento de exterminar a muchos de los eslavos, enardecieron a los soviéticos.

      No obstante, se necesitaba un móvil aun mayor. Para poder reunir todos los recursos de la nación y para obtener la plena cooperación de toda la gente, el gobierno tenía que tener el apoyo de los guías religiosos. ¿Por qué era éste el caso?

      El gobierno necesitaba el apoyo de los guías religiosos porque todavía había decenas de millones de personas religiosas en el país. Es verdad que el comunismo había ejercido el control de la nación por veinticuatro años. Pero eso no era ni aproximadamente el tiempo suficiente para criar varias generaciones más jóvenes de ateos que, según pensaban los comunistas, gradualmente reemplazarían a los creyentes más viejos que morían. Muchas de las personas de más de veinte años de edad, especialmente las mujeres, todavía profesaban una religión.

      Cambio en pro de la religión

      Por lo tanto los gobernantes comunistas, entre éstos Stalin, vieron la necesidad de cambiar su actitud hacia la religión. Se dieron cuenta de que sus campañas en contra de la religión habían alejado de ellos a mucha gente religiosa. Así es que, a partir del otoño de 1941, los dirigentes comunistas comenzaron a hacer concesiones.

      Antes de mucho, estos esfuerzos produjeron resultados. En 1942 el metropolitano Sergei aclamó a Stalin como el “guía divinamente ungido” de Rusia. Entonces, en 1943, Stalin recibió en su oficina del Kremlin a importantes funcionarios de la Iglesia Ortodoxa y los autorizó a elegir a Sergei como el nuevo patriarca. Así concluyó un período de dieciocho años sin un cabeza oficial de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

      Se hicieron más concesiones. Se permitió la publicación de un periódico eclesiástico. Se reabrieron varios seminarios teológicos, y también muchas iglesias. Se acalló la vigorosa campaña para destruir a la religión. También se aliviaron las limitaciones sobre otras religiones.

      El patriarca Sergei murió en 1944. Fue sucedido por Alexei. The Encyclopædia Britannica señala que Alexei aseguró a Stalin de los “sentimientos de profundo amor y gratitud” con los que estaban inspirados todos los “trabajadores eclesiásticos.” Ahora, los guías religiosos en todas partes rogaban a sus seguidores que dieran todo su apoyo al gobierno comunista. Y el gobierno recompensó a algunos clérigos dándoles medallas por sus esfuerzos.

      Los líderes eclesiásticos dijeron a sus seguidores que la lucha en contra de los invasores nazis era, no solo en defensa de la Unión Soviética, sino también en defensa del cristianismo. Las iglesias hicieron colectas para comprar armas. Para enero de 1943 las donaciones alcanzaron para equipar un escuadrón de aviones de combate. Otra contribución equipó a una unidad de tanques, y cuando esta unidad se entregó al Ejército Rojo en una solemne ceremonia, el metropolitano Nikoloy alabó a Stalin como “nuestro Padre común.”

      Por fin, para 1945, los ejércitos alemanes fueron arrollados. Las tropas soviéticas avanzaron a Alemania. Para conmemorar estos acontecimientos se convocó una asamblea bajo la dirección del patriarca Alexei. La asamblea adoptó una proclamación en la cual las victorias del ejército rojo fueron alabadas como victorias de Cristo sobre las fuerzas de la oscuridad. La proclamación declaraba: “Todos pueden ver las armas de quiénes [las de los soviéticos] bendijo nuestro Señor Jesucristo y las armas de quiénes [las de los alemanes] no recibieron esa bendición.” Unos pocos días más tarde los dirigentes comunistas expresaron su gratitud por el esfuerzo que las Iglesias habían hecho.

      ¿Un cambio de sentimientos?

      ¿Indicó el cambio de actitud en el gobierno un verdadero cambio de sentimientos para con la religión? De ninguna manera. Como dice el libro Europe Since 1939:

      “Indudablemente objetivos seglares impelieron a los amos soviéticos, que eran ateos materialistas, a extender concesiones a los sentimientos religiosos. Se razonó que los ciudadanos de la URSS con inclinación religiosa, apoyarían más plenamente al Estado en guerra; se aminoraría la animosidad hacia el modo de vivir comunista entre los cristianos de los países aliados del oeste, y los devotos cristianos ortodoxos de la Península de los Balcanes simpatizarían más ardientemente con Rusia.”

