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  • ¿Es usted una persona espiritual?
    La Atalaya 1969 | 15 de noviembre
    • Dios sobre ella.—Pro. 3:5, 6; Fili. 4:6, 7.

      Sí, el hombre espiritual está ‘consciente de su necesidad espiritual.’ Reconoce que “no de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová.” En vez de hacer de la comida, la ropa, el abrigo y los placeres mundanos sus intereses principales, ‘sigue buscando primero el reino de Dios y Su justicia.’ Es del mismo parecer que el salmista que dijo: “¡Cómo amo tu ley, sí! Todo el día es ella mi interés intenso.” Se siente atraído a asociarse con otros que son personas espirituales.—Mat. 5:3; 4:4; 6:25, 33; Sal. 119:97; Rom. 1:9-12.

      Es por eso que el hombre espiritual ‘compra tiempo’ de sus asuntos diarios para estudiar la Palabra de Dios. No solo lee la Palabra de Dios, la Santa Biblia, diariamente, sino que también quiere entender lo que lee. De buena gana acepta la ayuda que se le ofrece y descubre que las ayudas para el estudio de la Biblia publicadas por la Sociedad Watch Tower y distribuidas por los testigos cristianos de Jehová son del mayor valor para llegar a entender la Palabra y los propósitos de Dios. Es por eso que también se aprovecha sabiamente de las oportunidades que le suministran las reuniones de congregación de los Testigos para aumentar su entendimiento de la Palabra de Dios.—Hech. 8:30-35; Heb. 10:23-25.

      Otra característica básica del hombre espiritual es su esperanza. No es esperanza ciega. No, él tiene una esperanza sólida, fuerte, como ancla para su alma, basada en las promesas y acciones de Dios en tiempos pasados según se registran en Su Palabra. Sabe que Dios no puede mentir. Debido a su esperanza el hombre espiritual no se perturba indebidamente porque siguen aumentando la iniquidad y la violencia y porque el futuro parece muy siniestro. Sabe que muy pronto ‘el reino de Dios vendrá y la voluntad de Dios entonces se efectuará en la tierra como se efectúa en el cielo.’—Mat. 6:10; Heb. 6:18,19.

      Puesto que “de la abundancia del corazón habla la boca,” el hombre espiritual se deleita en hablar acerca de cosas relacionadas con la Palabra y los propósitos de Dios. Cuando disfruta de la compañía de otros en reuniones sociales o cuando están juntos en actividades como construir o limpiar un Salón del Reino o en trabajo preliminar de asamblea, el hombre espiritual prudentemente hace que la conversación gire en torno de cosas edificantes y espirituales.—Mat. 12:34.

      EL HOMBRE ESPIRITUAL ESTÁ ORIENTADO POR DIOS

      Una persona puede ser idealista y de inclinación noble y no obstante no ser una persona espiritual. ¿Por qué? Porque el ser una persona espiritual envuelve más que el simplemente tener en el corazón el bienestar del hombre, como lo tiene el humanista.

      El hombre espiritual sabe que el amar a su prójimo como a sí mismo solo es el segundo de los más grandes mandamientos y que el mandamiento primero y principal es “amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”—Mar. 12:29-31; Luc. 6:31.

      Sí, el hombre espiritual está orientado por Dios. Acude a la Palabra de Dios más bien que a simple raciocinio humano para obtener guía. En su empleo trabaja, ‘no con actos de servir al ojo, como quien procura agradar al hombre,’ sino “con temor de Jehová,” “como para Jehová.” De modo que no solo paga de vuelta las cosas de César a César, sino que está aun más interesado en pagar de vuelta las cosas de Dios a Dios. Por lo tanto da a Dios devoción exclusiva.—Col. 3:22, 23; Mat. 22:21; Éxo. 20:5.

