-
Los festejos requieren moderación cristianaLa Atalaya 1969 | 15 de septiembre
-
-
Los festejos requieren moderación cristiana
LOS banquetes de bodas judíos de tiempos antiguos eran ocasiones de gozo, con música, baile, comida y bebida. De Juan, capítulo dos, nos enteramos de que Jesucristo y sus discípulos asistieron a un banquete de esta clase en Caná de Galilea. Aunque la Biblia no dice específicamente que Jesús haya participado en todas las cosas que acabamos de mencionar, sí aumentó el regocijo produciendo milagrosamente vino, una bebida que hace que el hombre se regocije.—Sal. 104:15; Juan 2:1-11.
¿Significa esto que Jesús pensó que “todo se permite” en los festejos o reuniones sociales? No. Primera a Timoteo 3:2 dice que los superintendentes cristianos, que deben poner un buen ejemplo para el resto de la congregación, deben ser ‘moderados en los hábitos.’ Y Jesús condenó a los fariseos por su “inmoderación.”—Mat. 23:25.
Los cristianos son personas felices que sirven al “Dios feliz.” (1 Tim. 1:11) Disfrutan de tener asociación edificante unos con otros. Cuando, en su vida llena de actividad, tienen compañerismo en las reuniones sociales, les es grato. Por supuesto, saben que, debido a la imperfección humana, pudieran desarrollarse cosas incorrectas en las reuniones; se esfuerzan por evitar éstas siendo moderados.
¿De qué maneras es preciso que reflejen moderación cristiana los festejos? Podemos ilustrar la posición apropiada al considerar los festejos que se relacionan con el matrimonio.
RECEPCIONES O BANQUETES DE BODASa
El hecho de que Jesús asistió a un banquete de bodas muestra que no es incorrecto el que novios cristianos inviten a sus amigos y parientes allegados para que compartan el gozo de sus bodas asistiendo a una recepción. Cristo hasta entretejió tres ilustraciones en torno de la escena de banquetes de bodas.—Mat. 22:1-13; 25:1-13; Luc. 14:7-11.
Sin embargo, no debemos llegar a la conclusión de que un banquete de bodas sea esencial. No lo es. Si una pareja desea tener una recepción, y las circunstancias lo permiten, pueden hacerlo. Pero muchos cristianos se han casado felizmente sin haber tenido un banquete de bodas después de la ceremonia. Y en cuanto a los que planean tener una recepción, deben tener presente que el asunto merece pensarse cuidadosamente para que lo que se haga manifieste moderación cristiana.
Las recepciones mundanas con frecuencia se caracterizan por una cosa sobresaliente... ¡exceso! Primero hay exceso en el costo; un periódico neoyorquino informó: “De junio 1968 a junio de 1969, [los norteamericanos] habrán gastado aproximadamente 7.200 millones de dólares en aproximadamente 1.800.000 bodas para las cuales muchos de ellos en realidad no tienen los recursos. . . . Ante todo, el dinero paga una recepción con servicio de banquete.” Luego hay exceso en comer, beber y divertirse. Es vital que los cristianos eviten tal inmoderación.
¿Será grande o pequeño el banquete de bodas? Eso es algo que puede decidir el matrimonio. Dos padres en América del Norte gastaron tanto en la boda de su hija que tuvieron que mudarse a otro lugar para encontrar empleo extra para pagarlo. ¿Parece esto moderación cristiana, o es más bien “la exhibición ostentosa del medio de vida de uno” que “no se origina del Padre, sino que se origina del mundo”?—1 Juan 2:16.
Un superintendente de África occidental mencionó un factor que agranda este problema: “Una vez que se sabe que se efectuará el matrimonio, toda la congregación y algunos de congregaciones cercanas creen que tienen que estar en la recepción, sea que se les invite o no. Algunos creen que los que se casan están obligados a tener una recepción y suministrar abundante alimento y bebida para todos los presentes.” Sin embargo, tal punto de vista no está en armonía con las enseñanzas de Jesús. En dos de sus ilustraciones que envolvieron banquetes de bodas, él mencionó “invitados.” (Mat. 22:3; Luc. 14:8) Hasta habló acerca de algunos que fueron despedidos cuando no había provisiones para que participaran del banquete.—Mat. 25:11, 12.
Después de unas bodas en Toronto , Canadá, el matrimonio participó de una comida “a la mesa” con solo unos cuantos amigos muy allegados y parientes, y más tarde tuvieron “casa abierta” con bocadillos ligeros para la congregación en general. Después de unas bodas en Düsseldorf, Alemania, solo dieciséis estuvieron en el banquete en un restaurante. Esto les permitió conversar cómodamente. El matrimonio usó sabiamente el dinero ahorrado al tener una reunión pequeña en su nueva asignación como ministros precursores especiales. Es verdad, a otros les hubiera gustado estar en la celebración, pero comprendieron que el matrimonio no podía, como lo expresó el novio, “invitar a todos.” Sin embargo, les agradó participar de la felicidad del matrimonio estando en el Salón del Reino para el discurso de bodas.