      ¿Tuvieron buen éxito estas tácticas? El autor del libro que acabamos de mencionar, Arthur J. May de la Universidad de Rochester, declara: “En mayor o menor grado, se lograron todos estos fines por medio de la moderación que adoptó el Kremlin.” Otro resultado que él hizo notar fue que “en la esfera de la religión, así como ciertamente en todo otro campo, floreció el culto a Stalin.”

      ¡La religión había llegado a ser útil para los comunistas! Se puede ver cuán útil era aun después del fin de la guerra. En el libro The Soviet Union: The Fifty Years, redactado por Harrison Salisbury, leemos: “Con el fin de la guerra, los guías religiosos se amoldaron a las demandas de la Guerra Fría de la política exterior de Stalin.”

      En una celebración de la Pascua florida en 1949, ocurrió un incidente típico. Durante los servicios de medianoche en la catedral Yelokhovsky de Moscú, el patriarca Alexei pronunció la bendición de Dios sobre el guía del estado soviético, José Stalin. Y, en 1950, Alexei envió un telegrama al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas protestando en contra de la “agresión de los Estados Unidos en Corea.”

      Es evidente, entonces, que las concesiones de los dirigentes soviéticos habían sido motivadas políticamente. Por estos medios las Iglesias serían más cooperativas. Además, puesto que el gobierno aprobaba solamente a los clérigos leales al Estado, la religión podría ser regulada completamente en armonía con las metas comunistas.

      No puede haber ninguna duda de que los cambios no representaron un verdadero cambio de sentimientos. El objetivo de los comunistas todavía era el estrangulamiento de toda religión. Pero sus tácticas se estaban haciendo más sutiles. Vieron la ventaja de usar la “táctica del salchichón,” destruyendo poco a poco, a rebanadas, el poder y el apoyo de la religión. Esto evitaría el suscitar excesiva oposición, o el crear mártires para la religión, como había sido el caso con las tácticas directas que se usaron al principio.

      Por supuesto, no todos en el extranjero, o ni siquiera en la Unión Soviética estaban convencidos de que los altos funcionarios de la Iglesia eran todos verdaderos eclesiásticos. La magnitud de sus transigencias hizo que algunos de ellos fueran acusados de ser agentes del gobierno puestos en el poder para dirigir a las Iglesias. Los acusadores señalaron que otros clérigos encumbrados que se habían opuesto al comunismo habían sido encarcelados o muertos. Pero los clérigos favorecidos podían seguir moviéndose libremente y continuar en sus puestos.

      Sea que esos clérigos encumbrados fueran agentes directos del gobierno o no, el efecto fue el mismo. Cooperaron estrechamente con el gobierno comunista para lograr sus fines. Y uno de esos fines todavía era la decisión de aniquilar la religión.

      Las acciones muestran el mismo objetivo

      El hecho de que la política de largo alcance del gobierno para destruir a la religión no había cambiado se podía ver en sus declaraciones y actos oficiales. Por ejemplo, a pesar de las concesiones hechas a la religión a cambio de su apoyo, todavía se prohibía el derecho a propagar la religión de uno. La profesión de ateísmo continuaba siendo un requisito para ser miembro del partido comunista.

      Además, continuó prohibiéndose la instrucción religiosa en las escuelas. El ateísmo todavía era la enseñanza oficial, e incluía propaganda antirreligiosa. Se daba atención especial a la promoción del ateísmo entre los “Jóvenes Pioneros” y la “Unión de la Juventud Comunista.” La política oficial del partido fue resumida en este consejo publicado en el Komsomolskaya Pravda, el periódico oficial de la liga juvenil:

      “Los jóvenes comunistas no solamente deben ser ateos convencidos y opuestos a todas las supersticiones [religión], sino que deben combatir activamente la propagación de supersticiones y prejuicios entre la juventud.”

      La muerte de Stalin no detuvo las metas soviéticas de largo alcance en contra de la religión. Hacia fines de los años 1950 y especialmente para principios de los años 1960 bajo el primer ministro Nikita Kruschef se ejerció mucha presión en contra de todos los grupos religiosos. El alcance de ésta se hizo evidente más tarde. El corresponsal Peter Grose del Times de Nueva York informó:

      “Ahora se está poniendo de manifiesto la extensión del daño que se hizo a la estructura religiosa a través de la Unión Soviética en los cinco años previos a 1964. Religiosos disidentes han afirmado que 10.000 lugares de adoración fueron cerrados por las autoridades en esos años. . . .

      “Se desarrolló una vasta estructura burocrática para asegurarse de que las operaciones eclesiásticas por todo el país estuvieran bajo el control eficaz del poder civil.”