      EL HOMBRE ESPIRITUAL COMO SUPERINTENDENTE

      El hombre espiritual no pierde de vista los principios cristianos en sus relaciones con sus compañeros cristianos. Especialmente tendrá cuidado el hombre espiritual de gobernarse por principios cristianos si tiene a su cargo la superintendencia de otros cristianos. Por ejemplo, un superintendente en la organización de Dios quizás también tenga un puesto de responsabilidad en el mundo de los negocios. Por tratar todo el día con personas que no solo son impulsadas por consideraciones netamente egoístas, sino que también están prontas para aprovecharse de cualquier apacibilidad o bondad que se les muestra, es posible que el cristiano descubra que se está haciendo duro y brusco.

      A menos que tenga cuidado puede que descubra que está tratando así a sus compañeros cristianos que están sirviendo a Dios altruistamente. ¡Cuán imprudente, cuán desacertada y cuán desamorada sería tal actitud! ¿Está usted evitando tal error? Considere la gran cantidad de trabajo que tuvo que efectuar Jesús solo en unos cuantos cortos años. Si hubiera estado tan inclinado a la eficacia, ¿habría escogido casi en su totalidad a galileos humildes para ser sus apóstoles? ¡Y qué paciencia mostró al tratar con ellos!

      Hoy el que es superintendente, sea de una congregación, de una asamblea o de un departamento de asamblea, hará bien en seguir el ejemplo de Jesús tocante a esto. Aunque esté interesado en que se hagan las cosas, usted no querría manejar a sus hermanos de manera severa y brusca como si fuera un ejecutivo despiadadamente eficaz de una empresa comercial, ¿verdad? Por eso, aunque usted posiblemente tenga muchas cosas acumuladas en su mente, como el apóstol Pablo, no pase por alto la necesidad de manifestar empatía. (2 Cor. 11:29) En vez de dar órdenes sucintas y abruptas, ¿por qué no más bien hablar a sus hermanos con un tono bondadoso y preguntar: “¿Quisiera usted hacer esto? ¿Le gustaría hacer aquello?”? ¡Pues, por supuesto que les gustaría hacerlo! Quieren hacer cuanto pueden para adelantar la obra de Jehová, porque lo están haciendo todo por amor. ¿Y no sería mejor comenzar la mañana considerando el texto bíblico y el comentario del día que el simplemente estar interesado en que cada uno se presente para trabajar a tiempo?

      Si se diera el caso que sus hermanos cristianos fuesen lentos para entender las cosas o no mostrasen buen juicio, no adopte impacientemente la actitud de que lógicamente deberían haber sabido qué hacer. No, aunque usted mismo sea dechado en celo y eficacia, no arree a otros ni espere tanto de otros como usted espera de usted mismo. Más bien, al tratar con sus hermanos acuérdese de manifestar el fruto del espíritu santo de Dios. En particular considere el amor, la bondad y la apacibilidad.—Gál. 5:22, 23.

      ¿Podrían los cristianos que son personas espirituales ser más plenamente espirituales de lo que son a veces? Algunos cuando participan en la obra de Dios tienen la tendencia de permitir que el modo de pensar del hombre físico rija sus relaciones con sus hermanos cristianos, especialmente si otros sirven bajo ellos. Aquí son pertinentes las palabras del apóstol Pablo: “Hermanos, les solicitamos y les exhortamos por el Señor Jesús, a que así como recibieron de nosotros la instrucción acerca de cómo deben andar y agradar a Dios, así como de hecho están andando, que sigan haciéndolo más plenamente.”—1 Tes. 4:1.

      Tomando en cuenta todo lo susodicho: ¿Es usted una persona espiritual? Es bueno el que usted pueda contestar “Sí” a esa pregunta. Entonces queda esta pregunta: ¿Podría usted serlo más plenamente? Si es así, ¡usted y sin duda otros se sentirán más felices si usted lo hace!

  • No ha de hablarse de eso
    La Atalaya 1969 | 15 de noviembre
    • No ha de hablarse de eso

      ● No hace mucho una señora comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Abordó a su ministro y le preguntó: “¿Son los testigos de Jehová la religión verdadera?” Él contestó: “Sí, pero aquí no hablamos de esas cosas.”

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