¿Por qué tiene buen éxito su ministerio?
“En ese caso tendrás buen éxito si pones cuidado en poner por obra las disposiciones reglamentarias y las decisiones judiciales que Jehová . . . mandó.”—1 Cró. 22:13.
1. ¿Cómo se mide hoy el éxito, en contraste con la descripción que da la Biblia de la mayoría de los creyentes cristianos?
HOY el éxito se mide en términos de cuánta educación, dinero, popularidad o habilidad haya adquirido una persona durante su vida. ¡Cuán felices podemos estar de que Dios no requiera ninguna de estas cosas en abundancia a fin de que tengamos buen éxito en el ministerio cristiano! Aunque el apóstol Pablo fue un hombre docto, entrenado a los pies del eminente maestro Gamaliel, no obstante reconoció la posición humilde de la mayoría de los creyentes cristianos. “Ustedes contemplan su llamamiento por él, hermanos, que no muchos sabios según la carne fueron llamados, no muchos poderosos, no muchos de nacimiento noble; sino que Dios escogió las cosas necias del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios escogió las cosas débiles del mundo, para avergonzar las cosas fuertes; y Dios escogió las cosas innobles del mundo y las cosas menospreciadas, las cosas que no son, para reducir a la nada las cosas que son, a fin de que ninguna carne se jacte a la vista de Dios.” (1 Cor. 1:26-29) Por lo tanto, al medir el éxito de nuestro ministerio es vital que consideremos los asuntos desde el punto de vista de Dios.
2. ¿Por qué la educación limitada no descalifica a uno para el ministerio?
2 La educación básica es útil en el ministerio, pero uno no debe desanimarse ni sentirse incompetente para el ministerio si su educación seglar ha sido limitada. Para con Dios lo que vale no es cuánto sepa usted, sino cuánto ama la verdad que ha sido plantada en su corazón de modo que la cultive y la haga crecer. Es cierto hoy como lo era en el día de Pablo: “El mundo por medio de su sabiduría no llegó a conocer a Dios.” (1 Cor. 1:21) Acuérdese de que muchos de los discípulos de Jesús, incluso los apóstoles prominentes Pedro y Juan, “eran hombres iletrados y del vulgo.” (Hech. 4:13) Cuando los humildes seguidores de Jesús regresaron a él después de haber sido instruidos y enviados, se nos dice cómo respondió él al oír los buenos resultados que obtuvieron en el ministerio: ¡“En aquella misma hora se llenó de gran gozo en el espíritu santo y dijo: ‘Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos. Sí, oh Padre, porque el hacerlo así vino a ser la manera aprobada por ti’”!—Luc. 10:21.
3. Muestre por qué la riqueza y la popularidad no son normas apropiadas para justipreciar el éxito en el ministerio.
3 En lo que toca a riqueza y popularidad, inmediatamente tenemos que descalificarlas como normas para justipreciar el éxito en el ministerio cristiano. Las posesiones materiales y el prestigio personal no influyen en Dios. El clero de la cristiandad busca ambos y, al hacerlo, imita a los caudillos religiosos del día de Jesús. “Ahora bien, los fariseos, que eran amantes del dinero, escuchaban todas estas cosas, y le hacían gestos de desprecio.” Jesús dijo: “Todas las obras que hacen las hacen para ser vistos por los hombres . . . Les gusta el lugar más prominente en las cenas y los asientos delanteros en las sinagogas, y los saludos en las plazas de mercado y el ser llamados por los hombres Rabí.” Jesús mandó a sus discípulos que estuvieran contentos con las cosas necesarias de la vida, que fueran humildes, que se guardaran de otorgar títulos a hombres y que fueran siervos unos a otros. El motivo de ellos era ‘acumular tesoros en el cielo’ y conseguir el favor de Dios, no de los hombres. Jesús recibía a los pobres y a los impopulares.—Luc. 16:14; 15:1-7; Mat. 23:5-12; 6:19, 20, 31-34.
4. ¿Qué papel desempeña la habilidad en un ministerio con éxito?
