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  • ¿Vislumbres del cielo?
    ¡Despertad! 1984 | 8 de octubre
    • ¿Vislumbres del cielo?

      “¡ÉSE fue el momento más hermoso del mundo, cuando salí de aquel cuerpo! [...] ¡Todo lo que vi era sumamente agradable! No puedo imaginarme nada en el mundo o fuera de él que pueda compararse con eso. Aun los momentos más hermosos de la vida no podrían compararse con lo que yo estaba experimentando.”—Un paciente de 54 años de edad que se sometió a una operación del corazón.

      “Lo que recuerdo de cuando estuve en la sala de operaciones es que parecía que sencillamente flotaba cerca del cielo raso. [...] Era una sensación extraña porque yo estaba allá arriba y este cuerpo estaba allá abajo. [...] Podía verlos mientras me operaban la espalda. [...] Entonces recuerdo que el Dr. D dijo: ‘¡Ahí está el disco! ¡Ahí está!’. En ese momento, bajé y me acerqué para ver lo que sucedería.”—Una señora de 42 años de edad de Misuri, (E.U.A.), al describir su propia operación, tal como ella la “vio”.

      “Durante esta visión que tuve, no pude verme pero estaba de pie sobre algo elevado porque debajo se hallaba sencillamente el prado más hermoso y verde que pueda haber. [...] Era exactamente como un brillante día soleado. [...] El entero contorno se parecía al verde césped de un campo de golf bien cuidado.”—Lo que “vio” un obrero fabril durante una parada cardíaca.

      ¿Qué tienen en común estas tres experiencias? Las tres son lo que se conoce ahora como experiencias en el umbral de la muerte (que en inglés se identifica con las siglas NDE) de personas que han estado al borde de la muerte. Médicos y científicos han documentado centenares de estos casos. Muchos de estos pacientes que han estado en el umbral de la muerte han tenido lo que se ha llamado experiencias fuera del cuerpo. Hablan de haber visto una luz brillante o de haber estado en una región donde había un paisaje muy bello, y, en algunos casos, de haber visto a Jesús o a Dios.

      En el libro Recollections of Death (Recuerdos de la muerte), el Dr. Michael Sabom declara: “Muchas de estas personas, víctimas de una parada cardíaca y de otras crisis que ponen en peligro la vida, recordaron una serie de sucesos extraordinarios que ‘tuvieron lugar’ mientras estaban inconscientes y en el umbral de la muerte. Algunos consideraron que estas experiencias eran un vistazo privilegiado de otra esfera de existencia”.

      Tal vez usted se pregunte si estas experiencias prueban que hay vida después de la muerte, como han llegado a suponer algunos de estos pacientes. Ciertamente estas experiencias en el umbral de la muerte hacen surgir preguntas que exigen respuestas. Por ejemplo, ¿tuvieron realmente estas personas un ‘vistazo de otra esfera de existencia’ posterior a la muerte? ¿Pudieron ellas describir escenas de sus operaciones porque estuvieron existiendo como un alma o espíritu invisible? ¿Tiene usted un alma imperecedera que sobrevive a la muerte? Se examinará la prueba relativa a estas preguntas en la serie de artículos que sigue.

  • La experiencia en el umbral de la muerte... ¿prueba de la inmortalidad?
    ¡Despertad! 1984 | 8 de octubre
    • La experiencia en el umbral de la muerte... ¿prueba de la inmortalidad?

      “El alma del hombre es inmortal e imperecedera.” (Platón, filósofo griego, alrededor de 428-348 a. de la E.C.)

      “Tal armonía existe en almas inmortales.” (William Shakespeare, dramaturgo inglés, 1564-1616.)

      “El alma es indestructible [...] su actividad continuará a través de la eternidad.” (Johann Wolfgang von Goethe, poeta y dramaturgo alemán, 1749-1832.)

      “Nuestra personalidad [...] sobrevive en la siguiente vida.” (Thomas Edison, inventor estadounidense, 1847-1931.)

      POR miles de años el hombre ha creído que tiene inmortalidad innata. Los antiguos gobernantes egipcios llenaban sus tumbas de las comodidades y los lujos de la vida para que al cuerpo se le prestara buen servicio cuando volviera a unirse al ka, o alma.

      Así, el hombre ha tratado de convencerse de que la supervivencia de un alma o espíritu inmortal anula la certeza de la muerte. Otros, como el poeta inglés Keats, quieren creer, pero dudan. Como Keats escribió: “Anhelo creer en la inmortalidad [...] Deseo creer en la inmortalidad”. ¿Qué cree usted acerca de la supuesta inmortalidad del hombre?

