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  • Muestre respeto en las asambleas
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1958
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1958
w58 15/2 pág. 112

Muestre respeto en las asambleas

EL CONFERENCIANTE está pronunciando un discurso excelente. Un matrimonio recientemente interesado se asombra por el valor del alimento espiritual que se provee. Alguien sentado directamente enfrente decide que tiene que irse para hacer cola en la cafetería. Otra persona, caminando hacia el frente, ve a un amigo y mueve la mano vigorosamente para atraer su atención. La señora que está en el asiento a su lado le dice a su esposo: “Mira, allí está Fulano de tal.” ¿Qué otra idea pueden formarse las personas recién interesadas al ver tal comportamiento, sino que los que así se portan consideran de tan poco valor el alimento espiritual que éste ni siquiera merece el que ellos sean corteses y escuchen? El entusiasmo que sentían disminuye, como fácilmente se puede comprender, debido a unas cuantas personas del auditorio que han mostrado falta de consideración y respeto.

Ya que tantas personas ingresan en la organización cristiana, tenemos que vigilar para que no introduzcan prácticas del viejo mundo como éstas. El conferenciante, la organización y el espíritu de Dios tienen información vital. Es menester que se presente con prisa. Ciertamente tenemos que obtener cuanto podemos de las reuniones. Son semejantes a una escuela espiritual. En la escuela los alumnos que faltan a las clases, vagan por los corredores o se ausentan frecuentemente de la escuela van quedando muy atrás de los demás. No sea usted como éstos. El obtener el conocimiento correcto es demasiado importante para que hagamos cosas como ésas.

Escuche, analice, haga apuntes y hable con otros acerca de los nuevos puntos en camino a casa. No sea un asistente inestable que llega tarde o sale temprano. ¿Por qué debe usted quedarse siempre hasta el mismo fin? No sólo porque sirve de buen ejemplo, sino también porque la sesión se cierra con oración. Usted quiere que se exprese a Jehová Dios el agradecimiento personal que usted siente por el programa del día, ¿no es cierto? Sería mostrar gran falta de respeto a Dios, al que ora y a sus hermanos el haberse ido sin unirse a ellos en esa oración, simplemente para ahorrar unos cuantos minutos.

Por supuesto, si alguien tiene asignado cierto deber y tiene que salir para cumplir con él, entonces ciertamente debe hacerlo. Si ha surgido una emergencia o si usted está enfermo, no vacile en cuanto a irse. Pero cualquier otra persona que salga antes que se disuelva oficialmente el programa no representa la actitud de los testigos de Jehová de dar importancia a estas reuniones. La mayoría no quiere que se le asocie con esta falta de respeto. Siente vergüenza cuando ve que alguien, inconsideradamente, se porta así.

Por eso, que su atención sobresaliente muestre a otros cuánto le interesa a usted el mensaje. Nadie debe estar andando por los corredores durante los discursos. Los corredores deben estar vacíos, silenciosos. ¡Qué gozo da asistir a las asambleas donde se muestra este aprecio! Pero en otras asambleas algunas personas descuidadas han introducido una costumbre diferente. Recuerde, no obstante, que la falta de respeto que estas personas muestran no es representativa de la organización. El viejo mundo es nervioso y su gente simplemente no puede estarse sentada en calma. En su Salón del Reino usted se queda allí en su asiento hasta que se pronuncian las últimas palabras, se entona el cántico y se hace la oración, hasta que se le despide oficialmente. ¿Por qué mostrar menos respeto en una reunión aun más grande en la que más personas verán su falta de aprecio y usted pondrá su mal ejemplo ante aun más personas de buena voluntad?

No le ponga atención a la persona que trate de hablar con usted durante el programa. Hágale una seña afirmativa silenciosa con la cabeza en reconocimiento, pero déle a entender que usted insiste en mostrarle el debido respeto al conferenciante, a la organización y a sus hermanos que están cerca de usted que, aunque tengan una asignación de trabajo en los corredores, también quieren oír. Si hay quien no considere importantes los puntos que se están presentando, puede que esa persona se haya equivocado y deba estar en otro lugar—¡y probablemente sus hermanos deseosos de oír quisieran que estuviera en ese otro lugar!

Usted no quiere que piensen eso de usted, ¿verdad? Por supuesto que no. Entonces, por ser considerado, usted estará presente a la hora debida, estará en silencio y en calma, no saldrá temprano, no estará en los corredores afuera durante la reunión, no hablará durante los anuncios (aunque éstos se hagan en un idioma que no sea el suyo), y nunca considerará de más importancia el llegar a la fila de la cafetería o el tomar un ómnibus a casa que el quedarse respetuosa y ordenadamente en su asiento durante las últimas cuantas palabras del programa y el cántico de conclusión y la oración a Dios.

Al seguir este ejemplo correcto, ejemplo que todo testigo de Jehová debe poner, usted sacará todo el provecho del gozoso y bendito programa.

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