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    La Atalaya 1953 | 15 de julio
    • de Gabaa, y el caso de los dos ángeles en Sodoma cuando una turba trató de violarlos. (Gén. 19:4-11; Jue. 19:22-25) De modo que las criaturas espirituales que abandonaron a su Creador y que se corrompieron y se depravaron poniéndose de parte del rebelde Satanás se portaron de una manera contranatural al entrar en criaturas carnales, y sin duda se hicieron cautivos de su propia degradación y llegó a ser cosa habitual con ellos en su esfuerzo por satisfacer los deseos de su condición degradada. No hay razón para creer que ellos no pueden posesionarse de personas hoy en día. Esto no quiere decir que todos aquellos que están enfermos mentalmente están posesionados, por cuanto no lo están. Personas que están enfermas mentalmente, sin embargo, en su condición debilitada, quizás presenten un blanco más vulnerable para sus asaltos e invasiones. Algunos dan evidencias de posesión demoníaca, entre tanto que muchos otros dan evidencias de solamente enfermedad mental o de neurastenia. Hoy tenemos que ser diligentes en mantener un grado elevado de fuerza espiritual, porque ésa es la manera de evitar la invasión de los demonios, para mantenerlos lejos de nuestra mente o cuerpo. Estamos en seguridad cuando nos ponemos y mantenemos puesta “la armadura completa proviniendo de Dios”.—Efe. 6:10-17, NM.

  • Haciendo una selección prudente
    La Atalaya 1953 | 15 de julio
    • Haciendo una selección prudente

      ¿DÓNDE va a quedarse usted cuando venga a la ciudad de Nueva York para asistir a la asamblea internacional de 1953 de los testigos de Jehová? ¿En un hotel? ¿O en un cuarto en una casa particular?

      Un hotel, no podrá negarse, hace posible que uno tenga mayor soledad y pueda obrar privadamente, pero presenta menos oportunidades de dar el testimonio. El contacto amigable y personal que uno encuentra en los hogares particulares no existe en los cuartos y salones de entrada de los hoteles. El ambiente de hotel no es uno que se preste tan fácilmente a la predicación del Reino. Por otra parte, en los hogares particulares, resulta que cada día es más difícil no dar el testimonio. El publicador se encuentra cara a cara con el ama de casa, y los neoyorquinos no sólo son personas hospitalarias sino muy inquisitivas. Querrán saber algo del estado en que usted vive, qué clase de trabajo hace, cómo llegó a ser usted testigo de Jehová, qué es lo que creen los testigos de Jehová, etc. Uno no puede menos que dar el testimonio.

      Entre esta gente hay muchas personas de buena voluntad, que ya están progresando en la verdad; mientras que hay otros que están dando su primer paso cristiano hacia llegar a conocer a los testigos de Jehová. Algunas de estas personas eran amas de casa durante la asamblea que se celebró en el estadio Yanqui en 1950, y hoy son publicadoras del Reino.

      Tengamos presente el buen nombre que llevamos al ser testigos de Jehová y siempre mostremos consideración cristiana a otros, expresando aprecio por toda atención y hospitalidad, notificándoles del día y la hora de nuestra llegada, y de cambios en nuestros planes, si acaso los hay. Muchas veces sucede que las amas de casa se imponen gastos adicionales e inconveniencias para prepararnos alojamiento. Algunas ponen nuevo empapelado en las paredes y hasta compran nuevas sábanas y otras cosas. Sería muy incorrecto no aceptar tales expresiones de bondad por algún motivo personal y de poca importancia. Sería hacerles un mal a los amos de casa que le han hecho un bien a usted. Al mismo tiempo eso le causaría daño al buen nombre de Jehová y a sus testigos, y al comité de alojamiento y a los trabajadores que dedicaron muchas horas a la tarea de conseguir cuartos y llenar y enviar todos los formularios necesarios. Sea prudente en su selección, en su comportamiento, y en su consideración.

      Quiero alabarte entre los pueblos, ¡oh Yavé!, y cantarte salmos entre las naciones. Cantar que es más grande que los cielos tu misericordia, y que llega hasta las estrellas tu fidelidad.—Salmo 108:4, 5, NC.

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