      Por consiguiente, aunque los guías comunistas han hecho ajustes en su lucha en contra de la religión, han sido, y continúan siendo, de un solo propósito en sus objetivos. Incesantemente trabajan con el fin de borrar la religión de la Unión Soviética.

      Después de todos estos años de oposición, ¿qué ha quedado de la religión en ese país? ¿Exactamente cuán fuerte es la religión en la Unión Soviética en la actualidad?

  • ¿Cuán fuerte es la religión en la U.R.S.S en la actualidad?
    ¡Despertad! 1973 | 22 de julio
    • ¿Cuán fuerte es la religión en la U.R.S.S. en la actualidad?

      LA Unión Soviética ya no publica estadísticas oficiales sobre religión. Sin embargo, en un tiempo lo hizo. Esas estadísticas, junto con los relatos de testigos presenciales y otros informes que han venido con el transcurso de los años, suministran un cuadro bastante completo de la situación.

      La información muestra lo que les ha pasado a los “creyentes” y al clero de la religión tradicional. Muestra lo que le ha sucedido al poder de estas religiones, y la condición de sus iglesias, seminarios y conventos. Revela una tendencia inconfundible.

      ¿Cuántos “creyentes”?

      Antes de la I Guerra Mundial, la edición de 1911 de The Encyclopædia Britannica declaró: “Según las tablas estadísticas publicadas [por Rusia] en 1905 los adherentes de las diferentes comunidades religiosas en todo el imperio ruso sumaban aproximadamente . . . 125.640.020.”

      En vista de que en ese tiempo la población era de unos 143.000.000, el número de personas que entonces pertenecían a una religión era más del 87 por ciento de la población. Probablemente el número de “creyentes” era aún más elevado si se añadían las personas que creían en Dios pero no se asociaban con ninguna religión.

      Esto refleja el hecho fundamental de que antes que los comunistas tomaran el gobierno, Rusia era considerablemente religiosa. La abrumadora mayoría de la gente pertenecía a alguna religión o expresaba creencia en la existencia de Dios. Pero, ¿qué ha sucedido desde entonces?

      En 1937, la Unión Soviética realizó un censo especial para determinar la actitud de su pueblo hacia la religión. Unos 50.000.000 de ciudadanos declararon ser “creyentes.” En 1939 la Unión Soviética informó que su población era de 170.000.000. Así, para fines de los años 1930, menos de una tercera parte de la gente en todo el país profesaba ser “creyente.” Después de veinte años de control comunista, la cantidad había descendido desde aproximadamente 90 por ciento a aproximadamente un 30 por ciento.

      En 1970 el Times de Nueva York publicó un informe hecho por el Grupo de los Derechos de la Minoría, una organización de investigaciones con sede en Londres. El Times dijo: “El informe calcula que la Iglesia Ortodoxa Rusa tiene la lealtad de 30 millones de personas, en una población soviética de 237 millones.” Y, en 1971, el Herald-Examiner de Los Ángeles, California, declaró: “No hay un cálculo oficial de los creyentes ortodoxos rusos activos en la Unión Soviética. Los cálculos no oficiales ascienden a más de 20 millones.”

      Considerando que los “creyentes” en otras religiones forman un total de solo unos pocos millones, la tendencia es inconfundible. De hecho, la situación de las iglesias es peor, en vista de que muchos “creyentes” no concurren a las iglesias como lo hacían antes de la revolución de 1917.

      El Daily Post de Kotorua, Nueva Zelanda, informa: “Un reciente estudio en Pskov [en la Unión Soviética occidental] mostró que el 13 por ciento de la población se consideraba a sí misma creyente.” El periódico interpretó que esa cifra significaba que había fuerza religiosa en la zona. Pero en realidad lo cierto es lo contrario. Lo que muestra es que de aproximadamente 90 por ciento que eran “creyentes” antes de 1917, ahora lo son solamente el 13 por ciento.

      Por consiguiente, si las cantidades disponibles muestran algo, muestran que la gente de la Unión Soviética, después de cincuenta y cinco años de indoctrinación atea, está abandonando la religión. Las generaciones más jóvenes están siendo saturadas con ideas que las separan de la religión. Y cada año éstas componen un mayor porcentaje de la población a medida que los “creyentes” más viejos van muriendo.