Por lo tanto, a la pareja que se casa le toca decidir si el banquete de bodas va a incluir a muchas personas, o solo a unas cuantas, y si va a ser solo por invitación o habrá “casa abierta para todos,” o si no habrá ninguna recepción. Los que han cultivado moderación cristiana vivirán “con buen juicio y justicia y devoción piadosa en medio de este presente sistema de cosas.”—Tito 2:12.
MODERACIÓN EN ACTIVIDADES PLANEADAS
¿Debe haber arreglos específicos en cuanto a las actividades de la recepción? Sí. En el banquete de Caná hubo un “director del banquete.” (Juan 2:8) Por supuesto, en resumidas cuentas el novio es responsable de la recepción, prescindiendo de quién sufrague los gastos. Pero puede recibir la ayuda de alguien que se encargue de que “todas las cosas se efectúen decentemente y por arreglo.” (1 Cor. 14:40) Un cristiano espiritualmente maduro de Rodesia comentó: “Mientras más grande sea el grupo, más organización se necesita para que todo funcione sin asperezas. Un programa planeado es gran ayuda.”
Dos cristianos que se casaron en Elsinore, Dinamarca, tenían parientes que no eran adoradores verdaderos. Les pareció que si invitaban a estos parientes mundanos al banquete sería difícil estar seguros de que prevalecería la moderación. Por consiguiente, se dejaron guiar por esta expresión del novio: “En esa ocasión queríamos estar con nuestros hermanos espirituales.” Durante la comida, su padre, testigo de Jehová, pidió a varias personas que habían sido notificadas con anticipación que hicieran comentarios breves. Todos los del grupo pequeño disfrutaron de las expresiones... a veces alegres, a veces serias. Más tarde el esposo dijo felizmente: “Si tuviera que hacerlo de nuevo, haría exactamente lo mismo.”
“En Chile, una recepción de bodas sin baile no se considera verdadera fiesta,” dijo un cristiano de la América del Sur. ¿Sería incorrecto que se bailara en una recepción de bodas cristiana? Bueno, el bailar no es incorrecto. Pero en ello hay peligros que se deben reconocer. Un superintendente de Nigeria hizo notar que lo que es limpio y apropiado puede “ceder a la música mundana popular que por lo general atrae al sexo y despierta un deseo de baile que estimula al erotismo. Esto sería perjudicial para los presentes.”b
Comprendiendo que puede suceder esto, especialmente si se contrata una orquesta mundana, un ministro de Nueva Escocia hizo una grabación magnetofónica de la música que habría de tocarse en su recepción. Así el baile estuvo en armonía con la moralidad y la moderación cristianas. Muchos que estuvieron en esa recepción disfrutaron de participar en la contradanza de grupo.
Otro punto notable en cuanto a esa recepción fue el hecho de que no se sirvieron bebidas alcohólicas. No era caso de que éstas se prohíban a los cristianos, pues hasta Jesús suministró vino en Caná. Pero en este caso al novio le pareció que a algunas personas de esa sección se les pudiera hacer tropezar si se sirvieran bebidas alcohólicas. Pensó en las palabras: “Es bueno no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa alguna por la cual tu hermano tropiece.” (Rom. 14:21) Si se sirven tales bebidas en una recepción, debe haber amplias provisiones para los que prefieren bebidas no alcohólicas. Evidentemente no era raro que los judíos del día de Jesús se embriagaran en los banquetes de bodas. (Juan 2:10) Hoy, pues, los cristianos deben ejercer gran precaución para que dichas ocasiones felices no sean afeadas por el exceso en el beber.—Pro. 23:20, 21.
¿Es preciso que para tener éxito la celebración siga hasta muy altas horas de la noche? No. Un superintendente de un país latinoamericano dijo que de vez en cuando “las recepciones siguen hasta las primeras horas de la mañana. Se sirve una comida completa alrededor de las 11:30 p.m. Se sabe que los grupos que se reúnen para participar en el ministerio del campo a la mañana siguiente reciben muy poco apoyo.” Aunque sea común en el país de uno celebrar hasta tan altas horas de la noche, ¿es preciso que los cristianos sigan costumbres que los dejen tan cansados para el día siguiente que no puedan servir apropiadamente a su Creador? ¿Sería eso demostrar moderación? Al contrario, los arreglos que hacen los cristianos espiritualmente maduros armonizan con el consejo: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.”—1 Cor. 10:31.
Por eso, si los cristianos optan por efectuar una reunión social como un banquete de bodas, éste no debe seguir el modelo de las fiestas ruidosas e inmoderadas del mundo que están plagadas de excesos en el comer y en el beber. Más bien, debe ser una reunión bien arreglada, feliz, que manifieste moderación cristiana. El cristiano de Nueva Escocia a quien se mencionó antes dijo: “Tres años después visitamos la congregación, y todavía se acordaban de la recepción como un buen ejemplo.” ¡Cuán agradables los frutos de la moderación cristiana!
