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  • Nuestra sumisión a Jehová mediante la dedicación
    La Atalaya 1985 | 1 de junio
    • Nuestra sumisión a Jehová mediante la dedicación

      “SABEMOS que nos originamos de Dios, pero el mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo.” Con esa declaración el apóstol Juan establece una verdad desagradable para la mayoría de la gente, a saber, que el mundo entero yace en el poder del “maligno”, Satanás. No obstante, Satanás “no puede echarle mano” a los que se originan del Dios verdadero, Jehová. Así que la entera familia humana tiene que hallarse o bajo la gobernación de Satanás, o bajo la de Jehová. Cada persona tiene que hacer su elección. ¿A quién se someterá usted? ¿A Satanás, o a Jehová? (1 Juan 5:18-20; Versión Popular; La Biblia al Día.)

      Ahora, más que nunca antes, es el tiempo para que cada persona escoja (Lucas 21:31, 32). Jesús mostró que no puede haber posición intermedia ni se puede nadar entre dos aguas. Declaró: “El que no está de parte mía, contra mí está, y el que no recoge conmigo, desparrama” (Mateo 12:30). ¿Cómo podemos asegurarnos de que estamos recogiendo junto con Cristo? Hay tantas religiones divididas y distintas que alegan ser cristianas, ser ‘salvas’ y haber ‘nacido otra vez’, que han degradado estos mismísimos términos (Mateo 19:16-26; Juan 3:3; 10:9). La pauta es: ¿Creemos y proclamamos lo que Jesús creyó y proclamó? Como judío, él ciertamente no intentó glorificarse enseñando la desorientadora doctrina de la Trinidad (Juan 14:28; 17:1-5). Pero sí proclamó un mensaje claro, el del Reino de Dios. Consciente de su comisión, Jesús dijo: “También a las otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado”. (Lucas 4:43.)

      “Deja que sea, esta vez”

      Antes de comenzar su ministerio público de anunciar el Reino de Dios, Jesús dio un paso esencial que sirve de ejemplo para todos los que, como él, se someten a su Padre. El registro de Mateo nos dice: “Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán a Juan, para ser bautizado por él”. Cuando Juan puso reparos al decir que él era quien debería ser bautizado, la respuesta de Jesús fue: “Deja que sea, esta vez, porque de esa manera nos es apropiado llevar a cabo todo lo que es justo”. (Mateo 3:13-15.)

      Puesto que había dado el ejemplo en “todo lo que es justo” mediante su inmersión en el Jordán, Jesús pudo dar más tarde a sus discípulos el siguiente mandato: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20). Entre otras cosas, el paso del bautismo serviría para identificar a los que han optado por someterse al Dios verdadero, Jehová, en vez de someterse a Satanás. Durante el pasado año de servicio (septiembre de 1983–agosto de 1984) casi 180.000 personas por todo el mundo indicaron su elección mediante el bautismo en agua. Mostraron que prefieren la soberanía de Jehová a la de Satanás. (Proverbios 27:11.)

      Decisión basada en conocimiento

      Del mismo modo, este año miles de personas están pensando en el paso del bautismo durante la asamblea “Mantenedores de Integridad”, que se celebrará en muchos lugares por todo el mundo. Antes de llegar al punto del bautismo, todos los candidatos han repasado cuidadosamente con ancianos de la congregación las principales doctrinas y pautas de la Biblia respecto a la conducta cristiana para asegurarse de que realmente califican para el bautismo. Así que la decisión de bautizarse de ningún modo es una reacción emocional repentina. Más bien, cada uno ha ‘probado para sí mismo lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios’, y desea someterse a esa voluntad. (Romanos 12:2.)

      Al concluir el discurso respecto al bautismo, los candidatos que han de bautizarse estarán en condiciones de contestar con profundo entendimiento y aprecio sincero dos preguntas sencillas que sirven para confirmar que ellos reconocen todo lo que implica seguir el ejemplo de Cristo. La primera pregunta es:

      Sobre la base del sacrificio de Jesucristo, ¿se ha arrepentido usted de sus pecados y se ha dedicado a Jehová para hacer la voluntad de él?

      La segunda es:

      ¿Comprende usted que su dedicación y bautismo lo identifican como testigo de Jehová asociado con la organización que Dios dirige mediante Su espíritu?

      Al contestar “Sí” a estas preguntas, los candidatos manifiestan que tienen una condición de corazón correcta y están listos para el bautismo cristiano.

      Decoro apropiado

      A veces surgen preguntas en cuanto a qué vestimenta deben usar los que van a bautizarse. La modestia ciertamente debe predominar en el tipo de traje de baño que se use. Esto es importante hoy día, cuando parece que los diseñadores de trajes de baño quieren lucir la sexualidad y lograr la desnudez casi completa. Otro factor que se debe tomar en cuenta es que algunos trajes de baño parecen ser modestos cuando están secos, pero no lo son cuando se mojan. Nadie que vaya a bautizarse querría ser causa de distracción o de tropiezo en un acontecimiento de tanta seriedad como lo es el bautismo. (Filipenses 1:10.)