4 Ahora bien, en cuanto a habilidad, esto es algo a lo que el mundo da mucha importancia, y, en realidad, muchas hazañas extraordinarias se efectúan con mentes y manos hábiles. El éxito del ministerio también requiere habilidad, pero el arte de ser un buen maestro de la Palabra de Dios no es demasiado difícil para que cualquiera lo domine. Aunque se necesitan muchos años de estudio y de práctica para llegar a ser un cirujano o ingeniero hábil, y los que cumplen los requisitos son pocos, esto no es cierto de los que desean ser ministros hábiles. Esto no quiere decir que no se necesita mucho estudio y el poner en práctica con regularidad las cosas aprendidas. Sí se necesita, pero lo singular en cuanto al ministerio es que uno puede comenzar a participar en él después de solo un corto tiempo de estudio. Cuando uno empieza a aprender las cosas buenas de la Palabra de Dios y ve la importancia de enseñar éstas a otros, no hay razón para que se retraiga de hablar estas cosas buenas a su vecino. Por supuesto, debe tener cuidado como principiante para no enseñar el error inconscientemente, y por eso debe prestar atención cuidadosa a las instrucciones de ministros más experimentados mientras obtiene entrenamiento en el lugar de la acción. En poco tiempo puede hacer una dedicación a Dios y bautizarse y llegar a ser un ministro ordenado hábil al enseñar a otros.
5. (a) ¿Cómo llegaremos a las normas correctas para justipreciar el éxito en el ministerio? (b) ¿Qué factores, además de hacer discípulos, hicieron que el ministerio de Jesús tuviera éxito completo?
5 Si la educación, la riqueza, la popularidad y aun la habilidad no son los factores más importantes para medir el éxito del ministerio, entonces, ¿por cuáles normas determinaremos si nuestro ministerio tiene buen éxito? Quizás estribe en el número de conversos, o ¿hay algo más? Al examinar el ministerio de Cristo Jesús y las instrucciones que dio para llevar a cabo el ministerio después de ascender él al cielo, conseguiremos la respuesta. En cuanto a hacer conversos, es interesante observar que hubo un tiempo en que el ministerio de Jesús tenía toda apariencia visible de haber fracasado. Cuando fue arrestado, todos sus discípulos lo abandonaron, aunque él había predicho esto. (Juan 16:32) Sin embargo, cuando el espíritu santo fue derramado en el Pentecostés de 33 E.C., había 120 discípulos fieles que esperaban instrucciones en un cuarto de un piso alto en Jerusalén. Ese mismísimo día el apóstol Pedro le habló a una grande muchedumbre de judíos, y de entre ellos 3.000 más cifraron su fe en Cristo Jesús y fueron engendrados por espíritu santo. Desde ese día en adelante muchos fueron añadidos a la congregación cristiana. Jesús manifiestamente había tenido mucho éxito en reunir a los primeros miembros de la congregación cristiana. Sin embargo, debe recordarse que solo un número limitado de los judíos lo aceptó como Mesías. No hubo conversión en masa. El éxito del ministerio de Jesús se midió por algo más que el número de discípulos agregados. Realmente, esto fue secundario. El dio énfasis a glorificar a su Padre celestial. Además, por su fiel proceder en todo, incluso en todas las pruebas y oposición que le ocasionó el Diablo, Jesús probó su inquebrantable devoción a su Padre celestial y marcó al gran Adversario como mentiroso. Por las normas establecidas por Jehová, el ministerio de Jesús fue un éxito completo.
NORMAS DE HOY PARA MEDIR EL ÉXITO
6. ¿Han cambiado la comisión y los objetivos de nuestro ministerio en este moderno siglo veinte?
6 Ahora que estamos muy alejados del primer siglo E.C. de la congregación cristiana primitiva, uno pudiera pensar que han cambiado las normas para medir el éxito del ministerio. En realidad son las mismas. Esto es cierto porque nuestra comisión y nuestros objetivos del ministerio siguen siendo los mismos. No se han publicado nuevas instrucciones para dar el testimonio final además de las que contiene la Palabra de Dios. Al examinar cuidadosamente su Palabra podremos medir el éxito de nuestro ministerio. Además, donde descubramos que está limitado el éxito de nuestra propia actividad de hacer testigos, podremos copiar más cuidadosamente el ejemplo del Maestro Magistral, Cristo Jesús, y los discípulos primitivos a quienes enseñó.
