Preguntas de los lectores
● Jehová Dios está contra toda forma de demonismo. No obstante, Ezequiel 21:21, 22 y su contexto parecen indicar que dirigió adivinación para que Nabucodonosor mandara sus fuerzas militares contra Jerusalén. ¿Por qué hizo esto Dios?—K. M., EE. UU.
Según Ezequiel 21:21, 22 Jehová le dijo a su profeta Ezequiel: “Porque el rey de Babilonia se detuvo en la encrucijada, en la entrada de los dos caminos, con el fin de recurrir a la adivinación. Ha sacudido las flechas. Ha preguntado por medio de los terafim; ha contemplado el hígado. En su diestra la adivinación resultó ser para Jerusalén, para colocar arietes, para abrir la boca para ser degollado, para alzar el sonido en una señal de alarma, para colocar arietes contra las puertas, para levantar un terraplén para sitio, para edificar un muro para sitio.” Nabucodonosor se había determinado seguir un derrotero de conquista. Pero se enfrentó a una selección. Podía marchar contra Rabbá en Ammón o dirigir la furia de sus fuerzas sobre Jerusalén en Judá. El monarca babilonio pagano recurrió a la adivinación y, como resultado de ello, Jerusalén llegó a ser el objeto de ataque.
Al considerar el relato de Ezequiel 21:18–23, es apropiado comprender que el error de los habitantes de Judá y Jerusalén había llegado a ser considerable. Por esa razón Jehová Dios había determinado acarrear destrucción sobre Jerusalén. Por eso, el haber sitiado los babilonios aquella ciudad estuvo en armonía con la voluntad de Jehová. Apropiadamente, él se encargó de que Nabucodonosor escogiera el camino a Jerusalén.
Pero, ¿usaría Jehová Dios a los demonios para llevar a cabo sus propósitos? Definitivamente no. Él no los impulsaría ni los inspiraría a obrar como instrumentos suyos para guiar las cosas por medio de formas de adivinación. No obstante, los demonios son impotentes para resistir u obstaculizar la voluntad de Dios. Jehová ciertamente podría hacer lo que quisiera cuando Nabucodonosor trataba de hacer una decisión militar. Él no permitiría que el proceso de adivinar se opusiera a Su voluntad. El Altísimo podría estorbar la adivinación, si eso fuese necesario. Eso sería, no uso de demonismo, sino el frustrarlo. Por ejemplo, Jehová pudo haber hecho que el hígado que se usó para la adivinación en aquella ocasión tuviera cierta apariencia, si hubiera sido necesario. Dios pudo estorbar así la adivinación.
Después de que Jerusalén y Judá hubieran pagado por su delincuencia, habría restauración. Sobre esto y sobre su propia supremacía, Jehová declaró: “Estoy frustrando las señales de los charladores vacíos, y yo soy Aquel que hace que los adivinadores mismos obren insensatamente [haciendo que resulten falsas sus predicciones]; Aquel que vuelve a los sabios al revés, y Aquel que convierte aun el conocimiento de ellos en necedad; Aquel que está haciendo que la palabra de su siervo se realice, y Aquel que lleva a cabo completamente el consejo de sus propios mensajeros; Aquel que dice de Jerusalén: ‘Será habitada,’ y de las ciudades de Judá: ‘Serán reedificadas, y levantaré sus lugares desolados.’” (Isa. 44:25, 26) La historia atestigua que Jerusalén fue reedificada y que las diversas ciudades de Judá fueron habitadas una vez más.
No sabemos exactamente cómo intervino Jehová cuando Nabucodonosor recurrió a la adivinación y no sabemos cómo se determinó por la manera en que los adivinadores leyeron e interpretaron las cosas que las tropas babilónicas marcharan contra Jerusalén en vez de Rabbá. Parece suficiente comprender que Jehová siempre lleva a cabo sus propósitos.—Isa. 55:8–11.
● En 1 Corintios 10:8 el apóstol Pablo dijo que 23.000 israelitas cayeron en un día por cometer fornicación. Sin embargo, la cifra que se da en Números 25:9 es de 24.000. ¿Fueron estos dos incidentes diferentes?—K. S., EE. UU.
Evidentemente ambos textos aplican al mismo incidente. A los cristianos corintios, que vivían en una ciudad conspicuamente licenciosa, el apóstol Pablo apropiadamente escribió en 1 Corintios 10:8: “Ni practiquemos fornicación, como algunos de ellos [los israelitas en el desierto] cometieron fornicación, de modo que cayeron, veintitrés mil de ellos en un día.” Evidentemente Pablo se refirió al incidente que se registra en el capítulo 25 de Números. En ese tiempo los israelitas sufrieron un castigo severo o azote de parte de Jehová por tener relaciones inmorales con las hijas de Moab y por participar en la adoración falsa del Baal de Peor. Números 25:9 informó el resultado, diciendo: “Y los que murieron del azote ascendieron a veinticuatro mil.”
Es posible que el número de los muertos violentamente haya sido entre 23.000 y 24.000, permitiendo que se diera como total cualquiera de las dos cifras redondas satisfactoriamente. Sin embargo, ha de notarse que en Números se menciona especialmente el hecho de que los jueces de Israel mataron a los jefes que tuvieron que ver con el Baal de Peor. (Núm. 25:4, 5) Bien pudo haber mil de esos jefes que murieron a manos de los jueces. Pero las 23.000 personas evidentemente fueron víctimas directas del castigo severo o azote de Jehová. El total resultante sería 24.000, la cifra que se da en Números 25:9. Por supuesto, en general todos los 24.000 sufrieron el castigo severo o azote de Dios en que todos murieron bajo su decreto de juicio. (Deu. 4:3) Puesto que Pablo escribió bajo inspiración divina, no hay razón para concluir que se equivocó al dar el número de los que cayeron debido a su maldad en el incidente que implicó al Baal de Peor.