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  • ¿Es la Biblia simplemente un producto de sabiduría humana?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
w75 1/8 págs. 453-456

¿Es la Biblia simplemente un producto de sabiduría humana?

PARA muchas personas, la Biblia solo es un libro escrito por sabios de la antigüedad. Sin embargo eso no es lo que la Biblia misma dice. Alega ser un libro inspirado por Dios. (2 Sam. 23:2; 2 Tim. 3:16; 2 Ped. 1:20, 21) Si esa alegación es cierta, deberíamos poder hallar evidencia convincente dentro de sus páginas que muestra que no pudo haber sido simplemente producto de sabios de aquel tiempo.

¿Hallamos esa evidencia? ¿Es superior el fondo de conocimiento que se abarca en la Biblia en comparación con el que se halla sobre los mismos temas en otras fuentes antiguas? ¿Está libre de puntos de vista equivocados que prevalecían al tiempo en que fueron escritas sus diversas partes? ¿En qué posición se halla la Biblia cuando se examina a la luz del conocimiento presente?

CONOCIMIENTO ACERCA DE LA TIERRA

Hoy sabemos de hecho que la Tierra no descansa sobre ningún apoyo físico. Pero esto no es lo que la gente generalmente creía durante el tiempo en que las partes más antiguas de la Biblia se estaban escribiendo. Un punto de vista común que se sustentaba entonces era que cuatro elefantes de pie sobre una tortuga grande sostenían la Tierra, la cual se describía como un plato circular.

¿Influyeron en la Biblia tales ideas? No. En Job 26:7 leemos: “[Dios] está extendiendo el norte sobre el lugar vacío, colgando la tierra sobre nada.” Esta declaración exacta ha impresionado por largo tiempo a los doctos bíblicos. Uno de ellos, F. C. Cook, escribió en el siglo diecinueve: “Presenta una protesta singularmente fuerte contra las supersticiones que prevalecían entre todos los paganos . . . Job no sabe nada de los sólidos cimientos sobre los cuales está sostenido el extenso espacio de la Tierra. Cómo supo Job la verdad, demostrada por la astronomía, de que la Tierra pende autosuspendida en el espacio vacío, es una pregunta que no resuelven fácilmente los que niegan la inspiración de la Santa Escritura.”

Esta información en la Biblia acerca de la Tierra solo es incidental al mensaje general. El principal objetivo de la Biblia es suministrar guía sólida para vivir en armonía con la voluntad de Dios. Lógicamente, por lo tanto, lo que dice debe ser muy superior a lo que los hombres imperfectos que no la siguen han recomendado y continúan recomendado como guía.

MÉDICAMENTE SÓLIDA

Considere como ejemplo la Ley dada por medio de Moisés la nación de Israel hace unos tres milenios y medio. Uno de sus objetivos era salvaguardar la salud y bienestar de la gente. La obediencia a ella llevaba consigo la promesa de que a los israelitas les iría bien desde un punto de vista de la salud. (Compare con Éxodo 15:26; Levítico 26:14-16.) ¿Fue ésa una promesa sin base? O, ¿definitivamente contribuyeron a esto las estipulaciones de la ley mosaica?

Aun después que la Ley fue dada a los israelitas, las grandes civilizaciones no estaban muy avanzadas en cuanto a conceptos médicos. El médico y docto francés Georges Roux escribe: “La diagnosis y la prognosis de los médicos de Mesopotamia eran una mezcla de superstición y observación exacta.” Tocante a los médicos de Egipto y sus remedios, leemos: “De los antiguos papiros médicos que han sido preservados, el más grande de los cuales es el Papiro Ebers, sabemos que el conocimiento médico de estos doctores era simplemente empírico, en gran parte mágico y totalmente no científico. A pesar de sus amplias oportunidades casi no sabían nada de anatomía humana.”—The International Standard Bible Encyclopaedia, tomo IV, pág. 2393.

La mayoría de las recetas contenidas en el Papiro Ebers no solo carecían de valor, sino que muchas eran bastante peligrosas. Esto era especialmente cierto de los remedios que envolvían el uso de excremento humano o de animales. Para tratar las lesiones que quedaban después de haber caído las costras, habría de aplicarse como cataplasma excremento de un hombre, un escriba, mezclado cabalmente con leche fresca. Un remedio para sacar astillas dice: “Sangre de gusanos, cueza y triture en Aceite; Topo, mate, cueza y escurra en Aceite; Estiércol de asno, mezcle con Leche Fresca. Aplique a la abertura.” El uso de estiércol de esta manera, en vez de producir alivio, podría resultar en una variedad de infecciones serias, incluso tétano o trismo.

Los conceptos incorrectos que se hallan en el Papiro Ebers no ejercieron influencia en las disposiciones reglamentarias de la ley mosaica. Por ejemplo, según esa Ley, el excremento humano era designado como algo inmundo, que había de ser enterrado para que no se viera. La disposición reglamentaria que gobernaba a un campamento militar declaraba específicamente: “Tendrás un letrero fuera del campamento que muestre adónde puedes retirarte. Con tu equipo tendrás una paleta, y cuando te agaches fuera, rascarás un hoyo con ella y luego te volverás y cubrirás tu excremento.” (Deu. 23:12, 13, New English Bible) El contraste entre la ley mosaica y la práctica egipcia realmente es asombroso cuando consideramos que Moisés, aquel por medio de quien Dios dio esa ley a los israelitas, fue “instruido en toda la sabiduría de los egipcios.”—Hech. 7:22.

