“Tu palabra es la verdad”
“Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles”
“NADIE jamás ha probado que Dios sea mentiroso y nadie jamás lo hará.” ¿Son esas palabras, pronunciadas por un prominente ministro presidente a un grupo de supervisores ministeriales viajantes, la declaración de un hecho incontrovertible o simplemente oratoria?
Por ejemplo, la Palabra de Dios, la Biblia, dice: “No se extravíen. Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles.” (1 Cor. 15:33) Hoy muchísimas personas se esfuerzan constantemente por probar que pueden tener asociaciones malas sin que se echen a perder sus hábitos buenos. ¿Están teniendo buen éxito, o tiene razón la Biblia?
Cuando un joven cristiano se asocia libremente con un grupo de jóvenes que tienen como práctica el hurtar, ¿qué es probable que le digan? ‘Mira, esto solo lo hacemos para divertirnos, por la emoción nada más. Estamos jugando bromas, ¿no lo sabías?’ O quizás digan: ‘Mira, lo que nos llevamos de las tiendas no es nada de gran valor y por eso no importa; después de todo, estamos tomando estas cosas de una corporación grande que nunca las va a echar de menos.’ O quizás traten de influir en el joven cristiano diciendo: ‘Somos pobres, y por eso no es malo quitarle cosas a esta gente rica. Después de todo, hay discriminación contra nosotros, no se nos trata con bondad, y por eso está bien que nos llevemos todo cuanto podamos.’
Ahora bien, al asociarse el joven con otros que hablen y obren así, ¿qué es lo que probablemente suceda? ¿Los separa él de los hábitos malos a ellos o lo separan ellos a él de sus hábitos buenos? Aunque se le había enseñado que es malo hurtar y que él debería hacer a otros lo que le gustaría que otros le hicieran a él, verá que sus asociados sin principios influirán en él. Adoptará sus actitudes mentales y puntos de vista y participará con ellos en sus desafueros. Los resultados de esto a veces han sido desastrosos, como cuando un joven cristiano fue excomulgado de su congregación por haber estado asociado con un grupo de muchachos cuyo hurto resultó en asesinato y en que fueran enviados a una prisión para menores.—Efe. 4:28; Luc. 6:31.
O considere otro ejemplo... la asociación con los adictos a las drogas. El uso de narcóticos, como la marihuana, al principio se limitaba a los que asistían a las universidades. Entonces los estudiantes de segunda enseñanza empezaron a cultivar ese hábito, y ahora está esparcido en la escuela primaria. Los jóvenes de hoy, por su búsqueda codiciosa de placeres y emociones, están participando cada vez más en el uso de narcóticos. En este caso, también, ya sea consciente o inconscientemente, hay razonamiento aparentemente plausible, pero falso y engañoso, de parte de los jóvenes para hacer lo que hacen. Tal vez se deba a su falta de experiencia, o a sus frustraciones y desilusiones. Aunque realmente son títeres de despiadados y avarientos traficantes en drogas, evidentemente ‘así lo aman.’—Jer. 5:31.
Por eso, entonces, si un joven cristiano voluntariamente opta por tener la compañía de los que desean intensamente las drogas, ¿permanecerá incontaminado o será llevado por la influencia a experimentar con las drogas? Su esfuerzo de un solo individuo por resistirlos será muy débil en comparación con el esfuerzo total de ellos por “pescarlo” o “engancharlo” con las drogas. Tratarán de despertar su curiosidad, o hacerlo presa de su vanidad (su deseo de que los demás lo vean como “buena gente”), o tal vez traten de despertar en él el deseo de disfrutar placeres ilícitos, diciéndole que ‘las aguas hurtadas son dulces.’—Pro. 9:17.
Se pudieran mencionar muchas otras clases de malas asociaciones, pero quizás la clase más común hoy es la de los que no respetan principios morales en lo que se refiere al sexo. ¿Pueden los cristianos tener compañerismo con sodomitas homosexuales (o cristianas con lesbianas) y no recibir influencia de éstos? ¿Pueden los cristianos entregarse a hacerse caricias, abrazarse y besarse (lo cual para algunos parece que es diversión perfectamente normal del sábado por la noche) y no envolverse en problemas? El entregarse a las caricias, el abrazarse y besarse a menudo lleva a una falta de respeto mutua, a conciencias culpables, enfermedades venéreas y preñeces no deseadas.
El Creador colocó en el hombre y la mujer un instinto de apareamiento muy fuerte. Sin duda esto se hizo para asegurar que la raza humana no se extinguiera. Ahora, debido a la imperfección humana, debido al pecado heredado, debido a la influencia de Satanás y sus demonios, y debido a las condiciones mundiales —como se ve por la ola de literatura y películas pornográficas que está inundando al mundo— es más difícil que nunca antes controlar esta fuerza de apareamiento o procreante hasta el matrimonio y entonces circunscribirla al propio cónyuge de uno. Por lo tanto uno necesita toda la ayuda que puede conseguir para llevar una vida limpia. Las buenas asociaciones, no las malas asociaciones, le darán a uno esa ayuda.
Sí, las malas asociaciones quizás se hagan pasar como amigos de uno, pero no se interesan en el bienestar de uno. Nada les gustaría más que el ver a uno también esclavizado a sus hábitos malos, para aliviar su propia conciencia. Pero, sea cual sea el motivo de esas personas, ¡qué insensato es escoger a tales individuos como compañeros! Ciertamente el hacerlo es extraviarse, y echar a perder sus hábitos útiles. Al pasar por alto los principios bíblicos uno no retiene su integridad para con Dios.
También se pueden hallar malas asociaciones que echen a perder los hábitos útiles en las páginas de revistas populares o novelas obscenas. Y cuando uno ve conducta inmoral representada en el teatro, en la pantalla cinematográfica o en la pantalla de TV, ¿no está teniendo también asociación con los que son malos? ¿Y no pueden éstos también echar a perder sus hábitos útiles? ¡Muy ciertamente pueden hacerlo!
Para nuestro bien la Biblia aconseja: “Que la fornicación e inmundicia de toda clase o avaricia ni siquiera se mencionen entre ustedes, así como es propio de personas santas; tampoco comportamiento vergonzoso, ni habla necia, ni bromear obsceno, cosas que no son decorosas, . . . Que nadie los engañe con palabras vacías, porque a causa de las cosas susodichas viene la ira de Dios sobre los hijos de la desobediencia. . . . Sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor; y cesen de participar con ellos en las obras infructíferas que pertenecen a la oscuridad, sino, más bien, aun censúrenlas.”—Efe. 5:3-11.
“No se extravíen.” No se puede evitar. Uno no puede andar sobre brasas sin chamuscarse los pies, tampoco puede llevar brasas en su seno sin quemarse. (Pro. 6:27, 28) Uno no puede asociarse voluntariamente con personas malas sin que influyan en uno. No puede probar que los principios bíblicos sean falsos. Tal como una manzana podrida en un barril con el tiempo hace que las manzanas buenas que hay cerca de ella también se pudran, así la gente mala influye para el mal en los que optan por asociarse con ellos. No se puede probar a Dios mentiroso; su Palabra es la verdad.—Juan 17:17.
No solo es la sabiduría lo que debería hacer que uno evitara las malas asociaciones, sino también la lealtad, el amor a su justo Creador, Jehová Dios, y a sus principios justos.—Sant. 4:4.