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  • El remedio para todas las enfermedades... ¿solo una ilusión?
    La Atalaya 1985 | 15 de abril
    • El remedio para todas las enfermedades... ¿solo una ilusión?

      JUAN era una persona muy avanzada en edad. Ya llevaba algún tiempo exiliado en una isleta. Todo parecía indicar que viviría el resto de su vida en aislamiento. Pero en medio de aquella situación recibió un mensaje lleno de estímulo para él... y para nosotros.

      En una visión dramática, Juan oyó una voz fuerte desde el cielo decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad [...] Él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”.

      Entonces, vio un río de aguas resplandecientes y cristalinas. A lo largo de las riberas del río vio exuberantes árboles frutales. Las hojas de los árboles eran para la curación de las naciones. ¡Qué experiencia tan estimulante!

      Si usted hubiera visto y oído lo que Juan vio y oyó, ¿no le hubiera emocionado saber que algún día todo dolor y sufrimiento cesará y que todos los males serán curados? ¡Eso sí que parece demasiado bueno para creerlo!

      Por qué es tan difícil de creer

      Lo que sucedió allí fue un suceso histórico que tuvo lugar en el año 96 E.C. en Patmos, isla cercana a la costa de lo que hoy es Turquía. El envejecido Juan era el apóstol amado de Jesucristo, y lo que vio lo registró en la Santa Biblia. (Revelación 1:9; 21:3, 4; 22:1, 2.)

      Aun así, hoy día a la mayoría de la gente le resulta difícil creer que habrá un tiempo en que ya no habrá más enfermedades. ¿Por qué? Debido a nuestra naturaleza humana, tenemos la tendencia a rechazar cualquier cosa que parezca ser contraria a nuestra experiencia común.

      Respecto a la larga lucha del hombre por combatir las enfermedades, Richard Fiennes, patólogo de la Sociedad Zoológica de Londres, escribió lo siguiente en su libro Man, Nature and Disease (El hombre, la naturaleza y las enfermedades):

      “¿Está entonces a la vista el fin de la batalla? El hombre combate una hidra. Cuando se elimina una cabeza, otra aparece en su lugar. La enfermedad, la incapacidad y la muerte prematuras siguen siendo los problemas humanos más apremiantes; donde en tiempos pasados los problemas eran la tuberculosis, la pulmonía y la muerte durante el parto, hoy día los reemplazan las enfermedades de las arterias coronarias del corazón, los ataques apopléticos, el cáncer y otras enfermedades”.

      Los asesinos de “tiempos pasados” tampoco han desaparecido totalmente. The Economist, de Londres, informa que “en Asia, África y América del Sur, de cada diez personas, una sufre de algún tipo de incapacidad física. La mayoría de las personas pobres sufrirán enfermedades como diarrea aguda y pulmonía durante el transcurso de su vida. [...] Millones más serán víctimas de enfermedades parasitarias, como el paludismo o la esquistosomiasis (es decir, bilharziasis [causada por un parásito de la sangre]); la lepra dejará lisiados a otros”.

      Incluso en los países desarrollados otras cabezas de la “hidra” han desconcertado a los expertos. “Actualmente los médicos se encuentran con enfermedades exóticas que pueden ser aun más mortíferas que los asesinos clásicos, como la viruela y la difteria”, escribe Edward Edelson para el Daily News, de Nueva York.

      Hace unos cuantos años, las siglas SIDA (AIDS, en inglés) no hubieran significado casi nada para la mayoría de la gente. Hoy esta enfermedad mortal casi ha llegado a ser conocida por todos, al igual que ha sucedido con la enfermedad de los legionarios y el síndrome del choque tóxico. Al acecho hay otros asesinos potenciales: la fiebre de Ebola, la fiebre de Lassa, la fiebre hemorrágica coreana, el síndrome de Reye, la enfermedad de Kawasaki, el síndrome urémico hemolítico, y así por el estilo. “Un elemento continuo en la historia de estas enfermedades exóticas es que a menudo resultan ser misterios sin resolver para la medicina”, dice Edelson.

      A pesar de los adelantos médicos, la mayoría de la gente se ha resignado a creer que, a fin de cuentas, la enfermedad y la muerte son inevitables. Es difícil para ellos imaginarse que pueda haber un tiempo en que ya no exista la muerte, el dolor ni las enfermedades.

      ¿Qué hay, pues, de la animadora visión que Juan recibió? ¿Resultará ser finalmente una ilusión que quedará sin ser realizada? Tenemos buenas razones para creer que éste no será el caso. Inmediatamente después de oír las maravillosas promesas, Juan recibió esta garantía: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Revelación 21:5; 22:6). ¿Cómo se harán realidad estas palabras? Y, ¿veremos el cumplimiento de ellas en el transcurso de nuestra vida?

      [Diagrama/Mapa en la página 3]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      Los asesinos del pasado todavía infestan extensas zonas

      Lepra

      Lepra y paludismo

  • El remedio para todas las enfermedades... ¡se puede hallar!
    La Atalaya 1985 | 15 de abril
    • El remedio para todas las enfermedades... ¡se puede hallar!

      A TRAVÉS de las edades, no se han escatimado esfuerzos por tratar de hallar un remedio para todas las enfermedades. Anualmente se gastan miles de millones de dólares en la prestación de servicios de salud. Algunos de los talentos más grandes del mundo, que utilizan las tecnologías más avanzadas, se han dedicado a la investigación médica. Sin embargo, la gente alrededor de la Tierra sigue enfermando, y todavía nos afligen enfermedades asoladoras. Nuestra situación no ha cambiado mucho desde los días de Moisés. Hace más de 3.000 años él escribió: “En sí mismos los días de nuestros años son setenta años; y si debido a poderío especial son ochenta años, sin embargo en lo que insisten es en penoso afán y cosas perjudiciales”. (Salmo 90:10.)

      Un comienzo saludable

      Sin embargo, la humanidad tuvo un comienzo perfecto. Adán y Eva vivieron en un ambiente limpio y libre de enfermedades, el hermoso jardín de Edén. Se les proveía en abundancia alimento sano y saludable. Tenían trabajo estimulante y remunerador que

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