7. (a) ¿Cuál es la primera de las cuatro razones para la predicación fiel en este “tiempo del fin”? (b) ¿Cuál es la segunda?
7 Como en el día de Jesús, hoy existen básicamente cuatro razones por las cuales continuamos predicando en este “tiempo del fin,” y cada una se debería considerar para determinar el éxito de nuestro ministerio. Al considerar cada una, lo invitamos a ver qué medida de éxito alcanza su propio ministerio. Aunque Jehová es el Juez, estamos seguros de que usted tendrá motivo para sentirse animado donde se descubra desempeño fiel; y si usted descubre puntos en que le es necesario fortalecer su ministerio, podrá dar a éstos la debida atención. (1) Tal como Jesús predicó un mensaje de salvación, así los testigos de Jehová sienten intensamente su obligación de ‘hacer discípulos de gente de todas las naciones,’ como mandó Cristo Jesús. (Mat. 28:19, 20) Es preciso que las personas de corazón recto oigan el mensaje que se predica si van a enterarse del camino angosto que conduce a la vida y apartarse del camino ancho que lleva a la destrucción. (2) En contraste, también predicamos un mensaje de advertencia en medio de todos los habitantes de la Tierra tocante al día venidero en que Dios ejecutará juicio contra los malhechores.—Mat. 7:13, 14; Eze. 3:17-19; Rev. 14:6, 7.
8. ¿Cómo podemos sentirnos animados al examinar nuestro ministerio en relación con las primeras dos razones para predicar el mensaje de Dios a la gente?
8 Por consiguiente, estamos comisionados a predicar no solo “buenas nuevas a los mansos” y “el año de la buena voluntad de parte de Jehová” sino también el “día de la venganza de parte de nuestro Dios.” (Isa. 61:1, 2; Luc. 4:16-21) Como el fiel siervo de Dios, Ezequiel, hoy tenemos que continuar predicando a las personas “sea que oigan o se abstengan,” y es preciso hacer esto a pesar de oposición. (Eze. 2:5-7; 3:4, 7-9) Denodadamente y no obstante con prudencia y amor genuino declararemos el mensaje de juicio, sabiendo de antemano que la inmensa mayoría no prestará atención, y no obstante es posible que algunos que inicialmente se opongan abran los ojos. ¿Está usted utilizando fielmente todas sus oportunidades de predicar las buenas nuevas y de enseñar concienzudamente a los que responden al mensaje? Si así es, entonces hay motivo para obtener estímulo, y Jehová le asegura que le concederá éxito y lo fortalecerá para continuar sin cesar. Ha sido el privilegio de los testigos de Jehová del día moderno el ayudar a millares de personas semejantes a ovejas a ponerse del lado de la salvación, a la diestra del Rey-Pastor, Cristo Jesús, mientras que hacen que opositores semejantes a cabras manifiesten que merecen ser puestos a su izquierda para la destrucción.—Mat. 25:31-46.
9. ¿Qué tercera razón se da para la predicación fiel, y por qué es esto importante para determinar el éxito?
9 La tercera y muy importante razón por la cual tenemos que continuar predicando es (3) que esto da oportunidad para que los siervos de Jehová en la Tierra demuestren su amor y su integridad a Jehová. Una cosa es decir que amamos a Dios y a nuestro prójimo, pero otra cosa es demostrarlo. Además, es al tratar de probar lo que pensamos ser en el fondo que hallamos lugares para mejorar y perfeccionar nuestro amor e integridad. Aprendemos a depender de Dios. (2 Cor. 12:9) Discernimos la necesidad de ser prudentes, pacientes y misericordiosos. El salir con regularidad a la predicación pudiera ser en cierto sentido una prueba para algunos, pero es preciso que recordemos que las pruebas pueden resultar en aguante y que nos ayudan a perfeccionar la santidad: “Alborocémonos mientras estamos en tribulaciones, puesto que sabemos que la tribulación produce aguante; el aguante, a su vez, una condición aprobada; la condición aprobada, a su vez, esperanza, y la esperanza no conduce a la desilusión; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón por medio del espíritu santo, que nos fue dado.” (Rom. 5:3-5) Los que son veteranos en la obra de casa en casa le dirán sin titubear que no hay sustituto para el ministerio para aguzar nuestro aprecio, para perfeccionar nuestra obediencia, para cultivar nuestro amor a Dios y a nuestro prójimo, para disipar el temor al hombre y para mostrar lo que verdaderamente somos en el fondo.—2 Tim. 4:2-5.