      Las palabras de Keats tal vez nos proporcionen una clave sencilla de las conclusiones de ciertos médicos y siquiatras, como también de personas que han pasado por una experiencia en el umbral de la muerte (experiencia que en inglés se designa con las siglas NDE). Por ejemplo, en pruebas que efectuó el Dr. Michael Sabom, médico y profesor de medicina, en personas que habían pasado por una experiencia en el umbral de la muerte, “la gran mayoría de las personas que habían tenido una [experiencia del tipo] NDE informaron una disminución inequívoca en el temor a la muerte y un aumento inequívoco en la creencia en una vida futura”. (Las bastardillas son nuestras.)

      ¿A qué conclusión llegó la Dra. Elisabeth Kübler-Ross después de examinar más de mil casos de personas que habían pasado por una experiencia en el umbral de la muerte? En su libro On Children and Death (Sobre los niños y la muerte) ella declara: “Y así es en el caso de la muerte [...] el final antes de otro comienzo. La muerte es la gran transición”. Añade: “Al haber mayor investigación y más publicaciones, cada vez más personas sabrán, en vez de creer, que nuestro cuerpo físico verdaderamente es solo un capullo, el cascarón exterior del ser humano. Nuestro verdadero yo interior, la ‘mariposa’, es inmortal e indestructible y queda libre en el momento que llamamos muerte”.

      El Dr. Kenneth Ring, profesor de sicología y autor de Life at Death (La vida al acaecer la muerte), llega a la siguiente conclusión: “Yo sí creo [...] que continuamos con una existencia consciente después de nuestra muerte física”. Entonces añade: “Mi propio entendimiento de estas experiencias en el umbral de la muerte me lleva a considerarlas como ‘enseñanzas’. Éstas son, a mí me parece, por su naturaleza, experiencias reveladoras. [...] Al respecto, las experiencias [en el umbral de la muerte] son semejantes a las experiencias místicas o religiosas. [Las bastardillas son nuestras.] [...] Desde este punto de vista, las voces que hemos oído en este libro [Life at Death] son de profetas que predican una religión de hermandad universal”.

      Un punto de vista que hace contraste

      Pero ¿qué dicen otros investigadores? ¿Cómo explican ellos estas experiencias en el umbral de la muerte y fuera del cuerpo? Ronald Siegel, sicólogo, las ve desde un punto de vista diferente. “Estas experiencias son comunes en una amplia variedad de formas de despertamiento del cerebro humano, incluso [el que es provocado por] el LSD, la pérdida sensoria y la tensión extrema. La tensión produce la proyección de las imágenes en el cerebro. Éstas son las mismas en la mayoría de las personas porque todos tenemos en el cerebro un ‘alambrado’ parecido para almacenar información, y estas experiencias son básicamente ‘lecturas de emisiones eléctricas’ de ese ‘alambrado’”.

      El Dr. Richard Blacher, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Tufts, Boston (E.U.A.), escribió: “Propongo que las personas que pasan por estas ‘experiencias relacionadas con la muerte’ padecen de un estado de hipoxia [insuficiencia de oxígeno], durante el cual procuran tratar de manera sicológica con las inquietudes producidas por los procedimientos y el habla médicos. [...] Estamos tratando aquí con la fantasía de la muerte, no con la muerte misma. Esta fantasía [dentro del psique, o la mente, del paciente] es sumamente atrayente, ya que resuelve varias preocupaciones humanas a la misma vez. [...] El médico tiene que ejercer cuidado especialmente con relación a aceptar creencias religiosas como datos científicos”.

      Siegel señala otro punto interesante acerca de las “visiones” de los que casi han muerto: “Como en el caso de las alucinaciones, las visiones de la vida futura son sospechosas por su similitud con este mundo, de acuerdo con los relatos de pacientes moribundos mismos”. Por ejemplo, cierto señor de 63 años de edad que había pasado gran parte de su vida en Texas relató su “visión” como sigue: “Estaba suspendido por encima de una cerca. [...] A un lado de la cerca había un territorio extremadamente irregular, un matorral de mezquite [...] Al otro lado de la cerca había el más hermoso paisaje de pastos que creo haber visto [...] La cerca [era] de tres o cuatro alambres de púas”. ¿Vio este paciente realmente alambre de púas en el “cielo” o en la esfera más allá de la muerte? Es obvio que estas imágenes se basaban en la vida de él en Texas y se habían obtenido del banco de datos de su propio cerebro... ¡a no ser que se nos esté pidiendo que creamos que hay alambre de púas “al otro lado”!

