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  • ¿Por qué se pierde la batalla contra el crimen?
    ¡Despertad! 1976 | 22 de febrero
    • establecer que uno de los sospechosos estaba implicado en los asesinatos. Posteriormente fue aprehendido y sentenciado.

      Como resultado de mi trabajo, fui recomendado para la oficina de detectives, y en la primavera de 1963 recibí el curso de entrenamiento para detectives en la Academia Policial. Después de eso, como entonces era costumbre, fui asignado al Escuadrón Juvenil, una especie de escuadrón de detectives jóvenes que hacía cumplir las leyes relacionadas con lugares en que se congregaban los jovencitos, como en las boleras, salas de billar y escuelas. Pero desde 1966 he realizado el trabajo corriente de detective.

      El trabajo de investigación que se realiza en la mayoría de los crímenes no es nada en comparación con el que se hizo en el asesinato de Fallon y Finnegan, pues en ese caso docenas de detectives y técnicos especiales concentraron sus esfuerzos. Dado que diariamente se informan más de mil crímenes serios, sencillamente no alcanza el tiempo para investigar cabalmente la mayoría de los crímenes.

      Pero cuando hay disponible más tiempo, se puede conducir una investigación completa. Se puede tratar de hallar testigos del crimen, y se puede hacer un esfuerzo cabal en busca de pistas. Las impresiones dactilares son extremadamente valiosas como evidencia de un crimen; sin embargo, creo que en este sector muchos detectives son deficientes. No utilizan los métodos científicos disponibles para detectar los crímenes, ya sea por falta de interés o por no estar convencidos de su valor.

      Ante la gran ola de crímenes, el procedimiento investigador se ha desbaratado... solo se resuelve uno de cada cinco crímenes graves, y el número propiamente dicho probablemente es mucho menor. Como resultado, la confianza del público en la policía es baja. Aumentan la frustración y el egoísmo, haciendo que más personas se vuelvan al crimen.

      No obstante, muchos policías creen que hay y una razón aun más importante por la que estamos perdiendo la batalla.

      Por qué se puede decir que el crimen paga

      Dicho francamente, la razón es que EL CRIMEN PAGA. Eso es lo que muestra la evidencia. Por eso James S. Campbell, el consejero anterior de una comisión presidencial sobre el crimen, dijo: “El crimen sí paga.” Hizo notar que “la probabilidad era de 99 contra 1 de que uno pudiera cometer un crimen y no ir a la cárcel por ello.” Pero en la ciudad de Nueva York hay todavía menos probabilidad de que un criminal sea castigado.

      Por ejemplo, de 97.000 arrestos por crímenes graves en un año reciente, ¡solo 900 acusados fueron procesados hasta el punto de llegar a un veredicto! Se atiende a la inmensa mayoría de los arrestos por lo que llaman “defensa negociada.” La manera en que se efectúa esto es que el criminal concuerda en confesarse delincuente de una acusación reducida que por lo general implica la suspensión de la sentencia. En otras palabras, sale libre. ¡No hay ningún castigo! Hasta ocho de cada diez casos de asesinato se resuelven por medio de esta “defensa negociada.” En esos casos, el asesino por lo general recibe una sentencia leve, y pronto está libre para cometer nuevamente sus crímenes.

      Por mi propia experiencia podría darle muchos ejemplos de este sistema jurídico de “puerta giratoria.” Pero permítame escoger solo uno. En 1970 un hombre con un largo registro criminal mató cruelmente a puñaladas a un indefenso anciano, el dueño de una licorería. No obstante a este asesino que mató a sangre fría se le permitió confesarse delincuente de homicidio sin premeditación, y fue sentenciado a cinco años, lo cual significa que probablemente cumplió solo dos o tres años. ¡Pero fue uno de los crímenes más atroces que jamás haya investigado!

      ¿Por qué en casos como este no juzgan a los criminales y les dan el debido castigo? El juez David Ross explicó: “Estamos estallando por los cuatro costados y se necesitarían millones [de dólares] para juzgar todos estos casos.” Además, las cárceles ya están llenas, y los costos de construcción para cárceles nuevas pueden ascender hasta 40.000 dólares por preso. Aun ahora, cuesta alrededor de 10.000 dólares al año para mantener a una persona en una cárcel tradicional. De modo que no solo es demasiado costoso juzgar a criminales, sino también muy costoso mantenerlos encerrados.

      Como resultado, las personas se sienten alentadas a cometer más crímenes, puesto que pueden ver que el crimen paga. La verdad es que a veces hasta se ríen de nosotros cuando los arrestamos, puesto que saben que no tienen nada que temer. Por lo tanto, ¿puede usted ver por qué los policías a menudo no son muy enérgicos en sus esfuerzos por prender a los criminales? De cualquier modo lo usual es que no serán castigados. Por ejemplo, un hombre de Washington, D.C. fue arrestado cincuenta y siete veces en cinco años antes que fuera sentenciado.

      Es una situación triste, como dijo Patrick Murphy, anterior comisionado de policía de la ciudad de Nueva York: “La policía es meramente el arma más visible de un sistema de control del crimen desbaratado, de un no sistema, en el cual los acusadores y los tribunales también fracasan.”