10. ¿Qué satisfacción obtenemos al ser fieles en nuestras asignaciones?
10 ¡Cuán satisfactorio es saber que hemos efectuado lo que se nos ha asignado hacer! Jesús en oración a su Padre dijo: “Te he glorificado sobre la tierra, habiendo terminado la obra que me has dado que hiciese.” (Juan 17:4) ¡Cuán conmovido debe haber estado el hombre vestido con el lino al informar: “He hecho tal como me has mandado,” después de marcar a todos los que estaban señalados para la salvación! (Eze. 9:1-4, 11) ¿Ha buscado usted obediente y valerosamente oportunidades para participar en el ministerio a pesar de oposición de familia, una tendencia hacia la timidez, mala salud o cualquier otro estorbo o distracción que se presentara? ¿Ha dejado usted que las diversas situaciones que ha encontrado en el ministerio aumenten su amor a Jehová y a su prójimo, aun a sus enemigos? ¿Puede usted enfrentarse mejor a las dificultades y a las pruebas como resultado? Si así es, en este respecto, también, usted puede decir que, en lo que toca a efectos en su persona, su ministerio es un éxito.
11. ¿Cuál es la cuarta y más importante razón para la predicación fiel?
11 Y, finalmente, a medida que consideramos las razones por las cuales continuamos predicando, tenemos la cuarta y la más importante de todas las razones y ésa es (4) dar a conocer el nombre y los propósitos de Jehová. Jesús dio a conocer el nombre de Jehová a sus discípulos y les enseñó a orar: “Santificado sea tu nombre.” (Mat. 6:9; Juan 17:26) Por lo menos sesenta veces tan solo en la profecía de Ezequiel, notamos las palabras de Dios de que las personas en la Tierra “tendrán que saber que yo soy Jehová.” En el cumplimiento moderno de Éxodo 9:16, el propósito de Jehová es que su nombre sea “declarado en toda la tierra.” Su nombre envuelve su reputación, y otros deben tener la oportunidad de aprender acerca del Creador, que es amoroso y misericordioso, y no obstante que a los que optan por pasarlo por alto y menosprecian su amor se les negará el derecho de vivir en su nuevo sistema de cosas.
12. ¿Por qué es vital que trabajemos a favor de la vindicación del nombre de Jehová, y qué estímulo reciben los que lo hacen?
12 Sin entender el gran punto en cuestión que envuelve al adversario, Satanás el Diablo, muchos han culpado a Dios por la iniquidad. Sin causa su nombre ha sido vituperado, se ha mentido contra él y se le ha presentado en falsos colores. Millones de dioses falsos han recibido el honor y respeto que le corresponden a Él, y algunas personas aun en este día moderno adoran al Diablo mismo. ¿Quién es el Dios verdadero? En realidad, ¿vive Dios en absoluto? Al desempeñar nuestro papel como testigos de Jehová, ¡jamás suceda que alguno de nosotros rehúse hablar a favor de Jehová nuestro Dios en la arena judicial del mundo para dar a conocer a todos los hombres que él es el Dios verdadero y que él no solo vive sino que también se encargará de que sus propósitos se lleven a cabo! ¿No ha orado usted para que el nombre de Jehová sea santificado y al mismo tiempo no ha obrado en armonía con su oración hablando de la grandeza de Jehová y de todas sus obras maravillosas? Si así es, entonces en este respecto, también, su ministerio tiene éxito como ministerio de la clase correcta a la vista de Dios y es un sacrificio grato y aceptable de alabanza a El.—Isa. 43:10; Heb. 13:15.
LOGRANDO ÉXITO A PESAR DE OBSTÁCULOS
13. (a) ¿Cuál debe ser nuestra actitud aunque la mayoría no preste atención al mensaje? (b) No obstante, ¿por qué no es en vano nuestro ministerio?