      De hecho, hay tantas experiencias del tipo NDE estrechamente relacionadas con las experiencias y los antecedentes de la vida de los pacientes que no es razonable creer que hayan recibido un vislumbre de una esfera más allá de la muerte. Por ejemplo, en el caso de los pacientes que tienen tales experiencias y ven un “ser de luz”, ¿ven todos ellos a la misma persona, prescindiendo de que sean cristianos, judíos, hindúes o musulmanes? En el libro Life After Life (Vida después de la vida), el Dr. Raymond Moody explica: “La identidad del ser varía entre una persona y otra y parece depender grandemente de los antecedentes, la instrucción o las creencias de índole religiosa de la persona en cuestión. Por eso, la mayor parte de los que son cristianos [...] identifican la luz como Cristo [...] Un señor y una señora judíos identificaron la luz como un ‘ángel’”.

      A un nivel estrictamente científico, el Dr. Ring admite: “Recuerdo a mis auditorios que lo que he estudiado son experiencias en el umbral de la muerte, no después de la muerte. [...] Es patente que no hay garantía de que dichas experiencias continúen desenvolviéndose de una manera consecuente con su comienzo o que de hecho continúen en absoluto. Ésta, me parece, es la posición científica correcta que se debe adoptar en cuanto al significado de dichas experiencias”.

      El sentido común y la Biblia

      Respecto a la muerte, el sicólogo Siegel expresa su opinión: “La muerte, en términos de sus consecuencias físicas, no es un misterio. Después de la muerte el cuerpo se descompone y el componente inanimado del ambiente vuelve a absorberlo. El difunto pierde tanto la vida como el conocimiento [estado consciente]. [...] La suposición más lógica es que el conocimiento tiene el mismo destino que el cadáver. Es sorprendente que este punto de vista lógico no es el corriente, y la mayor parte de la humanidad [...] sigue ejerciendo su motivación básica de permanecer con vida y formula un sinnúmero de creencias relacionadas con la supervivencia del hombre después de la muerte”.

      Hace aproximadamente 3.000 años, cierto rey presentó ese mismo “punto de vista lógico” al escribir: “Porque los vivos están conscientes de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado. También, su amor y su odio y sus celos ya han perecido, y no tienen ya más porción hasta tiempo indefinido en cosa alguna que tenga que hacerse bajo el sol. Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismísimo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol [la sepultura común de la humanidad], el lugar adonde estás yendo”. (Eclesiastés 9:5, 6, 10.)

      La Biblia ciertamente no deja lugar alguno para considerar las experiencias en el umbral de la muerte como el preludio de una vida después de la muerte. La descripción que el rey Salomón da de la muerte y sus efectos no contiene ningún indicio de que sobreviva un alma inmortal para existir de manera consciente en alguna otra forma. Los muertos “no están conscientes de nada en absoluto”.

      Claro, los que practican el espiritismo y la comunicación con los “muertos” están más que contentos de tener el apoyo aparente de centenares de experiencias en el umbral de la muerte. De acuerdo con el sicólogo Siegel, un conferenciante sobre lo paranormal, o sobrenatural, dijo que “si hemos de examinar de modo honrado y desapasionado las pruebas de una vida futura, tenemos que librarnos de la tiranía del sentido común” (Psychology Today, enero de 1981). Es interesante notar que el mismo conferenciante “sostiene que los fantasmas y las apariciones son en realidad alucinaciones, ¡pero se proyectan por medios telepáticos desde la mente de muertos hasta la de los vivos!”. Esto claramente no concuerda con la conclusión de Salomón de que los muertos están muertos y no saben nada.

      Las experiencias en el umbral de la muerte... ¿qué explicación hay?

      ¿Cómo pueden explicarse, pues, las experiencias en el umbral de la muerte y fuera del cuerpo? Básicamente existen por lo menos dos posibilidades... una es la que presentan ciertos sicólogos y que especifica que el cerebro, aún activo, de la persona en el umbral de la muerte recuerda y forma imágenes bajo las presiones de la experiencia en el umbral de la muerte. Entonces, algunos pacientes e investigadores las interpretan como vislumbres de la vida después de la muerte. De hecho, como hemos visto en la Biblia, ése no puede ser el caso, pues el hombre no tiene un alma inmortal, y la vida después de la muerte no existe, según se percibe en esos casos.