      En el pasado, algunos han ido a extremos al dar regalos costosos y celebrar grandes fiestas para personas recién bautizadas. El bautismo es una ocasión de gran gozo que se puede compartir con otras personas, pero quizás sea apropiado dar unas palabras de advertencia. La Biblia declara: “Mejor es el fin de un asunto posteriormente que su principio” (Eclesiastés 7:8). El bautismo es un comienzo... el principio de la carrera cristiana para la salvación que lleva a la vida. Ciertamente no se ha establecido todavía un largo registro de servicio fiel. Entonces, ¿por qué hacer que los nuevos conversos se sientan indebidamente vanidosos? (Compárese con 1 Timoteo 3:6.)

      Según el registro bíblico, ¿qué sucedió después que tres mil personas fueron bautizadas en el Pentecostés de 33 E.C.? “Continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles y a compartir unos con otros, a tomar comidas y a oraciones.” Concentraron su atención en cosas espirituales y desplegaron hospitalidad unos para con otros (Hechos 2:41, 42). El bautismo es un tiempo de meditación y de pensamiento serio. Nos alegra ver a las personas con quienes estudiamos la Biblia dar este paso esencial. Y nuestro decoro en el sitio donde tiene lugar el bautismo debería indicar a los observadores que se ha tomado una decisión vital... la de someterse a Dios como el Soberano Señor y, como testigo a favor de Jehová, no ser parte del mundo que yace “en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19; Mateo 4:10.)

      [Recuadro en la página 30]

      Desde junio de 1984 los testigos de Jehová han celebrado por toda la Tierra un total de 808 asambleas “Aumento del Reino”. Se ha informado una concurrencia total de 5.002.684 personas. De éstas se bautizaron 63.556.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1985 | 1 de junio
    • Preguntas de los lectores

      ◼ ¿Hay cosas que no deberíamos decir al dirigirnos a Jehová en oración?

      Sí, las hay. En nuestras oraciones no debemos decir cosas que reflejen demasiada familiaridad o que den a entender a otras personas (en oraciones públicas) que somos irrespetuosos. No es apropiado usar expresiones como: “Buenas tardes, Jehová”, ni: “Dale nuestros recuerdos a Jesús”; tampoco es apropiado hacer comentarios graciosos ni chistes en nuestras oraciones. ¿Por qué?

      En primer lugar, cuando se usa esa clase de expresiones en oraciones públicas, es muy probable que sorprendan u ofendan a los oyentes (Romanos 14:21). Pero hay una razón más seria por la cual se deben evitar expresiones como ésas, incluso en nuestras oraciones privadas. Esas expresiones las usamos al conversar con nuestros semejantes. Cuando las usamos al orar, dan a entender falta de reverencia y respeto, y dan la impresión de que el que ora así ha olvidado que es completamente insignificante en comparación con Jehová. (Génesis 18:27; compárese con Lucas 18:9-14.)

      Es cierto que se anima a los cristianos a cultivar una relación íntima con Jehová. Lo amamos, y él es nuestro Padre celestial (Mateo 6:9; 22:37). De hecho, a algunos humanos quizás se les llame amigos de él (Santiago 2:23). Además, se nos invita a hablar a Jehová con franqueza de expresión y a expresarle nuestros pensamientos más recónditos y nuestros problemas más íntimos. (Salmo 55:1, 2; Filipenses 4:6; Hebreos 4:16; 1 Juan 3:21, 22.)

      Sin embargo, Jehová exige que los que se dirigen a él tengan una actitud correcta. Dijo: “A éste, entonces, miraré, al afligido y contrito de espíritu y que tiembla ante mi palabra” (Isaías 66:2). La sinceridad de corazón es también un requisito. “Vuelvan a mí con todo su corazón”, dijo Jehová a su pueblo (Joel 2:12, 13). Ante él no tenemos mérito propio, ninguna razón para presumir, ningún derecho a exigir.

      La Biblia da estos consejos adicionales a los que oran a Jehová: “Que lo teman los hombres. Él no considera a ninguno de los que son sabios en su propio corazón”. “Ejecutará el deseo de los que le temen, y oirá su clamor por auxilio, y los salvará.” (Job 37:24; Salmo 145:19; véase también Salmo 39:5, 12.) Por lo tanto, aunque Jehová siempre está presto a escuchar nuestras oraciones, la manera como nos dirigimos a él debería reflejar nuestro sentido de nuestra propia falta de mérito y que le tenemos gran respeto. Cualquier otro modo de dirigirnos a él daría a entender presuntuosidad, falta de humildad o falta de seriedad.

      A veces los niños usan en sus oraciones expresiones que reflejan demasiada familiaridad, y hasta hacen sonreír a sus padres. Tales expresiones son una conmovedora demostración de inocencia infantil y muestran lo real que Jehová es para ellos. No obstante, los adultos, que tienen mayor comprensión de lo que envuelve la oración, deben evitar la falta de seriedad. Deben abordar a Jehová con sinceridad, reverencia, humildad, dignidad y seriedad. (1 Corintios 13:11.)

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