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El hombre fue hecho para vivir¿Es esta vida todo cuanto hay?
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hecho imposible que llegáramos a la realización plena de nuestra potencialidad? ¿No sería una falta de bondad el que se le diera a uno una tremenda potencialidad de adquirir conocimiento y entonces se le cerrara el paso sofocantemente en cuanto a utilizarla?
No obstante, si los hombres fueron hechos para que continuaran viviendo, entonces necesitan una respuesta a la pregunta: ¿Por qué muere el hombre? Y se necesita una respuesta satisfactoria que les ayude a entender por qué Dios ha permitido que la muerte haya seguido haciendo víctimas de los hombres por miles de años. Esto bien pudiera remover un serio obstáculo que estorba el que uno entre en una excelente relación con el Creador y halle verdadero significado y disfrute en la vida ahora.
Pero, ¿cómo podemos asegurarnos de la razón por la cual morimos?
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¿Cómo llegó a haber vejez y muerte?¿Es esta vida todo cuanto hay?
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Capítulo 4
¿Cómo llegó a haber vejez y muerte?
AUNQUE popularmente se aceptan como cosas normales, la vejez y la muerte todavía le causan perplejidad al hombre. Esto lo manifiesta el hecho de que por siglos se han transmitido leyendas con las cuales se trata de explicar por qué envejece y muere el hombre.
Una versión de un antiguo mito griego relata que la mujer llamada Pandora abrió una caja o vaso que se le había dicho que mantuviera cerrado. Se dice que este acto soltó la “Vejez,” la “Enfermedad,” la “Demencia” y otros “Males” que han seguido plagando a la humanidad.
En Australia, varias tribus aborígenes creen que los hombres originalmente habían de vivir para siempre. Pero se suponía que se mantuvieran alejados de cierto árbol hueco. Cuando unas abejas silvestres se alojaron en este árbol, las mujeres desearon mucho la miel de éstas. Pasando por alto la advertencia de los hombres, una mujer hirió el árbol con su hacha. Cuando eso sucedió, dice la leyenda, un enorme murciélago salió volando de él. El murciélago era “La Muerte.” Soltada del árbol, procedió a quitar la vida de todo lo que tocaba con sus alas.
Es significativo el que haya leyendas de otros pueblos extensamente distanciados unos de otros que similarmente atribuyen la muerte a la desobediencia, y con frecuencia hay una mujer envuelta en el asunto originalmente.
¿A QUÉ SE DEBEN LAS SIMILITUDES?
Al leer estos mitos, pudiera haber quienes se inclinaran a colocar en esa misma categoría la explicación que da la Biblia de la causa de la vejez y la muerte. Pudieran hasta señalar que en algunos respectos los mitos parecen tener paralelo con el relato bíblico. Pero, ¿por qué existen estas similitudes? ¿Será posible que estas leyendas tengan un fundamento en la realidad que sencillamente haya sido deformado?
La Biblia misma arroja luz sobre las respuestas a estas preguntas. Señala a la antigua Babel en Caldea como el lugar desde el cual fueron esparcidos los hombres que se rebelaron contra Dios desafiando Su mandato. (Génesis 11:2-9) Tablas genealógicas bíblicas muestran que esto aconteció en un tiempo en que vivían ciertos hombres que, como siervos fieles de Dios, conocían la verdad acerca de la vida y a qué se debía la muerte. (Génesis 6:7, 8; 8:20, 21; 9:28; 10:1-9; 11:10-18; 1 Crónicas 1:19) De la mayoría de las personas, sin embargo, puesto que ellas mismas mostraban que pasaban por alto la verdad en cuanto al propósito de Dios para el hombre, difícilmente se podía esperar que conservaran con exactitud la verdad acerca de cómo llegó a haber muerte. Al esparcirse estas personas, y con el transcurso del tiempo, los hechos fueron deformados y se les hicieron añadiduras; se desarrollaron mitos. Hay gran variedad en sus explicaciones míticas de la causa de la vejez y la muerte, y sin embargo se puede discernir una base común bajo ellas.
Esto no es meramente suposición. Hay evidencia disponible que muestra con claridad que los mitos religiosos, incluso los referentes a la muerte, brotan de una fuente común. En su libro The Worship of the Dead, el coronel J. Garnier hace esta observación:
“No meramente los egipcios, caldeos, fenicios, griegos y romanos, sino también los hindúes, los budistas de la China y el Tibet, los godos, anglosajones, druidas, mexicanos y peruanos, los aborígenes de Australia, y hasta los salvajes de las islas de Oceanía, todos estos tienen que haber derivado sus ideas religiosas de una fuente común y un centro común. En todas partes encontramos las más sorprendentes coincidencias en ritos, ceremonias, costumbres, tradiciones y en los nombres y relaciones de sus respectivos dioses y diosas.”
¿Y qué lugar es esta fuente común? ¿Señala la evidencia a Caldea, como da a entender la Biblia? El profesor George Rawlinson hace notar lo siguiente:
“El sorprendente parecido entre el sistema caldeo y el de la Mitología Clásica [principalmente griega y romana] parece digno de atención particular. Este parecido es demasiado generalizado, y demasiado estrecho en algunos aspectos, para permitir la suposición de que la coincidencia se produjo por puro accidente. En los Panteones de Grecia y Roma, y en el de Caldea, se reconoce la misma agrupación general [de dioses y diosas]; con no poca frecuencia se puede determinar la misma sucesión genealógica; y en algunos casos hasta los nombres y títulos familiares de divinidades clásicas permiten la más curiosa ilustración y explicación por medio de fuentes caldeas.”
Por eso, ¿a qué conclusión llega él? Dice:
“Difícilmente podemos dudar que, de una manera u otra, hubo una comunicación de creencias... que en tiempos muy primitivos hubo un pasar de nociones e ideas mitológicas desde las playas del golfo Pérsico [donde estaba la antigua Babel] a las tierras bañadas por el Mediterráneo.”
Así se ve que lo que la Biblia indica en cuanto al desarrollo de conceptos religiosos está en consistencia con otra evidencia histórica. Si la Biblia realmente conserva con exactitud la verdad que los mitos religiosos deformaron más tarde, el registro bíblico debería hacer un llamamiento a nuestras facultades de raciocinio. El relato debería tener sentido. ¿Lo tiene?
LA VIDA DEPENDE DE LA OBEDIENCIA
Al considerar a qué se deben la vejez y la muerte, el primer libro de la Biblia, Génesis, no trata de algún escenario del tipo de “había una vez” ubicado en
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