      Pero hay una segunda posibilidad que debe tomarse en cuenta, la cual tal vez explique algunas de estas experiencias. Se trata de un factor que la mayor parte de los investigadores no reconocen. Por ejemplo, el Dr. Moody explicó en su libro Life After Life que “en raras ocasiones, alguien [...] ha propuesto explicaciones demoníacas de experiencias en el umbral de la muerte, lo cual ha dado a entender que las experiencias estaban indudablemente bajo la dirección de fuerzas hostiles”. No obstante, él rechaza la idea porque le parece que, en vez de sentirse más piadoso el paciente después de la experiencia, “Satanás supuestamente diría a sus siervos que siguieran un derrotero de odio y destrucción”. Añade: “¡Él ciertamente ha fracasado miserablemente —que yo sepa— en producir emisarios persuasivos para su programa!”.

      En esto el Dr. Moody comete un grave error de dos maneras. En primer lugar, Satanás no promulgaría necesariamente el odio y la destrucción mediante estas experiencias. ¿Por qué no? Porque la Biblia declara: “Satanás mismo sigue transformándose en ángel de luz. No es, por lo tanto, gran cosa si sus ministros también siguen transformándose en ministros de justicia” (2 Corintios 11:14, 15). Si él puede perpetuar la mentira fundamental que siempre ha sostenido —“positivamente no morirán”—, puede hacerlo por los medios aparentemente más inocentes e iluminadores. (Génesis 3:4, 5.)

      En segundo lugar, ¡él no ha fracasado miserablemente en producir emisarios persuasivos para su programa de mentiras respecto al alma inmortal! ¡Al contrario, ahora cuenta con médicos, sicólogos y científicos que apoyan plenamente la mentira que él ha promulgado por siglos mediante sacerdotes y filósofos! ¡Cuán apropiadamente resumió Pablo la situación al escribir: “Ahora, si las buenas nuevas que declaramos están de hecho veladas, están veladas entre los que están pereciendo, entre quienes el dios de este sistema de cosas ha cegado las mentes de los incrédulos, para que la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios, no resplandezca a través a ellos”! (2 Corintios 4:3, 4.)

      Sin embargo, como hemos visto, ciertos sicólogos creen que el hombre tiene una existencia consciente después de la muerte. Esta interpretación personal del significado de las experiencias en el umbral de la muerte nos obliga a plantear las siguientes preguntas pertinentes en nombre de los que creen en la Biblia: ¿Hay alguna base bíblica para decir que el hombre tiene un alma inmortal que abandona el cuerpo como una mariposa que sale de su capullo? ¿Qué hay de los textos de la Biblia donde se usan las palabras “alma” e “inmortalidad”?

      [Comentario en la página 5]

      Dra. Kübler-Ross: “Nuestro cuerpo físico verdaderamente es solo un capullo [...] Nuestro verdadero yo interior [...] es inmortal”.

      [Comentario en la página 5]

      Dr. Blacher: “Estamos tratando aquí con la fantasía de la muerte, no con la muerte misma”.

      [Ilustración en la página 6]

      La filosofía de Platón contaminó las enseñanzas de muchas religiones

      [Ilustración en la página 7]

      El poeta inglés Keats ‘quería creer en la inmortalidad’

  • El alma... ¿es usted, o está en usted?
    ¡Despertad! 1984 | 8 de octubre
    • El alma... ¿es usted, o está en usted?

      ¿CREE usted que tiene un alma inmortal que sigue viviendo cuando usted muere? La mayor parte de las personas de diversos antecedentes religiosos, ya sean cristianos, musulmanes, judíos, sintoístas, budistas o hindúes, comparten esta misma idea fundamental. Pero ¿por qué tienen dicha creencia? ¿Será porque tienen prueba de ello? ¿O porque la mayoría de las religiones siempre la han enseñado y porque es una idea popular que han conocido de oídas? ¿Cómo, en realidad, llegó a introducirse en la enseñanza “cristiana” la idea de un alma inmortal?

      En el libro Death Shall Have No Dominion (La muerte no tendrá dominio), Douglas T. Holden escribe: “La teología cristiana ha llegado a estar tan fusionada con la filosofía griega que ha criado a individuos que son una mezcla de nueve partes de pensamiento griego por una parte de pensamiento cristiano”. Esto se ilustra bien en lo que toca a la tan difundida creencia de la inmortalidad del alma. Por ejemplo, Platón, filósofo griego del cuarto siglo a. de la E.C., escribió: “¡El alma es inmortal e imperecedera, y nuestra alma ciertamente existirá en otro mundo!”.

