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¿Estamos perdiendo nuestro arte de aprender?¡Despertad! 1983 | 8 de febrero
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¿Estamos perdiendo nuestro arte de aprender?
¿Sabe usted leer? ¿Y escribir? ¿Y calcular cantidades? Si sabe hacerlo, puede hacer lo que una persona de cada cinco NO PUEDE.
POR toda la Tierra uno de cada tres adultos no puede leer en ningún idioma las simples palabras impresas en esta página. Pero puede que eso no sea lo peor del asunto. En muchas sociedades es cada vez mayor el porcentaje de analfabetos entre los jóvenes. En 1977 Joe Fobes, subdirector de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), calculó que, de seguir la tendencia actual, para 1985 la cantidad de niños entre las edades de seis y doce años que no irá a la escuela en los países del Tercer Mundo será aproximadamente 134.000.000.
Hasta en los países donde los jóvenes están yendo a la escuela, éstos parecen estar aprendiendo menos. En los Estados Unidos se ha sabido de padres que han demandado al sistema escolar por graduar a estudiantes que no saben leer ni pueden llenar una común solicitud de empleo.
¿Qué está ocurriendo con la educación?
Al tratar de explicar lo que está ocurriendo con la enseñanza y el aprendizaje, la revista U.S. News & World Report repasó un experimento de dos décadas, durante las cuales se asignaron miles de millones de dólares para mejorar uno de los sistemas educativos más grandes del mundo, el de los Estados Unidos. Los métodos anticuados de enseñar a leer, a escribir y aritmética prácticamente fueron puestos a un lado a favor de métodos de aprendizaje que empleaban la “descripción gráfica”. La “nueva matemática” reemplazó a las tablas de multiplicación.
En los salones de clase de Westport, Connecticut, los estudiantes leían Mad Magazine, escuchaban canciones de los Beatles y veían programas de televisión. Ellos preparaban sus propios cursos: “Vampiros ilimitados”, un estudio de las historias de miedo destinadas a aterrorizar; “Paso a paso hasta llegar al bikini”, curso para bajar de peso, y un sinnúmero de asignaturas ultramodernas que solo adolescentes sin la debida guía pudieran haberse inventado.
¿Cuál fue el resultado de ese tipo de educación “avanzada”? Muchas personas de la generación entre las edades de veintiséis y treinta y cinco años son tan incultas que no pueden comparar precios en una tienda de comestibles, descifrar una receta de un libro de cocina ni cuadrar su cuenta corriente.
Impulsados por la crítica, algunas escuelas y universidades han comenzado a descartar las “innovaciones” y han vuelto a las metas y técnicas tradicionales. Los educadores están atrapados en un “remolino caótico de presiones y tendencias” de un “campo turbulento donde chocan ejércitos de teóricos”.
Pero algunos de los maestros mismos son parte de la cosecha de analfabetos que se produjo. Se calcula que de cada cinco maestros, uno no ha dominado lo suficiente las destrezas básicas de la lectura, la escritura y la aritmética como para enseñarlas. Según el Reader’s Digest, una maestra que obtuvo calificaciones sobresalientes en la Universidad Estatal de Portland, Oregón (E.U.A.), era demasiado inculta para enseñar en un colegio de párvulos.
Con cuarenta y dos millones de alumnos matriculados en las escuelas públicas de los EE. UU., en las que los estudiantes atacan a uno de cada veinte maestros, en un ambiente de conflicto racial, indiferencia de los padres y matrimonios separados, ¿es de extrañar que tantos estudiantes se den a la borrachera, al uso de drogas, a la violencia y cometan delitos?
Si eres estudiante, ¿te preocupa que no haya esperanza de que recibas una educación? No tiene que ser así. Considera estas preguntas: ¿Opinas que el ir a la escuela es un asunto serio y no un juego? ¿Comprendes que, para aprender bien, no todo puede ser diversión en la escuela? Antes de que termines tu educación escolar, ¿podrás dominar al menos una destreza con la que puedas ganarte la vida? ¿Estás convencido de que la educación básica incluye la lectura (por medio de ejercicios de fonética), las matemáticas (sin tener que depender totalmente de una calculadora de bolsillo), la historia, la geografía, la ortografía, la caligrafía, la composición, el carácter, la conducta social, la cortesía y los buenos modales? ¿Comprendes que la educación que comienza en la escuela debe ser un proceso que continúe toda la vida, que vaya más allá de las salas de clase y las calificaciones?
Al grado que puedas contestar Sí a preguntas como éstas, a ese grado no estará perdida del todo la esperanza de que recibas una educación valiosa. Lo que más cuenta es tu propia actitud, resolución y metas.
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Comience a enseñar a su bebé a leer¡Despertad! 1983 | 8 de febrero
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Comience a enseñar a su bebé a leer
El escritor de este artículo es un maestro profesional que tiene muchos años de experiencia tanto en escuelas públicas como en instrucción privada.
MIENTRAS su vista recorre estas palabras, usted está manifestando una habilidad que es la mismísima base de la educación: está leyendo. Mediante el uso de esta habilidad fundamental, la de sacar ideas de la página impresa, usted puede enterarse de lo que sucedió en el pasado lejano, lo que sucede en la actualidad y, como si estuviera leyendo los planos de alguna construcción posible, de lo que sucederá en el futuro. Pregúntese: “¿Qué sería la vida para mí si nunca hubiese aprendido a leer?”.
No obstante, ciertas investigaciones revelan que muchísimos estudiantes de escuela secundaria y de universidad no saben leer al nivel que les es esencial para que efectúen con éxito sus tareas académicas. Es lógico, entonces, que el dominio de una aptitud tan esencial en la vida deba procurarse con la mayor prontitud. Por lo tanto, para usted debería ser de importancia primordial enseñar a sus hijos a leer.
Muchos padres opinan, erróneamente, que la educación de los hijos empieza cuando éstos ingresan en el jardín de la infancia o en el primer grado de escuela elemental. El hecho es que el cerebro del niño, parecido a un ordenador o computadora, comienza a funcionar desde el momento del nacimiento, y simplemente está esperando que se le
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