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  • ¡Uno halla lo que busca!
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
w68 15/2 págs. 99-100

¡Uno halla lo que busca!

UNA de las razones por las que la Biblia disfruta de una distribución tan extensa, siendo el libro de mayor venta año tras año, sin duda es la sabiduría básica de su consejo. Entre los muchos ejemplos que pudieran darse están las palabras de Jesucristo que se encuentran en Mateo 7:7: “Sigan buscando, y hallarán.”

Aunque estas palabras dan énfasis a la necesidad de perseverar en buscar cosas buenas, también está implícito en ellas el pensamiento de que por lo general hallaremos aquello que buscamos persistentemente. De modo que si nuestra naturaleza es buscar o esperar hallar cualidades admirables en otros es muy probable que las hallemos. Por otra parte, si somos indebidamente sospechosos, buscando o esperando hallar rasgos malos en otros, es muy probable que los hallemos. Todo lo cual, ha de notarse, está en conformidad con las palabras inspiradas del apóstol Pablo: “Todas las cosas les son limpias a los limpios. Pero a los contaminados y sin fe nada les es limpio, sino que tienen contaminada tanto su mente como su conciencia.”—Tito 1:15.

Jehová Dios nos pone un ejemplo excelente a este respecto, porque no nos está observando como crítico para hallar tanta falta en nosotros como sea posible. Él no es indebidamente sospechoso. Por eso escribió el salmista inspirado: “Si errores fuese lo que tú vigilas, oh Jah, oh Jehová, ¿quién podría estar de pie? Porque hay el verdadero perdón contigo, a fin de que se te tema.”—Sal. 130:3, 4.

Un ejemplo registrado en la Biblia del proceder de este modo por parte de Jehová Dios se halla en sus tratos con el rey Josafat, un rey de Judá recto, temeroso de Dios. En una ocasión este rey tontamente entró en una alianza militar con el inicuo rey Acab de Israel. Dios lo censuró, diciendo por medio de su profeta Jehú: “¿Es a los inicuos que se ha de dar ayuda, y es para los que odian a Jehová que debes tener amor? Y por esto hay indignación contra ti procedente de la persona de Jehová.” Pero debido al buen registro previo del rey Josafat, Dios prosiguió a decir: “No obstante, hay cosas buenas que se han hallado contigo, porque has eliminado del país los postes [fálicos] sagrados y has preparado tu corazón para buscar al Dios verdadero.” Es verdad, el rey Josafat se había equivocado, pero todavía Jehová Dios encontró bien en él y le mostró misericordia a causa de ello.—2 Cró. 19:2, 3.

Lo amoroso es buscar lo bueno en otros. Esto no quiere decir que hemos de ser crédulos. Los hombres egoístas, especialmente en los negocios comerciales de la vida, están inclinados a aprovecharse de otros; por eso observa sabiamente el proverbio bíblico: “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos.” (Pro. 14:15) Así mismo, nos equivocaríamos seriamente si nos esforzáramos por hallar bien en las prácticas y organizaciones que Dios condena. (Gén. 3:1-5; 1 Tim. 2:14; Rom. 1:24-32; 2 Cor. 6:14-18) Pero en nuestras relaciones cotidianas con asociados, amigos y parientes, el estar buscando o el esperar hallar mal en otros ciertamente revela una actitud o disposición mental negativa. ¿Es prudente tal proceder? De ninguna manera, pues como un poeta aptamente observó en una ocasión tocante a las cosas destinadas a agradar en virtud de su belleza: “La mejor regla para la felicidad en la vida así como para el juicio sano es . . . tratar de averiguar por qué una cosa es buena, más bien que por qué es mala.” Después de todo, nadie es perfecto.

El antídoto para la disposición de seguir buscando lo malo en otros es el altruismo o el amor. El amor confía; es por eso que edifica. Cree en las cualidades buenas de otros y piensa lo bueno acerca de ellos cuando surge alguna duda a menos que resulten ser indignos de la confianza de uno. En particular los cristianos en sus tratos con compañeros cristianos deben tomar a pechos y obrar de acuerdo con los principios que enunció el apóstol Pablo en su descripción de la manera en que obra el amor: “El amor . . . todas las cosas . . . las cree, todas las espera.” (1 Cor. 13:4, 7) Esto es lo que hace que los testigos de Jehová sigan yendo de casa en casa. A pesar de todo el escepticismo y materialismo de este mundo, buscan y tienen esperanza de hallar algunas personas que anhelen aprender más acerca de Dios y de la Biblia. ¡Y estos Testigos ciertamente hallan lo que buscan!—Eze. 9:4.

Este principio no solo aplica a la actitud de una persona al tratar con otras personas, sino que también aplica a la actitud de una persona para con el Libro de los libros, la Biblia. Aquí también la gente, muy generalmente, es probable que halle lo que está buscando: literatura excelente, historia interesante, principios nobles o, más que todo, la Palabra inspirada de Dios. Pero algunas personas abordan la Biblia con una actitud sumamente crítica, una actitud de “andar en busca de errores,” por decirlo así. Estas por lo general encuentran, o por lo menos parecen encontrar, lo que están buscando: errores, contradicciones o inconsistencias aparentes. Es verdad, debido a errores de copistas o traductores, o debido a cambios de lenguaje, han surgido problemas. Pero en la mayoría de los casos tales problemas son producidos por una lectura superficial de la Biblia.

Por eso una cristiana anciana de extracción africana y de educación limitada que iba de casa en casa en Boston, dando testimonio de su fe, encontró a un estudiante de la Universidad de Harvard que le dijo que él no creía en la Biblia porque ésta se contradecía. Como prueba él dijo que en un lugar la Biblia muestra que Jesús y Juan el Bautista son dos personas distintas, pero en otro lugar dice que Jesús era Juan el Bautista levantado de entre los muertos. Pero esta cristiana anciana pudo mostrarle al estudiante que no fue el escritor bíblico Mateo el que estaba diciendo que Jesús era Juan el Bautista levantado de entre los muertos, sino que Mateo simplemente estaba registrando el hecho de que el rey Herodes tenía esta noción equivocada.—Mat. 14:1, 2.

¡Cuántas bendiciones y gozos se niegan a los que siguen buscando las cosas incorrectas, a los que buscan, esperan o tienen esperanza de hallar errores en la Biblia o debilidades y faltas en sus vecinos, parientes o compañeros cristianos! ¡Cuánto más prudente, además de ser muy amoroso, es el seguir buscando la verdad y la sabiduría de la Palabra de Dios y esperar hallar cualidades admirables en otros!

Ese también es el derrotero correcto y justo, pues, ¿no es ésa la actitud que queremos que otros desplieguen hacia nosotros? ¡Ciertamente que sí! Por eso aquí de nuevo aplica la regla de Jesucristo: “Así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, hagan de igual manera a ellos.”—Luc. 6:31.

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