FIESTAS DE REGALOS DE BODAS
En algunos países es común que los amigos y los parientes de los novios celebren una reunión antes de la boda. A menudo se llama “shower” (lluvia), porque los que asisten pueden, por decirlo así, dejar caer una “lluvia” de regalos a la pareja.
De nuevo, de ninguna manera es preciso hacer esto; tampoco es preciso que las personas de países donde esto no es común piensen que deba instituirse. Pero si se planea tal reunión social, ésta también debe reflejar principios cristianos, incluso moderación. Lo que se ha dicho antes en cuanto a alimento, bebida y diversiónc aplicaría.
Sin embargo, parece apropiado hacer unos comentarios especiales en cuanto a regalos. Qué triste sería que algún cristiano invitado a un “shower” pensara que no podría aceptar la invitación por no poder dar un regalo costoso, o ningún regalo en absoluto. ¿Desearían los cristianos verdaderos poner a una persona en semejante situación? Se supone que un regalo es una expresión espontánea de cariño. Tal expresión puede asumir muchas formas, y un regalo tangible en un acontecimiento específico no debe ser una obligación.
En algunos lugares cuando se celebran tales “showers,” los regalos se agrupan sin poner los nombres de los donantes. ¿Por qué? Esos cristianos están conscientes del consejo de Jesús de que los regalos no deben darse para glorificar al donador. (Mat. 6:1-4) Les parece que si alguien no trajo regalo, otro trajo una pequeña muestra de cariño y todavía otro un regalo costoso, se podrían hacer comparaciones desamoradas de los regalos y de los que los hicieron.—Mat. 7:12.
¿Significa esto que es incorrecto identificarse uno como donador de cierto regalo? No, no se trata de eso. En otros lugares los cristianos en las bodas y en los “showers” entregan personalmente sus regalos o adjuntan tarjetas firmadas a los regalos. Pero si los regalos se abren o se exhiben, no se anuncia públicamente quiénes los hicieron. Así no hay posibilidad de abochornar a nadie.
Hoy la gente que no adora a Jehová a menudo celebra festejos inmoderados que los identifican como “amadores de placeres más bien que amadores de Dios.” (2 Tim. 3:4) Pero los siervos de Jehová, guiados por su Palabra inspirada, demuestran comprensión y aprecio maduro de este comentario, que merece repetirse: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” (1 Cor. 10:31) Así salen de las reuniones sociales, no con conciencias inquietas, sino con la satisfacción de haber disfrutado de esparcimiento y al mismo tiempo de haber sido edificados espiritualmente.
[Notas]
a En esta consideración los términos “recepción” y “banquete de bodas” se usan intercambiablemente, aunque comprendemos que en algunos lugares, como en Dinamarca, aplican a dos acontecimientos diferentes.
c Sugerencias adicionales en cuanto a diversión se publicaron en las páginas 20–23 de ¡Despertad! del 22 de mayo de 1966.
-
-
Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1969 | 15 de septiembre
-
-
Preguntas de los lectores
● La Biblia dice que Moisés vivió ciento veinte años. ¿Cómo, entonces, pudo escribir, en el Salmo 90:10, que los años de un hombre solo son setenta u ochenta?—J. W., Inglaterra.
El sobrescrito del Salmo 90 dice: “Oración de Moisés, hombre del Dios verdadero.” Escritores talmúdicos judíos y muchos doctos concuerdan en atribuir este salmo a Moisés. Por ejemplo, Franz Delitzsch, notable profesor de la Universidad de Leipzig, escribió: “Difícilmente existe un monumento literario de la antigüedad, que justifique tan brillantemente el testimonio tradicional de su origen como este Salmo. No solo en lo que tiene que ver con su contenido, sino también en lo que tiene que ver con su forma literaria, es cabalmente apropiado para Moisés.”
En el Salmo 90 Moisés escribió: “En sí mismos los días de nuestros años son setenta años; y si debido a poderío especial son ochenta años, sin embargo en lo que insisten es en penoso afán y cosas perjudiciales; porque tiene que pasar rápidamente, y volamos.” (Sal. 90:10) Muchos se han preguntado cómo Moisés pudo escribir esto puesto que él mismo vivió más allá de esa edad. Según Deuteronomio 34:7: “Moisés tenía ciento veinte años de edad al morir. Su ojo no se había oscurecido, y su fuerza vital no había huido.”
Esto realmente no presenta ningún problema serio. Aunque no sabemos la edad de Moisés cuando compuso este salmo, evidentemente por lo que observó sabía que setenta años era una vida cabal, y ochenta años era en exceso de lo normal. Claramente, casi todos los israelitas adultos de la generación que salió de la esclavitud en Egipto no fueron particularmente longevos. Los que tenían más de veinte años de edad al tiempo del éxodo perecieron para el fin de los cuarenta años de viaje.
Es verdad, hubo excepciones, como Moisés (120), Aarón (123), Josué (110) y Caleb (más de 85). Sin embargo, tales excepciones no
-