13 No obstante, tenemos que reconocer que hay varios factores que pueden desanimarnos individualmente, y hacer que pensemos que nuestro ministerio no tiene éxito. Cuando aprendemos las verdades de la Palabra de Dios, estamos deseosos de compartirlas con nuestros parientes y amigos, y luego ir a la comunidad de casa en casa. Pero descubrimos que muchos no comparten nuestro entusiasmo y amor por estas verdades recién halladas. En realidad, en algunos territorios es posible que vayamos a muchas puertas antes de que se nos permita hablar suficiente tiempo para pronunciar nuestro sermón y presentar literatura bíblica que los ayudará en un estudio de la Palabra de Jehová. Quizás comencemos a preguntarnos: “¿Qué pasa?” Pero al detenernos un instante y considerar los asuntos a la luz de la Palabra de Dios, nos damos cuenta de que la oposición no es en contra de nosotros personalmente sino en contra del mensaje que llevamos. Al meditar, tal vez veamos maneras de aguzar nuestras presentaciones para hablar más convincentemente y crear una mayor respuesta al mensaje, pero lo importante es no desistir. La satisfacción de nuestro ministerio, a pesar de estos incidentes, se obtiene cuando nos damos cuenta de que fielmente nos hemos esmerado en dar el testimonio. Los que rehúsen prestar atención no tendrán excusa para decir que no tuvieron la oportunidad de oír. Pero, ¡qué placer singular es encontrar acá y allá un oído que oye! Estas ocasiones compensan por mucho todas las veces que se nos rechaza.
14. ¿Cómo ayudan las metas razonables a asegurarnos de que tendremos éxito en el ministerio?
14 El establecer objetivos o metas razonables en el ministerio contribuye a nuestro éxito. Las metas no deben ser demasiado elevadas, para que, si no se alcanzan, no se cause desaliento. Por otra parte, las metas no deben ser tan bajas que quedemos satisfechos con efectuar servicio que solo es una muestra de lo que pudiéramos hacer. Los objetivos, por supuesto, deben estar dentro de nuestras capacidades según las determinan la salud, las circunstancias de familia y otros factores. ¿Puede usted efectuar ajustes para ser predicador de tiempo cabal de las buenas nuevas? Si así es, ésta sería una meta razonable para usted. Por otra parte, quizás usted no pueda salir de su casa debido a enfermedad. En tal caso, el ir de casa en casa naturalmente estaría bastante limitado, pero, entonces, habrá oportunidades de testificar a los que lo visiten, y usted podrá utilizar el teléfono y cartas para alcanzar a otros con el mensaje del Reino. Un buen horario y el ponerlo en práctica con determinación le ayudará a alcanzar la meta razonable de actividad en el ministerio que usted mismo se haya fijado. Recuerde, también, que otros ven su fidelidad en el ministerio en medio de estas circunstancias y ellos mismos se sienten animados a alcanzar mayor actividad. Además, el éxito en el ministerio también se refleja en que usted aplique los principios cristianos, de modo que sea agradable, muestre perseverancia y un estado de ánimo optimista en vez de dejar que su enfermedad haga que usted sea desagradable o dificulte el que otros se asocien con usted.
15. Si circunstancias inevitables han limitado nuestras oportunidades en el ministerio, ¿por qué no hay razón para sentirnos desanimados?
15 Debido a ciertas circunstancias, como carencia de educación, vejez o impedimento físico, es posible que una persona no haya sido escogida para pronunciar discursos públicos desde la plataforma o es posible que haya tenido alguna dificultad en iniciar o celebrar con regularidad un estudio bíblico con otra persona. Es posible que haya tratado diligentemente de mejorar y haya aceptado la ayuda de otros, pero el conducir un estudio bíblico con regularidad le ha resultado difícil. También ha descubierto que sencillamente parece que no puede satisfacer los requisitos para ser un orador público. Aunque quizás esto produzca un poco de desilusión, hay toda razón para estar animado. Se está efectuando algún bien. Por medio de perseverar en el ministerio, muchos tendrán la oportunidad de por lo menos oír las buenas nuevas, y se puede colocar literatura bíblica. Las personas a quienes les haya hablado pueden leer y sacar provecho de ésta. Jehová bendecirá abundantemente de maneras inesperadas esta diligencia y deseo de efectuar adelantamiento. De ninguna manera podemos decir que su ministerio es un fracaso. En este caso uno podría ser un ejemplo vivo de cómo Dios ha escogido “las cosas débiles del mundo, para avergonzar las cosas fuertes.”