      La Iglesia Ortodoxa devastada

      La Iglesia Ortodoxa Rusa ha sufrido pérdidas asombrosas. Esto se refleja, no solo en la disminución del número de “creyentes,” sino también en el número de iglesias, clero y trabajadores religiosos. La Encyclopædia Britannica de 1959 dijo de la Iglesia Ortodoxa: “En 1914 había en Rusia 55.173 iglesias y 29.593 capillas.” Esto representa un total de aproximadamente 85.000 edificios para servicios religiosos. Pero en 1955, ¡solo quedaban unos 20.000!

      La misma fuente alistó lo siguiente:

      1914 1955

      Clérigos 112.629 32.000

      Monasterios

      y Conventos 1.025 70

      Estas cifras son similares a las suministradas por otras fuentes. Por ejemplo, el libro Europe Since 1939 informa que en 1959 el número de iglesias era aproximadamente 20.000 y el clero sumaba unos 32.000. Calculó que unos 90 establecimientos monásticos todavía funcionaban.

      Entonces, para fines de los años 1950 y principios de los años 1960 se cerraron muchas otras iglesias. El Times de Nueva York citó: “un estudio por dos sacerdotes ortodoxos en Moscú que 10.000 iglesias fueron cerradas durante la última parte del régimen del Sr. Kruschef, más o menos la mitad de las que habían sido abiertas.” El Times añadió: “Una publicación oficial soviética de 1966 suministró la cifra de 7.000 para el número de iglesias abiertas.”

      La situación de las ciudades principales es característica. Informa el Herald-Examiner de Los Ángeles: “En 1917 Moscú tenía más de 600 iglesias para una población de un millón. Hoy día no hay más de 40 o 50 iglesias activas para una población de siete millones, y algunas son del tamaño de una pequeña capilla.” Un redactor de The Christian Century, después de cinco visitas a la Unión Soviética, verificó esto, declarando: “¿Cuántas iglesias ortodoxas están abiertas en Moscú? Cuarenta.” Así es que en Moscú, el centro de la religión en los días precomunistas, las iglesias prácticamente han desaparecido. Y, como declara el Herald-Examiner, “Raramente se construye una nueva.”

      La situación en Leningrado es similar. Declara The Christian Century: “Considere a Leningrado, una ciudad de 5 millones de personas. Hay catorce iglesias abiertas allí.” Sin embargo, estos informes muestran que esas iglesias están “más que colmadas cada domingo por la mañana.” El lector puede llegar a la conclusión de que esto representa un resurgimiento de interés en la Iglesia Ortodoxa.

      Pero de ninguna manera es ése el caso. Para ilustrar: Si tres iglesias tienen cada una una congregación de 1.000, pero con el paso de los años disminuyen a 500 cada una, y entonces dos se cierran, ¿qué pasaría? Probablemente uno halle a 1.500 personas tratando de entrar en la iglesia restante. Un observador casual quizás llegue a la conclusión de que hay un pronunciado resurgimiento, de hecho un “despertar,” porque esa única iglesia está ‘más que colmada.’ Pero, ¿qué ha sucedido en realidad? Hay menos personas que apoyan la religión en la zona. Pero debido al constante cierre de iglesias, la que queda está atestada.

      ¿Quiénes son los religiosos?

      Además, ¿quiénes son las personas que por lo general concurren a la Iglesia Ortodoxa? El corresponsal del Times de Nueva York, Peter Grose declaró:

      “Cada vez que visité una iglesia soviética . . . Siempre había ancianas desaliñadas con sus pañolones sentadas en los rincones oscuros, inhalando el incienso, dando la apariencia de haber perdido interés en la vida a su alrededor.

      “Si esto era todo lo que la religión significaba, entonces los edificadores del comunismo deben tener poco de que preocuparse, acerca del presente o el futuro.”

      El informe del Herald-Examiner de Los Ángeles también dijo: “Los que concurren a los servicios son pocos, en su mayoría ancianos y mayormente mujeres.”

      Pero, ¿qué hay acerca de los informes de que los jóvenes están acudiendo a la religión? El Daily Post de Nueva Zelanda dijo de esto: “En Rusia algunos jóvenes (no muchos) han regresado [a la religión] ortodoxa por razones tanto estéticas como espirituales.” Lo que esto significa es que un pequeño número de jóvenes concurren, no porque aprenden acerca de las verdades de Dios, sino por razones de arte, cultura, curiosidad o hasta superstición. Como declaró el Britannica Book of the Year para 1972: “Los jóvenes recién llegados a la fe ortodoxa no entendían la liturgia ni se preocupaban de los sermones, pero no obstante fueron bautizados en la fe.”