      De acuerdo con Platón, ¿adónde iban dichas almas cuando el cuerpo moría? “Y las que parecen haber llevado una vida ni buena ni mala, van al río Aqueronte, [...] y allí moran y son purificadas de sus malas acciones, y una vez que han sufrido el castigo por las faltas que han cometido contra otros, son absueltas.” ¿No se parece bastante esta idea a la doctrina del purgatorio que enseña la cristiandad? ¿Y adónde van las almas de los inicuos? “A éstas se las echa en el Tártaro [para los griegos de la antigüedad, una sección del Hades reservada para el castigo de los peores delincuentes] el cual es el destino adecuado para ellos, y nunca salen de allí.” ¡Ciertamente, los griegos de la antigüedad tenían su creencia de tormento eterno en el infierno mucho antes que los teólogos de la cristiandad se apropiaran de ella!

      ¿Hay razón para dudar?

      Si lo que escribió en su Dialogue en realidad refleja su propio pensar, Platón estaba convencido de que tenía un alma inmortal. Y pronto sus enseñanzas comenzaron a convencer a otros que lo veneraban como filósofo. Por consiguiente, hasta los escritores cristianos del segundo siglo aceptaron la filosofía platónica. En cuanto a esto la Encyclopædia Britannica declara: “Los platonistas cristianos dieron primacía a la revelación y consideraron la filosofía platónica como el mejor instrumento disponible para el entendimiento y la defensa de las enseñanzas de las Escrituras y la tradición de la iglesia. [...] Desde mediados del siglo segundo después de J.C., los cristianos que tenían algún entendimiento de la filosofía griega empezaron a sentir la necesidad de expresar su fe en los términos de ésta, tanto para su propia satisfacción intelectual como para convertir a los paganos educados. La filosofía que mejor servía sus propósitos era el platonismo”.

      Sin embargo, durante el transcurso de los siglos ha habido distinguidos disidentes que han expresado su desacuerdo con los conceptos griegos de un alma inmortal. El traductor de la Biblia William Tyndale (alrededor de 1492-1536) escribió en el prefacio de su traducción: “Al colocar las almas difuntas en el cielo, el infierno, o el purgatorio se destruyen los argumentos mediante los cuales Cristo y Pablo probaron la resurrección [...] Si el alma está en el cielo, decidme, ¿para qué se necesita la resurrección?”. Ésta es una pregunta lógica. Si se vence a la muerte por medio de un alma ‘inmortal e imperecedera’, entonces, ¿para qué sirve la resurrección que Jesús enseñó y en la que creían los patriarcas hebreos? (Hebreos 11:17-19, 35; Juan 5:28, 29.)

      En el libro La Agonía del Cristianismo, el escritor español Miguel de Unamuno luchó con este mismo conflicto. Escribió con relación a Cristo: “Creía [...] en la resurrección de la carne, a la manera judaica, no en la inmortalidad del alma, a la manera platónica”. Hasta pasó a decir: “La inmortalidad del alma [...] es un dogma filosófico pagano. [...] Basta leer el Fedón platónico para convencerse”.

      El “alma” en la Biblia

      El poeta Longfellow escribió: “La declaración polvo eres, y al polvo volverás, no se hizo con relación al alma”. (Las bastardillas son nuestras.) ¿Tenía razón? Cuando Dios dijo: “Porque polvo eres y a polvo volverás”, ¿a quién estaba hablando? Al primer hombre, Adán. ¿Aplicaba esa sentencia de muerte solamente al cuerpo de Adán? ¿O a Adán como alma que respiraba?

      Génesis 2:7 dice claramente: “Y procedió Jehová Dios a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. Este texto es fundamental para entender el significado de la palabra “alma”, como se utiliza en la Biblia. Dice claramente que “el hombre vino a ser [no a tener] alma viviente”. Así Dios dijo a aquella alma viviente, o criatura respiradora, Adán, que si era desobediente, positivamente moriría y regresaría a los elementos de la tierra de la cual él había sido formado. (Génesis 2:17; 3:19.)