16. ¿Qué se puede hacer en muchos casos en que es limitada la educación o la habilidad natural de uno?
16 Si usted es una persona que ha tenido poca educación formal o tiene poca habilidad natural, entonces lo que tiene que hacer es utilizar todas las provisiones que Jehová ha hecho para entrenarlo para el ministerio, aunque esto signifique, como en algunos casos, comenzar desde el mismísimo principio y aprender a leer y escribir. Ministros más experimentados tendrán gusto en ayudarle. Si uno tiene espíritu anuente, y quiere hacer la voluntad de Jehová que le corresponde, tendrá éxito en el ministerio, porque Jehová lo garantiza por su espíritu.—Luc. 11:13; 2 Tim. 1:6-8.
17. ¿Cómo puede tener buen éxito en la actividad del Reino uno que es joven en años?
17 Quizás a un publicador joven le parezca que porque no puede presentar un sermón bíblico ni conducir estudios bíblicos como los publicadores más experimentados su actividad no tiene éxito. Al contrario, los publicadores jóvenes de las buenas nuevas pueden efectuar mucho para ayudar a otros a aprender la verdad. Aunque su actividad bíblica al principio esté limitada a una presentación bien planeada en conexión con colocar ejemplares de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, y a aprovecharse de oportunidades para hablar a sus maestros y condiscípulos en cuanto a la Biblia, gradualmente podrán extender su actividad a la obra de revisitas y estudios bíblicos con la ayuda de sus padres. Muchos siervos jóvenes de Jehová se han portado maravillosamente en la escuela y en otros lugares al hablar valerosamente acerca de su Creador en los días de su juventud. Considere, también, cuán excelente impresión esto ha de causar en otros, al ver que muchachos y muchachas efectúan una obra tan honorable en vez de llegar a ser alborotadores perezosos de la comunidad.—Ecl. 12:1; Mat. 21:16; Sal. 148:12, 13.
18. Si uno todavía no ha ayudado a alguien a hacerse discípulo bautizado, ¿hay razón para concluir que su ministerio ha sido un fracaso?
18 Sin embargo, el publicador experimentado puede meditar en su ministerio y observar que todavía no ha ayudado a nadie a llegar a ser un discípulo al grado de dedicarse y bautizarse. Se coloca literatura bíblica y se hacen revisitas, y en algunos casos se podría iniciar un estudio bíblico por algún tiempo. Aunque todavía los resultados esperados no se hayan manifestado, es bueno recordar que el ministerio de uno no ha fracasado porque todavía no haya ayudado a una persona a hacerse discípulo. No, su ministerio es una realidad en acción; todavía ha estado activo predicando las buenas nuevas y manteniendo en alto el gran nombre de Jehová. Ha sido fiel en el ministerio, y esto le ha ayudado a labrar su integridad y amor a Jehová. Ahora, con la aplicación de métodos docentes y ayuda de ministros más experimentados, quizás no solo sea posible iniciar un estudio bíblico, sino también celebrarlo regularmente y así participar en ‘hacer discípulos.’
19. Resuma las cuatro razones por las cuales nuestro ministerio tiene buen éxito.
19 ¿Por qué tiene buen éxito su ministerio? ¡Jamás se olvide de que es de más de una manera! Continuaremos trabajando y confiadamente esperaremos que Jehová dé el aumento, pero, al acercarnos al fin, no nos desanimaremos si el aumento llega a ser más lento en algunas partes del mundo que en otras. De hecho, se nos previene que llegará el tiempo en que nadie querrá escuchar a los testigos cristianos de Jehová. No obstante, con la ayuda infalible de Jehová, predicaremos fielmente el testimonio final como una advertencia de la venidera ejecución de los inicuos por Jehová, retendremos nuestra integridad a pesar de oposición y adversidad, y, sobre todo, mantendremos en alto el gran nombre de Jehová. “Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto y demuestren ser mis discípulos.”—Juan 15:8.
[Ilustraciones de la página 532]
Los que no pueden salir de casa, también, tienen éxito en esparcir las “buenas nuevas” por cartas y por teléfono