      Un editorial del Times de Nueva York tenía razón al decir lo siguiente del sistema judicial: “Esencialmente el cuadro es el de un ‘sistema’ que amenaza constantemente con derrumbarse por su propio peso, que funciona de una manera más destinada a evitar ese derrumbe que a impartir justicia o proteger al público.”—7 de febrero de 1975.

      El público es el que sufre más, especialmente las víctimas. La idea de ayudar o compensarlas por su pérdida casi no existe. Además, si las víctimas han de dar testimonio en el tribunal tienen que hacerlo a costa de su propio tiempo, quizás con pérdida de salario, y lo más que pueden esperar es que el criminal sea castigado. Pero, puesto que tan pocos criminales reciben castigo, cada vez menos víctimas quieren molestarse para acusar, y, francamente, no puedo culparlas. ¡Una mujer de Filadelfia tuvo que presentarse en el tribunal cuarenta y cinco veces antes que el asaltante que le robó fuera sentenciado!

      ¿Hay soluciones?

      Hace algún tiempo, fue llamada a mi atención la idea de hacer que el criminal trabajara para devolverle a la víctima lo que le había robado o dañado. La idea es de la Biblia, donde, según la ley de Dios, un ladrón que robaba un toro y lo vendía ¡tenía que compensar con cinco toros! (Éxo. 22:1-4) ¡Esto es tan lógico! Si los criminales tuvieran que hacer esa restitución a sus víctimas, o, en el caso de juveniles, tuvieran que hacerlo sus padres, se reduciría enormemente el crimen.

      También se necesita castigo veloz por la maldad. Cuando no hay castigo, el criminal cree que el crimen paga y por lo tanto continúa en este mal proceder, como dice la Biblia. (Ecl. 8:11) Pero si el que comete un asesinato premeditado fuera ejecutado rápidamente, como recomienda la Biblia, puedo asegurarle que habría muchos menos crímenes. (Núm. 35:30, 31) Y si otros criminales fueran castigados severamente, estoy seguro de que el crimen disminuiría repentinamente.

      Sin embargo, este sistema de cosas se aleja cada vez más de un curso de razón y buen sentido. Por eso, mientras este sistema continúe, triste es decirlo, no puedo ver ninguna esperanza de un verdadero mejoramiento en la batalla policial contra el crimen.—Contribuido.

  • ¿Cómo puede protegerse usted?
    ¡Despertad! 1976 | 22 de febrero
    • ¿Cómo puede protegerse usted?

      LOS ciudadanos comúnmente recurren a la policía en busca de protección, pero en algunas zonas la policía dice ahora que no pueden proveerla. Lewis M. Phelps, escribiendo para The Wall Street Journal, contó acerca de los hurtos de su propiedad y la de sus vecinos en Chicago. Describió la reacción de la policía como sigue:

      “Mientras estaba llenando los formularios, un policía comentó, casi casualmente: ‘Supongo que usted sabe que realmente no tiene ninguna protección policial en este vecindario. No tiene ninguna protección en ninguna parte de esta ciudad, porque nosotros no somos verdaderos policías. Solo simulamos los movimientos.’”

      Explicó el policía: “Alguna de estas noches probablemente atrapemos a estos sujetos. Entonces probablemente correrán. . . . Ni siquiera voy a esforzarme mucho para perseguirlos, porque si lo hago, y los atrapo probablemente resistirán. Tendré que golpearlos con mi revólver o mi cachiporra para someterlos, o si no me herirán. Entonces tendré sobre mis espaldas una acusación de brutalidad, aunque él me golpee primero. De modo que solo simularé los movimientos de perseguirlo, nada más para dar la apariencia de lo correcto. Y eso es exactamente cómo ven la situación la mayoría de los policías de esta ciudad.”

      Esto es lo que quiso decir el policía cuando mencionó que la gente realmente no tiene ninguna protección policial. Pero rápidamente defendió su ‘simulación de los movimientos,’ diciendo: “Tengo esposa y familia en quien pensar. ¿Por qué debiera arriesgar mi vida para prender estos tipos cuando los tribunales vuelven a ponerlos en la calle? He arrestado a tipos por robo armado. Algunos tienen 200 arrestos, y docenas de sentencias por crímenes violentos. Pero a pesar de eso obtienen la libertad condicional. ¿Por qué debiera correr el riesgo de que me hieran de un tiro para llevar a un tipo a los tribunales para eso?”

      Bueno, ¿dónde lo deja esto a usted, el ciudadano común? La verdad es que, el que sea usted una víctima del crimen o no, depende mucho de sus propios esfuerzos por protegerse.

      Tipo de protección recomendada

      Frank Angelo, un periodista del Free Press de Detroit, informó sobre una recomendación. Explicó que una amiga le había dicho que en varios hogares en su inmediata vecindad del centro se habían cometido robos con escalo. Dijo ella que los ‘policías que vinieron en respuesta a su llamada se dieron prisa en recomendar que la mejor solución al problema era que ella y otros se armaran.’

      Pero, ¿es este buen consejo, el de armarse? A pesar de que algunos policías recomiendan eso, casi todas las agencias de

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