      Sírvase notar que no se menciona ningún destino alternativo para la supuesta alma del hombre. ¿Por qué no? Porque Adán, con todas sus facultades, era un alma. Él no poseía un alma. Si lugares como un infierno de fuego y el purgatorio existieran, sería en esta parte de la Biblia donde deberían haberse mencionado. Sin embargo ni siquiera se hace alusión a ellos. ¿A qué se debe esto? A que el simple castigo por la desobediencia era precisamente lo contrario a la vida de la cual Adán disfrutaba en el Paraíso... a saber, la muerte, no la vida en algún otro lugar. Por consiguiente Pablo expresa el asunto con sencillez en Romanos 6:23: “Porque el salario que el pecado paga es muerte”. (Compárese con Ezequiel 18:4, 20.) Ahí no se menciona ningún infierno de fuego ni purgatorio, solo la muerte. ¿Y no basta eso como castigo?

      Otro factor que se ha de tener presente es que un sentido elemental de la justicia exige que, antes de desobedecer, el hombre haya sabido la verdadera extensión del castigo que posiblemente recibiría. No obstante, en el registro de Génesis no hay mención alguna de un alma inmortal, fuego del infierno o purgatorio. Además, si el hombre realmente había sido creado con un alma inmortal, entonces todo el conjunto de doctrinas relacionadas con la inmortalidad del alma y su destino debía haber sido parte integrante de las enseñanzas hebreas y judías desde los tiempos más remotos. Pero ése no es el caso.

      Surge también otra pregunta lógica. Si el propósito original de Dios era que la humanidad perfecta y obediente viviera para siempre en una Tierra paradisíaca, ¿para qué dotaría Dios al hombre de un alma independiente e inmortal? No solo sería inmortal; ¡también sería superflua! (Génesis 1:28.)

      Además, las Escrituras Hebreas claramente muestran que los hombres y mujeres fieles del pasado aguardaban una resurrección, tal como Pablo comentó en Hebreos 11:35: “Mujeres recibieron a sus muertos por resurrección [en ciertos casos milagrosos]; pero otros fueron atormentados porque rehusaron aceptar la liberación por algún rescate, con el fin de alcanzar una resurrección mejor [para vida eterna]”. Es obvio que no estaban poniendo su confianza en el mito de la “mariposa” de la filosofía humana.

      Pero quizás usted pregunte, ¿qué hay de las palabras de Pablo en las que él habla acerca de la inmortalidad? Es cierto que él dice: “Porque esto que es corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto que es mortal tiene que vestirse de inmortalidad. Pero cuando esto que es corruptible se vista de incorrupción y esto que es mortal se vista de inmortalidad, entonces se efectuará el dicho que está escrito: ‘La muerte es tragada para siempre’” (1 Corintios 15:53, 54). Pero de ninguna manera dan a entender estas palabras que haya un alma inmortal. Pablo habla de “vestirse de inmortalidad”. Por consiguiente, no se trata de algo inherente en el hombre, sino más bien de una creación nueva de los que reinarán con Cristo en Su Reino celestial. (2 Corintios 5:17; Romanos 6:5-11; Revelación 14:1, 3a.)

      Hasta los teólogos modernos están llegando a reconocer este punto, después de la cristiandad haber enseñado por siglos la inmortalidad del alma. Por ejemplo el teólogo católico Hans Küng escribe: “Cuando Pablo habla de la resurrección, lo que él quiere decir no es sencillamente la idea griega de la inmortalidad de un alma que haya sido liberada de su prisión en el cuerpo mortal. [...] Cuando en el Nuevo Testamento se habla de la resurrección, no se refiere a la continuación natural de un espíritu-alma independiente de nuestras funciones corporales”.

      El catecismo luterano alemán para adultos (Evangelischer Erwachsenenkatechismus) declara lo siguiente con relación a la división de cuerpo y alma que enseñó Platón: “Los teólogos evangélicos de tiempos modernos desafían esta combinación de conceptos griegos y bíblicos. [...] Rechazan la separación del hombre en cuerpo y alma. Puesto que el hombre en conjunto es un pecador, por lo tanto, al morir muere completamente con cuerpo y alma (muerte completa). [...] Entre la muerte y la resurrección existe una brecha; la persona continúa su existencia a lo más en la memoria de Dios”.

      ¡Los testigos de Jehová del día moderno han estado enseñando esto por más de cien años! Nunca se tragaron la filosofía pagana de Platón, pues sabían muy bien que Jesús había enseñado: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio” (Juan 5:28, 29). La mismísima expresión “tumbas conmemorativas” da a entender que Dios retiene en su “memoria” a esas personas que han muerto. Él las restaurará a la vida. He ahí la verdadera esperanza para los muertos, que se realizará cuando esta Tierra se halle bajo el pleno control del gobierno del Reino de Dios en manos de Cristo. (Mateo 6:9, 10; Revelación 21:1-4.)

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