      En su libro House Without a Roof, el autor Maurice Hindus comenta sobre el hecho de que se ven en las iglesias a algunos jóvenes. Dice lo siguiente:

      “Sería una locura hablar de ello como si fuera un movimiento popular. Abrumadoramente, la juventud soviética es atea o completamente apática a la ortodoxia.

      “Hasta en la cosaca Kuban, que históricamente es una de las regiones más devotas del país, el concurrir a la iglesia prácticamente ha cesado entre los jóvenes. Al pasar en automóvil por las aldeas cosacas el domingo por la mañana, vi a multitudes de jóvenes paseando por las calles, jugando en los parques, pero no yendo a la iglesia. Ni en una sola iglesia he visto un número significante de jóvenes.”

      Por lo tanto, la conclusión es ineludible: La que en un tiempo fue la todopoderosa Iglesia Ortodoxa Rusa se está muriendo. Peter Grose la llamó: “Una pálida sombra de lo que fue antes de la revolución bolchevique.” Y un teólogo e historiador de la Iglesia Ortodoxa, Anatoly Y. Levitin, dijo:

      “La Iglesia rusa está enferma, gravemente enferma. La más seria dolencia es el antiguo cesaropapismo, la sujeción de la Iglesia a la autoridad seglar.

      “En la Iglesia hay obispos que son ramas de una higuera muerta, estéril e inútil. Hay miembros gangrenados de la Iglesia que la están . . . infectando con sus exhalaciones putrefactas e inyectándole veneno en sus más secretas profundidades.”

      Como lo indica Levitin, la “gangrena” existe en los niveles más elevados. Esto se volvió a ver en 1971 cuando un nuevo patriarca, Pimen, fue instalado para reemplazar a Alexei, que había muerto el año anterior. De Pimen, el Britannica Book of the Year para 1972 dijo: “Había demostrado estar plenamente conforme con la política oficial del gobierno.”

      Este fue un caso tan evidente que la revista Time del 3 de abril de 1972 informó que un prominente escritor ruso “acusó al patriarca Pimen, el guía de la Iglesia Ortodoxa Rusa, de sumisión servil a las normas antirreligiosas del Kremlin.” Como lo señaló Time, el escritor “reprochó a la jerarquía de la Iglesia por su obediencia a medidas como el cierre de las iglesias, la represión de sacerdotes disidentes y la proscripción de educación religiosa para niños.”

      ¡Con toda certeza, el clero ortodoxo ruso continúa asistiendo al funeral de su propia religión! Pero, ¿qué hay acerca de las otras religiones? ¿La están pasando mejor que la Iglesia Ortodoxa?

  • ¿Qué hay de las otras religiones?
    ¡Despertad! 1973 | 22 de julio
    • ¿Qué hay de las otras religiones?

      SEGÚN una lista de los representantes eclesiásticos que concurrieron a una conferencia en Zagorsk, cerca de Moscú, hay por lo menos otras veintitrés confesiones registradas con el gobierno soviético. A éstas se les permite celebrar servicios en sus lugares de reunión.

      Entre estos grupos religiosos están los musulmanes, luteranos, católicos romanos, bautistas, ortodoxos georgianos y armenios, judíos, budistas y unos pocos grupos religiosos más pequeños. Por supuesto, son minorías en comparación con la Iglesia Ortodoxa Rusa. En conjunto, estas religiones minoritarias representan solo unos pocos millones de personas en la entera Unión Soviética.

      Pero el hecho de que estas otras religiones han sido ‘reconocidas’ por el gobierno indica algo. Indica que ellas también han transigido con los guías comunistas. Una indicación de esto es que hay otras religiones que no pueden registrarse o celebrar reuniones. Prominentes entre éstas son los testigos cristianos de Jehová, quienes repetidamente han querido registrarse pero a quienes se les ha negado el permiso.

      Las religiones ‘reconocidas’ se están muriendo

      Sin embargo, con casi ninguna excepción, las religiones ‘reconocidas’ se están muriendo. Por ejemplo, Europe Since 1939 dice: “Unos 15 millones de musulmanes en el Asia soviética con el tiempo se han inclinado a asimilar el estilo de vida comunista; bajo presiones oficiales, menguaron la lealtad al Islam junto con las peculiares costumbres musulmanes.” Y un norteamericano que recientemente visitó la República Soviética de Uzbek, que había sido musulmana, dijo: “La mayoría de los ciudadanos de este país musulmán han abandonado la práctica de la religión del Islam.”

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