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“El sol será obscurecido”La Atalaya 1959 | 15 de febrero
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de algunos de estos pasajes muy definitivamente fija el obscurecimiento del sol en nuestro día más bien que en cierta ocasión de hace dos siglos. Por ejemplo, Jesús asoció el obscurecimiento del sol con su vuelta, cuando las naciones estarían airadas, levantándose nación contra nación y reino contra reino, cuando habría hambre, plagas y terremotos. Los hechos manifiestan que 1914 marcó el principio del cumplimiento de estas profecías. Así, la profecía de Joel también muestra que el obscurecimiento del sol precedería al terrible día de Jehová, como indicio de su proximidad. No es razonable concluir que esta señal viniera unos 170 años o más antes del día terrible de Jehová.—Mat. 24:7-12.
Se desprende de lo anterior, por lo tanto, que deberíamos esperar que este obscurecimiento se efectuara ahora. Y ¿precisamente de qué manera se está cumpliendo esta profecía? En la gran obscuridad espiritual que ahora cubre la tierra. Así como predijo Isaías: “Pues he aquí que las tinieblas cubrirán la tierra, y densas tinieblas las naciones.” Esta obscuridad espiritual se debe al hecho de que los hombres pasan por alto a Jehová, la Gran Luz, y a Jesucristo, “la luz del mundo,” así como también la Palabra de Dios, que para el cristiano es una lámpara a sus pies y una luz a su calzada.—Isa. 60:2, Mod; Juan 8:12; Sal. 119:105.
Pero, ¿no ha prevalecido tal obscuridad espiritual en siglos pasados? quizás alguien pregunte. Es verdad, pero hoy en día la obscuridad está más densa y más esparcida en muchos respectos. Hoy vivimos en los predichos “tiempos críticos y difíciles de manejar,” cuando más que nunca los hombres son amadores del placer más bien que amadores de Dios; cuando hay por todas partes una forma de devoción piadosa pero muy poca manifestación de su poder. Respecto a este mismo tiempo Jesús preguntó: “Cuando llegue el Hijo del hombre, ¿verdaderamente hallará esta fe sobre la tierra?”—2 Tim. 3:1-5; Luc. 18:8.
Indicación de esta obscuridad espiritual es la manera en que clérigos que profesan ser cristianos colocan la Biblia en el nivel de escritos hechos por hombres imperfectos y ponen a Jesucristo en la categoría de maestros débiles y falibles tales como Sócrates, Buda y Mahoma. Por lo tanto Jesús dijo: “Nadie viene al Padre sino por mí,” y Pedro dijo acerca de él: “No hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre bajo el cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual hayamos de ser salvos.” Pero no es así, dice Niebuhr, uno de los principales clérigos de los Estados Unidos. El judío, según él, puede “hallar a Dios más fácilmente en los términos de su propia herencia” o religión que mediante una conversión a Cristo.—Juan 14:6; Hech. 4:12.
Puede verse cuán densa es esta obscuridad espiritual cuando se consideran tales informes como el siguiente que apareció en la revista Time del 27 de enero de 1958: “La Iglesia de la comunidad de Glenview . . . es una asociación de buscadores cuya norma es crea como usted quiera y adore como usted quiera.” Tiene “docenas de organizaciones ocupadísimas en un hervor cotidiano de bailes, espectáculos, jiras al campo,” etc. Hay grupos de caza y de pesca, una asociación de mujeres, un grupo de muchachos aficionados a automóviles de gran velocidad y campamentos para personas de toda edad. “En un sermón reciente un ministro citó tristemente las palabras de un recién llegado que según él dijo a otro: ‘¡Parece que tendré que hacerme miembro de esa maldita iglesia para poder tener conocidos!’” El que esta iglesia es un club social más bien que una institución religiosa se hace patente de otro informe que dice que “la comunión de Glenview es tan libre como su teología (i.e., Dios, Cristo, la Biblia, cada cual entendido según el gusto del individuo). Las mesas de comunión se aderezan en el presbiterio, y los parroquianos se acercan y se sirven a sí mismos.” Verdaderamente todo esto está en contraste vívido con la manera en que se practicaba la religión, digamos, hace unos cincuenta años. Aunque las varias religiones enseñaban mucho error en el nombre del cristianismo, al mismo tiempo tenían al menos una medida de respeto para la Biblia como la Palabra de Dios y cierta cantidad de temor a Dios.
Luego, también, hay el asunto de contraste. La luz está brillando con fulgor siempre aumentante sobre la Palabra de Dios, y esto en cumplimiento de su promesa: “La senda de los justos es como la luz brillante que se está haciendo más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido.” Pero “el camino de los inicuos es como la obscuridad; no han sabido en qué siguen tropezando.” Así también el profeta Isaías, después de relatar acerca de la obscuridad que hay sobre el mundo, sigue diciendo: “Mas Jehová, cual sol, se levantará sobre ti, y en ti será vista su gloria. Y naciones vendrán a tu luz.” Y Jesús predijo que al mismo tiempo del obscurecimiento del sol “estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones,” indicando un tiempo de iluminación para algunos a pesar de la obscuridad espiritual. En realidad, esto se prefiguró cuando la obscuridad envolvió a los egipcios por tres días poco antes del Éxodo. En ese tiempo, como ya hemos notado, había luz en las moradas de los israelitas.—Pro. 4:18, 19; Isa. 60:2, 3, Mod; Mat. 24:14.
Prueba de la condición espiritualmente obscurecida del mundo y especialmente de la cristiandad puede verse por todos lados. Está claramente evidente en su aumentante inmoralidad, delincuencia y crimen y en la codiciosa adoración del materialismo. Como resultado de esto vemos el cumplimiento de las palabras de Jesús: “Y sobre la tierra angustia de naciones, no conociendo la salida por el rugir del mar y su agitación, mientras que los hombres se desmayan debido al temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.”—Luc. 21:25, 26.
Puesto que casi cada vez que se hace referencia al obscurecimiento del sol también se menciona la luna, bien pudiera hacerse la pregunta: ¿Ha de aplicarse algún significado especial al hecho de que la luna también se obscurece o ‘se torna en sangre,’ según lo describe una profecía? En tiempos pasados estudiantes de la Biblia han tratado de distinguir entre el obscurecimiento simbólico del sol y el de la luna; sin embargo, parece más razonable y también más en armonía con los hechos el concluir que ambos se refieren a la misma cosa. Sin el sol no podría brillar la luna, porque la luna solamente refleja la luz del sol. Y así como el sol ilumina el día, la luna ilumina la noche.
De manera que el que se obscurezca tanto el sol como la luna da énfasis a cuán continua y cabal es la obscuridad espiritual que prevalece en el tiempo actual. Y efectivamente hallamos que así es.
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Dos carasLa Atalaya 1959 | 15 de febrero
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Dos caras
Poco antes de morir el papa Pío XII lamentó el hecho de que tantos católicos en Roma se hallen en un estado de “inercia espiritual.” Comentó que lo tenía “preocupado y casi sin poder conciliar el sueño” el hecho de que Roma tuviera dos caras. Una de ellas está “luminosa con glorias antiguas,” dijo él, mientras que la otra es “mediocre y falta de gloria y casi como la de otros lugares que se conocen tristemente por su apatía religiosa e insensibilidad moral.”—El Times de Nueva York, 19 de febrero de 1958.
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