La ley del pecado y la muerte cede... regla de salud y vida reina
EL RÉGIMEN del reino de Dios introducirá un programa de salud mucho mayor que el que los gobiernos humanos siquiera han intentado. Esto tendrá un efecto indudable en la ley y el orden terrestres. ¿Por qué?
La manera en que uno se siente tiene mucho que ver con la manera en que actúa. Los enfermos a menudo hacen cosas que no harían si se sintieran bien. Un mal tan sencillo como un dolor de cabeza o una indigestión puede provocar palabras de irritación y acciones de mal genio, y éstas pueden causar violencia.
Una enfermedad prolongada y seria puede producir neurosis. El neurótico puede intentar suicidarse o llegar a estar mentalmente trastornado. Personas en esa situación han cometido asesinatos en masa... a veces han matado a sus propias familias. Usted ha leído de esas cosas en su periódico.
Programas de salud modernos insuficientes
La buena salud es una posesión inapreciable, un factor vital para vivir tranquilamente. Pero hoy la familia humana no está sana. Unos 700.000.000 de personas de África, Asia, América Central y América del Sur todavía padecen de paludismo. El paludismo, la elefantiasis o la anquilostomiasis quizás no presenten problema alguno en los llamados “países adelantados,” pero allí el cáncer y las enfermedades del corazón constantemente cobran más víctimas. Estos países adelantados también se enfrentan a crecientes peligros de contaminación... del aire, el agua y la tierra. Como dijo recientemente el Dr. Barry Commoner:
“El nuevo hombre tecnológico lleva estroncio 90 en sus huesos, yodo 131 en su tiroides, DDT en su grasa y asbesto en sus pulmones.”—El Times de Nueva York, 3 de mayo de 1969.
A las grandes ciudades, también, constantemente se les hace más difícil encargarse de la sanidad, las aguas de albañal y los problemas de tratar los desperdicios. Esas condiciones no contribuyen a un modo de vivir ordenado.
Contrario a lo que muchos creen, la ciencia médica en realidad no ha podido extender la duración de vida del hombre. El número de marzo de 1968 de Scientific American declaró:
“La impresión común de que la medicina moderna ha alargado la duración de la vida humana no tiene apoyo ni de las estadísticas demográficas ni de la evidencia biológica. No hay duda de que los adelantos del siglo XX en el control de las enfermedades infecciosas y de ciertas causas de muerte han mejorado la longevidad de la población humana en conjunto. Sin embargo, estos logros de la medicina y la salud pública simplemente han extendido la expectativa de vida media permitiendo que más personas lleguen al límite superior que para el género humano de término medio todavía parece ser los ochenta años bíblicos.”
Esta brevedad de la vida humana también afecta la ley y el orden. ¿Cómo?
El saber que la vida es corta suministra a algunos, aun a jóvenes, una sensación de frustración. La gente piensa que no tiene suficiente tiempo para efectuar todo lo que quiere efectuar. El impulso de llegar rápidamente a su meta a menudo impele a los hombres a actos agresivos sin considerar los intereses de otros. Esto aplica a gobernantes nacionales así como a ciudadanos comunes.
No podemos desestimar estos factores de la salud deficiente y la vida corta cuando consideramos el problema de la ley y el orden. Contribuyen al número creciente de personas que se envician con las drogas. Humanos impacientes, de vidas cortas, manchan las carreteras modernas con la sangre de millones de personas que mueren en accidentes automovilísticos. El impulso de ‘enriquecerse rápidamente,’ de ‘gozar todo lo que se pueda antes de que empiece la vejez,’ yace en la base de un sinnúmero de violaciones de la ley y actos criminales.
¿Cómo llegó a estar en esta situación el género humano? ¿Cómo puede llegar el alivio?
Fuente del problema
La humanidad ha aprendido muchas cosas valiosas acerca de la salud humana y la enfermedad humana. Pero la ciencia médica todavía no sabe la causa verdadera de la enfermedad y la muerte. Los científicos médicos saben que la enfermedad es un ‘desorden biológico,’ una condición anormal. Las células cancerosas, por ejemplo, son células que se han ‘desenfrenado,’ multiplicándose sin hacer caso de las funciones ordenadas de otras células y órganos del cuerpo. Pero, ¿qué causa estos desórdenes patógenos?