Si la sabiduría superior detrás de ciertas estipulaciones de la ley mosaica se hubiese reconocido en siglos más recientes, hubiera sido posible evitar muchas muertes. Hace solo un siglo, debido a que la profesión médica de Europa no tenía ninguna norma sanitaria sana, la mortalidad era aterradora. En muchas salas de maternidad aproximadamente una de cada cuatro mujeres moría de fiebre puerperal. ¿Por qué? Estudiantes de medicina, después de manipular a los muertos en la sala de disección, entraban directamente en la sala de maternidad y conducían exámenes sin siquiera lavarse las manos. La infección se transmitía de los muertos a los vivos. Uno que notó esto, el doctor Semmelweis, en la clínica de obstetricia en Viena, Austria, mandó que los estudiantes que ejecutaban exámenes se lavaran las manos en una solución de cloruro de cal. El número de muertes en la sala de maternidad bajó rápidamente. En vez de morir aproximadamente una de cada cuatro, la proporción llegó a ser de aproximadamente una muerte por cada ochenta mujeres.

Más tarde, Semmelweis laboró en su país natal, Hungría, y sus métodos obtuvieron aceptación gubernamental. Sin embargo, en conjunto la profesión médica de Europa se opuso al lavado de manos. El editor de la publicación médica de Viena hasta declaró que había llegado el tiempo de ‘detener esta tontería en cuanto al lavado de las manos con cloro.’ En 1861 Semmelweis publicó un registro de sus hallazgos y métodos, enviando éste tiempo después a prominentes tocólogos y sociedades médicas. El mundo de la medicina respondió desfavorablemente. En una conferencia de médicos y científicos naturales alemanes, la mayoría de los oradores rechazó la sana opinión médica de Semmelweis.

Los médicos y científicos de la Europa del siglo diecinueve se consideraban a sí mismos doctos. Pero ellos, sin duda sin saberlo, estaban rechazando la sabiduría superior revelada miles de años antes en las disposiciones sanitarias de la ley mosaica. Esa Ley decretaba que cualquiera que tocaba a un muerto se hacía inmundo y tenía que someterse a un procedimiento de limpieza que incluía el bañarse y lavar sus prendas de vestir. El período de inmundicia se fijaba en siete días, tiempo durante el cual la persona inmunda habría de evitar contacto físico con otros. Cualquier individuo que esa persona tocara por casualidad sería hecho inmundo hasta la tarde de ese día en particular. Estas medidas servían de salvaguarda contra el llevar infección mortífera de los muertos a los vivos y de una persona a otra.—Núm. 19:11-22.

¡Piense en las muchas vidas que pudieran haberse salvado si la profesión médica del siglo pasado hubiese considerado que la ley mosaica había procedido de Dios! Esto ciertamente habría resultado en que ejercieran mucho más cuidado cuando manipulaban a los vivos y a los muertos.

En ciertas zonas solo ha sido recientemente que se ha reconocido la sabiduría que está detrás de lo que la Biblia dice. Un caso a propósito es el mandamiento en cuanto a la circuncisión que se dio a Abrahán y, más tarde, se volvió a declarar en la ley mosaica. Mandaba que la circuncisión no se efectuara sino hasta el octavo día después del nacimiento de un muchacho. (Gén. 17:12; Lev. 12:2, 3) Pero ¿por qué el octavo día?

Ahora se sabe que hay razones físicas sólidas que hacen ideal el octavo día. No es sino hasta del quinto al séptimo día después de nacer que hay una cantidad normal del elemento coagulante de la sangre conocido como “vitamina K” en el sistema del bebé. Otro esencial elemento coagulante, la protrombina, parece ser superior en el octavo día que en cualquier otro tiempo durante la vida de un niño. Basado en esta evidencia, el médico universitario S. I. McMillen concluye: “El día perfecto para ejecutar una circuncisión es el octavo día.”—None of These Diseases, págs. 22, 23.

¿Fue solo por casualidad que se escogió el día perfecto? Es digno de notarse que, aunque otros pueblos han practicado la circuncisión por largo tiempo, se sabe definitivamente que solo aquellos en quienes la Biblia ha ejercido influencia circuncidan a sus bebitos al octavo día. Por eso, pues, ¿no es razonable aceptar la explicación de la Biblia de que el Creador del hombre prescribiera que éste fuese el día? ¿No es esto lo que deberíamos esperar de Aquel que indicó que la obediencia a su ley contribuiría hacia el preservar la salud de la gente?

No se puede negar el hecho de que la Biblia contiene declaraciones de sabiduría sobresaliente. Definitivamente hay indicaciones claras de que la Biblia no podría haber sido simplemente producto de sabiduría humana. Contiene declaraciones que revelan sabiduría que no alcanzaron los sabios del mundo que vivían al tiempo en que fue registrada. Sin embargo hay un factor aun más fuerte que identifica a la Biblia como un libro de Dios. ¿Cuál es este factor?

[Ilustración de la página 453]

Siglos antes que los hombres vieran la Tierra desde el espacio exterior, la Biblia declaró que la ‘tierra cuelga sobre nada’

[Ilustración de la página 455]

Si la profesión médica hubiese creído en la Biblia, se les pudiera haber salvado la vida a muchas madres

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