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    La Atalaya 1975 | 1 de marzo
    • no es un buen asociado. La persona que no es adoradora devota de Jehová Dios no podría ser fuente de verdadero estímulo al que lo es. Un incrédulo, aunque parezca ser una ‘buena persona’ y respete la fe del creyente, no obstante no aprecia cosas espirituales. Puesto que su modo de ver las cosas no es espiritual, él o ella no fortalecería al creyente en una determinación de ser fiel a Dios. Al contrario, dado que el incrédulo posiblemente esté pensando en el matrimonio, estaría animando al cristiano a pasar por alto el consejo de Dios en cuanto a ‘casarse solo en el Señor.’

      Por lo tanto es prudente que el cristiano dedicado busque posibles cónyuges solo entre los que son creyentes y que poseen espiritualidad.—Compare con Deuteronomio 7:3, 4; Nehemías 13:26, 27; Malaquías 2:10-12.

      ● ¿Es correcto que un cristiano acepte tratamiento médico que envuelva a un suero preparado de sangre?—Alemania.

      La Biblia es franca en cuanto a la alta estima en que Dios tiene a la sangre, mostrando que Él la considera como representativa del alma o la vida. (Lev. 17:11, 12, 14) Comprensiblemente, entonces, el mandato divino que se dio a nuestro antepasado común Noé declaró: “Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer.” (Gén. 9:4) Noé y sus descendientes, incluso todos nosotros, no habrían de sustentar su vida usando sangre como alimento. Y este punto de vista importante hasta se repitió, mostrando su aplicación a los adoradores verdaderos hoy día, pues a los cristianos se les dijo: “Sigan absteniéndose . . . de sangre y de cosas estranguladas.” (Hech. 15:29) Por esta razón no podemos apoyar las muchas prácticas médicas modernas que utilizan sangre. Y hemos mostrado repetidas veces que el aceptar una transfusión de sangre indiscutiblemente sería contrario a la prohibición de la Biblia sobre el usar o comer sangre para sustentar uno su vida.

      Sin embargo, a algunos cristianos se les ha instado en ocasiones a aceptar una inyección de suero preparado de una cantidad pequeña de una fracción de sangre. A fin de evaluar este asunto, es provechoso entender exactamente qué son los sueros y por qué se usan. También es provechoso entender cómo los sueros difieren de las vacunas.

      En el curso normal de la vida los humanos nos ponemos en contacto con virus o bacterias patógenos. Por ejemplo, hay ocasiones en que una persona puede estar expuesta a paperas, sarampión o tuberculosis. Para combatir el asalto o ataque de virus o bacterias, el cuerpo produce sustancias que se llaman anticuerpos que tratan de neutralizar o reducir el daño que causan estos microbios invasores. La persona que tiene estos anticuerpos en su sangre para una enfermedad en particular está a salvo temporal o permanentemente de contraer esta enfermedad.

      Para suministrar protección por anticipado, los científicos han desarrollado vacunas (toxoides) o inoculaciones que estimulan el cuerpo de una persona para que produzca anticuerpos contra ciertas enfermedades. Las viruelas, poliomielitis, tétano, cólera, rabia, fiebre tifoidea y fiebre amarilla son algunas de las enfermedades para las cuales se han preparado vacunas o inoculaciones. Estas vacunas, diseñadas para hacerlo a uno inmune a tales enfermedades, no se producen de sangre. (Para los detalles, vea ¡Despertad! del 8 de diciembre de 1965, páginas 18 y 19.) A menudo las vacunas o inoculaciones, que no se hacen de sangre, se requieren cuando los niños ingresan en la escuela o cuando turistas o misioneros viajan a países extranjeros. El objetivo es estimular la producción de anticuerpos por anticipado para impedir que una persona contraiga cierta enfermedad si estuviera expuesta a ella.

      Pero ¿qué hay si una persona recientemente ha estado expuesta a una enfermedad o definitivamente ha contraído difteria, tétano, hepatitis virulenta, rabia o alguna otra enfermedad? Antes que su cuerpo tenga tiempo para producir los anticuerpos necesarios, pudiera enfermarse gravemente. De modo que los doctores han inventado una manera de suministrar inmediatamente los anticuerpos que le ayudarían a uno a resistir el asalto de la enfermedad. Se usan sueros o antitoxinas. Estos se obtienen de la sangre de humanos o animales que ya han desarrollado los anticuerpos para combatir la enfermedad. Por lo general se procesa la sangre y la fracción de sangre (gama globulina) que contiene los anticuerpos se separa y se convierte en suero. Cuando éste se inyecta en el paciente recibe inmunidad pasiva temporal.a Esto es temporal, pues los anticuerpos no se hacen una parte permanente de su sangre; cuando éstos salen de su cuerpo ya no está inmune a la enfermedad. Así se puede ver que los sueros (diferentes de las vacunas) contienen una fracción de sangre, aunque diminuta.

      Como se declaró inicialmente, por pleno respeto a lo que dice la Biblia en cuanto a la sangre, nos abstenemos de apoyar cualquier uso de ella fuera del cuerpo del animal o humano a quien pertenece naturalmente. Creemos que el uso de sangre como transfusión, o el uso de un componente de la sangre para efectuar un propósito similar, está obviamente en pugna con el mandato bíblico de “que se abstengan . . . de la sangre.” (Hech. 15:20) ¿Qué hay, entonces, del uso de un suero que solo contiene una fracción diminuta de sangre y se utiliza para suministrar una defensa auxiliar contra alguna infección y no se utiliza para ejecutar la función sustentadora de la vida que normalmente lleva a cabo la sangre?

      Creemos que aquí la conciencia de cada cristiano tendrá que decidir. Quizás a algunos les parezca que el aceptar tal suero no constituye un acto de desacato a la santidad de la vida y de Dios como la Fuente de la vida, que no constituye tratar con desprecio la voluntad explícita de Dios concerniente al uso de la sangre para alimentar al cuerpo. Por otra parte, quizás la conciencia de otros les inste a rechazar todos esos sueros. Cada uno tiene que responder a Dios como su juez tocante a la razón por la decisión de uno por conciencia.—1 Cor. 4:4; 2 Cor. 5:10.b

      Confiamos en que este repaso de principios bíblicos sea útil y ayude a todos a examinar la pregunta inicial y preguntas relacionadas de manera considerada. Aunque nos abstenemos de aprobar o condenar en tales zonas donde creemos que la decisión ha de dejarse a la conciencia individual, sin embargo, ciertamente instamos a todos a tratar de mantener limpia su conciencia delante de Dios, jamás mostrando desacato deliberado a su Palabra.—1 Ped. 3:16; 1 Tim. 1:19.

  • ¿En quién se puede confiar?
    La Atalaya 1975 | 1 de marzo
    • ¿En quién se puede confiar?

      ¿En el carnicero? ¿el abogado? ¿el político? ¿el clérigo? La falta de honradez ha penetrado en todo campo de la vida. Ciertamente necesitamos una voz en la que podamos confiar.

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