¿Gérmenes, bacterias, microbios, virus? Esta no es la respuesta final. Pues científicos médicos nos dicen que el sistema de defensa edificado en el cuerpo humano es tan complejo y tan poderoso que el hombre jamás debería enfermarse. Las personas que se nutren apropiadamente y que tienen alta resistencia a menudo no son afectadas por las bacterias que causan la muerte de otras.
Investigadores y biólogos dicen que el cuerpo humano posee “inmortalidad potencial,” que hay la posibilidad de que el cuerpo jamás muera, debido a una continua autorreparación y autorrenovación. Como hizo notar el bioquímico William Beck:
“No veo razón para que la muerte, en la naturaleza de las cosas, tenga que ser inevitable.”
De modo que no solo la enfermedad, sino también la vejez y la muerte, parecen ser anormales, fuera de orden para el cuerpo humano. ¿Por qué entonces, sufre la humanidad en esclavitud a estas cosas? Los científicos humanos solo pueden teorizar en cuanto a la respuesta. Como dice el libro The Cell, que es parte de la Colección Científica de la revista Life:
“Hay . . . varias teorías que tratan de explicar el invariable y aparentemente inevitable proceso de la vejez dentro de la célula... y por lo tanto dentro del hombre mismo. Ninguna de ellas es definitiva, ninguna se acepta generalmente.”
Solo la Biblia nos da la respuesta a nuestras preguntas. Solo ella nos dice la causa de la enfermedad y de la muerte. Y suministra seguridad de que esta condición desordenada de los cuerpos humanos será removida bajo el programa de salud y vida que llevará a cabo el gobierno justo de Dios.
Libertad de la ley del pecado y de la muerte
En la Biblia, en la carta del apóstol Pablo a los romanos, Rom. capítulo ocho, versículo dos, se habla de personas que están siendo ‘libertadas de la ley del pecado y de la muerte.’ La Biblia muestra que esa ley comenzó a aplicar cuando la primera pareja humana se rebeló contra su Creador en Edén. (Gén. 3:1-19) Por su rebelión se colocaron fuera de armonía con Dios, su ley y su orden. Perdieron su buena conciencia para con Dios y la paz mental que esto producía. Exhibieron cierto grado de enfermedad mental y esto también introdujo imperfección en su cuerpo. Como lo expresa el apóstol, llegaron a estar bajo la “ley del pecado,” llegaron a ser sus esclavos, y “el pecado gobernó como rey con la muerte” sobre ellos. Desde entonces ha gobernado sobre todos sus descendientes, incluso nosotros hoy.—Rom. 5:12, 19-21.
Pero el propósito del régimen del reino de Dios por su Hijo Jesucristo es poner a la humanidad obediente de nuevo en armonía con Jehová Dios, el Creador. El Salmo 68:20 nos dice: “A Jehová el Señor Soberano pertenecen las maneras de salir de la muerte.” Él ha provisto el medio legal que se necesita para cancelar la condición pecaminosa de todos los que le buscan y que se colocan bajo su dirección. Ese medio legal es el precio de rescate que pagó su propio Hijo, que dio su vida humana en sacrificio perfecto y así llegó a ser el “Agente Principal” del Dios de la vida y de la salvación a todos los que obedecen.—Hech. 3:15; Heb. 2:10.
Después que el gobierno celestial de Dios limpie esta Tierra de los que voluntariosamente rechazan sus provisiones para la vida, entrará en vigor un programa de mil años para llevar a todos los que vivan a una condición de perfección humana. El Hijo de Dios y los que ‘gobiernan como reyes y sacerdotes’ aplicarán los beneficios del sacrificio de Jesús a todos los obedientes. (Rev. 20:6; 22:1, 2) Con ayuda como ésa, y progresando continuamente en justicia, con el tiempo serán completamente libres de la esclavitud al pecado, la enfermedad y la muerte que han heredado de su antepasado Adán. Sí, así Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor.”—Rev. 21:4.
