¡La muerte no pone fin a todo!
LA CIENCIA no puede crear vida humana, ni puede devolver la vida a los muertos. ¡Pero el Creador de los humanos sí puede! Él tiene conocimiento absoluto de la vida humana y de sus funciones. Él puede hacer cosas que los biólogos no pueden siquiera entender.
Puesto que Dios fue quien creó al hombre originalmente, Él sabe cómo sostenerlo para siempre, y hasta recrearlo una vez que éste muere. Y ahora que Dios ha permitido tiempo para que toda persona vea los resultados de desobedecer sus leyes, se está acercando rápidamente el tiempo señalado en que él corregirá los asuntos en esta Tierra. Eso incluye levantar a los muertos de las tumbas y guiar a la humanidad a vida eterna en la Tierra.
¡No, la muerte no pondrá fin a todo! El propósito de Dios es restaurar por toda la Tierra las condiciones paradisíacas que una vez existieron en Edén, y restaurar a la humanidad la perfección que una vez tuvo. Esto hará posible que las personas vivan para siempre en la Tierra transformada en un paraíso deleitable. Es por eso que Jesús pudo decir a un hombre que estaba a punto de morir: “Estarás conmigo en el Paraíso.” Y es por eso que el salmista pudo escribir: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.”—Luc. 23:43; Sal. 37:29.
Pero para que la vida en el nuevo orden de Dios valga la pena, los seres humanos necesitan más que vida eterna. Necesitan que se efectúe algo más que una resurrección de entre los muertos. ¿Qué otra cosa es sumamente necesaria? El presente sistema de cosas impío, injusto y violento tiene que ser removido. Y, además, tiene que haber un gobierno justo sobre toda la humanidad.
Un gobierno perfecto
Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar, asoció el cumplimiento de la voluntad de Dios sobre la Tierra con la venida del reino celestial de Dios. (Mat. 6:9, 10) Ese reino, o gobierno, celestial es el medio por el cual Dios administrará la restauración del Paraíso.
Apropiadamente, Jesús es el rey a quien Dios nombra para ese gobierno celestial. Él es el Cristo de quien se prometió que vendría como salvador, un profeta mayor que Moisés, un rey que heredaría un reino eterno.—Deu. 18:15; Isa. 9:6, 7; Luc. 1:30-33; Juan 4:42.
Para comenzar, el reino bajo Cristo destruirá totalmente de sobre la Tierra el inadecuado sistema de cosas actual. Esto removerá todos los gobiernos y sistemas sociales y económicos que por largo tiempo han dirigido mal a la humanidad. (Dan. 2:44) Pero la profecía bíblica predice que habrá una “grande muchedumbre” de sobrevivientes. A éstos se les introducirá en el nuevo orden de Dios para dar comienzo de nuevo a la vida sobre una Tierra que habrá sido limpiada de la iniquidad, con la perspectiva de vida interminable ante ellos.—Rev. 7:9, 10, 14.
Resurrección de los muertos
No solo los sobrevivientes del fin de este sistema tendrán tales perspectivas de vida; también la tendrán muchos de los muertos. Jesús habló de esto cuando dijo: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán.” El apóstol Pablo también dijo: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos.”—Juan 5:28, 29; Hech. 24:15.
Esto será un crear de nuevo —una re-creación— de los que han muerto. Regresarán de los sepulcros dotados de la personalidad que tenían antes de morir, incluso sus recuerdos y funciones mentales. Puesto que cada cuerpo original ya habrá vuelto al polvo, Dios construirá un cuerpo que tenga el patrón o modelo de ADN en sus células y la capacidad cerebral que la persona tenía antes de morir. Jesús, mientras estuvo en la Tierra, demostró este poder de Dios por medio de resucitar a personas muertas, como a Lázaro, al hijo de la viuda de Naín y a la hija de un funcionario.—Juan 11:38-44; Luc. 7:11-17; 8:49-56.
También, tal como Jesús sanó a los enfermos cuando estaba en la Tierra, de igual manera sanará a la humanidad redimida de los efectos del pecado y la restaurará a la perfección de mente y cuerpo. Luego, “como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a la nada.” ¡Nunca más reclamará otra víctima la muerte heredada!—1 Cor. 15:26; Rev. 21:1, 3, 4.
Entonces no habrá nada que estropee la paz y armonía que existirá en la Tierra. La humanidad redimida extenderá el Paraíso hasta los mismísimos fines del planeta. Disfrutará para siempre de los frutos de su gozoso trabajo, pues la tierra producirá abundantemente. Toda persona quedará satisfecha con cosas buenas, porque Jehová ‘abrirá su mano y satisfará el deseo de toda cosa viviente.’ (Sal. 145:15, 16) Hasta los animales llegarán a estar nuevamente en sujeción bajo el hombre amoroso, como lo estuvieron en Edén.—Gén. 1:28.
¿Qué debe hacer usted?
¿Quisiera usted disfrutar de estas bendiciones en el Paraíso restaurado en la Tierra? Entonces, adquiera conocimiento exacto del Creador, quien se ha propuesto estas cosas. Eso fue lo que Jesús dijo que hiciéramos. (Juan 17:3) Con fe, siga obedientemente las instrucciones y la dirección del Gran Maestro, Jesucristo. (Juan 3:36) Muchas personas de todas partes del mundo están haciendo eso y están cosechando verdaderos beneficios en la actualidad.
Por ejemplo, cuando una asiática que vivía en África del Sur perdió a su esposo, deseó dejarse morir de hambre para estar con él. Los testigos de Jehová la visitaron y, gratis, le mostraron con la Palabra de Dios la verdad acerca de los muertos. Ella llegó a entender que, aunque era natural que ella sintiera dolor, podría sobreponerse y trabajar por un futuro verdaderamente feliz. Su entero punto de vista cambió. Ahora hasta enseña a otros acerca de la esperanza que hay en cuanto al futuro.
¡No, la muerte no pone fin a todo! Jehová extiende la maravillosa esperanza de la resurrección, con la perspectiva de vida sin fin en un Paraíso restaurado. Entonces habrá tiempo ilimitado para participar de lleno en actividades que valgan la pena. ¡Qué bueno será el poder en verdad llegar a conocer la Tierra y todas las cosas maravillosas que hay en ella, y entender el majestuoso universo!
Sobre todo, será profundamente satisfaciente el realmente llegar a conocer a nuestro Gran Creador, Jehová, y disfrutar de una relación eterna y feliz con él, “porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas están cubriendo el mismísimo mar.”—Isa. 11:9.