¿Qué hay de ahora?
Aun ahora se puede obtener provecho, no solo mentalmente, sino también físicamente, por las provisiones de Dios. ¿Cómo?
En el libro bíblico de Proverbios, capítulo cuatro, versículos 20 al 22, leemos:
“Hijo mío, de veras presta atención a mis palabras. A mis dichos inclina tu oído. No se escapen de tus ojos. Guárdalos en medio de tu corazón. Porque son vida a los que los hallan y salud a toda su carne.”
Muchos beneficios saludables les resultan a los que estudian la Palabra de Dios y aplican sus leyes y principios superiores en sus vidas. Por ejemplo, muchas naciones de la Tierra están experimentando ahora un alarmante aumento repentino en las enfermedades venéreas... sífilis y gonorrea. ¿Por qué? Una declaración del Comité de Asuntos Públicos de los Estados Unidos dice:
“La revolución de la actitud sexual de los pasados veinte años y el excesivo énfasis al sexo entre nuestras masas ha desempeñado su parte en agravar el problema de las enfermedades venéreas en nuestro país.”
Pero los que se adhieren a las excelentes leyes morales de la Biblia están salvaguardados de esas enfermedades que baldan.—Pro. 5:15-20; 7:22-27; Efe. 5:3.
Moderación es la regla que se manifiesta en la Biblia en asuntos de comer y beber. (Pro. 23:20; Luc. 21:34) A los que la siguen se les añaden años de vida mientras evitan el comer con exceso y la borrachera. Al prestar atención sincera al consejo del apóstol —“sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios”— también permanecen libres de costosa y esclavizadora inclinación a las drogas. (1 Cor. 10:31) No se arriesgan tontamente a adquirir cáncer de los pulmones u otras enfermedades por fumar.—2 Cor. 7:1.
El ejercer gobierno de uno mismo en todos estos asuntos hace que en la actualidad se disfrute de genuino respeto de la persona a sí misma. Esto contribuye a su contentamiento y salud mental. La importancia de esa salud mental se ve en esta declaración del libro Cancer, por el Dr. J. E. Hett:
“Los impulsos del sobresalto, la preocupación, el odio, la cólera, los celos, la venganza y la mala voluntad ejercen presión adicional en las glándulas endocrinas. Por medio de éstos se restringen las funciones del estómago y los intestinos. Se crean venenos que perjudican a los tejidos. Estos, a su vez, estorban la actividad apropiada de la mente. Se produce un círculo vicioso.”—Página 85.
Con buena razón dice la Biblia: “Un corazón calmado es la vida del organismo de carne, pero los celos son podredumbre a los huesos.” (Pro. 14:30) ¡Qué prudente, entonces, es seguir este consejo cristiano: “Vístanse de los tiernos cariños de compasión, de bondad, humildad de mente, apacibilidad y gran paciencia. Continúen soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva los unos a los otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó sin reserva a ustedes, así también háganlo ustedes”!—Col. 3:12, 13.
Solo la Biblia suministra el alimento espiritual que hace que las personas reemplacen las emociones negativas y perjudiciales con cualidades saludables y edificantes. El amor a Dios y el amor al prójimo que ese alimento espiritual desarrolla en la persona la protege de envolverse en disputas violentas, motines y otros estallidos de desorden. El individuo disfruta de la paz mental que solo una buena conciencia puede traer.—1 Ped. 3:16-18.
Finalmente, el conocer los propósitos que tiene Dios en cuanto al futuro, la promesa de su justo nuevo orden que abarca la Biblia, fortalece con esperanza el corazón de las personas honradas. No se enferman debido a inquietud, desesperación o frustración. Ven en las condiciones penosas que rigen actualmente en la Tierra la prueba clara de que su esperanza pronto se realizará, de que, de veras, su “liberación se acerca.” (Luc. 21:28) Verdaderamente tienen algo por lo cual vale la pena vivir.
¿Qué suministra orden a su vida, a su modo de pensar, a su actividad diaria? ¿Cuál es su propósito en la vida, la meta hacia la cual se dirige usted? Piense en estas cosas mientras considera el siguiente artículo.